Los sonidos del sexo

¿Qué pasa cuando dos parejas se desean?
¿Qué es lo que puede ocurrir en un departamento si un par de hombres y un par de mujeres que se tienen ganas llegan a encontrarse?
La imagen del sueño fue nítida, tan nítida que no se detuvo hasta que pudo desarrollarla en la realidad. No fue fácil, pero ¿acaso hay algo fácil en la vida? 
En cualquier caso, valió la pena.
A una de ellas, llamémosla Carla, era el centro de la historia, por varias razones: todos queríamos cogernos a Carla, pero además, era la única que por razones que no vienen al caso, no podía trasladarse a ningún lado. 
Así que, de repente, y solo por su imposibilidad, se convirtió en el centro de la escena, y por ende, la encargada de la logística: un departamento en el centro de la ciudad, amueblado, listo para encontrarnos.
Yo llegué una hora antes que la pareja cordobesa que viajaba por su cuenta, y que, según lo planeado, llegaría, precisamente, una hora después. Uriel y Pilar.
Habían sido tantas las promesas previas que fue dejar mi equipaje en un costado, y besarle la boca a Carla y a los empujones llegar a la cocina del loft, y agarrarla de las nalgas, subirla a la mesada, arrimar una silla, y empezar a chuparle la concha despacito.
Nos estábamos disfrutando de ese modo, lento, parsimonioso, de quejidos profundos y humedades lúbricas, cuando llegaron Uriel y Pilar, y se sorprendieron que ya hubiéramos empezado, y decidí jugar fuerte.
Recibí a los recién llegados, con un beso en las mejillas, y me arrodillé frente a Uriel, para desabrochar su pantalón con comodidad. Pero además, para provocar en Pilar lo que finalmente, provoqué.
Ella se despatarró en un sillón y me vio hacer, en esa postura de sumisión y putez, como si fuera a chuparle la pija a su marido, y como una autómata, empezó a masturbarse, dejándose llevar por las sensaciones de sus caricias y de lo que estaba viendo.
Yo me tomé mi tiempo para sacarle el pantalón al muchacho, y Uriel no dejaba de escuchar los gemidos de su mujer, y de mirar a Carla, que tenía las piernas abiertas y estaba sentada en la mesada de la cocina. Su desnudez mostraba una erección sin haberlo siquiera rozado.
Fue entonces que me incorporé, y lo tomé de la cintura, y lo llevé caminando lentamente, con su hermosa pija erecta, apuntando directamente al centro de Carla, que había adivinado mi intención, y lo esperaba, más y más lúbrica, ya gimiendo sabiendo que ese hermoso ejemplar de hombre estaría dentro suyo en cuatro, tres, dos pasos…
Mientras tanto Pilar hundía sus dedos dentro suyo y ya no le interesaba ver porque su cuerpo recibía las primeras descargas eléctricas de lo que sería el primer orgasmo del día.
Me reí. 
A través de miles de chats nos habíamos prometido tantas cosas, y ella se regaló el primer orgasmo dándose dedo. 
Pero vendrían muchos más.
Por lo pronto, invité a que se acercara a la mesa, y se sentara arriba de ella, para que pudiera ver a Uriel cómo le estaba dando bomba a Carla, mientras yo volvía a ponerla en carrera, hundiendo mi boca entre sus piernas.
Por un instante, tres personas gemían profundamente. Pilar por mi boca, Carla por las estocadas de Uriel, y Uriel, por el roce que recibía de Carla. La energía del lugar era increíble. La música de fondo que un “Bose” amplificaba, ni se sentía. Todo era jadeos, y la intención, supongo que de los cuatro, de obtener tres orgasmos simultáneos.
Y apenas era el comienzo.



Los sonidos del sexo

7 comentarios - Los sonidos del sexo

Pervberto +1
Se presiente que este fuego va a dar mucha más letra...
VoyeaurXVII +1
en cualquier momento... más letras, y quien le dice... alguna foto indiscreta
SweetDragonfly_ +1
Si así comenzó.. cómo habrá terminado?
Quiero la continuación 😘
VoyeaurXVII +1
eso será cuando ocurra realmente
SweetDragonfly_ +1
@VoyeaurXVII Esperaré ansiosa que eso ocurra
Tinaqo130
Follando mis agujeros en la cámara ahora mismo - http://poringa.club 💖💖💖