El orto de Mariela

El orto de Mariela

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Terminado el primer polvo fuimos al baño alimpiarnos y hablamos unos minutos de cualquier cosa. El amigo se me empezó aparar. Comencé a besar a Mariela. Besos suaves, delicados al comienzo. Despuésempezamos a comernos la boca y mandar lengua adentro.
- Nene,te voy a dar mi colita. Pero primero tenés que ser gauchito conmigo.
- Tevoy a sacar el jugo.
Se acostó boca arriba, abrió las piernas y meofreció su concha hermosa y depilada. Yo me mandé a chupársela bien tranquilo. Entrenadopor la profe Sandra, tenía mi diploma en sexo oral. Así que le di una muy buenachupada de concha. Mariela respiraba hondo, suspirada, gemía, se iba mojandocada vez más. Movía sus piernas hacia fuera y hacia adentro mientras meacariciaba con sus manos la cabeza.
-        Mmmm, así, bebé. Dale…
-        ¿Te gusta putita?
-        Ahh Más. Ahí, quedate ahí.
Hasta que vino su orgasmo. Hizo una pausa de dosminutos para recuperarse. Y me dijo:
-        Mi colita quiere comer carne.
-        Y yo quiero llenarla hasta que se empache.
Se puso en cuatro y me pasó el tubito de gel.
-        Poneme gel. Así, cantidad. Ahora frotá con tusdedos la zona.
-        ¿Así está bien?
-        Sí. Ahora abrí el orto y mandá un poco adentro. Ponétu dedo para lubricarlo bien.
Yo ponía gel frotando el anillo de cuero con elpulgar. Y después mandaba el índice para adentro, con bastante lubricante.
-        Así, nene. Suave, despacito.
Estuve unos cinco minutos dilatando el culo con unamano, mientras que le besaba los cachetes y se los acariciaba.
-        Pasame el dilatador y el gel.
Se lo dí. Ella lo embadurnó en gel y se lo fueinsertando en el orto. Se puso en cuatro en el borde de la cama y me hizo ponerde pie. Comenzó con un pete. Muy suave, porque quería mantenerme la erección sinadelantar mi eyaculación. Cuando mi pija se puso bien dura me calzó un forro ylo humedeció en lubricante. Se sacó el dilatador, abrió bien el orto y me pidióque se la meta. Mandé mi cabeza y un poquito del tronco.
- Mmm. Así. Despacio, dejala unratito y no te muevas.
- Tengo ganas de mandarla hastael fondo, putita.
- Aguantá nene, no quiero queme la rompas. Ahora metela más.
Metí la mitad de la chota. Ella dio un gritito.
- Ahora empezá a bombear. ¡Despacio!
Se sentía hermoso. Durito, rugoso. El culo ibacediendo su resistencia. Y mi chota iba entrando más profundo. Comencé abombear despacio. Después, un poco más rápido. Pero delicado, sin hacerledoler. Ella me daba instrucciones y se estimulaba el clítoris con la mano. Leagarré los pelos y mientras la penetraba se los tiraba hacia mí.
Estuve diez minutos haciéndole la cola. Hasta quele dije:
- Estoycerca de acabar.
- Vení quequiero tu lechita.
Me sacó la chota de su culo. Quitó el forro ycomenzó a chuparme la pija. Despacio, más fuerte, más intenso. Cerca del final mela chupaba y me pajeaba frenéticamente.
- Ah, ah,ya estoy…
- Quierola lechita, dámela toda…
- Ah, ah, ah…
- Mmm, slurp, slurp.
Se la tragó hasta la última gota. Me dejé caer enla cama, medio cansado pero con muchas ganas de repetir la culeada. Y asíterminó el segundo polvo.
Con Mariela nos veíamos todos los sábados. Ellaentrenaba conmigo. Y cuando sus hijos estaban con el padre, garchábamos comoperros en celo.

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