Comenzando a dominar 2

Llegó el domingo. Desperté sobre las nueve pero decidí no levantarme, esperaría a que llegase Raquel para hacerme el dormido. Todavía no tenía claro si iba a venir. Lo mismo se lo había pensado mejor y decidía dejar aquello. Entre esto y la falta de tiempo no había preparado nada especial para aquella sesión, decidí hacer lo que me fuese surgiendo por la cabeza.
Sobre las diez y cinco escuché un ruido en la parte de de abajo de la casa. Oí como se cerraba la puerta. Intenté descifrar si venía ella sola o con más gente, nunca se sabe lo vengativas que son las mujeres, pero al no oír más que alguien como quitándose ropa me preparé para hacerme el dormido. Siempre duermo desnudo así que lo único que tuve que hacer fue cerrar los ojos y adoptar una postura adecuada.
Noté como se acercaba a la habitación y entraba. Se debió de quedar un instante observándome; me hubiese gustado verle la cara en ese momento. Se acercó a mi cama y se echó en ella acercando su cabeza a mi entrepierna. Sentí que me agarraba la pija que en esos momentos y, a pesar de mis esfuerzos para que no fuera así, ya estaba cogiendo dureza. Noté esos carnosos labios rodear mi glande y como se introducía toda mi pija en la boca. Empezó a chupar arriba y abajo hasta que se puso dura, muy dura. Abrí los ojos lentamente, como si de verdad me estuviese despertando y la miré. Ella estaba mirándome a la cara mientras se afanaba en la mamada.
Y- Buenos días, puta.
No me contestó. Siguió mamando. Yo comencé a desperezarme mientras disfrutaba con mi pija en su boca. Alargué mi mano y se la puse sobre su cabeza, dirigiendo sus movimientos. No sé si era la forma o el momento, pero hoy lo estaba haciendo mejor que el día anterior. Cuando noté que iba a acabar, agarré con fuerza su pelo para inmovilizarla y obligarla a tragar todo. Hizo un pequeño amago de apartarse pero no pudo así que le llené la boca de leche.
Y- Trágalo todo. Que no se te escape ni una gota.
Me incorporé un poco y agarré su cara, con fuerza.
Y- Ábrela, quiero comprobar que no queda nada.
Lo hizo, sumisa. No quedaba nada.
Y- Ahora, límpiamela bien.
Volvió a mi pija y lamió y chupó hasta que me la dejó bien limpia.
Y- Túmbate en la cama y espérame.
Me di una ducha rapidita y me preparé mi café matutino; no soy nadie sin mi café. Volví a la habitación y allí estaba ella, tumbada boca arriba en la cama, esperando a ver qué perversión se me habría ocurrido. Me fijé en su entrepierna. Por fin allí no había un maldito pelo. Ahora podía ver bien aquella concha. Estaba como hinchado pero parecía sabroso. Pase mi mano por él y, una vez más, estaba mojada. Sonreí . Me hacía gracia que la zorra estuviese excitada por la situación. Le introduje primero un dedo y luego otro y comencé a cogerla. Entraban con suma facilidad así que metí un tercero. Cerró los ojos y comenzó a suspirar; cuando noté que llegaba al orgasmo paré. Me miró con cara de rabia, otra vez esa cara que tanto me ponía.
Me tumbé boca abajo en la cama y le ordené que me diese un buen masaje, por todo el cuerpo. Comenzó muy suave, por la espalda, y luego fue recorriendo mis brazos y mis piernas. Volvió a la espalda.
Y- Ahora con la boca.
Sin decir nada, comenzó a pasar su lengua por todo mi cuerpo. Cuando ya me pareció bastante trabajar en la parte de atrás, me di la vuelta y le dije que continuase. Siguió con su trabajito. Se entretuvo en mis pezones bastante tiempo y no lo hacía mal. A estas alturas, mi pija estaba al mango.
Y- Trabájame bien la pija. Lo que pase hoy por la mañana dependerá de cómo lo hagas.
Empezó acariciándomela, agarrándola, como sopesando lo que tenía entre la manos. Luego empezó a dar lengüetazos por todo el tronco y por la cabeza hasta que se la introdujo en la boca. A pesar de que me estaba gustando, me pareció que la cosa estaba yendo por un camino muy tranquilo así que decidí que había que darle a aquello un poco de marcha.
Le agarré la cabeza y empuje hacia abajo con fuerza. Mi pija desapareció por completo en su boca. La mantuve ahí, un rato, hasta que note que ya no aguantaba más. La solté y lanzó una bocanada de aire acompañada de una pequeña tos. Cuando parecía un poco repuesta, volví a agarrarle la cabeza y vuelta a empezar; le empecé a coger la boca hasta que la volví a dejar con todo dentro, apretando con fuerza para que no pudiese retroceder ni un centímetro. Al soltarla otra bocanada, esta vez acompañada de unos chorretones de saliva que corrían por la comisura de sus labios. Tiré de su pelo hacia atrás y le pregunté.
Y- Cómo lo llevas, putita.
R- Bien.
Lo dijo de una forma muy seca, adaptándose muy bien al papel de puta esclava que tenía. Me gustaba la sensación de poder someterla de aquella manera.
Y- Cómeme los huevos.
Se inclinó de nuevo y comenzó a lamerme los huevos. Levanté mis pierna y me agarré los tobillos.
Y- Y ahora trabájame bien el ojete.
Me miró con cara de extrañeza, como preguntando qué es lo que me ha pedido. Pensé, vaya algo que esta zorra no ha hecho nunca.
Y- Que me comas el culo. Tienes que trabajarme con tu lengua mi agujero.
Fue acercándose a mi ojete despacio, como pensando cómo lo iba a hacer. Empezó a dar pequeños lengüetazos por la zona.
Y- Con más ganas, zorra. Méteme la lengua.
Siguió con más intensidad pero el resultado no me estaba gustando demasiado. La empujé hacia atrás.
Y- Déjalo, no tienes ni puta idea. Pero aprenderás, ya lo creo.
Me hice el enfadado pero tampoco pareció importarle. Me fui al salón y me senté en un sillón a fumarme un cigarro.
Ella se había quedado en la habitación.
Y- Qué haces?
R- Nada, estoy en la cama.
Y- Pues no sé qué haces ahí. Tu sitio está aquí.
Oí como se levantaba y venía hacia el salón. Entró y me miró. Yo le devolví la mirada, con un poco de despecho. Mi pija había bajado bastante así que le dije:
Y- Siéntate en el suelo y vuelve a ponerme esto bien.
Se acomodó entre mis piernas y comenzó a trabajarme de nuevo. Me estaba gustando la situación. Yo fumando, mirando hacia ningún sitio, y una zorra comiéndome la pija. No tardó en conseguir que estuviese firme pero quise alargar la situación por morbosa. Al rato, le ordené que parase y que se levantase. La miré durante unos segundos. Se la veía súper sumisa.
Y- Ponte de espaldas a mí y métetela en la concha. Y a ver qué tal te mueves.
Me dio la espalda y se clavó mi estaca en la concha. Otro suspirito. Pensé, a ver si le va a acabar gustando. Comenzó a moverse arriba y abajo. Yo, mientras, encendí otro cigarro como para mostrarle el desdén que me suponía su cabalgada. Ella seguía arriba y abajo, pero no se la metía del todo, así que puse mis manos en sus hombros y apreté hacia abajo con fuerza. Soltó un grito. La dejé así, inmóvil y con mi pija enterrada hasta el fondo, durante un rato. Aflojé mi presión con las manos y ella comenzó de nuevo a moverse. No quería acabar todavía, así que la empujé y la saqué de mí.
Y- Ponte a cuatro patas, perra.
Se giró y se colocó como le había dicho. La agarré por el pelo y coloque su cabeza y brazos en el sillón. La observé. Me encantaba verla así, tan ofrecida. Me acerqué por detrás y comencé a pasarle la pija por su raja. De repente, se la metí de un golpe hasta el fondo y la saque rápidamente. Volvió a gritar. Repetí la operación varias veces pero ya no gritaba, más bien gemía.
Y- Te gusta, puta?
R- Sí.
Y- Quieres que te siga cogiendo.
R- Sí.
Y- Sí, qué más.
R- Por favor.
Le volví a dar unos cuantos pijazos. Me quedé un rato mirándola. Estaba inmóvil y parecía que sólo quería que siguiese. Le pasé la mano por las nalgas y sin más, le solté un manotazo que estalló sobre su nalga derecha. No dijo nada. Le di unos cuantos azotes, alternando las nalgas.
R- Para, por favor. Me duele mucho.
Y- Quieres que pare. Pídeme que te coja.
R- Cógeme.
Y- El culo, pídeme que te la meta por el culo.
R- Cogeme por el culo, hijo de puta.
Escupí en la entrada de su culo y agarrándome la pija se la coloque en su agujero. De un empujón se la clavé entera. Esta vez el grito fue a más. Me la cogí con todas las fuerzas que tenía. La agarre del pelo y tiré hacia atrás para que se arquease un poco y todavía me sintiese más dentro. Cuando ya no aguantaba más sin acabar, me salí y dándole la vuelta me acabe en su cara. La puse perdida, fue una súper acabada. Tal y como estaba le dije que me la dejase bien limpita y que al mismo tiempo podía masturbarse. Lo hizo y mientras chupaba y lamía para dejármela bien limpia se acariciaba la concha con tanta fuerza que creí que se tenía que estar haciendo daño. Acabó de una manera bestial.
Tras su orgasmo se quedó quieta como esperando alguna orden más.
Y- Límpiate, vístete y ya te puedes ir. Ya sólo te quedan nueve sesiones.
Se levantó, fue hacia el baño y yo a mi cocina, a por mí segundo café. Al rato apareció por la cocina preguntándome:
R- Sabes algo ya?
T- Te he dicho que puedes irte. Ya hablaremos. Ya me pongo yo en contacto contigo.
Bajó la cabeza, dio media vuelta y la oí salir por la puerta. Me quedé pensando en que no había forzado la máquina mucho, pero quedaban más días. Existía la posibilidad de que no quisiese seguir pero de momento no había queja, así que esperaríamos al próximo día a ver qué pasaba.
 
Después de ese primer encuentro, decidí dejar pasar unos días hasta que el morbo y las ganas de seguir usando a Raquel pudieron más que mi intención de llevarlo con calma. La llamé a su casa y la cité para el jueves por la tarde, en mi casa por lo que pasaría a recogerla sobre las cuatro. Como todavía era martes, comencé a pensar en qué hacer en esa cita y me puse a prepararla bien. Para esta vez pensé en algo un poco más sofisticado.
Cuando fui a buscarla ya estaba en la calle esperándome. Se subió al coche y me saludó con un escueto hola. Ni le contesté. Me dirigí a una céntrica calle de tiendas. Allí encontraría lo que quería para ella. Primero una lencería. Cuando vio que entrábamos allí me miró pero tampoco dijo nada. Le pedí a la vendedora que no enseñase algún conjuntito sexy, sujetador, tanga y liguero. La verdad es que en aquella época no existía ni la décima parte de las maravillas que se pueden comprar ahora, pero de tres que nos enseñó, hubo uno que no me pareció mal, así que le dije que se lo probase. Después de un ratito me acerqué al probador para comprobar cómo le quedaba. Se asustó cuando abrí la cortina.
R- Qué haces.
Y- Comprobar cómo te queda. Lo voy a pagar yo, así que tengo que ver si merece la pena.
Si no llegamos a estar en un sitio público me la garchaba en ese momento, pero nuestro trato era de confidencialidad, así que me contuve. Eso sí, me quedé pensando en que aquel desplante se lo iba a hacer pagar más tarde. Como me pareció bien el conjunto pagué y salimos en busca del siguiente comercio, una zapatería.
Y- Aquí no quiero ninguna mala cara. Los zapatos que yo escoja te gustan y punto. Además alegra un poco la cara que parece que no estás de compras.
Evidentemente escogí unos de mucho tacón. Se los probó y casi se cae al ponerse en pie. Se notaba que era un tipo de calzado al que no estaba acostumbrada. Para lo que eran estaban bien, así que nos los llevamos. Nos encaminamos hacia el coche y me dijo:
R- Ya tienes algo de información?
Y- Sí, pero la cantidad que te iré soltando dependerá de tu comportamiento esta tarde. Si te portas como una buena zorra sumisa la tendrás toda, si no, te daré un anticipo.
La verdad es que no tenía gran cosa, pero adornándolo un poco y ante una persona no experta en la materia, podría parecer que le estaba haciendo un informe completo.
Nos dirigimos hacia mi casa y en el camino ni abrimos la boca. Entramos y le pregunté si quería tomar algo.
R- No, cuanto antes acabemos mejor.
Y- Sigues sin adoptar una buena actitud. Tú misma. Vete a la habitación y ponte lo que hemos comprado. Ponte guapa. Ah! Y maquíllate un poco que pareces un cadáver. Cuando estés lista me avisas y ya te digo lo que tienes que hacer.
Me fui a la cocina a prepararme un café. Me lo serví y ya en el salón puse algo de música para que el ambiente fuese distinto. Me senté en el sofá y me dispuse a esperar a que estuviese lista.
Cuando me avisó que ya estaba, le dije que se viniese para el salón. Entró y la verdad es que estaba radiante; no era un cañón, pero “vestida” así mejoraba bastante. Además, los tacones estilizaban mucho sus piernas y sobre todo su culo, haciéndole parecer más alta y más atractiva.
Y- Camina y exhíbete para mí. Quiero verte bien. Estás muy guapa.
Comenzó a pasearse y lo gracioso eran los equilibrios que tenía que hacer para no caerse.
Y- No sabes ni andar como una mujer.
Se hizo la ofendida. Bufó un poco y volvió a la tarea esta vez con un poco más de soltura. Le hice detenerse frente a mí. La verdad es que le quedaba bien. Tanto el sujetador, de encaje negro, como su tanguita a juego le quedaban apetecibles, pero aquellas medias sujetas por el liguero y los zapatos hacían que pasase a deseable.
Y- Date la vuelta e inclínate hacia adelante. Quiero ver bien tu culo.
Se giró y se agachó apoyando sus manos en una mesa. Su culo estaba a un metro de mí y la verdad es que me estaba poniendo muy burro. Comencé a acariciarme la pija por encima del pantalón. Ella me vio y no dijo nada, pero me dio la impresión de que le estaba gustando excitarme de aquella forma. Me levanté y comencé a pasear a su lado. Le empecé a pasar la mano por la espalda, suave; luego por la parte externa de los muslos y vuelta a la espalda. Cerró los ojos y cuando no se lo esperaba le solté una fuerte palmada en el trasero. De su boca salió un pequeño quejido. Otro azote y otro, así hasta cinco.
R- Por favor, para.
Y- Esto es por tu mal comportamiento en la tienda. Parece que no entiendes que eres mi puta zorra y que mientras estés conmigo yo decido lo que haces. Qué eres?
R- Tu zorra.
Otro azote.
Y- Error. Qué dices que eres?
R- Tu puta zorra. Haré lo que me digas.
Y- Mejor, mucho mejor.
Y empecé a acariciarle las nalgas. Ella estaba tensa como pensando que le iba a caer otro azote. Pasé mi mano por su coño y estaba mojado. Aparté la tanga y lo palpé a mano entera. Luego introduje un dedo en su vagina; de lo mojado que estaba entró con facilidad así que introduje otro y comencé a cogerla con mis dedos. Entre la postura de entrega que tenía y mis dedos cogiéndola, comenzó a gemir como una perra en celo. Yo seguía vestido y con mi pija a punto de explotar dentro del pantalón, pero la situación me gustaba. Seguí con el trabajo manual hasta que explotó en un orgasmo bestial y se derrumbó sobre la mesa en la que estaba apoyada. Saqué mi mano de su concha y se la pasé por la boca para que me la limpiase. Lamió y chupó mis dedos como si fuesen una verga, dejándomelos limpitos.
Me senté en el sofá de nuevo y le permití quedarse en aquella posición durante un rato. Tenía la pija que se moría por salir de su encierro pero decidí aguantar un poco aquella morbosa situación.
Y- Levántate y quédate ahí de pie, frente a mí. Las manos a la espalda.
Le había cambiado la cara. Se le notaba cansada pero sus ojos denotaban que acababa de pasar un buen rato. Me levanté y me preparé una copa. Volví a mi lugar de observación y me quedé mirándola mientras saboreaba mi copa. Ella estaba inmóvil, esperando alguna orden. La dejé allí de pie un buen rato.
Decidí que era el momento de desnudarme lo que agradeció mi pija que pegó un bote en el aire al sentirse por fin fuera de su encierro. Me acerqué a ella y estuve haciendo círculos a su alrededor dejando que de vez en cuando mi pija rozase su piel. Me volví para mi sofá esta vez mucho más cómodo por mi desnudez y continué observándola.
Y- Ponte a cuatro patas y acércate. Dale “mimitos” a mi pija pero no utilices las manos.
Se acercó y arrimó su cara a mi miembro. No me miraba, estaba centrada en mi pija. Empezó a darle lengüetazos y ésta saltaba como de alegría.
Y- No dejes ni un segundo de mirarme a los ojos.
Me miró. Otra vez su cara reflejaba esa mezcla de rabia y odio que seguía gustándome tanto. Abrió la boca y comenzó a chupar. En sólo dos sesiones había mejorado mucho. Me dejé hacer. Tenía mis manos en mi nuca y una zorra chupándome la pija. Como parecía centrada sólo en chupar tuve que darle indicaciones.
Y- Tienes algún problema con mis huevos?
Dejó de chupar y se centró en lamerme las pelotas. Levanté las piernas y no hizo falta decirle nada. Comenzó a pasarme la lengua por mi ano y de ahí a los huevos y otra vez al ojete. Como me cansaba la postura bajé las piernas y ella entendió que tenía que seguir mamando. Se estaba centrando la cabeza así que sin decir nada agarré su cabeza y la empujé con fuerza hacia abajo. Mi pija entró por completo en su boca hasta que sus labios tropezaron con mi pelvis. La mantuve así hasta que la solté y se tiró hacia atrás buscando el aire que le faltaba.
Me levanté y le agarré por el pelo.
Y- Tira para la habitación y túmbate. Vete haciéndote una paja mientras no voy yo, pero no se te ocurra acabar hasta que yo te dé permiso. Salió de la sala a trompicones, seguía sin manejarse con aquellos tacones. Me volví a sentar en el sofá y me fumé un cigarro.
Cuando entré en la habitación, Raquel estaba espatarrada en la cama acariciándose y metiendo dos dedos en su concha. Me senté en la cama y la miré. Me devolvió la mirada pero esta vez era una mirada sumisa y que me pedía que le permitiese acabar.
Y- Puedes acabarte, puta.
Se acabó de una forma brutal, con unos fuertes espasmos. Me encantó verla así, derrotada. Acerqué mi mano a su sexo y comencé a masturbarla de nuevo.
R- No, por favor. Lo tengo muy sensible.
Puse mi dedo en su boca dándole a entender que se callase y continué con mi trabajito. Se volvió a acabar enseguida; esta vez no fue tan violento pero la dejó derrengada. Metí mis dedos en su boca y ella me los lamió a conciencia. Hice ademán de volver a bajar mi mano a su concha.
R- Por favor.
Ahora su voz era de súplica. La dejé allí tumbada y me volví para el salón. Pasó un tiempo y como no oía nada me acerqué y comprobé que se había quedado dormida. La dejé descansar un poco y, más o menos una hora después, volví a la habitación. La desperté y me tumbé en la cama. No hizo falta decirle nada. Comenzó a trabajarme la pija para ponerla a punto. No le costó mucho. Cuando ya estaba como una barra de hierro me incorporé y poniéndome a su espalda y tal como estaba se la metí en el culo sin ningún tipo de miramiento: Me la estuve cogiendo un buen rato hasta que ya no aguanté más y me acabe en abundancia dentro de su recto. Cuando salí de ella hice un simple gesto que entendió perfectamente y se puso a limpiarme el rabo. Decidí dar por acabada la sesión.
Y- Quítate el conjunto. Te llevas el tanga y las media y los lavas y el próximo día me los traes. El sujetador y los zapatos los dejas aquí. El que te quiera ver tan guapa que te lo compre. Vístete y te espero en el salón.
Cuando entro en la sala pensé en cuanto cambia una mujer vestida como ella o con la ropita que habíamos utilizado por la tarde, y que distinta una mujer con zapato bajo de una con tacones. Mucha diferencia. Le estuve dando algunos detalles de mi investigación y alucinó. La verdad es que yo no creía que los datos que le ofrecía fuesen tan relevantes pero me lo agradeció bastante. O era muy ingenua o era tonta. Le dije que aquello no había hecho más que empezar que aquello eran los preliminares de una investigación y me dijo que siguiese, que quería saber más. Le di dinero para un taxi y nos despedimos.
R- Vas a tardar muchos días en volver a llamarme?
Me sorprendió la pregunta. No sabía si es que quería acabar cuanto antes o es que le apetecía volver a repetir pronto.
Y- Te llamaré cuando pueda y sobre todo cuando me apetezca. Tú sólo piensa en estar dispuesta para cuando lo haga.
Montó en el taxi y la vi alejarse volviendo la cabeza para mirarme. Pensé para mí que la cosa iba bien. Había decidido cambiar un poco en esta sesión, no ser muy fuerte, para pillarla por sorpresa en la siguiente. En la próxima íbamos a forzar un poco más la máquina para ver hasta dónde llegaba.

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