Delgadísima la línea entre aversión y excitación.

Del del rechazo o repugnancia por alguien y al deseo vehemente por ese alguien hay una linea muy delgada de la que no siempre somos conscientes.
Trabajaba en una multinacional. La vida en la oficina era la misma que para millones de otras personas: jefes imbéciles, buenos colegas, otros que no puedes soportar, café a media mañana/tarde, almuerzo al medio día, reuniones, discusiones... en pocas palabras, lo habitual.
Como responsable técnico, a menudo viajaba por obras o proyectos en clientes de otras ciudades. Esos viajes a veces los hacía solo, a veces con otros colegas. Tuve algunas aventuras durante mis estadías, todas, con mujeres de los lugares a los que fui, pero en una ocasión tuve una que aún hoy no puedo entender como sucedió. Es el día de hoy que sigo sin entenderlo.
Generalmente, en el trabajo, se encuentran colegas más o menos amigables, más o menos simpáticos. A veces, sin embargo, se da con alguien que realmente, uno,no puede soportar ... a alguien que, por más esfuerzo que uno haga, sencillamente no puede digerir, a alguien a quien realmente nos gustaría patearte el culo durante todo el día laboral e incluso más allá.
En mi caso, esta figura odiosa e irritante tenía el nombre de Valeria. Era una mujer de 32 años, profesional universitaria, con alto cargo comercial y esposa de, Leandro, uno de los directores de la empresa. Era objetivamente hermosa, y perfectamente consciente de ello. Alta rubia natural de 1,75 m, con cabello liso y largo, dos muy grandes ojos verdes, nariz respingona, cuerpo perfecto, siempre impecable en el vestir. En resumen, una de esas chicas que no pasan desapercibidas, una de las que se catalogan, sin ninguna duda, "alto minón".
A despecho de su belleza, era una persona presuntuosa, arrogante, pedante, convencida de que estaba por encima de cualquier otro/a, histérica y amarga, en definitiva: odiosa, llena de vanidad infundada y ridícula, a la que uno no quiere acercarce, Obviamente, una que no puede llevarse bien con nadie.
-Vas a acompañar al Sr. Leandro XX y Valeria su esposa, en viaje a M……, para una reunión con la empresa XYZ- Me informó mi jefe directo y me arruinó el día.
Pensé declararme enfermo o inventar cualquier otra escusa para evitar viajar con una idiota, arrogante y odiosa y su marido, un cretino, digno compañero de ella
No me fue posible, evitarlo, lamentablemente
En parte, porqué a la hora de tomar el taxi para el aeropuerto, sólo se presentó Valeria.
-Leandro se vió obligado a quedarse por …… Me dio precisas instrucciones para que nosotros dos tratemos el tema con el cliente- palabra más, palabra menos fue lo que me dijo.
Durante el vuelo, Valeria, afortunadamente, dormitó, por lo que, al menos en esa hora de viaje no me vi obligado una conversación hipócrita y molesta. La antipatía era mutua, por supuesto, pero ella, falsa cosumada, sabía ocultarla mejor que yo.
En el hotel, descubrí que nos habían asignado dos habitaciones contiguas. ¡Qué fastidio!! Tenía que dormir con ella a 3 o 4 metros.En resumen, la estadía no comenzó de la mejor manera. De todos modos, cuando llegué a mi habitación, traté de relajarme por un momento, me di una larga ducha y me acosté un poco en la cama. Estaba a punto de dormirme, cuando sonó mi teléfono: era Valeria:
-¡Hola! ¿Te habías dormido-
-Noo- mentí
-Decime- agregué
-¿Qué vamos a hacer con la cena? ¿Conocés algun lugarcito agradable por aquí cerca?...... …..bla, bla, bla,…..-
No terminaba de hablar. “La puta madre” pensé, la tengo que aguantar en la cena.
-Yo pensé cenar aquí, en restaurante del hotel. Comí muy bien la última vez que estuve- le respondí resignado.
Así, con toda la paciencia que pude juntar, minutos más tarde, golpeé a la puerta de su cuarto.
-¡Yaaa voyyyy!!!- gritó desde atrás de la puerta.
Después de un par minutos y por mucho que lo odiara, tuve que reconocer que, honestamente, era una “flor de mina”. Llevaba una blusa blanca ajustada que destacaba sus senos firmes y perfectos, un par de jeans ajustados que se deslizaban dentro de dos botas largas y negras con un taco que la estilizaban y la hacían más alta de su metro setenta largo. El cabello lo tenía suelto y ligeramente desordenado.
- Disculpá, olvidé el acondicionador en casa, tengo el cabello un asco, me lavé pero ... estoy horrible….. maldita memoria ...-
- Estás muy bien ... le dije, y no mentía.
¡Mierda!!! Acababa de hacerle un cumplido ¿Qué estaba pasando? Me rehice de inmediato, ignorándola e intentando no mirarla. Entramos en el restaurante del hotel, no pude dejar de notar las miradas, de los hombres presentes, sobre ella. Me sentí envidiado, obviamente nadie sabía que éramos solo dos colegas y, además, que se odiaban ... Noté que los hombres que miraban a Valeria, se demoraban, en particular, en su culo, realzado por los jeans y en sus tetas que “brillaban” en la camisa blanca. En cierto sentido, estaba satisfecho con esa situación, pero recuperé el control de mí mismo, intentando tratarla con desapego e indiferencia, en parte porque sabía que para engreidas como ella, la indiferencia es la peor ofensa que se le puede hacer.
Cenamos y me di cuenta de que sabía cómo conversar inteligentemente, sin dar demasiadas vueltas y buenos argumentos. Mis ojos recurrentemente caían en su escote y sus tetas apretadas por el corpiño negro que se entreveía debajo de la camisita, esperando que ella no se diera cuenta ...¿No estaba, por caso, cambiando mi opinión sobre ella? ¡Comencé a pensar, con espanto, que tal vez se estaba volviendo simpática para mí! Por suerte, la cena terminó y, nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones, dándonos una cita para el desayuno a la mañana siguiente.
- Si necesitas algo, llamame ... - le dije presa de no sé qué tipo de gentileza.
- ¡Graciassss ... buenas noches ... hasta mañana ... ¡!- me respondió con una voz dulce y sensual que ni siquiera sospechaba que tuviese.
Llamé por teléfono a mi esposa Mariana, todo estaba en orden en casa, me acosté, miré televisión alrededor de una hora, la apagué y me dormí.
Me despertó un fuerte estruendo, seguido de otro, aún más fuerte. Una vez recuperada la conciencia, percibí una lluvia torrencial y recordé que, a menos de 100 metros del hotel, había una subestación transformadora de electricidad, dotada de un potente pararayos, que como en un viaje precedente, estaba atrayendo rayos que caían a tierra con truenos “terribles” por la cercanía.
Había una fuerte tormenta afuera. Estaba tratando de volver a dormir cuando sonó el teléfono en mi habitación. Era Valeria.
- Hola ... lo siento ... ¿dormías? - me dijo con voz acongojada
- Sí ... no ... - tartamudié medio dormido
- Me despertaron los truenos ...- agregué
- ¿Escuchaste? ¿A eso le decis truenos? Son… bombas…-
- Tranquila, hay un pararayos cerca, por eso el ruido - respondí...
- ¡Será! ... ¿Puedo pedirte un favor? - me dijo, claramente, angustiada.
- Por supuesto ... decime ....-
- ¡júrame que no te vas a reir! ...-
- ¿Reírme de qué?
- ¡Tengo un miedo terrible a las tormentas eléctricas, los rayos y los truenos! ¡Sola peor aún!-
A duras penas contuve la risa. La cretina, bajo el caparazón de soberbia y engreimiento, escondía un miedo infantil a los truenos.
De malas ganas, le ofrecí ir a su cuarto para hacerle compañía hasta que la tormenta se alejara. No aceptó pero después de unos segundos llamaron a mi puerta, abrí y apareció ante mí en pijamas. Era increíblemente sexy ... tenía un aire entre somnolienta y asustada, el cabello suelto un poco desordenado, vestía un pijama blanco con una camiseta sin mangas con pequeñas flores azules y rosas, y pantalón a la rodilla ...
- ¡perdoname ...no quería molestarte…! - dijo tímidamente sonrojáda.
-¡... es que tengo mucho miedo... no te imaginas como es ...!!- agregó
Un nuevo trueno la interrumpió, soltó un gritito y se metió en la habitación, cerrando la puerta detrás de ella.
- ¡Uhyyy! Estás realmente asustada por lo que veo!-
- Sí ... lo siento ... lo sé, soy estúpida ... pero no puedo hacer nada ... desde que era chiquita tengo miedo a los rayos, a los truenos ... sólo yo sé cómo tiemblo cuando estoy sola en casa ... cierro todas las ventanas, me acuesto debajo de las mantas y estoy ahí como una idiota ... me siento tan boba ... será un trauma, no sé ... ¡pero tengo miedo!-
Ese miedo la daba un aspecto más "humano", menos frío y amargo de lo habitual.
Se sentó frente a la cama, con las piernas cruzadas sobre el sillón, sosteniendo sus tobillos con las manos, estaba claramente nerviosa y quizás avergonzada por revelar su miedo infantil a mí, que no le caía para nada simpático. Para tranquilizarla, traje una gaseosa del frigobar, serví dos vasos, me senté frente a ella en la cama y comencé a hablar de boludeces. Esto sirvió porque ella se fue distendiendo, mientras tambien la tempestad amainaba. De pronto mis ojos pasaron por entre sus piernas, cruzadas en el sillón: la delgada tela del pijama adherida a su concha, dibujaba sus contornos con precisión. La grieta entre los labios mayores era evidente, al igual que la hinchazón de su vulva. Debajo de la camiseta sin mangas, sus pezones se veían erectos y duros, y por lo tanto muy visibles. No me di cuenta de que la había estado mirando durante varios minutos. Pero ella si.
Me fulminó con una mirada y con severidad:
- ¿Qué estás mirando? ...- indagó
- Nada ... nada ... - balbucié
- Sí ... nada ... por supuesto ... Mirá, no soy boluda, ¿eh? ¿Creés que no noté que mirabas mis tetas en el restaurante? ¡Y ahora no le sacás los ojos de encima desde hace rato! - dijo señalando su concha.
- Bueno, lperdón... es normal... ¿sabés que no sos fea, o no?.... Te miré como cualquier otro hombre te miraría... pero no te preocupes, no tengo segundo fin... No piensés que...-
-¿Estás diciendo que no estás pensando en nada?" Quiero decir, ¿estás diciendo que no sentís ninguna atracción por mi?-
Había tocado, sin quererlo, la tecla correcta. Valeria estaba tan orgullosa y paga de sí misma que no podía aceptar la idea de no provocar ningún efecto en un hombre. En realidad, me la habría cogido con los ojos cerrados, sin siquiera pensarlo un segundo.
- Honestamente, no. No estaba pensando en nada, solo estaba mirando, y si tengo que ser honesto, nunca pensé en vos desde el punto de vista sexual, o cosas por el estilo. - le dije.
- No lo creo, sos un mentiroso y un hipócrita. Quiero ver si te provoco un poco, si no te tiras encima de mío.-
- No creas... No estoy seguro. Como te dije, sos muy linda, ... pero necesito sentir otras cosas para acostarme con una chica..-
- ¿Cómo qué? - dijo, levantándose del sillón.
- No sé ... simpatía ... complicidad ...-
- ¡Dejá de decir boludeces!!!- dijo, interrumpiéndome y acercándose hacia mí.
Mientras caminaba, se fue quitando la camiseta y se quedó con las tetas al aire. Eran fantásticas, perfectas, firmes y llenas, con pezones claros y rectos. Mi verga se sacudió y completó la hinchazón dentro del pantalón pijama, detalle que no se le escapó a mi colega.
Valeria se paró frente a mí, golpeándome las tetas en la cara, me agarró la cabeza y la apoyó en su pecho, al mismo tiempo que puso una mano en mi bulto y dijo refiriéndose a mi poronga:
- Para vos, tal vez, sea desagradable, pero no para él ... por lo que siento ¡creo que le estoy cayendo muy bien! …-
Perdí todo escrúpulo, agarré sus tetas y comencé a lamerlas vorazmente, a chuparle los pezones. Ella masajeaba mi verga, por encima del pijama, gimiendo. Con ambas manos, le quité pijama y bombacha y, en simultáneo a la chupada de tetas, le acariciaba la concha. Gimiendo, inclinaba la cabeza hacia atrás. La tomé de la cintura y la acosté en la cama, le quité el pijama y la bombachita blanca que habían quedado a sus pies
Volví a besarle las tetas, luego fui bajando por vientre plano, mientras ella empujaba mi cabeza hacia abajo y llegué. El olor de su concha caliente era embriagante. Separé un instante la cabeza, era una concha muy bonita, vello rubio y muy bien arreglado, casi completamente depilado excepto una tira en el medio. Me quedé unos segundos para admirarla, era realmente hermosa ... nada que decir…… y comencé a lamerla, por afuera, en la superficie, luego con la lengua le entré en la grieta, en el surco de los labios mayores, hasta el clítoris. Abrí la raja con mis dedos y le metí la lengua. Sentí que contracciones musculares sacudían su cuerpo, Valeria estaba jadeando y gimiendo en las garras del placer, arqueándose y ofreciéndome la concha.
- ¡Dale... cógeme……. vení cógeme…..hacemelo sentir adentro….!!!- masculló entre suspiros.
Le acepté la ofrenda.
Me acosté sobre ella, le apoyé la verga en su concha caliente y húmeda, sin entrarle. Lamí sus tetas, su cuello, sus orejas. Refregó su pubis contra mi verga jadeando. Puse una mano en su culo, lo levanté un poco y dejé que mi pija se deslizara dentro de ella. Valeria le dio la bienvenida jadeando, comencé a bombearla lentamente, lentamente, quería disfrutar cada segundo y deseaba que ese polvo, irrepetible, durara el mayor tiempo posible.
Pasé mi dedo índice por el surco de sus nalgas, mientras seguía cogéndola. Ella gozó, tuvo un orgasmo, pero no me detuve. Mojé el dedo en los humores y se lo introduje en el ano y seguí cogiéndola, más rápido, luego cavalgándola furiosamente. Ella respondía sabiamente, moviéndose con sensualidad, rotando la pelvis, empinándola con ímpetu, en respuesta a mis embestidas violentas, de pronto la acometió una especie de ataque de locura que hizo que gritase de placer:
-¡Me estás volviendo loca... me vas a….. hacer acabar... aaahhhhh .... como nunca….. siiiiiii .... segíiii .... dámela ... toda ... todaaa ... .. siiiiiiii ... .. aaahhhhh .... ¡
Seguramente nos estaban escuchando desde las otras habitaciones, pero me importaba un carajo. Seguí cogiéndola con furia hasta que di libertad, en abundancia, al semen que tenía cautivo en los testículos, presa de un goce que no puedo explicar con palabras
Distendidos, cabeza a cabeza, recuperada algo de normalidad:
-¡ Me hiciste perder el juicio... sos fantástica ...!! - dije
- No era que te soy antipática?¿Que conmigo ni fu ni fá?-
- Si ... pero me vuelviste loco ...-
- Entonces .... vas a ponérmela otra vez…… si o si….-
Fue con ella en cuatro patas en la cama. Tenía un culo precioso, intenté, encularla. Le apoyé la verga en el agujerito:
- No ... mejor no …-
- ¿No te gusta? No querés? - le murmuré
- Si que me gusta, y me gustaría ... pero si me lo metés en el culo, mañana no sé si voy a poder caminar ... hace mucho que no me dan por ahí…..mejor que no ... dale cogeme ... por la concha ... dale….-
Esas palabras me embalaron a muerte. La agarré por las caderas y la cogí salvajemente por detrás.
Evidentemente, esa es su posición favorita, porque comenzó a gozar y gritar como una poseída excitándome más aun:
-¡ Aaaaaahhhhh ...... aaaaahhhhh !!!! ¡siiiii .... acaboooo ... .. me voyyyyyyy ...... siiiiiiii…… aaaaaaaahhhhh !!!!-
No aguanté más, era una puta con todas las letras, caliente, trola... la volví llenar de semen.
Agotados por esas fantásticas e inesperadas cogidas, nos quedamos dormidos. Valeria yacía desnuda junto a mí, por primera vez la veía bajo una luz diferente, tal vez no era ese odiosa persona. Pensando en esto, me quedé dormido, convencido de que mi relación con ella, a partir de esa noche, habría cambiado, y también mi valoración de ella
A la mañana siguiente, me desperté a las 7:30. Se había ido, no la había oído levantarse. Llamé a su habitación, me respondió con su habitual voz fría.
- Hola decime ...-
- ¿Te veo para desayunar? -
- Sí. En 10 minutos nos vemos abajo. –
Llegó un poco tarde, como siempre. Nos sentamos a la mesa para desayunar, e inmediatamente, con su conocido tono autoritario y arrogante, me dijo:
- Escuchá ... lo que pasó ayer, no existe. Fue un momento de debilidad... fue la tormenta, mi estado de ánimo, no sé ... Pero, olvidá lo que sucedió y, sobre todo, no andes desparramándolo por ahí. ¿Te quedó claro?-
- Si, entiendo No hay problema-
Perfecto. Otra que debilidad, que aspecto distinto, humano, fragil… Seguía siendo la misma, el asco de persona que conocía. Dentro di mi la mandé al carajo y volví a odiarla como y más que antes.
Pero, por lo menos, me la había cogido a lo grande, aunque sea una vez.
Profesionalmente el viaje fue un éxito. Leandro me agradeció el apoyo que le había brindado a su esposa, en su ausencia.




1 comentario - Delgadísima la línea entre aversión y excitación.

Goldfinger95
muy buen relato, algo diferente pero eficaz
le diste poronga a la mal cogida esa