Viaje de un jubilado a La Argentina (45)

 Nos habíamos quedado los tres sorprendidos, hay que recordar que yo estaba en la cama con mi mujer en un momento bastante comprometido, me había querido obsequiar con una noche especial y yo me había adelantado a su intención de ponerse el dildo en el culo, con él puesto y de rodillas sobre la sábana con la cabeza pegada a la almohada Concha estaba recibiendo en el coño el capullo de mi polla en el momento de que la puerta se abrió de sopetón, Corina había llamado sí, pero con un leve roce con los nudillos y sin pensarlo encendió la luz del techo, en una mano llevaba su consolador doble y en la otra las pilas.
                                      ¡Oh!  Perdón…  ¿Pepe no tendrás pilas de este tamaño?  Es que ya se han agotado.
                                      Los tres nos reímos a carcajadas pero yo no la saqué, al contrario la metí de golpe en el coño de Concha y ella movió las caderas para que le viera el juguete y le entrara toda, a la vez que oscilaban sus tetas colgantes.
                                      La chica no se esperaba vernos en este momento y menos en la postura que estábamos, claramente veía el coño de mi mujer tragando a mi polla y entre sus nalgas le brillaba el dildo anal cromado.

¡Perdón, perdón y perdón!  No me lo esperaba, lo siento mucho, es que confiaba que tendrías pilas de repuesto, como tienes una radio…
No te preocupes Corina, busca en la mesita de noche que creo que me queda un paquete de pilas.

                                      Yo continuaba con las manos en la cintura de mi mujer y con media polla a medio meter, Concha esperaba pacientemente a que se resolviera la situación marchándose la nuera pero no podía decirle nada porque el día anterior nosotros habíamos hecho otro tanto con ella, la chica que llevaba un camisón malva corto había encontrado por fin las pilas e intentó ponerlas en el consolador, lo cierto es que no tenía mucha maña, se acercó a la cama y me alargó el juguete y las pilas.

Por favor Pepe un último favor, ¿las puedes colocar tú?  Es que no sé hacerlo.
Trae Corina, es fácil mira, ¿ves?  Ya funciona.

 
                                      Le devolví el consolador vibrando en la mano pero ella se quedo parada mirándonos.

¿Si les digo algo no se enojarán?
¡Imposible enfadarnos contigo Corina, ya lo sabes!
Sólo les puedo decir que les tengo envidia pero, envidia sana.
¿Envidia a nosotros, por qué?
Por verlos tan unidos, tan enamorados, tan encariñados después de tantos años juntos.
Mujer… normal, que hagamos el amor no es tan raro.
No es el hecho de hacerlo, es la forma de hacerlo, le ponen mucho cariño.

                                      Mi mujer con la cabeza doblada aún sobre la almohada le preguntó alarmada.

¿Qué Javier y tú no os lleváis bien, no hacéis el amor?
Claro, claro, no quise decir eso, es con la forma y el trato tan amoroso que lo hacen.
Pues a veces os oímos a vosotros en vuestra habitación y parece que no lo pasáis mal.
Sí pero Javier no es como su padre, con vos Pepe es de otras maneras…

                                      Por un momento me había preocupado y estaba a la expectativa, creía que iba decir que mi hijo no la follaba como yo pero supo cómo adornarlo, ya más tranquilo y para no perder la erección empecé a moverme lentamente, mientras hablaba mi mujer yo le iba metiendo despacio la polla y la sacaba igual, al fin Corina se dio cuenta de que el consolador zumbaba en su mano y lo apagó.

¡Oh!  Perdón los estoy entreteniendo, sigan con lo de ustedes y me alegro de haberlos visto, bueno… no o sí, ya me entienden, hasta mañana.

                                      La chica un poco azorada salió de la habitación de espaldas sin quitar la vista de mi polla que se hundía hasta adentro de Concha, mi mujer giró la cabeza hacia mí sin perder la postura y me dijo.

¿Pepe, tú crees que nuestro hijo cumplirá bien con Corina?  Para mí es una chica estupenda.
Y para mí, pero no te preocupes, ha sido el shock de pillarnos con las manos en la masa, no sabía que decir, ha sido para dar un poco de conversación.
Ya lo entiendo, yo tampoco sabía cómo salir de su habitación el otro día cuando la encontramos con el consolador entre las piernas, jajaja.

                                      A los pocos minutos ya se oía el zumbido del consolador en la habitación de Corina, si no venía mi hijo pronto le tendría que comprar una caja de pilas.

Anda Pepe, sigue como ibas que lo haces muy bien.
Contigo no se puede hacer peor, ¿te gusta notarte llena por delante y por detrás?
Mmm, ya lo creo pero tu polla es tu polla, sin comparación.
Gracias, Concha pues toma polla.
Mmm, que gustoooo.

                                      Con el ego por las nubes me aferré a las caderas de mi mujer y no paré hasta provocarle un orgasmo brutal, se agarraba a la sábana intentando no caerse pero al final se dejó escurrir hacia adelante, para mí fue una mala idea porque me era difícil seguir metiéndole la polla entre las piernas mientras estaba boca abajo y el culo estaba ocupado pero ella ya me conocía y se quitó el dildo del culo.

Vale Pepe, ¡que lo estabas deseando!, ya sabes que para mí no hay nada como tu polla, métela pero con cuidado que esta noche no sé por qué estás como un toro.

                                      Cuando la besé en la nuca como sabía que le gustaba era porque yo estaba clavado en su recto, con las manos atrapando sus tetas por los costados me corrí adentro y nos giramos los dos poniéndonos de lado, no le solté las tetas y ella sacó el culo hacia mí para que siguiera ahí hasta que pudiera.
                                      Por la mañana Corina estaba muy guapa, se había arreglado y además tenía el semblante de haberse relajado con su juguete, también Javier había llamado para decirle que lo esperáramos a comer porque había adelantado el regreso.
                                      Cuando estábamos en la mesa Javier nos contaba cómo le había ido en Bariloche, yo le acribillaba a preguntas pero él me desengañó.

Papá, menos mal que no viniste conmigo, la ciudad y demás es preciosa pero ha hecho unos días infernales, lloviendo incluso caía aguanieve, no se podía ir por la calle, menos mal que allí tengo un compañero que se empeñó en llevarme a su casa, es soltero y vive con su madre y su hermana, no te imaginas lo hospitalarios que han sido conmigo…

                                      Corina me miró por debajo de su flequillo y yo hundí la mirada en el plato de sopa, por la noche Corina dio un recital de gemidos y jadeos, mi mujer me dio un codazo satisfecha pero a mí me encantó saber que esos gemidos iban dedicados a mí.
                                      Por la mañana temprano tuvimos una sorpresa, unos toques de nudillos en la puerta de nuestra habitación y cuando contestamos aparecieron mi hijo Javier y detrás de él Corina, ya hacía rato que los oíamos por la casa, habían desayunado y los dos traían la cara de pocas alegrías, por mi cabeza pasaron muchos y malos pensamientos, llegué a pensar que habían discutido y no de una forma “normal” parecía que habían tomado una decisión radical e importante…  Corina no se atrevía a mirarnos y eso me alarmó todavía más, Elena estaba tan expectante como yo y más cuando mi hijo se sentó ceremoniosamente a los pies de la cama y Corina en una silla a su lado…  Nosotros mirábamos a los dos esperando y ellos parecía que querían decir algo pero no se atrevían, para romper el hielo hice una pregunta demasiado tonta en un momento tan importante.

¿Qué, cómo ha ido la noche?

                                      Corina se echó a llorar, mi mujer por debajo de la sábana me dio una patada, la había cagado y me habría gustado que me tragara la tierra.

Ejem… papás os tenemos que decir una cosa… nunca habría querido deciros algo así pero lo hemos hablado y creemos que es lo mejor para todos.

                                      Concha me cogió la mano por debajo de la ropa esperando lo peor.

¿Qué pasa hijo, algo grave, alguno está enfermo, cuéntanos por favor?
No tranquilos, no es eso, todos estamos bien pero ha pasado una cosa inesperada que nos va a cambiar un poco la vida.
Di lo que sea Javier.
El caso es que… en mi empresa me han propuesto para un cargo muy importante…
Eso está muy bien, enhorabuena hijo.
Ya pero… tengo que hacer un Máster que me costará un año mínimo…
Bueno… si es por dinero no te preocupes, mi pensión no es muy alta, ya lo sabes pero si podemos ayudarte…
No es problema de dinero es… que lo tengo que hacer afuera… en España.
¿Y eso os preocupa?  No tenéis ningún problema.
Imagina un año… Corina me ha dicho que por ella no hay problema, que se arreglará bien con el niño pero…
¿Cómo “pero” y no os podéis venir todos a España un año o el tiempo que sea preciso?
No sé, la estancia será cara y un año…
¿Qué estancia ni nada?, no hay ningún problema, de hotel nada, os venís a casa, tenemos cuatro habitaciones vacías… bueno tres, ya nos arreglaremos.
Eso también… os tendríais que volver y ustedes están tan bien aquí…
Pero no pasa nada, ya había hablado con tu madre que no tardaríamos en volver, os estamos molestando ya, debéis vivir vuestra vida sin el estorbo nuestro.
De estorbo nada Pepe, estamos muy a gusto con ustedes, Elena y tú son unos amores y no quisiéramos que se fueran.
Vamos a ver… la cosa no parece tan grave, he pensado una cosa, ahora lo concretaré con mi marido pero lo mejor que podíamos hacer es volver a España tranquilamente, de dos habitaciones pequeñas hacemos una grande para vosotros y la otra para Javi, os ponemos muebles y cortinas todo nuevo y os venís toda la familia un año o el tiempo que sea necesario, como si queréis quedaros para siempre y Javier que haga su curso, si es en Valencia bien o donde sea, ya nos apañaremos pero no os vais a quedar aquí separados, bueno es una idea mía claro…
¿Sabes mamá… no es mala idea, qué te parece Corina?
Por una parte me resulta muy difícil salir de mi país tanto tiempo, aquí tengo mi ambiente, mi familia, mis costumbres, por otra parte me gustaría conocer España, me han hablado muy bien de allí pero no sé si me adaptaría bien.
Claro que sí Corina, fíjate en Pepe, está como pez en el agua y yo también, además estarías con nosotros y a Pepe ya lo conoces, no te dejaría ni a sol ni a sombra y las costumbres no son tan diferentes, hay infinidad de argentinos y están muy bien considerados, en las comidas no notarías diferencias, hay tiendas donde encontrarás de todo, incluso bebidas… te llevaríamos a ver cosas, ya está bien de estar encerrada en casa, Javi podría ir a una guardería con otros niños, no hay problema de idioma ni nada.

                                      El semblante de la pareja iba cambiando según les íbamos proponiendo soluciones, lo cierto es que a nosotros nos vendría muy bien, arreglaríamos la casa, mi mujer siempre estaba proponiéndomelo y yo la esquivaba, era el mejor momento, nos iríamos preparando e iríamos primero y cuando estuviera todo les llamaríamos, mi casa está en un barrio normal con gente amable y acogedora, no se sentiría desplazada.
                                      Corina se levantó y besó a Elena y después a mí, no pude evitar que a la vez que Javier besaba a su madre, Corina de espalda a ellos me besara a mí en la boca, me supo a néctar.

Esto hay que celebrarlo, hoy me cogeré el día libre en el trabajo, me lo he ganado en Bariloche y nos vamos a pasar el día por ahí, si queréis podemos ir a la Isla Martin García, podemos pasear por Puerto Madero, os enseñaré el puente de la Mujer que es de Calatrava.
Calatrava es valenciano y tenemos varios puentes y edificios de él, ya lo veréis.
También podemos dar una vuelta por San Telmo y si nos da tiempo llegar a la Plaza de Mayo y ver la Casa Rosada, donde queráis pero… debemos ir pronto porque no está cerca…

                                      Yo no esperé a que salieran y salté de la cama, no me di cuenta que desde el beso que me dio Corina la polla se me había despabilado y asomaba por la bragueta del pantalón corto del pijama, Corina miró asombrada y se mordió el labio sonriendo, Elena creyó que lo hacía por la ilusión de la excursión y cuando se fueron nos duchamos y nos preparamos para pasar un día estupendo.
                                      Javier conducía satisfecho por la autopista 25 de Mayo, daba una vuelta inmensa pero era preferible a no meterse por el centro de la ciudad, nos iba explicando por dónde íbamos y cuando quisimos dar cuanta estábamos callejeando por la Plaza Dorrego, el barrio era de lo más aristocrático en tiempos antiguos, me recordaba mucho a muchos barrios de Valencia, lo dije para que luego se dieran cuenta, plazoletas pequeñas llenas de mesas de cafeterías, tranquilidad  y buen ambiente, ahora nos faltaba tiempo, yo miraba todo como si quisiera abarcar todo lo que no había visto desde que vinimos, estaba todo tan cerca, el Museo de Arte Moderno, el del Títere, subimos al coche otra vez. 
                                      Mi nieto miraba curioso como yo, a él le encantaba ver cosas nuevas, había salido a su abuelo, Javier nos llevó por una avenida que bordea a un canal, en él hay un barco velero, era la fragata “Presidente Sarmiento”, aparcamos por allí y paseamos hasta la Casa Rosada y enfrente a la famosa Plaza de Mayo, la Catedral se veía cerca pero tuvimos que volver al coche, se veía el puente de la Mujer y al momento pasamos por otro velero, la corbeta Uruguay y un poco más allá la terminal del alíscafo, en la dársena estaba llena de veleros de recreo, parecía lleno de canales.
                                      En la terminal nos dieron un desengaño, para ir a la isla “Martín García” debíamos tomar un catamarán desde Tigre y salía a las 8 de la mañana para poder ver todo detenidamente por lo que acordamos seguir en Buenos aires, Corina nos explicó lo interesante e histórica que era la isla pegada a otra que ya era de Uruguay pero Javier nos llevó a La Boca, estaba un poco lejos pero quería enseñarnos una zona imprescindible, la calle Caminito, yo la había visto pero no dije nada, a Concha le hacía ilusión.
                                      En un gran almacén había un anuncio que casi cubría toda la fachada, anunciaban ropa femenina pero cuando me fijé en la modelo me quedé asombrado, me volví hacia Corina y señalé al cartel, ella también se quedó alucinada y Javier cuando se dio cuenta abrió los ojos como platos, la modelo era Herta, la amiga de Corina, por fin había triunfado, hicimos parar a Javier y los escaparates estaban llenos con fotos de Herta con varios modelos, casi todos se los había visto yo cuando se los quitaba y ponía para hacerse las fotos, por un momento me acordé del cuerpo perfecto de la chica, Corina adivinó mi pensamiento y me apretó el brazo, Javier no se lo podía creer pero cuando se dio cuenta que su mujer estaba detrás de él mirándolo miró hacia otro lado, hasta mi mujer se dio cuenta.

Vaya modelitos lleva esa chica y los luce de maravilla, ¡qué tipazo tiene!
Esa chica es Herta la amiga de Corina, ¿te acuerdas que fuimos a verla?
¡Ah! ¿es esa chica?  Pues es todo un bombón.
Siii, un bombón relleno.

                                      En La Boca, pasamos por el estadio de la Bombonera y le hice una foto para mis amigos españoles, en la calle Caminito también hice unas cuantas para mi colección, por allí donde había ido había hecho fotos, por lo menos de lo que podía enseñar a la gente lo que más me había gustado, lo guardaba en la memoria.
                                      Al volver una esquina en la calle Caminito tuve una sorpresa, me llamaron y debajo de una bandera española estaba Malena, nos acercamos y las saludamos, a Concha le encantó volver a verla y a mi más, estaba preciosa, mi mujer enseguida entabló conversación con la gente del grupo, eran españoles que visitaban en un crucero varios países.  Concha les contó que estábamos con la familia y ellos saludaron a mi hijo y nuera pero sobre todo a mi nieto, había dos chicas de Valencia y nos cambiamos los teléfonos para cuando volviéramos, en un aparte le conté a Malena nuestros proyectos, por un momento se puso triste pensando que teníamos pocas oportunidades de vernos pero se repuso y me prometió una buena despedida, también comentamos los carteles con Herta, ya los había visto y su madre quería verme para comentármelo y agradecerme que se la presentara, su amigo el fotógrafo estaba encantado con ella.
                                      Le pregunté a Malena por Fernando su marido y encogió los hombros, me dio la impresión de que todo seguía igual, era una pareja atípica, los dos juntos pero por su cuenta cada uno, los admiraba sobre todo a Malena que era la mujer que más me conocía detrás de Corina claro.
                                      Corina le preguntó a Malena si conocía algún sitio bueno para comer, la guía le dijo que si fuéramos turistas nos recomendaría varios pero en confianza valía la pena buscar otro barrio menos turístico donde la calidad-precio estuviera más equilibrada, me miró con cara de lástima, comprendí que si estuviéramos solos me invitaría a “comer” un bocado exquisito y le comprendí aunque no fui yo sólo, cuando nos despedimos Corina me dijo.

Apuesto a que si hubieras estado sólo con ella habrías encontrado algún sitio donde comer a placer, se te notan las ganas de comerle la concha, la verdad es que la chica se lo merece y tú también, jajaja.
Corinaaaa.  Shiiit.

                                      Javier estaba dispuesto a hacernos pasar un día completo, al fallarnos la excursión a la Isla de Martin García quiso compensarnos e hizo varias llamadas, intentó agasajarnos con un vuelo en helicóptero sobre Buenos Aires que llegaba incluso a Tigre -me acordé de mi visita en el hotelito fluvial, me gustaría volver- pero éramos muchos, sólo cabíamos 3 personas en el helicóptero, también intentó dar un paseo en catamarán por el delta del Río de la Plata pero también íbamos cortos de tiempo, mi mujer y la suya le quitaron la idea, se lo agradecimos todos pero era cierto, todo eso había que programarlo con tiempo además valía mucho dinero aunque Javier quería en cierta manera agasajarnos como “despedida”, al fin nos llevó al barrio de Recoleta, estaba cerca y valía la pena.
                                      Habían casa señoriales muy antiguas y nos explicó que en el siglo XIX estaba la alta sociedad afincada allí pero por la epidemia de peste amarilla huyeron y el barrio fue ocupándose de gente menos adinerada, de todas formas se notaba las casas señoriales de influencia francesa con reminiscencia de castillos y mansiones, en la calle peatonal Ortiz buscamos un restaurante y Javier eligió uno de los mejores, comimos de lujo y el pequeño Javi también participó del ágape con la trona que le proporcionaron y yo disfruté de los manjares típicos que encargaron Corina y Javier.
                                      Alguna vez casi me atraganto porque notaba como un pie descalzo subía por debajo del camal de mi pantalón hasta media pierna, tuve que aguantar sin respirar hasta que me dejó porque no estaba seguro de quien era aquel pié, deducía que sería Corina pero con los avances sexuales de Concha todo podía suceder…
                                      Pasamos la tarde y como colofón Javier nos llevó al barrio de Palermo, allí las mujeres entraron al asalto en los grandes almacenes y tiendas, salían cargadas de bolsas y paquetes y le dije a mi hijo que me acompañaba sentado en una cafetería con Javi.

Me parece hijo que te habría resultado más barato el paseo en helicóptero por Buenos Aires.
Ya lo creo papá, jajaja.
Javier, ¿qué opinas del la idea de veniros a casa en España, tú crees que Corina se adaptará sin su familia ni su ambiente?
¿Corina?, no te preocupes, ya me ha dicho que está impaciente por ir a España y de vivir con vosotros está ilusionada, me ha dicho en confidencia para que no os lo diga pero que desde que vinisteis es más feliz, antes estaba un poco sola pero con vosotros y especialmente contigo está encantada, me ha dicho que al principio no estaba convencida de tener una buena convivencia en casa al no conocerlos pero cuanto te conoció cambió de pensar y ahora no sabría cómo vivir sin tu compañía, bueno sin la de los dos, claro.
Gracias por decírmelo, a mi me pasa igual, es una chica encantadora y nos ha recibido como si fuéramos de su propia familia, y… ¿no echará de menos a Viviana, su madre?
¿Echar de menos?, que va, fíjate que no ha venido casi nunca a casa desde que hicimos el trato con ella, ¿te acuerdas?
¡Cómo no!  Ahora te confieso que me daba un poco de miedo, la creía capaz de hablar demasiado con tu madre y tu mujer…
Ya lo creo, yo también lo pensé, menos mal que se comporta de momento.
¿Y no querrá venir a España también?  Imagínate tenerla en casa, sería como una bomba de relojería.
No creo, ya le he dicho a Corina que si le dice algo que le quite la idea o por lo menos si quiere venir sólo unos días para ver a Javi.
Pon como excusa de que la casa es pequeña y demás porque si no se nos mete en casa y tarde o temprano se descubre el pastel.

                                      Cargado de paquetes llegamos donde estaba el coche aparcado y volvimos a casa, al pasar por cerca de Villa del Parque me acordé de mi amigo, con unas cosas u otras ya hacía tiempo que no lo veía, me propuse ponerle al corriente de las últimas novedades.
                                      A partir del día siguiente se aceleraron las cosas, Corina y Elena salieron de compras, aunque mi mujer le había recomendado no llevar mucho equipaje y comprarlo en Valencia ella quería ir con toda la ropa nueva o lo más nueva posible, me dejaron a Javi para ir más sueltas y estuve jugando con él hasta que lo venció el sueño, cuando llamaron a la puerta yo estaba casi dormido también de aburrimiento, pero me despejé enseguida, era Carla que había hablado con Corina y le había encargado que hiciera una limpieza a fondo para dejar la casa preparada para la larga ausencia.
                                      La chica me abrazó nada más entrar sin preguntar si estábamos solos, se había enterado de nuestra marcha y verdaderamente lo sentía, a mí también me apenaba mucho, en ese momento me di cuenta de las cosas y personas que iba a añorar, La Argentina me había recibido de maravilla y sus habitantes mucho más sobre todo las féminas, pronto les iba a echar muuucho de menos.
                                      Carla no me soltó hasta que llegamos al salón, al ver a Javi durmiendo fue cuando me empujó al sofá y se subió sobre mí, luego me preguntó.

¿Estamos solos verdad?
Sí Carla, pero un poco tarde esa pregunta ¿no crees?
Perdona Pepe pero es que estoy muy triste, si te vas me vas a dejar huérfana, tu eres como un padre para mí.
Mujer… me haces un honor pero no creo que nuestros encuentros sean precisamente de aspecto filial…
Yo me entiendo… me gusta estar contigo, me ayudas mucho, me animas y… me coges muy bien…
Carla… no sabes cómo me gusta oírte y si te cojo bien es porque eres una mujercita adorable, ¡qué mujercita!  Eres toda una mujer.
Mmm, me gustaría tenerte adentro otra vez más, no quiero decir que sea la última porque siempre querré más y más pero la ocasión que tenemos hoy es difícil que se repita.

                                      Yo no tenía previsto nada de aquello pero Carla me abrió los ojos, tendría que despedirme de muchas mujeres y era verdad lo que decía, no quería que fuera la última pero por si acaso no me gustaría quedarme con el recuerdo de una fría despedida.  Carla también lo comprendió así y ya me estaba desabrochando la camisa y pasando los dedos por el vello canoso del pecho.
 

¿Te acuerdas Pepe?, la primera vez que nos vimos, yo no me había depilado nunca, estaba obsesionada y tú me hiciste comprender lo equivocada que estaba, desde entonces no he dejado que me creciera el vello en tu recuerdo,  ¿quieres verlo? está como a ti te gusta.

 
                                      Carla era de reacciones rápidas, se notaba su juventud, en un momento se había levantado la falda y bajado la breves bragas y subiendo al asiento del sofá me presentó frente a mi ojos el coño recién depilado, la chica había cogido una práctica que no había dejado el mínimo rastro de vello, el pubis los labios y hasta el culo lo llevaba más liso que Javi, la chica quiso demostrármelo y con los dedos separó los labios del coño a la vez que se acercaba más a mi cara.

Pepe, comelo por favor.

 
                                      La chica olía a flores silvestres y la rosa que me ofrecía no la podía despreciar, la cogí de los muslos y la atraje hacia mí, ella no soltó los labios del coño y mi lengua sólo encontró el clítoris en el centro de su sexo, apliqué la boca y aspiré, me llené la boca con él y lo mantuve haciendo el vacío mientras con la lengua lo descubría, Carla soltó sus labios y me cogió la cabeza apretándola contra ella.

Así Pepe así, comeme la concha, no pares, sigue así, es toda tuya.

                                      Pocas veces he obedecido con tanto afán, mi lengua no paraba de recorrer su coño de arriba abajo sin parar, ya tenía el clítoris al máximo cuando hurgué entre los labios menores y encontré la entrada de la vagina que parecía de manteca, estaba mojada y sabía a mujer adulta, desde que la follé la primera vez había cambiado totalmente ahora era una mujer de verdad y sabía lo que quería y cómo lo quería, la chica me llevaba la cabeza por donde le gustaba que la lamiera, levantaba una pierna y la dejaba en el respaldo para que mi boca llegara lo más adentro posible de su vagina, con mi mano en la nalga la atraía con fuerza para llegar más profundo y un dedo se coló en su culo.

Espera Pepe, no metas el dedo en mi culo aún, primero comelo también.

 
                                      Se dio la vuelta y me ofreció las nalgas y las separó, el agujero pelirrojo aparecía palpitando llamándome, le chupé y lamí aquel culo que me iba a follar dentro de un momento, ya lo tenía mojado de saliva cuando se volvió y me dijo.

Ahora sí Pepe, ya puedes meterme lo que quieras, si querés empezar por dilatarme con los dedos hacelo pero quiero tu polla adentro de mi culo, quiero que lo partas.

                                      Carla sabía lo que quería y yo estaba dispuesto a complacerla, le rodeé con el dedo ensalivado hasta meter una falange, la chica había relajado tanto el esfínter que no tuve la mínima dificultad en meterlo y tampoco el segundo dedo, al sacar los dedos el ano se quedaba abierto como un pozo destapado, hice que se pusiera de rodillas en el asiento y me solté el cinturón, con los calzoncillos a media pierna no esperé más, le puse la polla en el culo y la metí sin pensar más, ella suspiró gimiendo hasta que le tuvo entera.

Movete Pepe y no pares aunque me queje.

                                      No pensaba parar, me había puesto tan caliente que estaba dispuesto a follarla de todas las posturas que supiera, la cogí de la cintura y me hundí de golpe, ella gemía de gusto y alguna vez de dolor pero no se quejaba, la falda se le había subido sobre la espalda y se la solté, con dificultad se la sacó por la cabeza y arrastró de paso la camiseta que llevaba, se quedó enganchada en las tetas y con dos dedos solté el cierre del sujetador, ya sin obstáculos toda la ropa salió por la cabeza dejando la espalda blanca y las tetas colgando con los pezones color azafrán.
                                      Las tetas se movían libres y sujeta al respaldo del sofá agachaba la cabeza para sentir mi polla más profunda, se corrió pero aguanto el orgasmo sin decirme nada, yo sentía los espasmos en la polla, todo su vientre se encogía presionando mi capullo, yo me habría corrido ya dentro de su culo, la visión de sus caderas blancas y su espalda pecosa eran suficientemente eróticas para llenarle el recto de semen pero Carla quería que fuera una despedida memorable o por lo menos una de las últimas veces y cuando notó que mi  capullo palpitaba peligrosamente se adelantó y se sacó mi polla del culo haciendo un plop.
                                      Me quedé como a un niño al que le quitan un caramelo, con las manos estiradas y la polla húmeda y a punto de eyacular.  Carla se volvió y me tumbó en el sofá, yo esperaba que me montara y que me follara ella a mi pero quiso sentirme cerca y dejándome las tetas sobre mi pecho me buscó la boca con la suya, no recordaba cuanto tiempo hacía que había besado unos labios tan tiernos y suaves como la casi adolescente Carla, había aprendido mucho a besar ahora lo hacía buscando los sitios más sensibles, provocando que todo mi cuerpo estuviera en máxima tensión, me estaba dedicando una follada digna de una reina del sexo.
                                      Estaba ensimismado en la boca de la chica pelirroja cuando sentí que se había metido la polla en el coño, fue tan sutil en el movimiento y tan delicado el contacto que no me di cuenta hasta estar empujándole el útero hacia adentro, la cogí las tetas, las tenía duras y suaves a la vez, los pezones delataban que estaba tan caliente como yo y serpenteaba sobre mí con la vagina llena de carne dura, la presión iba en aumento y me iba a correr de nuevo pero Carla era una experta ya, se levantó y se dio la vuelta, me cogió la polla y la sostuvo vertical por los huevos y sin soltarla pasó una pierna sobre mi cara y cuando tuve su coño a la altura de mi boca se tragó la polla, sólo podía cogerle las tetas y amasarlas pellizcando los pezones, ella gemía con la boca llena y abría las piernas más y más para que su coño se abriera sobre mis labios, se volvió a correr, esta vez de una forma violenta pero no soltó mi polla, interrumpió por unos minutos  la mamada pero no me soltó.
                                      Tardó en reponerse y cuando lo hizo se movió lentamente reptando sobre mis piernas, se incorporó y se sentó entre mis muslos metiéndose la polla en el coño dándome la espalda, se echó hacia atrás y se apoyó sobre mi pecho, le acaricié el clítoris y las tetas mientras ella se movía sobre mí, era su homenaje a mi polla pero me conocía demasiado ya me iba a correr cuando se incorporó y se dio la vuelta pero no se volvió a meter la polla adentro simplemente se deslizó sobre ella con los labios rodeándola, su clítoris me rozaba el frenillo y me mantenía al 99% y frenaba en el momento más peligroso, estaba desesperado, le habría metido la polla y vaciado sin parar pero ella quería que fuera especial y fue avanzando sobre mi pecho hasta acercarme su coño a mi boca otra vez.
                                      La chupé con rabia, ella apoyada en mis tobillos recibía mis caricias en su clítoris enrojecido pero hipersensible, noté la abundante oleada de flujo que le salía, se iba a correr otra vez y yo ninguna, como pude le di la vuelta dejándole debajo de mí me hundí entre sus piernas de un golpe, la polla desapareció en su tierno coño pero ella me susurró al oído.

¿No te gustaría hacerlo a lo perrito?
Joder Carla, claro que me gustaría, ponte en pose rápido.

                                     
                                      La chica obedeció y me ofreció sus nalgas abiertas, el coño supuraba flujo en cantidad y no lo dudé me iba a meter a fondo y me iba a correr de una vez por todas, a cada movimiento la empujaba un palmo hacia adelante, las tetas se balanceaban y ya sentía en mi espalda el cosquilleo de la eyaculación, no tardaría en descargarme en su coño juvenil cuando se volvió.

Pepe me gustaría que me llenaras de leche pero estoy ovulando, por eso estoy tan caliente, me gustaría que te corrieras en mis pezones, ¿a ti no?
Carla por Dios decídete, estoy con un dolor de huevos tremendo.

 
                                      Se tumbó y me senté sobre su estómago ella reunió sus tetas que apenas me rodeaban la polla y las cerró encerrándome, me moví como si la follara y mi capullo volvió a ponerse morado.

Me gustaría quedarme con el recuerdo del gusto de tu semen en el paladar, córrete en mi boca.
Carla me matas, abre la boca de una vez ya.

 
                                      Carla la abrió pero tarde, ya las primeras lechadas le fueron a parar en el pelo, en la ceja y en el ojo, la siguiente en la mejilla y las últimas en la boca abierta pero no me contenté con eso, no le saqué la polla de la boca y le seguí follando, ella se tragó a duras penas lo que le había caído en la boca y mantuvo los labios cerrados rodeando mi verga, cogido al respaldo del sofá estuve follándole la boca hasta que la polla volvió a tomar vigor y sin anunciárselo me volví a correr dentro de su garganta, no lo esperaba y abrió los ojos con sorpresa, tragaba y tragaba, hasta tosía, saliéndole la leche por la nariz pero no desanimó y me amasaba los huevos queriendo sacarme toda la leche que tuviera y creo que lo consiguió porque cuando abrió la boca me enseñó la cantidad que retenía, luego me sonrió y haciendo gárgaras me demostró que le gustaba y se tragó todo, su sonrisa de satisfacción me enamoró y le di un beso, sus labios sabían a mi semen y nos abrazamos un momento.
                                      Había pasado una hora y el niño empezó a despertar, Carla miró el reloj, rápidamente se vistió y empezó a limpiar frenéticamente, yo le ayudaba despejándole de muebles para que le cundiera la limpieza, así no se notaría la demora cuando vinieran las mujeres de sus compras, la chica estuvo más tiempo del que le correspondía  y cuando la vio Corina se extrañó, le dijo y yo la apoyé que quería dejarlo todo dispuesto para el viaje, Corina sonrió y no dijo nada pero al pasar por mi lado me olió la cara.

Pepe, deberías haberte duchado por lo menos, la cara te huele a concha y a tu leche, anda a lavarte y ponete colonia porque Elena tiene buen olfato.
Gracias Corina, eres un cielo.
Eso se lo dirás a todas…

Continuará.
 
Agradezco sus valoraciones y comentarios.

1 comentario - Viaje de un jubilado a La Argentina (45)

viejopna1949
muy bueno,cuantos capitulos faltan compartir?