Chica de ciudad: Segundo año. Capítulo 2

Chica de ciudad: Segundo año. Capítulo 2

No leiste la primera parte de "Chica de ciudad"? Son solo 10 capítulos y te van a encantar! Acá te dejo el link para que entres y te deleites:
PRIMER AÑO. CAPÍTULO 1



Esta es la historia de Celeste, una pueblerina de 19 años después de vivir un año en la gran ciudad desea seguir explorando la loca vida que ahora le toca llevar, llena de relaciones complicadas, deseos escondidos y fantasías por cumplir. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…

CAPITULO 1

Capítulo 2: Verano ardiente
   Nicolás y yo arreglamos todo al día siguiente en una charla en la cual nos abrimos mutuamente y terminamos aclarando que lo de esa noche había sido algo de una sola vez y que se había dado por culpa del alcohol. No podía negar que me había gustado, que había sido algo muy fugaz pero muy caliente, sin embargo eran más las consecuencias del hecho, que el placer que podíamos haber recibido, sin tener en cuenta que cuando estaba sobria él no me atraía para nada. La idea de crear una supuesta historia en la que Manuel y yo habíamos estado me ponía los pelos de punta. Me imaginaba la reacción de Cintia y de Belén y no podía pensarlo. Tampoco quería pensar la cara que podía llegar a poner Gabriel al enterarse de eso y mucho menos el placer que podía sentir su novia, Noelia, si se llegara a dar a conocer. Es por eso que Manuel y yo decidimos mantener todo en secreto y dejar esa noche como un fugaz recuerdo que quedaría olvidado en el tiempo. Nadie se iba a enterar.
   Como si fuera poco, el verano dio un cambio muy rotundo tan solo dos días después de esa noche. A la mañana del lunes 18 de Enero me llegó un mensaje de Ezequiel diciéndome que ya estaba en el pueblo y que tenía muchas ganas de verme. El problema es que nadie podía enterarse que nosotros dos nos seguíamos hablando y sobre todo que seguíamos con ganas de estar juntos. Cintia y Belén nos habían visto aquella noche en el boliche, pero nunca se enteraron de lo que pasó en el estacionamiento y no estaba dentro de mis planes contarles.
   Para colmo Ezequiel era muy zarpado y no le importaba nada cuando se trataba de sexo. Ese mismo lunes a la noche me mandó un mensaje preguntándome si quería que me pasara a buscar e íbamos a algún lado, pero yo ya había arreglado en pasar la noche con Maipi, para ponernos un poco al día después de sus vacaciones. “Nena, no aguanto más las ganas de cogerte” me escribió él y una sensación extraña se apoderó de mí ser y la idea de cancelar todo con mi amiga se me cruzó por la cabeza. Pero yo tenía un punto a mi favor, mis viejos se habían ido de viaje esa semana y la próxima también, por lo que tenía la casa para mi sola. “Quedate tranquilo Eze, que la vamos a pasar muy bien estos días” le respondí yo para calmar un poco sus ansias. Y así fue…
   Al día siguiente, sin poder aguantarnos mucho más, le dije que viniera al medio día después de almorzar y a eso de las cuatro de la tarde me mandó un mensaje para decirme que estaba del otro lado de la puerta. La calentura fue mucho más que todo y fuimos directamente a mi pieza para tener una dosis de sexo bien caliente que duró no más de media hora, después de todo los dos nos veníamos aguantando las ganas de estar con el otro desde hacía medio año. “Qué ganas tenía de cogerte toda” me dijo él recostándose sobre la cama después de haber acabado y de dejarme totalmente exhausta en poco tiempo.
   Al otro día la cosa fue más o menos igual. A la tarde, después de una siesta tras un almuerzo liviano, me escribió para decirme que ya estaba en mi casa y tras una corta charla y un pequeño resumen de su viaje, volvimos a terminar en mi pieza, esta vez para tener un poco más de acción prolongada. Ezequiel era una persona muy dominante en el sexo, le gustaba dirigir cada una de las acciones y se ponía muy feroz cuando se excitaba. Pero no dejaba de ser muy complaciente. Esa tarde me chupó la conchita por unos cuantos minutos y jugó con sus dedos por sobre mi cuerpo hasta dejarme completamente mojada.
   - Que rica conchita que tenés.- Me dijo y después me puso en cuatro para cogerme bien fuerte.
   Su pija, de unos 16 centímetros de largo, entraba en mi cuerpo como una taladradora, haciéndome gemir y gritar como loca. Sus manos se aferraban fuertemente a mi cuerpo y dirigían todos mis movimientos. De vez en cuando algún cachetazo llegaba a mi cola o alguna de sus manos se aferraba fuertemente de mi pelo y eso me provocaba más gritos y alaridos que se combinaban con el placer que sentía al estar siendo cogida de esa manera. Él se ponía como loco y se transformaba en una bestia feroz. Esa tarde duró un poco más que la anterior, pero fue igual de intenso y nos dejó a los dos totalmente cansados pero satisfechos.

   La semana continuó de la misma manera. El jueves decidimos aprovechar el sol radiante para juntarnos en la pileta y a pesar de que Gabriel y Noelia estaban invitados (no porque quería, sino porque “eran parte del grupo”) también decidí invitarlo a él. Obviamente Juan Pablo y Manuel no tenían problema en que Ezequiel vaya, pero a Gabriel si le molestaba y eso me hacía muy feliz. Ver como se alejaba de los demás y se iba a un costado con su novia y evadía al grupo me alegraba el verano. Belén y Cintia no podían disimular la risa que les provocaba esa situación.
   Al día siguiente volvimos a repetir la tarde juntos. Aprovechando el mal clima y la tormenta que se avecinaba el fin de semana, decidí invitarlo a Ezequiel a mi casa y en medio de las primeras gotas que caían a eso de las cinco de la tarde, nos tiramos en la cama para hacerlo una vez más. “¡Cómo me calentás nena!” me dijo él una vez que volvió a desplomarse sobre el colchón después de haberme cogido un buen rato contra la ventana de mi pieza. La lluvia ya era mucho más abundante y el viento azotaba el pueblo entero. Sin que nos diéramos cuenta se avecinaba un fin de semana increíble.
   Como la tormenta parecía empeorar Ezequiel decidió quedarse en mi casa para cenar y como a la noche la lluvia no tenía intensiones de parar, le propuse que se quedara a dormir. Eso nos dio vía libre para una de las noches más calientes de mi vida. Comenzó con muchos besos y toqueteo intenso en el sillón del living y rápidamente nos trasladamos a mi pieza dejando un rastro de ropa en el camino. Una vez más, el sexo fue intenso, feroz y violento y nos dejó a los dos agitados y exhaustos con una sonrisa en nuestros rostros. Pero la calentura fue mucho más que nosotros y después de un tiempo de descanso volvimos a matarnos a besos y cuando me di cuenta estaba cabalgando su pija y gimiendo de placer mientras que él manoseaba mis tetas. Después de nuestro segundo round, el cual fue mucho más zarpado que el anterior, ni siquiera podíamos movernos y el cansancio nos fue consumiendo hasta quedarnos dormidos.
   El sábado amaneció nuevamente lluvioso y con un cielo gris y Ezequiel que parecía haber recuperado sus fuerzas después de dormir, no me dio tiempo a reaccionar y se abalanzó sobre mi cuerpo y tras una cogida muy intensa, me dio para desayunar toda su lechita en mi boca. En menos de 24 horas lo habíamos hecho cuatro veces y todas habían sido increíblemente placenteras. Sin embargo el fin de semana tenía para mucho más.

   Tras un desayuno bien potente para recuperar todas las energías, él aprovechó que la lluvia ya no era tan fuerte para volver a su casa a hacer acto de presencia. “Esta noche vuelvo a dormir acá y te voy a seguir cogiendo toda” me dijo antes de irse y me clavó un beso que me dejó electrificada todo el día. El medio día y la tarde se hicieron aburridos y la espera de que mi amante volviera a darme lo que me había promedito fue muy larga. Pero cuando llegó después de cenar fue totalmente complaciente.
   A diferencia de las otras veces, Ezequiel estaba decidido a hacer de esta aventura una muy larga y placentera. Comenzó con una buena dosis de besos y caricias suaves que enseguida se convirtieron en un manoseo muy intenso de parte de los dos. Nos era muy difícil controlar nuestra calentura a pesar de que hacía días que lo veníamos haciendo, sin embargo la previa se prolongó por un buen rato.
   A medida que la ropa iba desapareciendo, los lugares para besar y tocar se iban ampliando. Ezequiel se concentró un buen rato en mis tetas y después bajó hasta mi cintura y comenzó a chuparme la conchita de manera muy intensa. Pasaba su lengua de arriba a abajo y la movía frenéticamente sobre mi clítoris dándome muchísimo placer. “¡Ay sí!” gemía yo aferrándome a la almohada y mordiéndome el labio sin poder controlarme. Mi cintura se movía como loca a medida que el pasaba su lengua por sobre mi piel y mi cuerpo se electrizaba más y más.
   Después me tocó a mí darle placer a él con mi boca. Ezequiel se recostó en la cama ya desnudo y yo me agaché frente a él y comencé a chupársela con muchas ganas. Con una de mis manos sostenía su pija y lo masturbaba rápidamente, mientras que con la otra recorría todo su cuerpo, desde su pecho y sus abdominales, hasta sus piernas y sus huevitos. Con mi lengua jugaba por encima de su verga que estaba totalmente dura y tenía la cabeza bien roja. Movía mi cabeza de arriba abajo, haciendo que su pija entrara y saliera de mi boca cada vez más rápido, mientras que él observaba la imagen fascinado y largaba cortos gemidos de placer entrecortados con frases como “¡Sí dale!” o “¡Mmm que lindo!”.
   Me levanté de golpe y sin dejarlo reaccionar se senté sobre su cintura e introduje su pija bien dura en mi conchita, apoyé mis manos en su pecho y empecé a cogerlo. Ezequiel automáticamente posó sus manos en mi cintura y se aferró con fuerza levantando un poco la cadera haciendo que su pija entrara toda en mi cuerpo. “¡Mmm sí!” gemí yo al sentir la penetración bien profunda. Era una mezcla entre los dos movimientos que iban como una perfecta coreografía. Ezequiel se movía lentamente hacia arriba y hacia abajo y yo lo hacía a alta velocidad para adelante y atrás y nuestros cuerpos chocaban de manera muy intensa. Ya no había gemidos, directamente eran gritos de placer que no podía ni quería aguantarme.
   Pero la noche recién estaba comenzando ya que él decidió tomar el control después de un rato de darme libertad y tras cogerme unos cuantos minutos en cuatro, me dio vuelta, me llevó contra el borde de la cama y parándose frente a mí, me penetró tan profundo que me aullido debió de escucharse por toda la casa. Ezequiel se aferró a mis piernas y empezó a mover su cintura a toda velocidad hacia adelante y hacia atrás y pude sentir en los labios de mi conchita como su pija entraba y salía de mi cuerpo y me hacía gritar. Mis ojos estaban cerrados con fuerza y mis manos se agarraban de las sábanas como si fuesen garras, mientras tanto él seguía dándome bien duro.
   Después volvió a ponerme en cuatro y a medida que me cogía golpeando su cintura contra mi cola, me iba dando cachetadas que me dejaron completamente rojas las nalgas. Pero él tenía más energía y después de hacerme acabar con un grito muy placentero, me hizo poner de pie y me penetró de parado. La noche seguía avanzando y el sexo seguía igual de feroz y de violento que siempre. Un segundo orgasmo llegó cuando volvió a acostarme boca arriba en la cama y puso mis piernas sobre sus hombros y esta vez vino acompañado de una fuerte acabada que salió de mi conchita y mojó todos nuestros cuerpos.
   - ¡Como me gusta hacerte acabar así!- Dijo él y siguió cogiéndome muy caliente.
   Tras una nueva pose en la que él se acostó atrás mío y me dio en cucharita, estuvo listo para acabar. Me hizo arrodillarme frente a su cuerpo y comenzó a pajearse bien rápido mientras que yo veía como su cuerpo transpirado y agitado se alzaba frente a mí. La leche comenzó a salir y lo hizo en grandes cantidades y para todas direcciones. No solo mi cara, sino que mi cuello, mis hombros y gran parte de mi pecho se llenaron de su semen calentito y como si eso no fuera suficiente, después usó su pija como un pincel y lo esparció por todo mi cuerpo. Acto seguido se acostó en la cama y yo hice lo mismo en el piso.
   Tras relajarnos unos minutos, nos fuimos a bañar y no pudimos contenernos y volvimos a comenzar con los besos y el toqueteo hasta que el baño se convirtió en nuestro nuevo lugar de acción. Después de una ducha de una media hora aproximadamente, salimos limpios y nos fuimos a acostar con intensión de descansar tras terrible noche. A la mañana siguiente nos levantamos y miramos por la ventana y al ver que el sol ya se hacía notar entre algunas nubes los dos miramos fijo a la pileta y después nos miramos a los ojos. Sin decir nada, bajamos totalmente desnudos y nos zambullimos en el agua para volver a la acción unos minutos más tarde.


SIGUIENTE


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2 comentarios - Chica de ciudad: Segundo año. Capítulo 2

locuravip +1
eso se llama cojer como conejos jajaj. recuerdos de adolescencia pasando todo un finde cojiendo. mas de 15 polvos
HistoriasDe
Como corresponde!
Gracias por pasar!
Pervberto +1
La chica de ciudad se va encontrando a sus anchas en todos lados, con el GPS de la libido desatada.
HistoriasDe +1
Muy buena analogía jaja
Gracias por pasar!