Menos mal que no nos soportamos II (final)

Sigamos con nuestra aventura. Aquí os dejo el enlace a la primera parte por si no lo habíais visto:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3335703/Menos-mal-que-no-nos-soportamos.html
Espero que os guste.

Carmen tardó casi una semana en volver a dar señales de vida. Al principio pensé que se había arrepentido de lo sucedido y en el mejor de los casos ahí se acabaría todo y en el peor inventaría cualquier mentira sobre mi para complicarme la existencia.
Pero al fin, seis días después de nuestro encuentro volvió a aparecer por mi pequeño despacho. Venía, como en la ocasión anterior, con su carpeta bajo el brazo. Esta vez vestía pantalones, por lo que dudé que la cosa fuese a acabar como hacía casi una semana.
-¿Otra queja? ¿O es una queja por la anterior? -pregunté cínicamente.
-Más bien la segunda opción. Creo que la otra vez no quedaron las cosas lo suficientemente claras -dijo sin separarse de la puerta.
-¿Y cual es la parte que no quedó clara? -yo ya no tenía muy claro a que atenerme. Su actitud me tenía despistado.
-Me parece que no has entendido que aquí quien manda soy yo.
-¿Y? ¿Qué quieres? ¿Otra comida?
-Puede ser..
-¿Acaso has quedado descontenta?
-Eso debo concedértelo. De lengua estás servido.
-¿Entonces? Si te crees que me tienes cogido por los huevos, olvídate. Si una vez me coges por ahí será para chuparlos -ya puestos, estaba dispuesto a apostarlo todo. Pero estaba empeñado en que dejase de irse por las ramas. ¿Qué cojones pretendía aquella hija de puta?
Sin moverse de la puerta me miró en silencio durante un momento que se me hizo eterno. La tía estaba jugando conmigo.
-Tal como yo lo veo podemos hacer dos cosas: llevarnos bien o mal. Tú decides.
-Me vas a perdonar pero no te sigo. No pretendo llevarme mal con nadie de esta fábrica. Pero tampoco voy a consentir que nadie intente putearme. Espero que te quede claro.
-Diáfano. Te lo explicaré más claro. Lo del otro día no estuvo mal.
-¿No estuvo mal? Yo más bien creo que te fuiste renqueando porque no te aguantabas de pie. El orgasmo te duró hasta que llegaste a tu despacho.
-No voy a negar que hacía tiempo que no sentía uno igual. Pero tampoco te subas a la parra por eso. No eres para tanto. Vas a tener que mejorar.
-¿Y se supone que eso es una oferta de paz? Porque más bien parece una amenaza. Y a mi no me gustan las amenazas. Te lo advierto.
-¿Es que acaso tú lo pasaste mal?
-Me parece recordar que aquí la única que se corrió como una perra en celo fuiste tú? -le espeté mientras ella no podía evitar que el rubor subiese a sus mejillas.
-Eso también te lo concedo. Es lo bueno de ser jefe. Yo mando y tú obedeces.
-Pues va a ser que no -dije levantándome de la silla y rodeando la mesa.
-¿No? ¿Lo prefieres por las malas?
Era el momento de jugársela. O me follaba a aquella especie de hija de puta bipolar o acababa despedido por su culpa.
-Verás. Estoy seguro que en esa carpeta que traes ahí no hay ni un solo papel. Estoy también muy seguro que has venido porque la sesión del otro día te ha sabido a poco a pesar de haberte corrido como una loca. Y por tanto, estoy seguro que has venido a por más. Pero no hay más. En una negociación ambas partes han de poner algo sobre la mesa. Si no, no hay nada que hacer.
-¿Y qué pretendes? -preguntó ella cada vez más nerviosa aunque intentaba disimular.
-Ven aquí -le ordené.
Tras un ligero titubeo, se acercó hasta que su cara estuvo a un palmo de la mía.
-También apuesto a que lo que vienes buscando es esto -dije tomando su mano y llevándola a mi entrepierna. Ella intentó evitarlo sin ninguna convicción. Estaba claro: Quería polla y quería que fuese la mía.
-¿Y si así fuese? .preguntó mirándome desafiante.
-Tendrás que ganártela.
-¿Cómo?
-Agachate y lo sabrás. No creo que seas tonta.
Lentamente fue deslizándose hacia abajo sin soltar mi paquete que iba agrandándose por momentos. Cuando llegó a la cremallera del pantalón la deslizó poco a poco. Intentaba hacerme sufrir con su deliberada lentitud. Terminó de abrir la cremallera y soltó el botón que sujetaba el pantalón. Después, sin prisas, metió su mano dentro del slip para agarrar aquello que tanto anhelaba. Cuando cerró su mano alrededor de mi miembro no pudo reprimir un gesto de asombro. No la tengo muy larga, pero si estoy bien servido de grosor.
Tiró del slip hacia abajo para terminar liberar mi polla y mirándome directamente a los ojos paseó su lengua sobre el glande. Después, también con calma comenzó a engullirla hasta la mitad para luego sacarla de la boca y mirarme de nuevo.
-¿Así? -preguntó mirándome fijamente.
-Vas bien. Muy bien. Pero quiero más. Me lo he ganado.
-¿Más? ¿Qué más?
-Tú te has corrido. Creo que es justo que yo lo haga también. ¿No te parece?
-Me parece justo -contestó justo antes de volver a envolver mi polla con sus labios.
Desde luego no era la primera que se comía. Tal vez su fama fuese cierta y había conseguido su puesto de aquella forma.
Sus labios se cerraban sobre el pene apretándolo mientras se lo metía hasta que su barbilla tocaba contra mis testículos, después lo iba sacando lentamente de la boca para terminar acariciando el glande con la lengua y de repente volver a tragarlo entero.
Vi como su mano libre se dirigía a su coño para acariciarlo sobre la tela del pantalón. Pensé que se merecía otra comida en correspondencia a la mamada que me estaba haciendo, pero deseché la idea enseguida. Esta vez ella sería quien hiciese que yo me corriese. Y lo haría en su boca. Sólo de pensarlo estuve a punto de correrme. Pero creo que ella lo notó pues paró su movimiento y lo sacó de la boca aunque seguía masturbándome.
-¿No quieres más? -le pregunté retándola.
-Claro que sí -contestó ella.
-Pues adentro -cogí su cabeza con ambas manos para empujarla contra mi polla.
No protestó y se limitó a abrir la boca para seguir mamando con ansia. Yo acompasaba los movimientos con mis manos en su cabeza hasta que estuve a punto de correrme. De nuevo lo notó. Pero no hizo ningún movimiento para sacar mi polla de a boca. Lo entendé como su permiso a correrme en su boca y me descargué totalmente mientras ella seguís chupando hasta que no quedó ni una gota de leche en mi interior. Lentamente se sacó la polla de la boca y se levantó.
-¿Estaba bueno? -le pregunté sonriendo.
-Dímelo tú -respondió ella metiendo su lengua hasta el fondo de mi garganta para jugar con la mía.
Definitivamente merecía que le devolviese el beso, así que participé jugando con su lengua hasta que casi quedamos sin aliento.
Cuando se separó de mi, se llevó un dedo sensualmente a la comisura de la boca como si limpiase un resto de mi semen.
-Estamos empatados, ¿no? -pregunté.
-De momento. Volverás a saber de mi -dijo encaminándose a la puerta.
-Lo estoy deseando. De verdad -reconocí mientras ella cerraba la puerta sonriendo con picardia.
Desde entonces, una o dos veces a la semana tenemos alguna “discusión por temas de trabajo”. Aunque siempre acabamos por llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes...

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