Viaje de un jubilado a la argentina 24

Cuando salimos de casa de Magda mi amigo y yo no nos atrevíamos a opinar, yo estaba encantado por varios motivos, la “reunión” había acabado bien, mi amigo había pasado la prueba con nota para sus bronquios y Francis al final aunque nos había hecho padecer un poco había acabado tan desinhibida y complacida como su hermana Magda, con disimulo miré a mi acompañante, aspiraba profundamente mientras sonreía para él, indudablemente también estaba contento, tenía en su haber en primer lugar la satisfacción de encontrarse fuerte, de haber cogido con Magda que era una delicia por todos los motivos y de paso me había ayudado a “convencer” a Francis quitándole sus dudas respecto a ciertos aspectos técnicos, de momento le había follado la boca hasta llenársela de leche y cuando no se lo esperaba la mujer le había obsequiado para demostrarle su agradecimiento con una buena follada por delante y por detrás. Lo cierto es que hicimos un buen equipo y nos apoyamos mutuamente.  Me sorprendió un poco cuando puso su mano en mi hombro y me dijo.

Amigo Pepe, “la vida es un tango”

                                                  Nos echamos a reír juntos y volvimos hacia Villa del Parque, él a su casa y yo a la mía, mi mujer estaba planchando cuando entré en la casa, con un movimiento reflejo como estaba sola en la sala de estar pasé por detrás de ella y pasando las manos por debajo de sus brazos le cogí las dos tetas a un tiempo, casi suelta la plancha del susto pero no se quejó nada más que del susto porque lo de la cogida de tetas imprevista le gustó bastante.  Le di un beso en la nuca para evitar que oliera cualquier aroma femenino y me fui al aseo, me lavé de cintura para arriba y me puse colonia y salí repeinado, me crucé con Corina, estaba arreglando la ropita de Javi que Elena acababa de planchar y sin volverse dijo.

Mmm. Qué bien hueles Pepe, aunque percibo otro perfume distinto además.
¡Ah! es que me he encontrado a mi amigo el del parque y hoy iba muy perfumado.
Pues cuando lo veas dile que debe haberse equivocado con el perfume de su esposa porque este huele a mujer y no es de los baratos, no.

                                                  Me volví hacia ella un poco contrariado, me daba coraje que me pillara siempre en falta pero ella me mandó un beso al aire sonriendo picarona y me desarmó totalmente.  Sabía por dónde atacarme y lo hacía tan sutilmente que me mantenía siempre en vilo, yo no sé si lo hacía por divertimento suyo o por tenerme siempre como los perros de caza “de muestra”, siempre atento.

¿Qué tal Pepe, ya recuperado?...  ¿Cómo se portó el personal sanitario contigo?...
Me encuentro perfectamente, como el primer día y sí, el personal sanitario es excelente, me han visitado de todas las salas.
No me extraña, ahora te lo puedo decir porque ya ha pasado pero creí que te iba a explotar el pene de un momento a otro, daba pavor, si te hubieras visto… ninguna se habría atrevido a acercarse a ti en tu estado.
Eso depende…
¿Depende de qué?  Si era monstruosa, ni la de un caballo.
Hay gustos para todo…
¿Qué me quieres decir Pepe, que hay quien se ha atrevido?  Ni una santa.
Puede que vaya camino de serlo aunque no estoy muy seguro…
En ese hospital sólo hay enfermeras en las salas.
¿Estás segura?...  ¿Y en Pediatría?
¿En Pediatría? Diooos, no me digas que han subido desde pediatría, si son …
Sí eso, lo que has pensado.
Pero ellas no pueden… han jurado los votos…
Por supuesto, entre otros el de castidad y lo ha mantenido.
¡Aaaah!  Entonces… (¿?)
Sí, lo que has supuesto.
Y… ¿pudo?
De principio a fin, todo entero.
Jesús, me duele a mí de pensarlo.
A ti no te dolerá, ahora ya está normal.
Para ti “normal” es como un calabacín…
Eso ya lo sabes, ¿quieres probarlo?
Eso quisiera pero últimamente la casa está muy concurrida.

                                                  Yo estaba apretándome la polla marcándole el bulto bajo el pantalón para replicarle las provocaciones que me hacía cuando entró mi mujer con una pila de ropa recién planchada.

Vale Pepe, haz algo, siempre estás sentado, ayuda a Corina a guardar la ropa en los cajones que yo voy a hacer la cena.

                                                 
                                                  Me salvó el montón de ropa que me pasó para que no notara el bulto que marcaba en mi bragueta, apenas podía ver por encima de la ropa cuando seguía a Corina a su cuarto, allí guardaría las sábanas de su habitación, mientras abría los cajones del armario me pasó la mano por la entrepierna y me pellizcó el capullo, se entretuvo bastante pues yo no podía dejar la ropa en ningún sitio para que no se arrugara, estuve esquivando su mano que no dejaba de recorrer todo el tronco de la verga poniéndola tan dura que me dolía por la mala postura apuntando hacia abajo, me quejé y Elena me oyó desde la cocina.

Pepe haz el favor de dejar a Corina colocar todo bien que ha costado mucho trabajo, no seas impaciente.
Si amor, es que pesa mucho.
Venga que ya sé lo que pesa, que la he planchado yo.

                                                  Corina esperaba a la expectativa, pendiente de que no viniera de un momento a otro para sustituirme pero cuando oyó cómo sonaba la sartén en el fuego se arrodilló y me empujó hasta casi cerrar la puerta con mi espalda, bajó la cremallera y metió la mano hacia abajo buscando, cuando encontró el tronco estiró y doblándome la polla la sacó, estaba roja y sin mirar tiró de la piel hacia atrás y se la llevó a la boca, no se metió más que el capullo pero con la mano a toda velocidad recorriendo el tronco la pajeó hasta que reventó como una coca cola agitada, yo me mordía los labios para no decir ni mu y ella no separó los suyos para que no se escapara ni una gota de semen, repasó y se relamió cuando acabé de llenarle la garganta, hasta tuvo el detalle de escurrirme el tronco para que saliera cualquier gota restante y la lamió, luego la volvió a guardar y subió la cremallera, la ropa en un momento estuvo colocada, tardó el mismo tiempo que para mamarme la polla.
                                                  La otra ropa ya fue en la habitación de Javi y en la nuestra, se mostró de lo más formal aunque yo la jodía pasando por detrás de ella rozando su culo con mi maltrecha polla.
                                                  Cuando terminamos fuimos a ayudar a Elena que estaba guisando, abrió una botella de refresco y se sirvió en un vaso, dejó la marca del poco pintalabios que le había quedado después de la mamada marcado en el cristal, bebió un sorbo, volvió a llenarlo y me ofreció, yo se lo acepté y ella cuando iba a coger el vaso le dio la vuelta para que bebiera por la marca de sus labios, no se podía llamar un beso real pero el efecto fue parecido porque mientras bebía ella se mordía los labios.
                                                  Esa noche Elena tuvo premio doble, nada más acostarnos yo la estaba esperando con la polla vertical, ella al descubrir la sábana y ver el menú directamente pasó una pierna por encima y con los dedos mojados de saliva se lubricó el coño y se sentó sobre mí, con cuidado pero sin miedo se hundió mi polla como si fuera un cigarrillo.

¿Quieres que galope?
Como si vinieran los indios detrás, cariño.

                                                  Se tumbó sobre mí imitando la postura de los vaqueros del Oeste americano a galope tendido y apoyó las tetas sobre mi pecho.

Sujeta tú las riendas.

                                                  Le cogí los pezones con dos dedos y Concha empezó una galopada como si todas las tribus indias vinieran detrás de nosotros, medía con exactitud la longitud de mi polla para que no se saliera de su coño para hundírselo hasta el fondo, al momento estábamos tan encharcados que parecía que vadeábamos un río, no avisó cuando le llegó el orgasmo, lo noté por los temblores que agitaban su vientre pero tampoco paró al notar cómo le llenaba la vagina de leche, cuando cayó rendida encima de mí, me dijo.

Ya no hay indios persiguiendo, se han cansado y se han ido a dormir todos.

                                                  Aún estuvimos un rato quietos, ella sobre mi toda a lo largo, sus tetas aplastadas sobre mi pecho, corazón con corazón, la polla se había salido y el coño había expulsado todo lo que tenía dentro pero seguíamos así, nos queríamos y no notábamos el peso del uno ni la incomodidad del otro, cuando ya estábamos casi dormidos se ladeó un poco y se quedó abrazada a mí, no dijo ni buenas noches, estaba agotada, yo le besé la frente, tenía una cara muy linda.
                                                  Por la mañana salí sin rumbo, me acordaba de Carla, tenía curiosidad de saber de su entrevista con su trabajo recién acabado, pero por la mañana estaría fuera de casa, en alguna reunión, en la universidad, ¿qué sé yo? y decidí cambiar el rumbo, me habían hablado de una zona nueva para mi, se llamaba Palermo, me gustaba el nombre, me recordaba la ciudad italiana y pregunté a un empleado de transporte público la combinación de colectivos, me dio un mapa que me vino muy bien, después de algún trasbordo llegué a lo que era todo un barrio diferente, habían parques, lagos artificiales, barcas para remar en el lago, sitios de esparcimiento, un grupo de chicas la mayoría con unos culos bastante desarrollados se movían endiabladamente al ritmo de la música en un ejercicio de aerobic, eso sólo era un espectáculo, una gozada para la vista, no me habría ido de allí, unos cuerpazos de impresión al mismo ritmo, había de todo, bajo los grandes árboles grupos de hombres conversando con sus mates, parecía un concurso, todos a la vez chupando del palito, se me pasó la mañana volando, tendría que volver porque había mucho que ver, vi anunciado un Jardín Botánico y un Jardín Japonés, eso no me lo podía perder, cuando esperaba el bus tuve que renunciar al primero porque venía lleno hasta los topes, en el segundo subí o mejor dicho me subieron a empujones, en ese momento iba lleno de estudiantes, la mayoría chicas, adolescentes que debían ser de un colegio femenino porque iban todas de uniforme, dos iban sentadas frente a frente y una de ellas se levantó para cederme el asiento, se lo agradecí porque iba aplastado literalmente, al momento y según iba parando el bus la cosa empeoraba y la gente caía en cascada sobre los asientos, la chica sentada delante de mi iba apretujada, debía tener 16 años más o menos, con su faldita escocesa su camisa blanca y su carpeta de libros.
                                                  Me fijé en ella, pese a su carita dulce y angelical tenía un cuerpo que demostraba que llevaba un desarrollo físico notable, comparada con sus compañeras no tenía nada que ver, la compañera que me había dejado gentilmente el asiento se había quedado a su lado de pié, las podía comparar a las dos al mismo tiempo, ésta era delgadita sin apenas formas y el uniforme parecía estar colgado de una percha, era totalmente plana, no era fea ni mucho menos pero parecía que le faltaba mucho para alcanzar a su amiga, ésta sentada con todo el sol que entraba sobre ella y el agobio del gentío que llenaba el autobús, debió sentirse acalorada porque intentaba cubrirse la cabeza con la carpeta de los libros que llevaba, no era bastante, todos los que íbamos a este lado del bus sudábamos de la solanera que caía, la compañera de pié optó por sacarse la camisa de la falda para mejorar la ventilación pero la de enfrente mío se despasó dos botones en la camisa, poco a poco pude comprobar que el desarrollo no sólo era físico.
                                                  Según iba soltando botones iba abriendo las solapas de la camisa, me miraba y calibraba el efecto que hacía en mi la visión que sabía ella que producía, con media camisa abierta ya se apreciaban los dos globos que aunque juveniles lucían de una piel morena dura y brillante posiblemente del calor que estaban soportando, yo me removía en el asiento haciendo como que no miraba aunque no perdía de vista a la chica, sacó un pañuelo de papel y desabrochó otro botón, ya había sobrepasado la abertura de la camisa y presentaba el canalillo apretado por un sujetador blanco pero más sexi de lo que se podía esperar de una colegiala, con el pañuelo de papel, se repasó el cuello y los hombros, yo no perdía detalle y ella lo sabía mirándome de reojo, la gente seguía apretujada, nadie estaba pendiente de nosotros, incluso su compañera se había vuelto de espaldas para hablar con otras compañeras.
                                                  La chiquilla siguió secando el sudor que perlaba su tórax moreno hasta que fue pasando el pañuelo cada vez más profundo entre el sujetador y su desarrollado pecho, al principio apenas rozaba la puntilla pero más y más iba introduciendo sus dedos hacia abajo, yo estaba pendiente del progreso de los nudillos de sus dedos, ya iban por media teta y no parecía que tenía intención de parar, su mirada pícara me estaba poniendo la polla dura tanto a más que su mano oculta, cuando los dedos llegaron a la altura donde estaba su marcado pezón ya tenía la camisa totalmente abierta, vi cómo rodeaba su areola con la punta del dedo corazón y poco a poco el pañuelo cayó desahuciado, ahora su mano era la que se encargaba no del sudor sino de acariciar su pezón, con un movimiento lánguido de hombro dejó suelto el tirante  que le resbaló por el brazo y ella dejó caer la copa del sujetador quedando con la mano llena de teta, la rodeaba con dulzura por debajo o por los lados pero tenía mucho cuidado de no dejar ver la areola y el pezón.
                                                  A mí me tenía atacado de los nervios, ansiaba desesperadamente que quitara la mano y me regalara la vista del aquella galleta oscura que le suponía por lo moreno de su cabellera, de vez en cuando observaba a los demás viajeros y si los veía distraídos sacaba la mano llena de la teta excepto como siempre el pezón, yo no sabía cómo ponerme en el asiento, la polla me molestaba y disimuladamente la dejé que siguiera su camino pierna abajo, fue un descanso para mí pero a la chica le sorprendió gratamente, a la vez que comprobaba que había conseguido ponerme caliente ahora veía que había valido la pena.
                                                  La decepción mía es que se cubrió con la camisa y sacó la mano de su teta, aunque se notaba suelta por la punta de su pezón marcado debajo de la tela blanca, puso la carpeta de libros abierta sobre sus piernas y alargó el pié, se quitó el zapato bajo que llevaba y lo pasó por mi pierna, sentí como un escalofrío, ella seguía con el pié rozándome la pierna y con los dedos haciéndose notar, cuando llegó a mi rodilla me tuve que cubrir con el mapa que me habían dado sobre el trasporte urbano disimulando la erección que avanzaba pierna abajo.
                                                  Su pié se paró a la mitad de mi muslo, yo creí que ya había conseguido su objetivo, jugar con la calentura de un viejo y se retiraba pero me equivocaba, con la otra mano empezó a hacer lo mismo que con la anterior, se la pasó por debajo del sujetador y separó la camisa, ya sin pañuelo se puso duro su pezón y se bajó la copa del sujetador, la misma táctica, rodeaba toda la teta con la mano menos el pezón y yo estaba a punto de saltar del asiento, su pié volvió a cobrar vida y siguió avanzando, yo no pude aguantar más y me rendí, me escurrí en mi asiento aproximándome a ella facilitándole que llegara antes, cuando al fin los dedos inquietos de su pie rozaron mi capullo me hizo un regalo, abrió los dedos de la mano y a través de ellos me dejó entrever la areola y el pezón, me estaba haciendo sufrir y me decidí a acercarme más a ella, ya su pie, bajo su carpeta y mi mapa recorría llegando a rozar todo el tronco de mi polla, la chica iba haciendo concesiones también, sus dedos iban separándose más y más tiempo, de momento quitaba la mano entera y la volvía a cubrir, era un segundo pero yo estaba embelesado con aquellas tetas.
                                                  En un momento dado ya era dueña de mi polla, la recorría con libertad con su pie, no tardaría en hacerme correr, nunca me habían hecho una paja con los pies pero aquello era algo parecido, ya me había descubierto la teta entera incluso se había abierto la camisa y ahora eran las dos las que podía ver, yo estaba a punto de correrme, pensaba con rapidez en las consecuencias, no me preocupaba en el autobús, nadie se daría cuenta si por el pantalón me bajaba una mancha de leche pero, ¿cómo iba a ir a casa con el pantalón corrido?, ninguna de las mujeres era precisamente tonta y no se habrían creído ninguna historia y menos esta.
                                                  La providencia vino en mi ayuda y un rumor se extendió entre las colegialas, en la próxima parada se bajaban, la chica de enfrente quiso hacerme un regalo extra de última hora, cogió la carpeta y la levantó pellizcando de paso su falda, me enseñó sus muslos morenos y sus bragas blancas mojadas por un circulo de flujo, se separó con cuidado el elástico y me enseñó los labios brillantes y mojados, con una melenita bien recortada sus labios parecían un pastel de chocolate, hice un verdadero esfuerzo en no arrodillarme entre sus muslos y comerme aquel manjar que me enseñaba pero fue muy breve, la chiquilla con suma rapidez de volvió a cubrir los labios mojados del coño con las bragas manchadas y subiendo las copas pudo recolocar las tetas en su sitio en un tiempo récord, cuando me quise dar cuenta ya se había levantado de su asiento, en el momento que el autobús frenaba en la parada, ella con mucha astucia hizo como que se desequilibraba y se apoyó conmigo mientras me aplastaba sus tetas en mi cara y con la mano se apoyaba en mi polla, la apretó y cuando ya iba por la acera me lanzó un beso al aire.
                                                  A mi espalda oí a una señora, acercó su cara a mi oreja y me dijo,

Qué maravilla la juventud, ya quisiera yo tener sus años, unas tanto y otras tan poco.

 
                                                  Me volví, la señora no era tan mayor como yo supuse al oír su voz, seguramente estaba melancólica, había visto como la chiquilla me provocaba y cómo se me había puesto la polla a mí y desde luego el apretón que me había dado en el rabo mientras me arrimaba las tetas a la cara.
 

Ya se nos ha pasado el momento, ahora sólo nos queda la ilusión.
Pues yo no la he perdido toda.
Ya me gustaría que me pasara un poco a mí, por cierto, me llamo Ángeles y vivo en aquel edificio, 2° Piso “A”, si un día se anima le invitaré a un café o… lo que quiera.

                                                  La señora bajó en la próxima parada, andaba hacia su casa con paso firme, tenía un cuerpo apetecible, un movimiento de caderas enérgico y unas tetas que prometían bastante.
                                                  Tardé en reponerme de la erección que llevaba, aún sentía el apretón que me había dado la chiquilla con su delicada mano en mi dura polla y el tacto de sus tetas en mi cara, la veía andar con sus amigas, reír por cualquier cosa y me dio envidia y mucha pena por los años que se me escapaban entre los dedos.
                                                  La visión de la colegiala me había dejado extenuado, no me había podido desfogar retenido por manos invisibles mientras ella aprovechaba su juventud, su “inocencia” y su cuerpo para ponerme a mil, imagino que lo haría también con los chicos de su edad.
                                                  Apenas se había levantado aquella niña el bus se despejó bastante, la mayoría iba a aquel colegio y aunque era hora punta la gente ya se distribuía sin las apreturas de antes aunque todo el mundo iba bastante apretado y no paraba de entrar más y más, frente a mí se sentó una señora joven, iba arrastrando literalmente a un niño de unos siete años, yo creía que ya tenía edad para pagar asiento pero su madre prefirió sentárselo sobre ella y no sin razón, el niño no se estaba quieto, no dejaba de moverse, levantarse y tocar todo, parecía hiperactivo, su madre se desesperaba tratando que mantenerlo sentado sobre sus piernas pero era imposible, yo en varias ocasiones sufrí sus travesuras en mis espinillas, llevaba unas botas que debían ser ortopédicas porque me daba unas paradas y pisotones que  yo trataba de evitar escondiendo los pies bajo del asiento.
                                                  La pobre madre que era bastante joven no tenía la corpulencia ni la fuerza para sujetar a semejante fiera y trataba por todos los medios que no molestara a nadie, el niño no dejaba de levantarse y revolverse a su madre haciéndole infinidad de travesuras, le alborotaba el pelo, le metía el dedo en la nariz, su madre estaba verdaderamente apurada, las consecuencias eran que de tanto moverse, la falda de la madre estaba a merced de las cabriolas del niño, se levantaba y se sentaba sin cuidado y su madre estaba atenta siempre a recolocarse la falda pues a veces quedaba demasiado subida, en un momento dado el niño se pasó de la raya y le subió la falda hasta medio muslo, la chica apuradamente de un estirón se la bajó y me miró pidiéndome disculpas.
                                                  Yo le sonreí con cara de santo varón quitándole importancia, parece que se auto convenció de que no tenía tanto delito y se dedicó a sujetar al niño que braceaba constantemente, en sus movimientos bruscos, le daba codazos en las tetas de la madre que su escote acusaba asomando algún bulto de mama, ella ya no se ocupaba de la falda, ahora atendía al mayor problema de su escote y a cada momento intentaba recolocarse las tetas en el sujetador que claramente quedaban desniveladas por los empujones del crío.
                                                  Yo estaba verdaderamente divertido, a pesar de las incomodidades del chiquillo que salvando todas las consideraciones merecía un escarmiento rápido y contundente que lo tranquilizara de forma inmediata (en mi época, ¡qué hiperactivo ni nada! mi madre ya me habría calmado y yo llevaría una mejilla colorada) pero la mujer no quería tratarlo demasiado duro, el colmo para ella fue que el niño viendo que su madre metía las manos debajo de la blusa continuamente para estirar el sujetador quiso imitarla y le metió la mano por el escote pero no cogió el sujetador sino que llegó hasta donde pudo agarrarse o sea al pezón y tiró de él, la madre dio un grito sofocado y cuando pudo hacer que soltara la protuberancia mamaria se levantó, se estiró la falda que ya le llegaba casi a la ingle y cogiendo a su hijo de la oreja no lo soltó hasta haber bajado del autobús, aún los vi andando por la acera, su madre lo zarandeaba recriminándole la poca educación que tenía.
                                                  El siguiente vecino de asiento era un viejecito arrugado de cara, debía tener muchos años, verdaderamente si no hubiera encontrado asiento se lo hubiera ofrecido yo, me estuvo contando curiosidades de la calle Corrientes, sus orígenes y cómo era antiguamente, me gustaron todos los recuerdos de tiempos que había vivido, tenía una memoria prodigiosa y una mente extraordinariamente lúcida, me confesó que ya tenía los 94 años y había visto y vivido muchas cosas.
                                                  Por desgracia en la próxima parada tuve que apearme yo, ya estaba cerca de mi casa y aunque podía haber cogido otro colectivo preferí ir andando callejeando y viviendo el ambiente bonaerense, mi intención era esa pero la realidad es que en el pasillo del autobús la gente cogida al asidero no estaba por la labor de moverse y dejar pasar, a mis tímidos ruegos de paso no hizo caso nadie, unos iban ensimismados en sus pensamientos y otros no les importaba nada más que llegar a casa y tumbarse en el sofá, la salvación vino por detrás de mí una chica joven, imagino de unos treinta años me dijo.

Así nunca pasará, ¡déjeme a mí y verá, tómese de mi cintura!

                                                  Entonces me di cuenta de que la chica estaba embarazadísima, tenía un vientre descomunal y en un estado muy avanzado, la chica con decisión gritó.

¡Por favor dejen paso a una mujer preñada a punto de parir y llevo gemelos!, a ver ¿quién quiere ser el padrino de uno de ellos?

                                                  Parecía que hubiere llevado una sirena porque enseguida se abrió un pasillo, lo malo es que ese mismo pasillo se cerraba nada más al pasar ella y yo me quedaba descolgado, me tuve que abrazar por detrás de ella para no perderme, su barriga era ya tan prominente que para no oprimirla subí las manos hacia el estómago pero me encontré con el sujetador que a duras penas podía hacer su labor con los estirones de los pasajeros, primero fue una y al momento la otra, en mis manos cayeron las dos tetas que se habían salido por debajo del sujetador que se le subió al cuello, cuando llegamos a la puerta esperamos que se abriera.

¿Ve usted?  Hay que decidirse, si no, hubiéramos llegado a la última parada.
Es verdad pero… siento haberla tocado, no era mi intención.
¿Ah, es por qué me ha cogido los pechos?  Eso no es nada, siempre las llevo afuera, me han crecido el doble de las que tenía, éste corpiño no me hace nada lo que pasa es que la semana que viene doy a luz y no quiero comprarme otro, ya lo haré para dar de mamar a este par de brutos, de verdad no me ha ofendido, al revés me ha gustado porque no se ha aprovechado del momento.

                                                  Me puso la mano en su vientre y se notaba una batalla campal adentro, parecía que ya estaban jugando al futbol.

Así están todo el día, ya tengo ganas de que salgan y se peleen afuera.

                                                  Cuando se abrieron las puertas bajé primero y le ofrecí la mano para que bajara con seguridad, a ella le gustó el detalle y me invitó a tomar café en su casa que estaba cerca, yo desistí alegando que me esperaba mi familia aunque me habría apetecido acompañarla a su casa.

Como quiera pero la próxima vez que nos veamos ya no tiene excusa.

                                                  Me dio un beso en la mejilla y se marchó apoyando una mano en los riñones, seguro que si la volvía a ver iría cargada con dos críos.
                                                  Cenamos y después de una velada muy animada Javier le propuso a Corina ir al día siguiente a ver una película que entrenaban y que le iba a gustar mucho, luego salió el tema del proyecto del viaje a las Cataratas de Iguazú, estábamos muy ilusionados todos, yo cuando podía me informaba en Internet de todo el recorrido, iba a ser un viaje largo pero en el coche de Javier y en compañía de todos no se haría demasiado pesado, aunque eran más de 1000 Km.  A Corina de momento se le ocurrió una idea, en la provincia de Misiones vivía una amiga íntima de cuando hizo la carrera, parecía que se habían divertido bastante las dos en la universidad, vivían en una casa a la orilla de la zona selvática, muy cerca de las Cataratas y convivía con su madre y una hermana más joven, se le ocurrió que podíamos visitarlas y enseñarle a Javi, seguro que les gustaría y enseguida la llamó, nada más oírse empezaron a gritar de alegría las dos y a preguntar cómo les iba la vida.  Corina le anunció que pensábamos ir un fin de semana a Iguazú a un hotel y su amiga se ofendió porque quería que nos hospedáramos en su casa que estaba a muy poca distancia de las Cataratas, de hecho su hermana era guía del parque, así que cuando colgó daba saltos de alegría, teníamos a sus amigas allí e insistían que nos quedáramos en su casa, yo ya tenía información de los hoteles pero los desestimé, reconocí que la zona era preciosa con su selva y sus senderos rojos llenos de animales y plantas exóticas.
                                                  Mi hijo pasaba últimamente más tiempo en casa y hacía vida más hogareña, jugaba con su hijo y salía con Corina más a menudo, mi mujer y yo nos quedábamos gustosos con Javi para procurar que tuvieran más tiempo libre, Corina y Javier nos lo agradecían y cada día se notaba que estaban más unidos y enamorados, yo ya no salía tanto como antes para no dejar a Elena sola con el niño e incluso salía a comprar y a hacer los recados si el día no hacía buen tiempo, mi mujer comprendía que me sentía un poco “encerrado” en casa y procuraba darme libertad con cualquier excusa y mandarme a algún sitió con bastante margen de tiempo libre, una mañana tenía que ir a comprar algo para arreglarle un pantaloncito a Javi que le quedaba estrecho y decidió ir ella y dejar el niño en casa conmigo, además se fue más tranquila porque este día vendría Carla y no estaría sólo del todo, ya daba gusto jugar con él, ya no era el bebé que sólo comía y dormía ahora ya le gustaba jugar e iba aprendiendo rápido, en ello estaba con él cuando llamó Carla, cuando subió me alegré de verla, había intentado preguntarle cómo había quedado con el trabajo que le ayudé y por un motivo u otro no lo podía hacer.
                                                  La chica también estaba impaciente por contarme todo aquello, cuando entró en casa, como me había dejado al niño en la salita, me abrazó nada más entrar, yo me extrañé porque si hubiera estado mi mujer en casa le hubiera parecido un poco improcedente el abrazo tan efusivo, cuando aflojó el abrazo miró alrededor y me preguntó.

Hola Pepe, ¿estás sólo?  Qué suerte, tengo muchas cosa para contarte, te he esperado muchos días para contarte cómo me salió el trabajo que me ayudaste.
Tengo que reconocer que he estado varias veces tentado de ir a tu casa pero siempre he pensado que no era el momento adecuado o que no estarías en casa.

                                                  Carla se me colgó del brazo y me llevó a la salita donde estaba sentado Javi dentro del parque infantil, como estaba entretenido con sus juguetes de colores, me hizo sentar en el sofá y de un salto se sentó a caballo sobre mis rodillas, estaba muy contenta y empezó a contarme.

Tengo que contarte que aprobaron mi trabajo, van a hacer una campaña de publicidad en prensa y televisión con la base de mis diseños o mejor dicho de tus diseños, se mostraron interesados desde el primer momento y aproveché para negociar el precio del trabajo y además me prometieron que el próximo también me lo darían a mí.
Me alegro mucho pero el trabajo es tuyo, yo sólo te ayudé en algún detalle.

                                                  La chica mientras hablaba movía los brazos, me ponía las manos en los hombros y me acariciaba la nuca y las orejas, tengo que confesar que esas zonas son bastante sensibles para mí y procuraba evitar que insistiera mucho sobre ellas pero Carla inconscientemente según me iba contando seguía jugando con el pelo de la nuca y poco a poco se quedó de rodillas sobre el asiento del sofá con las piernas plegadas y sentada sobre mis muslos, ya estaba tan cercana a mí que ya no me hacía nada con las manos pero rodeaba mi cuello con sus brazos juntando las manos detrás en mis hombros, yo notaba la proximidad de la chica pues sólo nos separaban escasos centímetros y me llegaba su calor y su olor, la juventud de la chica, la vivacidad de sus movimientos y la naturalidad que se movía me ponían como un burro, para ella era todo tan natural que cualquier caricia para ella era simplemente un movimiento cariñoso pero para mí era como una demostración sensual, la chica me contaba todo el proceso del diseño a partir de cuando la había dejado en su casa.

Me dejaste un poco frustrada cuando te fuiste, me costó comprender que lo hiciste por mi bien, lo cierto es que estaba en un momento de máxima concentración y creatividad, me habías dado una inyección de vitalidad cuando me provocaste el orgasmo más dulce que podías, me corrí en tu cara esperando corresponderte pero no me dejaste, ahora te lo agradezco y quiero hacerlo, me alegro que estemos solos.
Bueno solos no estamos, Javi está jugando con sus cosas y no lo puedo dejar.
No lo dejaremos, el niño seguirá jugando mientras yo te hago sentir cosas que sé que te encantan.
Ya sabes que me gusta mucho estar contigo pero puede venir Elena o mis hijos si acuerdan volver antes de hora.
Bueno quizá tengas razón pero si quieres déjame tu mano derecha, la que usó el ratón del ordenador.

                                                  Le dejé mi mano pensando románticamente que me iba a hacer una caricia o darme un beso o algo parecido e inocente pero Carla sabía demasiado de mis gustos y levantándose la camiseta puso mi mano sobre una teta, ella misma levantó por debajo el sujetador y lo dejó bajo su cuello, cuando pasó mi mano subiendo por su estómago hasta llegar a la redondez de su pecho y la siguió subiendo hasta abarcarlo entero haciéndome notar su pezón erguido.

Ya que no quieres que te premie por tu ayuda deja que le agradezca a tu mano su favor.

                                                  Carla sabía positivamente el efecto que me producía sentir una teta en mi mano o mi boca por lo que esperó a mi reacción, yo intenté resistirme sin mover ni un músculo pero ella me cogió la otra mano y la puso sobre la otra teta, hice un esfuerzo creo que sobrehumano para no lanzarme pero Carla ante mi quietud se escurrió sobre mis muslos hasta que se sentó prácticamente sobre mi entrepierna, lo que se encontró, le gustó bastante porque empezó a moverse ondulando, mis dedos empezaron a moverse independientes, la piel tibia y suave se hundía debajo de ellos, a Carla le gustó que reaccionara y se animó a más, cerró el abrazo sobre mi cuello y me besó en el cuello, mientras seguía moviéndose como una serpiente, mis manos ya no paraban de apretarle las tetas, le pellizcaba los pezones y ella me mordía los lóbulos de las orejas cuando le apretaba demasiado los pezones, mi polla seguía creciendo entre las piernas de Carla, la notaba con tanto detalle que notaba su calor, la separación de sus labios debajo de sus bragas, su falda me rodeaba las piernas y ocultaba a la vista pero yo sabía todo lo que había abajo de ella.
                                                  Carla según se acercaba a mí me notaba más y más excitado por eso empezó a soltarme el cinturón, yo no soltaba sus tetas y ella con las dos manos ocupadas me abría el pantalón luchando con el poco espacio que tenía hasta que logró abrírmelo del todo, apenas levantó una pierna después de la otra y me bajó los pantalones a los tobillos, de los calzoncillos ni se molestó, simplemente buscó debajo de la prenda y sacó la polla mal situada, yo se lo agradecí y mi verga más, con ella en vertical ladeó un poco sus bragas y apuntó mí capullo entre sus labios, se fue acercando despacio, yo notaba cómo me abría paso a través de sus húmedos labios hasta llegar a la entrada de su tierno coño, ya sólo habría bastado un leve empujón por parte de ella para habérselo metido a la profundidad que hubiera querido, de no ser que en ese preciso momento Javi se cayó de espaldas sobre el mullido suelo de su parque infantil y empezó a llorar como si se acabara el mundo, nos volvimos alarmados pero al verlo bracear vimos que la solución era sencilla, Carla se levantó y metiendo los brazos en el parque cogió al niño y lo sentó otra vez.
                                                  El niño calló inmediatamente y al ver sus juguetes alrededor empezó a amontonarlos como si no hubiera pasado nada, Carla seguía poniéndole todo a su alcance cuando me levanté yo con los pantalones liados a los tobillos me acerqué a ella, según estaba inclinada dentro del parque la cogí de la cintura y como aún llevaba las bragas de lado y yo la polla afuera del calzoncillo me pegué a ella y le hundí la polla de un golpe, ella creyó que iba a caer sobre el niño pero pronto se dio cuenta de que estaba bien sujeta por mí y no corría peligro, no obstante se apoyó a la baranda del parque y atrasó los pies para que yo pudiera entrar mejor entre sus piernas, estaba cómoda recibiendo mi verga cuando en mi bolsillo sonó el teléfono, solté una mano de la cintura de Carla y lo abrí, era Malena que me llamaba.

Hola Pepe, todavía estoy en Mendoza, ahora tengo un hueco en el trabajo y me apetecía oír tu voz.
Pues me alegro mucho pero ahora mismo estoy un poco ocupado.
Jajaja, ya sé que son tus ocupaciones, seguro que estarás cogiendo a alguna belleza.
Jajaja pues sí, has acertado.

                                                  Yo me apretaba el auricular a la oreja para que Carla no oyera a Malena y le contestaba con evasivas y monosílabos para que se diera cuenta de que no era momento de hablar pero Malena estaba decidida a charlar.

Lo sabía, ¿y cómo es ella, es mayor que yo?
No.
¿Es más joven?
Si.
¿Mucho más joven?
Si.
¿No será menor de edad?
No.
¿Pero ya ha cumplido los veinte?
No.
¡Qué boludo eres, me estás mintiendo!

                                                  Carla estaba con la cabeza inclinada hacia Javi mientras gemía saboreando la polla que la taladraba, cogí el teléfono y se lo puse al lado de la cara para que Malena escuchara sus gemidos y suspiros.

¡Serás cabrón, si es verdad!
Claro, yo nunca miento.
¿Y está encima de ti?
No, delante.
¡Mierda Pepe! me estás poniendo recaliente de verdad, me he bajado la tanga y estoy en el hotel metiéndome dos dedos en la vagina.
No te creo.
¿No?  Escucha.

                                                  Por el teléfono sonó el chapoteo de los dedos de Malena llenos de flujo entrando y saliendo de su coño. En ese momento Clara empezó a dar signos de que el orgasmo iba a atacarla y aceleré.

Ya te oigo pero aquí te van a ganar…

                                                  Le acerqué el teléfono al lado de Carla, su pelo caía por la cara y no lo veía sólo se aferraba a la barandilla del parque clavando sus uñas en ella, mientras gritaba y gemía pidiendo que no parara y que le metiera toda la polla hasta adentro.

Mierda Pepe, se está corriendo de verdad, ¿tú no te has corrido aún?
No pero no tardaré.
Yo tampoco, procuraré alcanzarte, voy ya.
Vale yo voy a cambiar…
¿Le vas a meter la polla por el…?
Claro, no quiero dar problemas.

                                                  Carla estaba en lo últimos estertores y no me escuchaba, estaba concentrada en las sensaciones que le zarandeaban y notó como mi capullo palpitaba peligrosamente, se preparó separando aún más las piernas para que me hundiera más en ella y le llenara de leche pero yo le separé las bragas sobre la nalga y le eché un salivazo en la rabadilla, rápidamente alcanzó su objetivo y saqué la polla del coño de la chica y la apoyé en el culo tierno y rosado.  Carla comprendió que era lo mejor y se relajó, cuando apreté el glande se aplastó pero entró, ella suspiró tan fuerte que Malena la oyó.

Pepe ¿ya se la has metido en el culo?
Si.
¿Y no le ha dolido?
No, igual que a ti.
Pepe me corroooo, ya no puedo soportarlo, quisiera ser esa chica y que me llenaras el culo de leche.
Otro día será.
¿Me lo prometes?
Te lo prometo, chao.

                                                  Cerré el teléfono, no quise martirizar más a Malena, estuve tentado de poner la cámara y mandarle el video de mi polla entrando en Carla pero pensé que sería demasiado y Carla no se merecía que aireara nuestra intimidad, me concentré en sujetarme en las caderas de la chica y hundirme en ella, Javi nos miraba y sonreía, la chica estaba con el pelo deshecho sobre su cara y los ojos cerrados mientras yo me corría en su culo, casi desplazo a Carla y al parque con Javi adentro del empujón que le di cuando sentí la llegada del primer chorro de semen.
                                                  Cuando la saqué Carla se quitó las bragas y se limpió el coño y el culo, me dio un repaso con ellas en la polla también y me dio un piquito en la boca luego se fue hacia el lavadero y lavó las bragas, mientras se secaban se puso a limpiar la casa como siempre.
                                                  Fui al frigo y saqué un biberón con la leche de Corina, lo calenté y me puse unas gotas en la mano, las lamí y me supieron a gloria, estaba en su punto, se lo di a Javi que se lo tomó de un tirón, luego se recostó en el parque y entre sus juguetes se quedó dormido, yo a su lado en el sofá me puse cómodo y sin darme cuenta me dormí también, me despertó Concha, vino de puntillas a llamarme porque el peque seguía dormido, me preguntó por Carla, ya se había ido después de hacer sus labores sin despertarme, a la hora de la cena aparecieron Corina y Javier que habían ido a ver una película de estreno en 3D, les había encantado decían que era como si hubieran estadio allí, yo me alegré de haber quedado en casa.
Continuará
 
Me gusta mucho que valoren y comenten mis relatos.
 
Gracias.

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