Unas vacaciones con mi tía (II)

Yo seguía tirado en el colchón, totalmente desnudo y con las manos haciendo de almohada para mi cabeza. No sabía qué hora era, pero tendría que ser por la mañana. En cualquier caso, me despertaron unas voces, tres masculinas y una femenina que, aunque bajo los efectos del sueño, pude identificar como la de mi tía.
-Venga, joder, empieza a lamérselo ya -decía una de las voces masculinas.
-No sé, no quiero despertarlo… -respondió mi tía, a la cual escuché más cerca que a los otros.
-Desde cuándo una puta siente pudor ante una polla, ¿eh? -preguntó otro de los hombres.
-¡Cállate! Es mi sobrino, no debería…
-Y una mierda. Cómete esa polla ahora mismo o te la meto yo en la boca -amenazó un tercero.
Después de eso sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda. Una lengua empezó a recorrer mi pene flácido aún. Estaba caliente y húmeda, subía y bajaba hasta llegar a los testículos y volver a la punta. A veces hacía círculos y otros me besaba mis partes con esos labios gruesos y rojos. Aquella era inconfundiblemente la boca de mi tía, que siempre me daba tanto placer. En esta ocasión estaba haciendo todo lo posible para no excitarme, pues me estaban vigilando otros tres, suponía que nuestros compañeros de excursión, y mantenía los ojos cerrados haciéndome el dormido, pero fue totalmente inútil. La sangre bajó de mi cabeza hasta el pene, que se puso duro como una piedra y creció hasta su máxima extensión.
-¡JA JA! Ya se le ha puesto dura, ahora puedes metértelo entero en la boca.
-No me digas cómo hacer mi trabajo, ¿vale?
Los tres hombres se rieron y mi polla entró de golpe en su boca, confortable y húmeda como cuando por la noche la había visitado después de ir al baño. Ella se la metía y se la sacaba despacio, saboreando cada palmo de mi rabo y después terminó por clavársela en el fondo de la garganta, ya que escuché ese dulce gritito de cuando se atragantaba. No pude aguantar más y abrí los ojos.
-Por fin se despierta la bella durmiente. Ahora podemos dejarnos de cortesía -dijo entre risas uno de los tres hombres.
Ellos estaban desnudos y miraban a mi tía desde atrás, frotándose sus penes con suavidad para no cansarse demasiado y aguantar. Mi tía también estaba completamente desnuda, a cuatro patas sobre mi polla y subiendo y bajando, haciendo que sus enormes tetas chocaran entre sí y botaran hasta casi rozarme los muslos con sus hermosos pezones rosados. Me miró desde aquellos ojos marrones que me volvía loco, llorosos por el esfuerzo de la mamada, y siguió empleada en lo suyo. Uno de los tres se le acercó al culo y pasó por su raja su miembro duro, mientras apretaba los glúteos de mi tía y la azotaba de vez en cuando. Al final, se cansó de tanta ceremonia y separó ambos glúteos para encontrar el agujero que le daría todo el placer y, sin pensárselo dos veces, se recolocó el rabo hasta que le entró por entero en el interior de mi tía, que sacó mi polla de su boca para cerrar los ojos y gritar.
-AHHH… Joder, entra más suave, ¿quieres?
Él le pegó una buena hostia en el culo para que no le diera órdenes. Al parecer, los tres eran clientes suyos y disfrutaban de la sumisión. No los culpo, a mí también me gustaba, pero me repugnaba que otros gozaran de su cuerpo. Yo no podía hacer nada, estaba casi en trance después del sueño y ahora con la mamada.
Los otros dos se acercaron a la cara de mi tía y le quitaron ambos brazos del suelo, para que no tuviera apoyo, lo que hizo que mi rabo entrara violentamente en su boca y que casi tenga que vomitar.
-Cabrones…
-Shh… Cállate y déjanos hacer -esta vez hablaron con suavidad.
Llevaron las manos de mi tía hasta sus respectivas pollas y ella las acarició como pudo, intentando mantener el equilibrio y no ahogarse de nuevo. Divertidos con el juego, el que estaba a la derecha subió el pie y lo puso sobre su cabeza, controlando la mamada y haciendo presión para que durara más tiempo con la polla en su garganta. A ella se le saltaban las lágrimas y la saliva se le escapaba por las comisuras de los labios, también intentaba gemir por el placer que le propinaba el tío que tenía a su espalda y que estaba acelerando el ritmo. Desde mi posición privilegiada vi sus tetas separadas por hacer extendido los brazos, cómo le botaban de adelante a atrás y chocando entre ellas, las convulsiones de su culo cada vez que la entrepierna del otro impactaba, su cara de placer… Era todo tan jodidamente hermoso que casi di gracias de poder presenciar aquella escena, y me sentía sucio porque sabía que ella no lo estaba disfrutando todo.
Decidieron hacer un cambio y a mí me dejaron sin su boca. Ella se puso de pie y dos hombres se pusieron uno frente a ella y otro a su espalda. Ambos blandieron sus pollas y la penetraron por el culo y el coño al mismo tiempo. Dos de nosotros quedábamos liberados de gozar de su cuerpo, así que cubrimos los huecos que faltaban y ella empezó a acariciarnos los rabos. Era injusto, yo quería meterme en alguno de esos agujeros. Quise hacerla gozar y le pellizqué un pezón y apreté una de sus tetas para luego acercarme a su cuello y chuparlo, de paso tenía mi oído cerca de su boca para escucharla gemir con más fuerza.
-Ahh… dios… Sois unos putos animales… AHHHH
Cada vez gritaba más fuerte y ellos entraban y salían más y más rápido, a ella le temblaban las rodillas del placer y eso se notaba en su paja, que aceleraba el ritmo cuanto más placer sentía. Estuve a punto de derramarme sobre su muslo en más de una ocasión, pero me contenía cuando bajaba el ritmo para durar hasta el final. Ya estaba harto de mi posición y quise tomar el relevo del mando.
-Ponte de rodillas. ¡Ahora!
Pegué un grito tan fuerte que los otros me obedecieron también. Ella se puso de rodillas, intentó tomar aire y recuperar el aliento, hasta que yo le agarré la cabeza y metí mi polla en lo más profundo de su boca hasta verla abrir los ojos de par en par y suplicar con la mirada que fuera más amable con ella. No le hice caso, por supuesto, y seguí siendo igual de bruto que en ese momento. Los demás la rodearon como si fuera un bukkakke y acariciaban todas las partes de su cuerpo, se frotaban con ella y el que estaba a mi izquierda quiso ser más juguetón. Me detuvo un momento y se puso frente a ella, a mi lado, y le metimos las dos pollas al mismo tiempo. Conseguimos meterle las puntitas y un poco más. Sus labios se estiraron hasta ponerse blancos y vimos toda la profundidad de la cueva de su boca.
-Ughh… Dadme más…
Ahora parecía disfrutar. Al menos quería hacernos ver que disfrutaba, así que le hicimos caso y le metíamos las pollas de dos en dos, dejábamos una sola, metíamos la otra y volvíamos a cargar con las dos, así hasta que todos habíamos pasado por su boca con todas las combinaciones posibles. Íbamos a reventar, no pudimos aguantar más y las dejamos fuera de una vez.
Ella entendió lo que eso significaba y empezó a tocarse sus tetas para ponernos más cachondos aún.
-La quiero en mi boca… Correos en mi boca.
Echó la cabeza para atrás y abrió la boca. Yo no pude aguantar más y me derramé por entero en sus ojos y algo en su boca. Después vino uno de nuestros tres compañeros, que tampoco atinó en la boca y se lo dejó en una mejilla. Un tercero cayó en sus tetas, un cuarto en la otra mejilla y el último sí acertó a llenarle la boca con su leche. Cuando nos miró, parecía un cuadro, toda pintada de semen desde la frente hasta el inicio del canalillo. Se restregó toda la leche que la cubría, se tragó la que tenía en la boca después de hacerla girar con la lengua y hacer gárgaras con ella y nos miró desde sus ojos pícaros con una sonrisa muy blanca. Brillaba por el sudor y por el semen fresco.
-¿Alguien sabe dónde está el baño?
-¿Qué te pasa ahora, tío? No me dirás que te estás meando…
-El baño es este -no sé por qué dije eso, pero señalé a mi tía, que me lanzó una mirada que no sabía si era de odio o de placer, pero no me gustó nada.
-Me gusta como piensa tu sobrino, ¡ja ja! -se rió uno de los tres hombres y se acercó hasta mi tía.
Los demás hicimos lo mismo y apuntamos nuestras pollas morcillonas hacia todo su cuerpo. Apretamos y la lluvia dorada sirvió de ducha para ella. Cerró los ojos y la boca, trató de no respirar, pero la meada duró demasiado y al final le entró orín en la boca que se acabó bebiendo. Los cuatro sentíamos que nuestras pollas crecían de nuevo, pero no teníamos fuerzas para seguir follando, así que cortamos la meada sobre mi tía cuando ya no teníamos nada más que echar y la dejamos en mitad de un charco amarillo para que se secara y nos fuéramos luego a la montaña a pasar nuestro segundo día de excursión.
No sabía qué me esperaría en esa nueva jornada ni en los días siguientes, pero creo que algún castigo por su parte, porque seguramente estaba muy enfadada conmigo. Ella me pidió ser amable follándola y terminé por darle la idea para que todos nos meáramos sobre su cuerpo. Eso no me lo perdonaría nunca, estaba seguro.
¿Sería ese el final de los encuentros con mi tía? Tardaría un poco más en descubrir las consecuencias.

-------------------------------------------------------------------

He tardado más de la cuenta en subir la otra parte de mi encuentro con mi tía estando de vacaciones en la montaña con unos amigos, pero aún quedan algunos encuentros más por subir, así que espero que este relato os guste y, si es así, dejadme abajo algún comentario y os subiré las demás partes.

Por supuesto, si alguien quiere fotos de mi tía, las tendréis, pero cuando termine las demás partes.

Lo dicho. Espero que os guste y que me dejéis comentarios abajo.

1 comentario - Unas vacaciones con mi tía (II)

jorvac164 +1
Asi cualquiera se va a la montaña,jaja.Ansioso espero la continuación de tus aventuras.Van 10!!!