Una Noche Inolvidable

Era una de estas noches en las que el cielo descarga con toda su fuerza truenos y agua a partes iguales. Habíamos aparcado en un gran centro comercial, ahora vacío por lo avanzada que estaba la noche. Estábamos los dos sentados en los asientos de atrás de mi coche, mirándonos. No era la primera vez que íbamos allí a jugar. Normalmente los juegos no solían pasar de besos y alguna que otra mano por debajo de la camiseta.
Nos conocíamos desde hacía bastante tiempo, siempre habíamos sido buenos amigos y charlábamos a diario por una app. Ninguno teníamos pareja y nos encantaba jugar a proponernos cosas picantes que nos haríamos el uno al otro. 
Empezamos a tener las conversaciones en persona en parques en los que quedábamos, cada vez más subidas de tono. El primer día que nos quedamos solos en el coche, aparcados en un arcén de una carretera perdida de la mano de dios, fue precisamente por eso, una apuesta. Me dijo que si era capaz de pararme allí mismo y dejarme hacer, pero no llegamos tan lejos aquel día. Las caricias y los besos sí que llegaron a casi todas las partes de nuestros cuerpos.
Me llamo Alex y ella se llama Blanca una chica se apenas 19 años con una cara angelical y mirada dulce pero intensa. Voy a relatar lo que sucedió aquella noche, y desde ese momento ya la llamábamos  siempre "la noche".
En "la noche” en cuestión a la que me remití, la broma había sido la misma. Ya habíamos intimado de maneras similares en parques y demás sitios públicos, pero aquel día el coche nos pareció bastante más privado y acogedor.
Las luces del aparcamiento estaban apagadas. Encendí un poco la calefacción ya que no quería tocarla con mis manos heladas. Aquel día ella llevaba unas mallas muy ajustadas y una chaqueta de cuero con una camiseta debajo.
Ambos estábamos esperando a que el otro iniciara algún movimiento. Me encontraba yo absorto en mis pensamientos mirando por la cada vez más empañada ventana observando la lluvia cuando sentí como su mano se posó en mi pierna. Yo suelo llevar siempre pantalones ajustados por lo que pude sentir la presión de su mano perfectamente. Mientras me miraba fijamente fue subiéndola cada vez más arriba hasta llegar a mi miembro. Yo me sentía bastante intimidado porque lo normal es que yo iniciara el juego.
Pero esta vez tenía la mirada decidida y yo no podía más que dejarme llevar.
Puso una rodilla sobre el asiento y se echó sobre mí para besarme. Yo la complací y puse mi mano sobre su mejilla para poder controlar mejor el beso. Mientras lo hacía, fui sintiendo como apretaba con su mano mi entrepierna. A esas alturas yo estaba fuera de mis casillas. Paró de besarme solo para colocar su otra rodilla, quedando sentada encima de mí. Coloqué mis manos suavemente en sus mejillas y la atraje hacia mí para besarla de nuevo.
Mis manos comenzaron a bajar por sus hombros, al tiempo que ella descubría su pecho, dejando ver unos pechos pequeños duros, decorados con unos pezones erectos y pequeños. Empecé lamiendo suavemente mientras ella agarraba fuerte mi cabeza y desabrochaba mi pantalón, haciendo salir despedido mi erecto miembro. se inclinó más y apartándose el pelo, hacia un costado empezó a besar mi pene muy despacio. yo necesitaba sentir su saliva correr por mi polla y ella daba tímidos besos.
Ella se quitó las mallas, mientras relamía sus labios y yo me quite los míos. quedando otra vez en la misma posición, pero piel con piel. Podía sentir las caricias de sus muslos en los míos mientras se acercaba y alejaba para besarme. En una de las idas la abracé y la dejé pegada a mí. Comencé a besarla en el cuello mientras mi mano descendía por su espalda y llegaba a su ropa interior. me aventuré a bajar sus braguitas un poco para poder meter la mano por el interior y acariciar su culo rodear con mis dedos su ano y notarlo húmedo del flujo que salía de su húmedo coño los gemidos de ambos eran más que simples gemidos.
 Las sensaciones que me llegaban me invadían por completo, ya no era dueño de mí mismo. Ella, sin dejar de besarme, bajó su mano hasta mi pene nuevamente, y comenzó a masturbarme lentamente. No vi otra salida, había que terminar lo empezado. Me incorporé un poco, y acto seguido ella se quitó las braguitas, y se volvió a colocar encima de mí de la misma forma. Agarró con su mano mi sexo y lo puso junto al suyo, luego descendió un poco. Podía sentir el calor y su humedad en mi entrepierna. Fue bajando cada vez más a la vez que se entregaba a mí en un abrazo. Con su cabeza en mi hombro podía disfrutar del olor de su pelo mientras ella hacía que nos fusionásemos en uno.
Comenzó a mover sus caderas en un movimiento suave de vaivén. Yo sentía su respiración entrecortada muy cerca de mi oído. Al poco tiempo, decidió poner los codos en mis hombros y con sus manos me atrajo hasta su pecho. Comencé a besarla por todo el pecho y a apretarla contra mí. Tras unos instantes ella se echó hacia atrás y comenzó a subir y bajar sus caderas, agarrada en las cabeceras de los asientos.
Y ahí la tenía yo, frente a mí, gimiendo. Su camisa abierta, sus pechos y su cuello brillantes del sudor, haciéndome el amor como jamás pensé que sería posible
mi pene duro como nunca entraba y salía de su frágil cuerpo, al ritmo que ella marcaba 
mi boca lamía y mordía sus pezones al compás de los movimientos de cadera ufffffff su cuerpo se tensó de repente se quedó inmóvil, agarró fuerte mis brazos y dando una par de sacudidas muy fuertes. se corrió, mojando como nadie nos muslos, parecía que estaba mando, su flujo salía a cada entrada de mi polla hasta el fondo ummm que gusto . se quedó quieta con mi polla dentro podía notar como palpitaba su coño y eso hacia que mi polla estuviese preparada para correrse.
La saco, se apoyó en la puerta y abriéndose de piernas me invitó a saborear sus jugos más íntimos. yo no podía rechazar tal invitación así que me puse a lamer sus muslos mojados de flujo, que aún seguía goteando su coño dilatado
Con mis dedos abrí sus labios y mi lengua hizo el resto se paseaba lentamente por su vagina recogiendo el premio a su corrida. estaba encendido y no paraba de masturbar mi polla mientras mis dedos y mi lengua jugaban con su coño y su ano. yo estaba a punto de correrme y no podría aguantar más. Blanca lo sabía y me dijo que me acercara a ella.
agarró mi polla y si apenas tocarla con las manos se la engulló hasta el fondo de su garganta mientras agarraba fuerte mis testículos. no puede aguantar más y una cascada de semen caía por la comisura de sus labios hacia sus tetas duras. ella lamía como se lame un helado derritiéndose por el calor.

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