Viaje de un jubilado a La Argentina (50)

Cuando llegamos a casa mi mujer estaba un poco inquieta por que habíamos tardado más de lo normal, Corina le explicó que su madre se había tenido que ir y que las cortinas eran muy complicadas, tan abigarradas que parecían del siglo XIX, también le dijo que habíamos vuelto paseando y Elena se quedó tranquila sobre todo porque habíamos resuelto el problema de Viviana, al volver Javier le contamos la historia, bueno lo que se podía contar… al decirle que me había pedido otro favor se alarmó y me miró interrogándome con los ojos, lo tranquilicé cuando le dije que su mujer me había acompañado, también el temía que quisiera volver a las andadas y con lo que le había costado renunciar a sus favores no quería volver a la tentación.  Corina no sé cómo se dio cuenta de todo y le gustó la expresión de relajación de su marido cuando supo que no había pasado nada con Viviana, cuando nos fuimos a acostar, no había humor para alegrías y los cuatro preferimos dormirnos pronto.
                                      Por la mañana las caras eran tristes, Elena arregló la habitación y entre la nuera y ella adecentaron la casa, después como había pedido cita en la peluquería se marchó con el encargo de que me quedara yo en casa para cuidar de Javi, mientras Corina en su habitación ordenaba los armarios y clasificaba la ropa que en un futuro se llevaría a España, yo estaba jugando con Javi, el niño era incansable y yo procuraba seguir su ritmo pero me agotaba sin remedio, su madre nos oyó y vino al salón para cogerlo un rato para que yo descansara, aproveché para comer un pequeño bocadillo, añoraba los almuerzos de media mañana que es típico en mi tierra, almorzar con los amigos o leyendo tranquilamente el periódico era uno de los ratos mejores del día, al momento sonó el teléfono.  Corina lo cogió y al ver quien era dejó a Javi encima de la alfombra con sus juguetes y se marchó a su habitación para hablar con más intimidad, a mí no me pareció mal, la intimidad y el espacio que necesitamos todos creo que es sagrado, de todas formas estuvo un buen rato hablando y cuando salió me pasó el teléfono.

Toma Pepe, es mi madre que quiere hablar contigo.
¡Ah, gracias!

                                      Miré a Corina intentando descubrir anticipadamente de qué quería hablar Viviana conmigo pero su rostro no me dio ninguna pista.

¡Hola, buenos días Viviana!  ¿Qué tal?
Hola Pepe, buenos días, he estado hablando con Corina, hablamos de muchas cosas que deberíamos haber hecho antes pero en primer lugar quiero agradecerte el favor que me has hecho, las cortinas han quedado mejor que con un profesional.
No tiene importancia aunque reconozco que me costaron más tiempo de la cuenta porque son bastante sofisticadas.
Sí, reconozco que ya no se llevan tan recargadas pero qué quieres, ya me conoces soy un poco “excesiva” en algunas cosas… pero el motivo más importante es decirte que lamento haberme ido y dejarlos haciendo el trabajo, soy muy egoísta y me perdieron las ganas de… ya sabes.
Sí me imagino, por las urgencias de Olga y las descripciones que daba imagino que los chicos valían la pena.
Eso es lo malo, lo reconozco y lo lamento, estoy un poco obsesionada con la edad, no quisiera envejecer y a veces creo que sigo siendo la muchacha de hace años, a Olga le pasa igual, queremos ser tan lindas como hace años y cuando encontramos algún hombre un poco más atractivo que la media no lo dejamos pasar, no quiero darte detalles pero te puedo asegurar que los dos muchachos juntos no te llegan ni a la planta de tu pié, me avergüenzo pero cuando se marcharon le dije a Olga que habría preferido estar contigo a solas que con ellos dos, lo más gracioso fue que Olga pensaba lo mismo que yo.
Gracias por el halago pero creo que soy nada comparado con estos jóvenes que se ven por ahí.
Eres muy modesto Pepe pero las mujeres sabemos valorar a un hombre y aunque a veces nos dejemos llevar por las apariencias sabemos donde hay un caballero de verdad, me habría gustado mucho poder despedirme de ti pasando la tarde juntos en mi casa pero quizá es mejor así, mi hija me ha dado una lección muy importante, acabo de hablar con ella de cosas que teníamos que haber aclarado hace mucho y me ha demostrado ser una mujer fantástica, cuando llegué a casa fui directamente a la ducha, iba sudada  de la tarde con los dos mulatos, confieso que estuvimos toda la tarde cogiendo de todas las formas y combinaciones posibles y estaba agotada, cuando ya salí limpia y me metí en la cama, me eché a llorar, enseguida noté que olía a amor, la sábana recién puesta estaba impregnada de vuestro olor y de vuestro sabor, vi las señales de las manchas que habían dejado, noté enseguida el ardor que habían derrochado y me emocioné, seguramente es algo que nunca conseguiré con ningún hombre, sólo contigo lo pude disfrutar.
Eres un encanto de mujer Viviana y te mereces encontrar un hombre que te haga feliz.
No sé… es muy difícil, le confesé a Corina que tonteé con Javier y me sorprendió cuando me dijo que lo imaginaba desde hace mucho pero que sabía que para mí era un desahogo y para él una chiquillada de adolescente que le levantaba el ego, no me tiene rencor, eso para una mujer es mucho y más si es mi hija quien me lo dice.
No hace falta que te lo diga, Corina es una mujer de una pieza, yo la quiero de verdad, me ha demostrado que es una persona extraordinaria con una inteligencia fuera de lo común que sabe donde pisa.
No me lo ha dicho pero lo intuyo, ambos son dos personas que han encontrado su mundo sin dejar de querer a las personas que también los quieren, por favor no la dejes de querer.
Eso sería imposible.
También admiro a Elena, no he conocido a ninguna mujer como ella, los dos se merecen lo mejor, también es muy inteligente, sabe y se deja querer, trátala bien también Pepe, sé que lo harás, de mi parte no te puedo decir más que me has hecho sentir una mujer valorada, contigo olvidé el paso del tiempo, me vi como lo que soy, una mujer al fin y al cabo.
Es una pena que no estemos más tiempo aquí, ahora te veo como realmente eres, antes no me gustó que nos agobiaras, ahora te veo más sentada y te deseo toda la felicidad del mundo.
Adiós Pepe, dale un beso muy fuerte a Elena, dile que la quiero mucho también y que siento no haberme acercado a ella más, equivocadamente la veía como un estorbo más que como una amiga.
Se lo daré de tu parte, seguro que te lo agradece, nos gustaría que vinierais a España, os gustará.
Estoy segura, ya veremos más adelante.  Chau.

                                      Corina se había sentado a mi lado en el sofá y estaba oyendo la conversación, cuando pulsé el botón de cortar la llamada vi que tenía los ojos húmedos y me miraba tiernamente, apoyó su cabeza en mi hombro y la juntó con la mía, el olor fresco de su piel me llegaba fuerte, no se había puesto perfume alguno, sólo olía a ella y me embriagaba, me cogió de las manos, para mí era como si necesitara protección y cariño, yo no quería o mejor dicho no podía darle más de lo que le había dado, mi hijo no se merecía esto tampoco aunque reconocía que podía ser de otra forma más atento con ella.

Pepe estoy muy a gusto a tu lado, me haces sentir una nena desprotegida o una mujer ardiente.
Es que eres las dos cosas a la vez, ahora eres esa chiquilla que necesita cariño y sabes que siempre lo tendrás de mi, respecto a lo otro el que está orgulloso de tenerte a mi lado soy yo, me has convertido en un hombre joven por lo menos de mente.
¿De mente sólo?, no es que lo diga yo, pero piensa un poco, ¿a cuántas mujeres has “tratado”, ha habido alguna que no se haya encariñado contigo?, eres lo que buscamos todas y sólo encontramos algunas, lo que pasa es que las que lo encontramos tenemos unas limitaciones que lo tenemos difícil o imposible y si hay alguna que lo consigue se puede sentir dichosa, eres cariñoso, comprensivo, un amante maravilloso y muy sensible, la mujer que quiera algo más no lo encontrará porque no lo hay.
Me pones colorado Corina, no te digo lo que tú eres porque tan cerca como estás no podría resistir hacerte el amor.
Pero un beso sí que podrías darme ¿verdad?
Eso no te lo podría negar nunca.

                                      La suavidad, la ternura y el sabor de la boca de Corina era una delicia, sabía besar o creo que lo hacía tan bien porque le salía de adentro, no era un beso fogoso, no me buscaba la lengua, simplemente apoyaba sus labios carnosos buscando los míos giraba la cabeza y me cogía con las manos la mía para recorrer mi boca con la suya, aquellos dedos largos abarcando mi cara me volvían loco, aquella dulzura no era posible que la hubiera probado Javier, si no estaría besando donde pisara su mujer.
                                      Yo en otro momento le habría buscado las tetas, se las habría estrujado o posiblemente ella me las habría ofrecido antes pero ahora no me atrevía a rozarla siquiera, alargué la mano, le cogí el brazo y la atraje hacia mí, ella se acercó al notarme y nos fundimos en un abrazo perfecto, la chica se había girado frente a mi inclinándose y apoyándose sobre mis piernas y nuestras cabezas y sobre todo nuestras bocas se acoplaban perfectamente, no puedo calcular el rato que estuvimos besándonos solamente, yo le besé hasta los parpados, ella los cerraba cuando mis labios se acercaban a ella y sentía todas las sensaciones que yo quería trasmitirle, inclinada sobre mí de frente estaba apoyada en mis muslos y con su cuerpo notaba mi polla dura y yo a la vez sentía sus pezones marcándome la piel de mi pecho pero no le dábamos importancia.
                                      Corina fue girando sobre sí misma hasta apoyar su cabeza sobre mis piernas acostada a lo largo del sofá, estuve acariciándole con la mano su rostro moreno mientras ella metía sus dedos por el escaso pelo de mi cabeza, de vez en cuando se elevaba y me besaba y volvía a quedarse tumbada, mi mano pasaba por su estómago, no me habría costado subir los dedos y encontrarme las tetas duras aunque estaba mirando al techo, sólo llegué hasta poner el dedo pulgar entre las dos tetas, notando como sobresalían de su pecho, el calor tibio de su piel y la suavidad eran suficientemente gratificantes.
                                      Así pasamos la mayor parte de la mañana, ella sentía pegada a su cabeza mi polla dura que latía con fuerza pero tampoco hizo mención de cogerla, ya era tarde cuando oímos la puerta del ascensor que se abría y cerraba en nuestro piso, Elena había llegado, Corina se volvió a su cuarto y yo salí a recibir a mi mujer procurando disimular la erección que aún se me notaba.  Concha no era una belleza como Corina pero cuando se arreglaba estaba linda, sabía sacar partido a sus facciones y me encantaba, le di un beso que dejó el rojo que llevaba en los míos.

Deja tonto, que pareces un quinceañero, a veces creo que no has visto una mujer nunca.
Como tú seguro que no.

                                      Corina salió de la habitación y se asombró del cambio que había dado Elena, se había arreglado las cejas y la manicura, estaba cambiadísima y Corina se lo hizo saber, Elena estaba orgullosa de que reconocieran que aún podía presumir de guapa y no dejaba de mirarse en el espejo.
                                      El tiempo corría mucho más deprisa que yo deseaba, por la mañana fui al parque y tuve la suerte de encontrar a mi amigo, estuvimos hablando mucho rato hasta que empezó a refrescar la tarde, él no solía salir por las tardes pero hacía un día especial e invitaba a tomar el sol, estuvimos hablando de lo humano y lo divino, me deleitó con sus pensamiento filosóficos y sus análisis sociales, tenía una finura que desmenuzaba cualquier tema hasta sacar todas las consecuencias posibles, yo estaba embelesado escuchando la jerga porteña, a veces lo hacía repetir, unas porque no le entendía y otras porque me gustaba la resolución de sus comentarios, nos despedimos como si nos hubiéramos conocido desde niños y juramos que seguiríamos en contacto, lo vi marchar para su casa, se le notaba bastante mejorado desde la última crisis, pensé que si viviera en la montaña, con pinos y bosque le vendría mejor que la humedad del Plata pero… en Villa del Parque tampoco estaba mal, era un barrio elevado y la humedad no se acusaba tanto.
                                      Corina se afanaba en ayudar a mi mujer para preparar las maletas, si para venir había sido previsora ahora se quería llevar además toda las cosas que habíamos comprado más algunos detalles para los amigos.

Pepe acuérdate de guardar los regalos de Amparo la panadera, que no se olviden.
No te preocupes Concha que ya los tengo a la vista, de todas formas con lo que llevamos no tenemos sitio para tanto, nos tendremos que comprar otra maleta porque con estas no hay ni para empezar.
Pues nos va a costar un dineral el avión.
No digo nada, una de dos o nos dejamos algo o tenemos que comprar otra maleta más.
De dejarnos nada, ni pensarlo, toda la ropa que me he comprado me encanta y no vamos a dejarles a nuestros hijos el encargo de que lo traigan con ellos, bastante tendrán que llevarse, mucho más que nosotros.
De acuerdo, está tarde iré al centro de Villa Devoro y buscaré una maleta más grande.
Que te acompañe Corina que ella entiende más de eso que tú.
Lo que quieras pero ya sabes, rechaza lo que no sea imprescindible.
Ya veremos.

                                      Corina que estaba con nosotros se fue a su habitación y cuando volvió estaba arreglada para salir.

¿Qué esperas Pepe, no tenías que comprar una maleta?  Les va a faltar tiempo para todo, vamos arréglate un poco.

 
                                      Obedecí sin rechistar y en un momento íbamos en el colectivo hacia el centro del Villa Devoto, nos apeamos en la Avenida San Martin, habían bastantes tiendas y pensamos que encontraríamos alguna que nos gustara, íbamos andando por la acera cuando de un colectivo aparcado bajó una mujer, como bajaron varias personas no me fijé pero Corina me dio con el codo y llamó mi atención.

¡Pepe!, esa chica no es… cómo se llama…  ¿Malena?
¡Oh, pues sí que parece!

 
                                      La chica se alejaba y yo no decía nada, me había quedado indeciso, por una parte habría corrido hacia ella aunque no estuviera seguro pero al ir acompañado de Corina me sabía mal dejarla un poco “de lado” pero fue Corina la que tomó la iniciativa y corrió detrás de ella llamándola.

¡Malena, Malena!  Espera, somos nosotros.

                                      La chica se volvió extrañada de que le llamara alguien y menos una mujer pero su semblante cambió cuando vio a Corina y detrás de ella a mí, enseguida vino hacia nosotros, le dio un beso a Corina y dos a mí.

¡Qué casualidad habernos encontrado! ¿Qué hacen por mi barrio?
Estamos buscando alguna tienda para comprar una maleta y aunque hay muchas tiendas no sé si habrá alguna dedicada a esto.
Creo que puede que haya alguna pero no recuerdo aunque si quieren una maleta yo conozco una tienda no muy lejos, es de una amiga y seguro que tendrá algo que les guste y si puede mejorarles el precio mejor, ¿verdad?
Sería estupendo ¿y tú dónde vas?
Acabo de terminar de trabajar, he estado con un grupo por el centro y ahora iba a comprar algo de comida, llegar a mi casa y darme una ducha que falta me hace pero los acompaño a comprar la maleta primero.

                                      Con una chica a cada lado yo iba que no cabía por la acera íbamos hablando animadamente, parecía que Corina y Malena se conocieran de toda la vida y estaban pendientes de mi, como había dicho Malena no muy lejos vimos la tienda, no era muy grande pero tenía muy buen surtido, le dije lo que necesitaba y el viaje tan largo que íbamos a hacer y la chica nos recomendó una que aguantaría los malos tratos de las aerolíneas, por supuesto nos ajustó el precio, mientras hacía el talón de la compra la chica apoyada en el mostrador dejó ver debajo del suéter que llevaba un par de tetas blancas que se juntaban por la presión del sujetador, me distraje un poco y no me acordé de sacar la tarjeta de crédito para pagar, Corina me lo recordó mientras que miraba a Malena sonriendo porque se habían dado cuenta de lo distraído que estaba yo con aquella visión.
                                      Salimos a la calle y yo me disponía a despedirme de Malena cuando a ella se le ocurrió decir.

Les propongo algo, si no tienen prisa pueden acompañarme ahora ustedes a mí, compro unas cosa en el súper y se vienen a mi casa que está muy cerca y hablamos un rato.

                                      Yo iba a poner un montón de excusas, si hubiera ido sólo no habría tenido inconveniente pero yendo acompañado de Corina me parecía improcedente pero mi nuera me sorprendió aceptando la idea y ya no pude ni abrir la boca.
                                      Ciertamente no estábamos lejos de casa de Malena lo que ocurría es que yo siempre había ido por la otra parte y al llegar a su casa nos ofreció sentarnos en el salón.

Perdónenme un momento, me quito el uniforme de guía y estoy con vosotros, siéntanse como en casa.

                                      A Corina le encantó la casa de Malena, el orden y el buen gusto que estaba decorada, tenía varios objetos típicos de los lugares más emblemáticos de Argentina, incluso de otros lugares, en las paredes fotografías de paisajes de ensueño, lo cierto es que apenas nos dimos cuenta del tiempo que tardó Malena en volver, le había dado tiempo a ducharse y venía con una ropa suave de estar por casa.

Uf, ¡qué delicia quitarse los tacones al llegar a casa, todo el día de aquí para allá agota!
Pero te sientan de maravilla, te hacen unas piernas de modelo.
Jajaja, ¿qué, así sin tacones no te gustan?

                                      Malena se había subido la falda hasta medio muslo enseñándome las piernas para que la viera descalza.

Me encantan, ya lo sabes, tú me entiendes.
No te preocupes Malena ya sabemos que a Pepe le gustan todas las piernas de mujer, estén cómo estén, jajaja.
¡Ah!, se me olvidaba, te he reservado un detalle para ti, lo encargué hace días pero me llegó ayer y ya no sabía cómo entregártelo, ahora te lo traigo.

                                      Mientras volvía Malena miré a Corina y le recriminé su comentario, no quería que pensara que me encantaban las mujeres tanto, ni que no lo supiera bien.

Mira, no sé si te gustará pero como ya te conozco… un poco, te regalo este libro de La Argentina, en él verás los sitios más bonitos o por lo menos los más famosos, fíjate se lo he pedido adrede a un amigo librero.

 
                                      Me dio un libro bastante grueso y grande, me vendría bien en la maleta recién comprada, lo abrí y las dos chicas se sentaron a mi lado, lo apoyé en las piernas y fui viendo las fotografías.

¡Oh, mirad!, esto es Tigre a ver… sí en este hotel estuve dos días, había una señora que me guisaba una comida… era encantadora…
¿Sólo te guisaba Pepe? -dijo Corina- lo dices de una forma que parece que era una buena anfitriona, jajaja.
La verdad que sí lo era, volvería a ir unos días.
Jajaja, me parece que has disfrutado mucho en tus “giras”
Sí… mira, las Cataratas de Iguazú, ¿te acuerdas Corina?  Lo pasé muy bien, y que bien nos atendieron Ingrid, su madre y Herta, fíjate, debajo de este salto de agua se puede pasar, me acompañó Herta, es impresionante y pasamos un rato…
Mmm, Pepe, me parece que ese rato no fue solamente escuchando el rumor del agua, jajaja, ¿no te parece Corina?
Y aquí en Salta, aquí está el río Grande, desde esta foto aérea se ve la casa de una chica quechua, la ayudé en su casa y ella me acogió muy bien.
¿También has estado con quechuas? Y te acogió o… te cogió ¿Pepe?
¡Qué mal pensadas sois!, lo malo es que me conocéis como la palma de mi mano, pues ya no os cuento nada de una chica que era princesa guaraní, jajaja.

 
                                      Las dos mujeres estaban pegadas a mi mirando las fotos del libro, lo cierto es que eran preciosas se veían todos los sitios donde yo había estado, el Tren a las Nubes, Mendoza, Tucumán… en mis brazos notaba la presión de las tetas de las dos, estaban tibias, notaba que las de Corina estaban más redondas y duras, posiblemente por la leche que llevaba pero las de Malena me rozaban moviéndose debajo de la suave tela de su vestido, estaba entusiasmado recordando los sitios donde había ido y no me daba cuenta que Corina me acariciaba el pelo de la cabeza con sus dedos y Malena me sostenía el libros sobre mis piernas, tampoco me di cuenta como las dos chicas se miraron y sonrieron lo cierto es que Malena iba dejando el libro de lado y su mano iba deslizándose por mi pierna, yo estaba demasiado obcecado con las fotos, recordaba a la hermana farmacéutica de la quechua y los buenos ratos que habíamos pasado juntos retozando en su cama, quizás por eso mi polla empezó a desperezarse, para entonces a pocos centímetros los dedos de Malena me estaban esperando y en mi cuello notaba la respiración tibia de Corina.

Pepe, estoy segura que te ha gustado el libro, a Corina también y creo que las dos estamos pensando lo mismo, que tenemos a nuestro lado a un hombre especial, si no has mentido y creo que no, me has dicho que yo era para ti la persona en que más confiabas aparte de tu familia, yo siempre he pensado que te referías a Corina, no me creo muy lista pero no es difícil sumar dos más dos y adivinar que Corina y tú tienen mucha química, ¿me equivoco Corina?
No, estás en lo cierto, ya también imaginaba que vos eras la persona a la que le contaba sus intimidades y sus dudas, me gustó saber sobre todo cuando te quedaste embarazada, coincidimos las dos en que si hubiera sido así no se lo hubiéramos dicho.
Mmm, veo que sí que confía en ti, entonces no me queda duda de que lo conoces bien, posiblemente más que yo, ya en el viaje en el avión me gustó y me alegró demostrarle que no estaba tan “acabado” como él creía, debajo de la manta le demostré que tenía mucho más vigor que mi marido y le di un premio para demostrárselo, no pensaba que volvería a verlo pero sí, nos hemos vuelto a ver y hemos completado nuestra “amistad”, me ha enseñado cómo trata a las mujeres y me encanta, me ha hecho sentirme una princesa aún en los momentos más difíciles con mi marido.
Yo no lo conocía, apenas unas cortas conversaciones por Skipe pero cuando vinieron a mi casa tenía recelo de que me consideraran como una intrusa con su hijo y ha sido todo lo contrario, ha sabido comprenderme y ha estado siempre a mi lado y a veces… más.

                                      Yo estaba alucinado oyendo a las dos mujeres que más quería cómo se contaban confidencias que yo no hubiera sospechado nunca, en todo caso me habría guardado mucho por evitar posibles celos pero las dos mujeres eran muy inteligentes y sabían qué hacer.  Malena ya tenía su mano sobre mi polla cuando llegaron los dedos de Corina, las dos se complementaron, una se dedicó a soltar el cinturón y la otra a bajar la cremallera, entre las dos tiraron hacia abajo el bóxer, Malena con una mano me quitó el libro de las manos y me dejó con la polla fuera, las chicas se inclinaron sobre mí, me hicieron levantar el culo y me quitaron los pantalones, una se encargó de lamerme la polla Corina prefirió meterse el capullo en la boca y bajarme el prepucio con la lengua, era su manera preferida de empezar, yo poco podía hacer porque estábamos muy apretados por lo que sólo intentaba alcanzar alguna teta pero con pocos resultados, Malena tuvo la iniciativa.

Vamos a mi cama, estaremos más cómodos y Pepe podrá colaborar aunque hoy la estrella invitada es el.

 

                                      Las dos mujeres usaron sus mejores artes amatorias conmigo, cada una por separado ya eran capaces de elevarme a las nubes así que las dos a la vez era ya como estar en la gloria, yo me veía incapaz de centrarme en concreto en alguna porque apenas había cogido el pezón de una de ella tenía a mi disposición otros tres a cuál de ellos más sensible, me comí un coño, fue el de Malena su sabor no lo podía olvidar nunca y el de Corina me estaba esperando.  Corina me estaba dedicando su regalo, sabía que en mi más oculto rincón deseaba estar con las dos a la vez, era como reunir una pareja de triunfos ahora no había romanticismo, era follar por placer, cada una me daba todo y yo les correspondía.  Malena posiblemente se acordaría de Fernando y Corina de Javier pero las dos me dedicaban lo mejor de ellas.  Corina quizás estaba un poco “tocada” por las conversaciones que habíamos tenido anteriormente y fue la primera en sucumbir, me pidió que se la metiera y que no parara de follarla hasta que se corrió, cayó desmadejada, Malena la vio y comprendió hasta donde llegaba nuestra complicidad, a ella no sólo le gustaba follar conmigo también quería estar conmigo y a ella le pasaba algo parecido, no con la intensidad de Corina pero no quise ser menos.
                                      Cuando me lo pidió no quise que fuera igual que Corina y la puse boca abajo, ella intuyo que iba a penetrarla por el culo y no puso ninguna objeción simplemente se separó las nalgas con las manos y me esperó, lubricación no me faltaba y con un leve empujón estuve dentro de ella, había aprendido a dominar su esfínter, ya me lo había dicho alguna vez, cuando me acercaba yo ya se dilataba y esta vez no fue diferente, me cogí a sus tetas que asomaban por los costados y empujé hasta entrar en ella como un ariete, me gustó que Corina le alargara la mano, Malena resistió el orgasmo apoyada moralmente por Corina, la escena estuvo a punto de provocarme la eyaculación dentro del culo de Malena pero pude controlarme.  Quedó aplastada sobre la sábana y Corina se acercó a ella, le dio la vuelta y la dejó boca arriba, estaba preciosa, sus tetas no se aplastaban con el peso, se mantenían erguidas pero se dio cuenta que las de Corina todavía estaban más y acercó su mano para tocarlas, Corina la miró sonriente, porque nada más apretarle los pezones se mojó de leche, con la mirada Malena le preguntó si yo le había mamado las tetas y ella cerró los ojos afirmativamente y le preguntó si ella podía hacerlo también.
                                      Corina se acercó a ella y Malena se inclinó sobre una de sus tetas, no sabía cómo hacerlo y yo me puse a su lado, con los dedos en su pezón le hice la maniobra para provocarle que saliera la leche de Corina y con la boca la aspiraba para tragarla ella le hizo lo mismo a mi nuera y pronto obtuvo resultados, la leche fluyó en su boca y me pareció verle los ojos húmedos, su instinto maternal le sugería que ella podía ser madre ya y no lo era ni sabía cuándo podría serlo, me apoyé a su lado y chupé del otro pecho de Corina, nos estaba dando de mamar a los dos a la vez, yo les acariciaba a las dos el pubis, sus piernas se iban abriendo y sus clítoris no tardaron en aparecer en escena, las dos volvieron a correrse juntas y se abrazaron, acababan de hacerse amigas íntimas, en adelante recordarían aquel día conmigo.
                                      Cuando se repusieron quisieron ofrecerme una corrida memorable, una se subió sobre mí sin meterse la polla cabalgaba abrazando con los labios el tronco de mi polla mientras que la otra me besaba y me dejaba sus tetas sobre mi cara para que las lamiera y las mordiera, se cambiaron y Corina se subió de espaldas, mi polla no entró en su coño, lo hizo en su culo, también era una maestra en recibirme por la puerta de atrás y lo hizo sin ningún esfuerzo.  Malena puso su coño sobre mi boca y lo succioné hasta hacerla vibrar de nuevo, se cogía las tetas y se estiraba los pezones gimiendo a coro con Corina que sentía como mi polla engordaba peligrosamente, apuró hasta el último momento y se bajó de mí tumbándose.  Malena hizo lo mismo y me dijeron que me subiera sobre ellas, a dos manos me hicieron una paja que me daba la sensación que las estaba follando a las dos a la vez, una por la punta y otra por el tronco agitaban la polla con suavidad pero con rapidez, me erguí y el capullo se hinchó como nunca, debían apretar más de la cuenta porque los chorros de leche salieron disparados sobre ellas, yo tenía previsto llenarles las tetas de semen pero los primeros latigazos se enredaron en sus rizos, luego en su cara y los últimos en sus tetas.
                                      Quedé exprimido pero ellas quisieron que no quedara nada dentro de mí y siguieron agitándome la polla, esta vez acercaron sus bocas y lamieron hasta la última gota, luego una a la otra fue recogiendo los goterones de semen y se los daban a chupar.
                                      Caí entre las dos, rodeado por las dos bellezas estuvimos hablando recordando los momentos más felices de mi viaje, yo acariciaba sus cuerpos y ellas el mío, las dos me juraron que no me olvidarían nunca aunque yo sabía que no era necesario, yo hice lo mismo, ellas también estaban seguras de mí, prometimos vernos por Internet.

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