Hay que saber frenar a tiempo PT1

Hace unos años, estuve soltero un tiempo, un par de años. Me había separado, y quería volver a salir a divertirme un poco.
El tema fue que la mayoría de mis amigos, esos fiesteros digamos, los que les gusta la joda, se habían puesto de novios algunos, y otros en parejas más formales todavía. Los que estaban solteros, eran más tranquis, por lo que tuve que rebuscarmelas solo.
La verdad que a los 37, me sentía un tanto incómodo yendo a bailar solo, por lo que busqué hacer algún otro tipo de actividad. Gym, salir a correr al parque, o a tomar algo a la playita de Olivos. En esa intensa búsqueda de cosas nuevas, me topé con una muestra/evento en un pueblo que se llama Bragado, a un poco más de 200 km de Buenos Aires, lugar en el que vivo. Este evento se trataba de una fiesta del vino, con catas incluídas. Me pareció algo distinto y diferente a lo que venía haciendo, por lo que me puse a investigar. Se trataba de un evento que duraba tres días, viernes, sábado y domingo, a realizarse en el mes de octubre, plena primavera, en un parque municipal, donde habría muchas bodegas presentando sus productos, algunos puestos de comidas, puestos de productos regionales, artesanías y música en vivo en el escenario del lugar.
Busqué un hotelito en el lugar para pasar el fin de semana, y el viernes a la tarde salí para allá.
Llegué al hotel y me acomodé. Esa noche, cansado por el viaje, me quedé a cenar en el mismo hotel, y me fui a dormir.
Al otro día, el lugar abría a las 12 del mediodía, así que desde que me desperté hasta ir al lugar, desayuné y me fui a recorrer un poco el pueblo. Pueblo tranquilo, típico del interior de la provincia. Plaza, comisaría, iglesia, Banco, calles empedradas, casas bajas, etc.
La entrada al lugar, incluía una copa de cristal, que podías utilizar para realizar las catas de las distintas bodegas que participaban.
Con mi copa en mano, empecé a recorrer el lugar. Los puestos de comida recién empezaban a preparar sus platos, por lo que solo algunos puestos de productos ofrecían pequeñas muestras de lo que vendían, como quesos o aceitunas por ejemplo.
Estaba medio distraído, cuando escucho una voz dulce que me habla por detrás….
señor, gusta un poquito de vino?
Al darme vuelta veo una chica de unos 22-23 años, morocha, de pelo lacio por debajo de los hombros, vestida completamente de negro con una minifalda y una musculosa, y por delante un pequeño delantal también negro, con el nombre de la bodega bordado en rojo borrabino. El pelo lo sostenía hacia atrás con una vincha. Sus ojos se llevaron toda mi atención, ojos verdes profundos. Su boca también me distrajo de lo que me decía, una boca de labios carnosos, con un labial rojo rubí furioso y brillante, que envolvía una sonrisa amplia.
por supuesto, pero no me trates de señor…. - le dije sonriéndole, como para aflojar la situación un poco
Jajaja - esbozó una sonrisa y se me acercó un poco más para llenar el fondo de mi copa con un Malbec selección de la bodega que promocionaba - disculpe, pero tengo órdenes de tratar a todo el mundo de “usted”
Bueno, estás disculpada, gracias por el vino, voy a seguir recorriendo un poco.
Cuando guste, puede volver a pasar y probar alguna otra variedad.
Gracias - y me fui caminando despacito, degustando el vino, y pensando en la morocha.

Caminé un poco, bebiendo de a pequeños tragos el rico vino que me sirvió. La música se escuchaba de fondo, y decidí comer algo para que el vino no me pegue tanto. Me pedí unas empanadas de cordero que estaban exquisitas.
Decidí seguir caminando. Me llamaba la atención que la mayoría de los stands, si bien tenían promotoras y vendedores, no se me acercaban a ofrecerme degustar sus vinos, solo me dejaban algún folleto, por lo que supuse que sería por tener vino en mi copa todavía.
Di una vuelta completa al lugar, y llegando al primer puesto que me ofreció vino, recordé a la morocha. Me apuré a vaciar la copa, para que al pasar por frente al puesto, la morocha me ofrezca nuevamente llenarmela. Y así fue.
Señor, le ofrezco un poco más de vino?
Uh! Me sorprendiste! - le dije, aunque no fue así, ya que pasé por el stand sólo con la intención de que me hable de nuevo… - me encantaría, pero tengo la copa sucia y me gustaría probar otra variedad.
No se preocupe por eso, permítame la copa, yo se la lavo, y acá mi compañero podrá asesorarlo en qué variedad elegir para su próxima degustación.
Ah perfecto!

Me dejó con su compañero y se fue a lavar la copa detrás de un decorado, donde la perdí de vista.
Mucha atención no le presté al muchacho del vino, por lo que me recomendó en mis vagas respuestas que pruebe un blend de tres uvas que me aseguró “serían de su agrado”
Volvió la chica de pelo oscuro y lacio, y por indicación del “sommelier” me rellenó la copa con ese blend mágico del que me habló.

Gracias, con este servicio, da gusto pasar por el local… - le dije mirándola fija a los ojos.
Jijiji - apenas sonrió y bajó la mirada sonrojándose.
Nos vemos luego.

El calor del lugar, y la segunda copa de vino, ya me estaban empezando a marear. Decidí sentarme un rato para disfrutar un poco del show de música, una banda de jazz que tocaban unos temas tranquilos.
Cuando se despejó un poco mi mente, quise comer algo dulce.
Busqué entre los puestos de cosas dulces, uno donde vendían unas tortitas en miniaturas, y elegí entre esas, una fresca y empalagosa a la vez, no recuerdo ni el nombre, pero estaba exquisita.
Obviamente, debía bajarla con algo. Y como no podía ser de otra manera, me dirigí al puesto de la morocha. Desde lejos la vi salir de atrás del decorado, con una copa limpia en la mano, y servir vino para alcanzar a otro “cliente” que estaba siendo atendido por el mismo flaco que me recomendó antes a mi el segundo vino.
Mientras ella servía la copa, yo me dediqué a estudiarla un poco más. Con unas sandalias negras de taco alto, sus piernas parecían larguísimas. En el muslo derecho, llevaba un tatuaje de unas rosas rojas oscuras bastante llamativo, pero discreto a la vez. La minifalda dejaba adivinar una cola bien formada. Los pechos que se ocultaban detrás del delantal y la musculosa negra, parecían de tamaño normal, y sobre el hombro y brazo izquierdo pude ver otro tatuaje en tonos de rojo, naranja y violeta, que parecía ser un buda o algo asi.
Esperé a que termine de atender al cliente y haciéndome el distraído volví a caer en el local.

Cómo le va? Otra vez por acá? - me dijo el sommelier
Si, la verdad que son muy buenos estos vinos, y ahora que acabo de comer el postre, venía en busca de algo para bajarlo….
Ahhh perfecto! Tenemos un blanco dulce, especial para eso, servido bien fresco, lo va a disfrutar mucho!
Bueno, confió en su sabiduría! Jajaja


Mora! (se dirigió el sommelier a la morocha) acá el señor va a degustar el cosecha tardía, lo atendés?
En seguida, permítame su copa señor, y ya estoy con usted.

Se llevó mi copa de nuevo para lavarla, y al volver me sirvió el vino recomendado, mirándome a los ojos esta vez.

Es la tercera copa de vino que me invitás…. Creo que es un poquito injusto esto, debería invitarte algo yo a vos, me parece… - le dije haciéndome el galán, con una pequeña sonrisa en mis labios, y esperando una respuesta negativa de su parte
Jajaja - se rió - no estaría mal…. - me sorprendió
Bueno, de ser así, me gustaría invitarte a cenar esta noche…. No tengo muchas más opciones, ya que no soy de acá, y sólo estoy hasta mañana a la noche, por este evento….
Bueno, acepto, salgo a las diez, si no le parece mal, puede pasar por mí después de ese horario
Me parece perfecto, pasame tu teléfono, y te llamo cuando estoy afuera.

Le di mi celular desbloqueado para que marque su número y así agendarla.
Nos despedimos con una sonrisa los dos.

Mi nombre es Jorge, no me había presentado.
Mucho gusto Jorge. Hasta luego y gracias por elegirnos.

Sin más palabras me fui caminando despacito, degustando el vino dulce, y pensando: seguro llego al hotel, me baño, me preparo, y cuando llego a acá, el teléfono está mal, seguro es una estrategia para sacarme de encima.

Esa idea me fue dando vueltas en la cabeza todo el trayecto hasta el hotel en el auto.
Era temprano, tipo 7 de la tarde, por lo que me acosté en la cama a descansar un rato y mirar la tele. Tipo 8 y media, me fui a bañar. En la ducha seguía pensando que era todo una farsa. Que me puso cualquier teléfono, pero en el fondo me dije, cualquier cosa, si es así, salgo a cenar solo por ahí y disfruto la noche igual. Terminé de bañarme. Me afeité. Elegí un pantalón de vestir sport azul oscuro, camisa blanca con unos detallecitos en negro, y zapatos negros. Me puse el mejor perfume que había llevado. Por las dudas, agarré un saquito de lana.
En el auto, puse música tranquila, y me dirigí a su encuentro.
Las últimas cuadras fueron de un embotellamiento terrible, el tránsito era a paso de hombre.
Al llegar a la puerta del lugar, saqué de mi bolsillo el teléfono para llamarla, pero para mi sorpresa, cuando levanté la vista, ella estaba ahí, parada en el cordón de la vereda, mirando para todos lados, impaciente, y con el teléfono en la mano.
Llamé. Al segundo tono atendió.

hola!
Hola! Te pido perdón. Había mucho tráfico, pero ya estoy en la puerta - la vi respirar aliviada y relajar su cuerpo
Ah perfecto! Pensé que no ibas a venir… - primera vez que no me trataba de “usted”
Jajaja. No me perdería salir con vos por nada del mundo! Estoy frente a la puerta, de la mano de enfrente. Un auto blanco, de vidrios polarizados, con las balizas encendidas.
Dale! Ya te vi, ya cruzo!

Y me cortó. En menos de 10 segundos abría la puerta del acompañante, y se subía al auto.

Hola Jorge! - me sonrió y me dio un beso en el cachete.
Hola Mora! Me alegra verte!

Estaba vestida casi igual que en el local de la tarde, salvo que cambió la musculosa negra, por una camisa roja con las mangas arremangadas. Su perfume se mezcló con el mío. Los labios rojos se movían para preguntarme a dónde íbamos.

no se, no conozco por acá, no soy del lugar, decime vos….
Ay, no se! Hay muchos lugares lindos por aca! Pero no se…
Si tu indecisión es por la plata, no te preocupes, invito yo, está claro, y no tengo problemas en ir al lugar que vos prefieras…. Lo único que te voy a pedir, es que sea un lugar donde podamos charlar un rato
Bueno, está bien, ya se a donde entonces
Perfecto, guiame vos

Me empezó a dar indicaciones, doblá acá, doblá allá. Llegamos a un restaurante muy pintoresco. Era un viejo almacén de campo, pero ambientado moderno, paredes de ladrillo a la vista viejo, pero con luces de última moda.
Al bajar del auto, la ayudé a colocarse un saquito tipo de vestir negro, que le daba una onda secretaria ejecutiva terrible. Al entrar al lugar, el mozo nos acomodó en una mesa un tanto reservada, con una luz tenue, lo suficiente para ver lo que uno come, y ver a la persona que tiene enfrente mientras habla.
Pedimos algo de tomar, un vino rosado que eligió ella, y una pequeña picada, salamín, queso, aceituna, etc. Ver como desaparecía cada bocadito de queso entre sus carnosos labios rojos me distraía al hablar.
Charlamos un poco, ahí me enteré que su edad era exactamente 23 años, o mejor dicho, añitos, porque contra mis 37, hay una diferencia importante. Me cuenta que trabaja de promotora cuando sale algún evento en la ciudad, y eso le alcanza para mantener sus estudios de psicología, ya que aún vive con sus padres y una hermana menor.
Pedimos el plato principal, yo elegí un plato de pastas caseras, con una salsa livianita, y ella un plato de cerdo agridulce con batatas al horno.
Podría haber pasado horas viéndola comer, era muy delicada al cortar y acercar el bocado a la boca, y cada dos o tres bocados se limpiaba las comisuras de los labios con la servilleta.
La charla fue muy amena. Ella era muy dulce al hablar, muy delicada al comer, muy tierna al sonreirse con algún comentario mío sobre la diferencia de edad nuestra. Un BOMBON con todas las letras. Sus ojos verdes me derretían cuando bebía el vino de la copa y me miraba fijamente por sobre ella. Yo solo podía admirarla con fascinación y una pequeña sonrisa de costado.
No pedimos postre. De hecho, ella no se terminó su plato.
Pagué, la verdad que la cuenta no fue tan abultada como podría imaginarme debido al lugar en el que estábamos, ya que parecía un lugar de Puerto Madero.
La ayudé a colocarse el saco nuevamente, y yo me puse el mío antes de salir. Apenas pasamos la puerta de entrada para ir hasta el estacionamiento, ella se cerró el saco de golpe, se encogió de hombros y la vi tiritar de frío, había bajado mucho la temperatura y el choque entre afuera y adentro era bastante importante, por lo que atiné a abrazarla.mis brazos la rodearon completamente, y ella se encogió más aún, colocando su cabeza en mi pecho, como buscando refugio.

Te agarró frío? - le dije
Si! Hace mucho frío!
Vayamos rápido al auto.

Casi corriendo llegamos al auto. La ayude a entrar como todo un caballero, a lo que me agradeció.
Me subí yo, y empezamos a andar. Dimos unas vueltas por el centro del pueblo, donde ella me hacía casi un city tour. Frente a la plaza principal, un semáforo se puso en rojo delante mío, por lo que me vi obligado a frenar. La miré, me miró, y sin decir nada me acerqué a su boca. Fue el beso más tierno que recibí y que di en mucho tiempo.
Una bocina me sacó del trance en el que había entrado. El semáforo estaba en verde y los autos de atrás querían avanzar.
Mientras conducía por la avenida principal, ella recostó su cabeza sobre mi hombro, como toda una nena.

Qué tenés ganas de hacer? - le pregunté
Lo que quieras, pero no quiero que esta noche se termine nunca….
Y dónde la querés seguir?
Vamos a tu hotel, quiero dormir con vos.

Su respuesta me sorprendió totalmente. Pero en seguida tomé el camino hacia el hotel. Ella no despegó su cabeza de mi hombro en ningún momento. Yo hacía un esfuerzo sobrehumano para mostrar tranquilidad al manejar y llegar al hotel cuanto antes, pero sin sobresaltos
Llegamos, pedí la llave de la habitación, y pedí que me lleven una botella de champagne.
Al entrar, ella dejó la cartera en el perchero, y la ayude a quitarse el saco, al darse vuelta, volvimos a besarnos, al principio tiernamente, pero de a poco fue subiendo la intensidad de los besos. Sin soltarnos, nos fuimos llevando mutuamente hasta el sillón que estaba cerca de la puerta. Nos sentamos y de costado nos seguimos besando. Si bien la intensidad de los besos era importante, siempre fueron besos tiernos, nos comíamos la boca, pero sin violencia por así decirlo.
Nos interrumpió la puerta. Había llegado el champagne.

Andá a atender, yo voy al baño un minutito.

Abrí la puerta, recibí la botella en la frappera con dos copas, las apoyé sobre la mesita que estaba al lado del sillón. Descorché y me senté nuevamente en el sofá, esperándola.
Cuando salió del baño, agradecí estar sentado….
Apareció vestida únicamente con una tanguita negra, de hilitos a los costados, y los zapatos de tacos negros. Se paró a unos 5 pasos míos, y colocando sus manos en la cintura, me miró desafiante, era toda una modelo!

Qué hacés vestido todavía?!

No tuve respuesta a semejante pregunta.

Dale, sacate la ropa mientras sirvo el champagne

Me levanté del sofá mientras ella se acercó a la mesita, dando pasos largos y lentos, como una femme fatale, sin dejar de mirarme a los ojos. Le mantuve la mirada, sin decir una palabra, mientras me desabroché botón por botón la camisa, me saqué los zapatos, y me quité la camisa. Acto seguido, me desabroché el pantalón a la vez admiraba su armonioso cuerpo. Sus pechos eran tal cual y cómo me los imaginé en un principio. De tamaño, llenaban apenas una mano, pezón rosado pequeño y puntiagudo. La pancita plana era una escultura. La cola, redonda y prominente, pero totalmente acomodada al tamaño de su cuerpo. Piernas musculosas y largas, que coronaban en esos zapatos de taco alto. Pude ver como la tanga se le perdía en la cola, pero por la parte de adelante cubría perfectamente su pelvis. Llenó hasta la mitad una copa, y me la alcanzó.

Sirvase señor - me dijo volviendo a tratarme de “usted”

Cuando sirvió la suya, brindamos y probamos el champagne, mirándonos a los ojos.

Todavía estamos desiguales - dijo en alusión a que yo tenía el pantalón desabrochado pero puesto aún

Apoyé la copa en la mesita, y terminé de sacarme el pantalón junto con las medias, quedando sólo en boxer. Se acercó y me besó de nuevo. La rodeé con mi brazo derecho y la atraje hacia mí. Ahí pude notar que mi pija estaba totalmente endurecida, porque al chocar contra su cuerpo, la sentí contra el mío también.
Ella apenas giró, acomodándome de espaldas al sillón y suavemente me empujó para que termine sentado en él. Metió sus dedos entre mi boxer y me hizo levantar la pelvis para quitármelo. Mi pija salió rebotando del calzoncillo, erecta totalmente.
Me terminó de sacar el boxer y lo arrojó bien lejos. Se paró frente a mí, me hizo recostar sobre el respaldo del sofá y así parada delante mío, se agachó sin flexionar las rodillas, me tomó la verga por la base y se la metió en la boca sin dudarlo. Primero despacito, después más fuerte, se fue comiendo toda mi poronga al palo.
La escuché gemir suavemente. Se agachó y se arrodilló entre mis piernas. Apoyó sus codos en mis rodillas y tomó mi pija con ambas manos. Mirándome a los ojos, se la comió entera. De una. Hasta el fondo. Y salió despacito, succionando con sus labios. Repitió esto una y otra vez. En la cuarta o quinta chupada, se quedó con la punta de la chota en el fondo de la garganta. Boca abierta, intentando tragarla toda, atragantándose con la cabeza de la pija, no podía respirar. Su baba caía por los costados de sus labios. Hasta que no aguantó más y salió. Hilitos de baba colgaban entre mi pija y su boca. Su respiración estaba totalmente agitada. Tomó aire y la volvió a engullir. Juro que la vi ponerse morada, los ojos inyectados en sangre me hacían creer que se estaba ahogando. Intenté sacarla pero no quiso. Solo se sacaba la pija de la boca cuando ella quería.
Se levantó, toda agitada y chorreada de baba, me dió un beso, y se dió vuelta. Dándome la espalda, se bajó despacito la tanga. Vi aparecer de a poco la parte de la bombachita que estaba entre sus nalgas. Sin doblar las rodillas, se agachó delante mío para terminar de sacarla. Su cola redonda me invitó a manosearla. Una cola perfectamente dura. No me aguanté y separé sus nalgas con mis manos y enterré mi cara en esa zanjita que no era demasiado profunda al fin de cuentas. Me tomé dos segundos para oler toda su intimidad, y luego con mi lengua besé todo lo que pude.
Ella me empujó suavemente de nuevo para que me vuelva a recostar sobre el respaldo del sofá. Se agachó doblando las rodillas, con su mano por entre sus piernas, tomó mi poronga totalmente endurecida, y la guió hasta la entrada de su concha. Primero separó los labios con su otra mano, y luego fue bajando sus caderas para enterrarse la pija hasta el fondo de una. Si bien estaba lubricada, costó un poco entrar, porque tenía una conchita muy apretadita, pero llegó al fondo. Apoyó sus manos en mis rodillas, y empezó a subir y bajar por todo el largo de mi verga.
Yo miraba como su concha se tragaba entera hasta el fondo la pija, y una vez en el fondo hacía círculos con las caderas meneándose, masajeando todo su interior.
Posé mis manos en su cola, y masajeé suavemente. Sus gemidos aparecieron. “Mmmm siiiii” decía entre dientes. “Si papito! Apretame dale!” me pedía. Le apreté los cachetes con mis dedos, como clavándole los dedos.

Si dale! Apretá más!

Apreté más fuerte y se me ocurrió darle un chirlito a esa cola que se refregaba contra mi.

Uffff!!! Seeeee! Pegame dale!

Le di un chirlo más

DALE! MÁS FUERTE!!!

Le di una cachetada más fuerte, no quería lastimarla

GGGRRR! DALE PUTO! MÁS FUERTE TE DIJE! QUE TE PASA? SOS MARICÓN? NO TOMASTE LA ZUCARITA HOY? PEGAME FUERTE PUTO!!!

Me sacó….. Le pegué una cachetada en cada nalga, con la mano abierta, tan fuertes, que me dolía la mano después a mi.

AHHHHH SIIIII ASIIIII DALEEEEEE ASIIIII ME GUSTA!!! PEGAMEEEEE TRATAME COMO UNA PERRA PUTA!!!!

Esos gritos creo que se escuchaban desde el lobby del hotel en la planta baja, y nosotros estábamos en el 3er piso.
Ella me lo pidió y yo le hice caso, le empecé a pegar fuerte en la cola, a pellizcarle con mis dedos cada cachete. En un momento la traje hacia mi, quedando ella recostada con su espalda sobre mi pecho, y mientras seguía ensartada le apreté las tetitas con todas mis fuerzas, hasta le pellizqué los pezones, y le mordí el cuello.
Su goce era tremendo, le gustaba sentirse dominada, y que le infligiera dolor.
Me la saqué de encima, me levanté, y me puse frente a ella, de pie, y ella semi sentada en el sillón.

Te gusta putita? Te gusta que te humille?

No la dejé responder. Le agarré la cabeza desde la nuca con las dos manos, y le meti la chota en la boca hasta el fondo. Hice fuerza todo lo que pude, sentí su mentón chocar contra mis bolas, conté hasta 5, y la saqué. Eso le dió arcadas, y me pija salió toda inundada de su saliva, pero una sonrisa diabólica en su cara, junto con una mirada perversa de esos ojos verdes, me dieron a entender que le había encantado eso. Lo repetí. La segunda vez, al sacarla de la pija, le di una cachetadita en la cara, no muy fuerte, no va a ser cosa que al otro día no pudiera ir a trabajar…. Ella dependía en cierta forma de su cara…
Repetimos esto unas veces. Hasta le pegué en la cara con la pija dura.
Se levantó. Se dirigió a la cama y se subió. Se puso en cuatro patitas, abrió las piernas, levantó bien la cola, apoyó su pecho contra la cama para dejar libres sus manos, y con ellas se abrió bien la cola. Pude ver una conchita rosadita por dentro, a la que no le había prestado atención antes. También vi las marcas de mis manos en sus nalgas, los cachetazos y los pellizcos habían sido realmente fuertes.

Vení putito, cogeme! Rompeme toda!

No tuvo que repetirlo dos veces, en menos de un segundo la estaba clavando hasta el fondo. La ensarté de una. Esta vez, entró más fácil. Mis huevos pegaban contra su clítoris, y la cabeza de la chota hacía tope contra el fondo de su argolla. La clavé fuerte un par de veces, antes de empezar a pegarle de nuevo en la cola. Apreté fuerte sus cachetes, y los abrí. El agujerito de su culo fue toda una tentación, y con mi dedo pulgar derecho lo penetré sin piedad. Los gritos que ella pegaba con cada embestida mía desbordaban la habitación.
El roce de la cabeza de mi poronga contra el fondo de su cavidad, me proporcionaba un placer extremo, exquisito. No logré contener mucho mi orgasmo. Si ella quería ser tratada como mi perra, como una verdadera puta, yo lo iba a hacer. Salí rápido de adentro suyo, la agarré de los pelos, la bajé de la cama, la hice dar vuelta y arrodillarse frente a mi. Me pajeé hasta acabar. El primer chorro de leche salió verdaderamente fuerte y se incrustó en su ojo izquierdo. Cerró los ojos porque le hizo arder, y los siguientes chorros los apunte a su cara y boca. Quedó completamente bañada en mi semen.
Ella mientras tanto se manoseaba las tetas, jadeando de excitación.
Aproveché para disfrutar ese espectáculo por unos segundos mientras ella intentaba con su lengua comerse la leche que le dejé cerca de los labios, y sin poder abrir los ojos.
Despacito y en silencio, fui a buscar la botella de champagne.

Abrí la boca putita…..

Le apunté con la botella a su boca, y le deje caer lentamente un poco de champagne para que lo beba. Los primeros chorritos los bebió y tragó sedienta. Los siguientes, los fui moviendo, haciendo que caiga por su mentón, cuello y pechos.
La hice levantar y recostarse en la cama. Derramé un poco mas de champagne en su pancita y su pelvis. Lo poquito que se acumuló en su ombligo, se lo chupé. Besando la pancita embebida en champagne, bajé por su pelvis hasta su conchita. Bebí la mezcla de champagne y jugos vaginales con mucha ansia, y dejando la botella en el piso, la penetré con mis dedos, medio y anular. Busqué enseguida esa prominencia que tienen las mujeres en la parte interior de vagina y la masajeé con la punta de mis dedos. Con la palma de la misma mano, refregaba su clítoris. Esto la hacía rotorcerse de placer. De a poco fui aumentando la velocidad de las penetraciones. Ver su cara toda pegoteada, por mi semen brillante, mientras ella seguía tocándose las tetas, y apretando sus pezones, me puso de la cabeza. Aumenté al máximo las penetraciones con mi mano. Su cuerpo empezaba a temblar, no sé si de placer, o de la fuerza con la que la penetraba. En un momento ella levantó su pelvis, como empujando hacia el cielo, y yo mantuve mis dedos entrando y saliendo, masajeando el punto G dentro de la concha. Por dos segundos se quedó inmóvil, como si le hubiera agarrado un calambre. Y cayó rendida sobre la cama, gritando con la boca cerrada. Al mismo tiempo que caía, sentí que mis dedos se mojaban de una manera increíble. Con ese movimiento de subir y bajar la pelvis, me sacó los dedos de adentro suyo, y sentí en la palma de mi mano un chorro de su flujo. Era imposible que mis dedos vuelvan a entrar rápidamente en su agujero, pero sí podían masajearle el clítoris, y eso hice. Comenzaron a salir chorros y chorros de líquido de su concha, con una fuerza impresionante. Era la primera vez que me encontraba frente a un “squirting”. Me agaché y puse mi cara a la altura de su concha, donde recibí los últimos embates de esos líquidos directamente en mi boca. Luego del último, ella comenzó a dar vueltas para un lado y otro de la cama, temblando de placer. Esos gemidos, jadeos, gritos, o no se cómo llamarlos, no me los olvido más.

Habiendo bajado las revoluciones, se levantó y fue al baño, se lavó la cara para quitarse todo el enchastre que tenía, y vino a la cama nuevamente. Nos besamos, nos abrazamos, y ella se quedó dormida en breves instantes. Abrazándola en posición de cucharita, de la forma más tierna que me pude imaginar alguna vez, ella dormía y yo pensaba “puede ser que esta chica tan linda y dulce, sea tan pervertida en la intimidad? Cómo es posible?”
Habré estado pensando unos minutos hasta que me ganó el cansancio y me dormí también

Me desperté con el sonido de una alarma de un celular, era el de ella. 9 de la mañana, claro, tenía que trabajar de nuevo en el evento.

Hola linda, buen dia, dormiste?
Hola bombón, buen dia, si, y vos?
Como un bebé…
Mmm igual que yo…
Querés desayunar algo?
Si, tengo hambre, gasté mucha energía anoche.
Bueno, tenemos que levantarnos y cambiarnos si queremos desayunar.
No, pedilo que te lo traigan a la habitación, así estamos un ratito más en la cama.
Bueno, dale, y qué querés desayunar?
Un café negro, con dos tostadas.
Perfecto.

Llamé a recepción y encargué lo que me pidió, y para mi un jugo de naranja con dos medialunas.
Nos quedamos abrazaditos haciéndonos mimitos en la cama hasta que golpearon la puerta.
Me puse un shorcito y salí a buscar el desayuno. Lo apoyé en la mesa de la habitación y me senté, esperando que venga Mora. La vi llegar, y me quedé admirando su hermoso cuerpo. Venía como en cámara lenta, meneando suave las caderas con cada paso, completamente desnuda, acomodándose el pelo. Se sentó en la silla frente a mi, y me dijo buen día nuevamente, esta vez con una sonrisa muy fresca. Probó un sorbo de café

Ahg! Este café está muy fuerte! Voy a necesitar un poco de leche para cortarlo….. - dijo, y me miró pícaramente

Se levantó como un resorte de la silla, se acercó a mi, me corrió de la mesa, y se arrodilló a mis pies, para chuparme la pija. Me quedé pasmado, no sabía qué hacer. Obviamente la dejé hacer lo que ella quisiera. Me agarró la pija dormida, y con una mano se la metió en la boca rápidamente. Sentí como en dos o tres chupadas mi verga crecía dentro de su boca. Acompañó el crecimiento sumando su otra mano al pete increíble que me estaba haciendo. Me miró a los ojos, sacó la pija de la boca un segundo y me preguntó:

queda algo de lechita para mi café?
Creo que si, fijate vos….

Y con esa sonrisa perversa se introdujo de nuevo en su mundo, para seguir pajeandome y chupandome la pija.

Avisame cuando estés por acabar

Me dediqué a disfrutar lo que me hacía. Con las dos manos hacía presión desde la base de la pija hasta la cabeza, a la vez que succionaba con la boca fuertemente como si estuviera tomando una mamadera. Habrá estado unos 5 minutos así cuando empecé a sentir esa sensación tan especial, ese cosquilleo en los huevos, que sube por la espalda hasta la nuca. Le avisé que estaba por acabar, y me hizo parar. Me colocó de frente a la mesa, acercó su taza de café y apuntó mi pija a la taza. Me siguió pajeando mientras me besaba y mordisqueaba la tetilla derecha. Todo este morbo y sensaciones que sentía en el cuerpo, me hicieron acabar. La leche salió directo a la taza, no se cómo hizo, pero no cayó una gota fuera de la taza. Con mi cuerpo aún temblando del orgasmo, me soltó la chota, se sentó de nuevo en la silla, revolvió el café, ahora con leche, y se puso a desayunar como si nada. Yo caí rendido sobre la silla, y sin entender lo que pasó, me senté también a tomar mi jugo. Mientras degustaba una de las medialunas pensaba “nunca vi algo así, tanto morbo en una personita tan dulce por fuera”

Ahora si! Este café está exquisito!

Me miró y me guiñó un ojo, mientras bebía un sorbo del café.
Cuando terminó el desayuno, se fue a duchar. Contuve mis ganas enormes de entrar detrás de ella a la ducha, porque se iba a hacer tarde para que ella entre a trabajar.
Cuando escuché que ella terminó de ducharse, me metí yo.
Mientras me bañaba, ella se maquillaba, y yo pensaba en todo lo que viví en menos de 24 hs.
Salí del baño y me vestí. Ella estaba esperándome ya vestida para ir a trabajar. Estuvimos un rato sin hablarnos, pero haciéndonos caricias en las piernas mientras íbamos camino al evento en el auto. Ella entraba por la entrada de personal que estaba en la parte de atrás del predio, así que la dejé en la esquina. Nos despedimos con un tierno beso en el auto. Me fui a buscar lugar para estacionar, y volver a la muestra.
Entré, ya tenía la entrada paga porque era para los dos días.
Me acerqué al stand de ella, y al verme su carita se transformó, me sonrió, se le llenó de brillo la mirada.

Hola señor, bienvenido de nuevo por acá, va a querer degustar alguna otra variedad hoy? - me volvió a tratar de usted, después de todo lo vivido ayer….
Buen día, como no…. Me gustaría probar algo dulce por fuera, pero con carácter por dentro y que me sorprenda, una combinación que me encanta…. - le dije cómplicemente
Enseguida, permítame su copa…

No se que me sirvió. Pero estaba muy rico. Seguí camino degustando algo de la comida, que siendo domingo, había más locales abierto, y más gente también.
Nos mandábamos mensajes por wa, como si fuéramos una parejita que recién empieza a salir.
Lamentablemente, yo debía dejar el hotel a las 18 hs
Pasé temprano por el stand de Mora, para avisarle que me tenía que ir. Me tenía preparada una cajita de dos vinos, y me la entregó como si la hubiera comprado, pero en realidad me la regaló. Cuando ya estaba saliendo del predio, me la encuentro en la puerta, se me abalanza y se cuelga de mi cuello con ambos brazos, para darme un beso de despedida.

Nos vamos a volver a ver, no? - me preguntó
Calculo que si, tendremos que ver cómo hacemos, porque soy de Buenos Aires como ya sabés, pero me gustaría volver a verte.
Bueno dale, hablamos y nos vemos

Me dió otro beso eterno y dulce. Subí al auto, llegué al hotel, junté todo y me fui.
Cuando llegué a casa, abrí la cajita de vinos.
Había un tinto, y un blanco. Pero lo que más me sorprendió, es que enroscado entre las dos botellas, estaba la tanga negra que había, usado la noche anterior.
Inmediatamente le mandé un mensaje, agradeciéndole por el regalito especial, a lo que me contestó que le gustaría saber que lo voy a disfrutar.

8 comentarios - Hay que saber frenar a tiempo PT1

peter_arq +1
No sé si es verdad o invento, pero me gustó mucho, un genio!!
casta2014 +1
Es lo bueno de esto, te deja con la intriga si es verdad o no.... Gracias por la buena onda
Goldfinger95 +1
jaja muy buen relato, las mejores putas se pueden encontrar en los lugares y momentos que menos te imaginas
casta2014
Seguro!