Viaje de jubilado a la argentina 12

          Llegué a casa ya atardecido, las luces de la calle ya lucían, andaba contento, sobre todo por ver a Magda cómo había cambiado y cómo estaba contenta en su nuevo trabajo, parecía que los nubarrones en su vida se iban disipando, lo de Olga era un poco la muerte anunciada, sospechaba no sin razón qué clase de mujer era, se parecía mucho a Viviana pero era mucho más decidida, no se anduvo por las ramas y quiso que la follara sin más, de su madre Cati no terminaba de creer a Magda, era una mujer un poco más joven que yo pero aunque en su juventud hubiera sido fogosa…
                                                 En estos pensamientos estaba cuando llegué a mi casa, al abrir la puerta me topé con Corina, salía de la habitación donde estaban cambiando a Javi, aun con la nariz acatarrada lo habría notado enseguida, vaya con el peque, comía bien…
                                                 Mi nuera sonrió cuando me vio, se imaginaba de todo y por inercia miró mi bragueta, abrió los ojos espantada y me cogió la mano y me llevó a otra habitación.
Ven acá Pepe, sacate y cambiate los pantalones, ¿no has visto cómo los llevas? Tienes una mancha blanca en toda la bragueta, ¿dónde te has metido o dónde la has metido?
                                                 Me bajé los pantalones delante de ella pero esperó a que me los quitara, no le pareció suficiente y señaló a los calzoncillos, la mancha también se notaba, me dijo que me largara a cambiarme y con la polla colgando fui a mi habitación a ponerme otra cosa, desde allí oí a Corina cómo le decía a mi mujer en voz alta.
Vaya los hombres, todos son iguales, no miran donde se sientan, menudos pantalones ha traído tu marido, los he metido directamente a la lavadora.
No tienen cuidado para nada y luego… a lavar las mujeres, si tuvieran que lavar ellos…
                                                 Con cara de bueno esperé a que me dejaran al niño y me puse a jugar con él mientras ellas recogían los restos que había dejado con su firma Javi y entre ambas programaban la cena.
Gracias Corina, eres un ángel, mi ángel de la guarda.
Sí, yo cubriéndote las espaldas y vos cogiendo con la primera que te encuentras.
Tienes razón, no sé lo que me pasa.
Yo te lo diré, pasa que te gustan las mujeres, a nosotras nos gustan los hombres y a todos nos gusta coger, jajaja.
Eres una mujer especial y estás preciosa…
Jajaja, que adulador pero, tranquilo, mañana viene Javier y si querés, te voy a contar lo que hagamos, jajaja.
No seas cruel, me pondré tapones en las orejas para no oíros.
No se lo digas a tu hijo pero te dedicaré mi primer orgasmo, jajaja.
Vas a ir al infierno de mala que eres.
Jajaja, si es con vos a la par, cuando quieras.
                                                 Corina tenía la virtud de ponerme caliente sólo con la conversación y cuando se daba la vuelta la imaginaba desnuda o todo lo más con el camisón negro que teníamos en exclusiva.
                                                 Ya era una rutina, mi consuegra se encargaba de ir a recogerlo al aeropuerto y como siempre llegaban tarde, ya no le hacíamos caso y Corina menos, yo sabía que estaba en buenas manos, su suegra le daba la bienvenida follándoselo en su casa y dejándolo suave para cuando llegaba a la suya. Me sorprendió cuando entró sonriente, la mar de amable con todos y más aún con su mujer y el niño, no dejaba de ser lógico pero no corriente, mi nuera me miró extrañada y yo le contesté levantando el dedo pulgar en señal de suerte, ella aprovechó y nada más comer se metió en la cama con él, con la excusa de hacer la siesta española, mi mujer y yo estábamos en el salón y tuvimos que irnos a nuestra habitación con la cuna de Javi para no oír los gemidos de Corina y los gruñidos de Javier.
                                                 Desde donde estábamos ya no los oíamos pero yo me imaginaba a la chica, ¿estaría corriéndose pensando en mí?  No soy celoso y menos cuando no puedo serlo pero me habría cambiado por Javier en aquel momento sin pensarlo. Cuando salió de su habitación con el pelo revuelto y con una camisa de su marido por toda vestimenta me levantó el pulgar, no sé si quiso decir que había quedado satisfecha o que había cumplido su palabra de dedicarme su corrida, las dos me gustaban.
                                                 Cuando salió Javier venía con una sonrisa de oreja a oreja, yo supuse que sería porque se había follado a la madre y a la hija seguidas pero cuando me abrazó supe que era más por algo que le había salido bien en el trabajo.
¿Qué tal hijo, cómo te ha ido por ahí?
De fábula papá, se me ha dado todo muy bien, cada vez que salgo me felicitan y me hacen nuevas propuestas de trabajo. ¿Y tú, como lo llevas?
Me alegro mucho hijo, pues no lo llevo mal, la gente de aquí es muy acogedora y a mí que me gusta congeniar…
Pues tengo una sorpresa para ti, te voy a llevar a un sitio…
                                                 En ese momento entraban mi mujer y Corina…
Chicas, ¿os puedo robar a este galán un par de noches?
¿Un par de noches nada menos?
Si mamá, tengo que ir a una convención de distribuidores de telefonía, la hacen en Tigre y entre unas cosas y otras se harán dos noches, de todas formas si terminamos pronto igual venimos antes… ¿a ti que te parece papá?
¡Ah! Pues si hay algo interesante que ver…
Seguro que sí, ya lo verás.
                                                 Corina levantó la ceja no creyendo el argumento de su marido pero la tranquilicé diciéndole que lo controlaría.
                                                 Salimos con el coche por la mañana, me dijo que no estaba tan lejos como Balcarce y enfilamos la autopista, según me iba contando desde Villa Devoto donde vivíamos se salía por la calle Cuenca que tanto me conocía a la avenida San Martin y a la Avenida del General Paz, bueno… de avenida tenía poco, era una señora autopista, con tres carriles en cada sentido, árboles jardines y demás pero lo que más me llamó la atención, dijo que medía 32Km. Posiblemente la más larga de Sudamérica, uff, estas distancias me nublaban la vista.
¡Qué te parece el coche papá? Me ha dicho Corina que el otro día la llevaste al centro por la sillita y también a las tres mujeres a buscar el cochecito, ¡Ah! Muy bueno, sí señor, me encanta.
¡Aaaah! Se conduce de maravilla y eso que por el centro no cabe por todos sitios…
Jajaja pero papá, si parece un juguete.
Ya eso te lo parecerá a ti, ahora como cómodo…
Y como corre… ¿quieres verlo volar?
Noooo, me estimo la vida demasiado y tu también que tienes una mujer y un hijo preciosos.
Es verdad… ¿Qué te parece Corina?, he estado pensando en lo que me dijiste, tienes toda la razón, me voy a dedicar más a los dos.
¿Y lo de Viviana cómo sigue?
Bueno, eso costará un poco más, a la mujer le gusta mi rabo y ¿qué quieres que te diga?… a mí también me gusta cogerla, está muy buena y… es de la familia, jajaja.
Te doy la razón en casi todo pero por favor, cuida de los tuyos.
Sí papá, te lo prometo.
                                                 Ya no sacamos el tema, parecía que estaba decidido a corregirse o al menos a intentarlo, el coche no se oía correr por la autopista, de esa pasamos a otra y luego a otra, en un rato me señaló el letrero… Tigre, el nombrecito se las traía pero no me imaginaba lo que allí había, que lujo, que ambiente, casas, tiendas restaurantes, las calles llenas de gente bien vestida…
Y ahora viene la sorpresa papá, en la empresa me dan unas dietas suculentas para gastos pero yo prefiero comer bien en sitios donde sé que se está a gusto, mejor que los grandes hoteles, te voy a llevar a un sitio especial… ¿Ves aquello?
¿El mar?
Nooo, es el río Luján que se empalma con el río Paraná y desemboca en el río de la Plata. Aquí hay toda una ciudad fluvial, mitad Tailandia mitad Venecia, grandes mansiones sobre el agua, canales y ríos y pequeños hotelitos donde dan de comer de maravilla, vamos a coger una lancha y nos llevará allí
¿Y dejas el coche aquí?
Claro, aquí el mío es un cacharro comparado con los que se ven, además hay mucha seguridad, cámaras y vigilancia por todos lados, hay gente muy importante detrás de esos jardines.
                                                 Había lanchas y barcas de todas clases y por todos lados, incluso veleros y lanchas de pasajeros más grandes que, tomando por distintos ríos y luego el de la Plata, cruzaban a la “otra orilla”, dijo que era Uruguay. En la lancha había asientos como un autobús y tenía paradas en las casas, grandes, chicas y hasta verdaderas mansiones todas con terreno que son llamadas “islas”, estas casas están construidas con distintos materiales, desde madera y chapa hasta las más lujosas, ubicadas en las orillas del río o en el interior de los terrenos. Me comentó que son las denominadas “Islas del Delta” y no son islas propiamente dichas rodeadas de agua, sino que son terrenos individuales con casas ubicadas sobre los márgenes de los ríos, muchas con muelles o embarcaderos chicos o pasarelas de madera y casi todas erigidas sobre pilotes para evitar las crecidas. Cuando llegamos a una, dijo que teníamos que bajar, habíamos llegado.
                                                 No era fácil subir, con las olas que movían las otras lanchas la nuestra apenas se nivelaba con el embarcadero, Javier saltó como un gamo, me tuvo que sujetar porque yo estaba un poco mareado del viajecito, en el hotelito sólo habían cuatro habitaciones y las del servicio, la cocina un comedor pequeño y otra privada, a mi hijo lo conocían de sobra, la dueña era una mujer muy parlanchina, llevaba un delantal que la cubría casi por entero, ella se encargaba de todo, limpiaba, guisaba y demás, de una habitación salió un hombre con atuendo de pescador, su caña, chaleco y sobrero, en otra cerrada se oía un murmullo que de momento no comprendí y luego nos enseñó las nuestras, tenían lo imprescindible pero estaban limpias y con mucha luz, Javier le dijo que yo permanecería allí y que le aconsejara dónde podía ir y que ver y hacer, que me tratara bien y que me guisara como sólo ella sabía, nos despedimos diciendo que él procuraría venir lo antes posible pero ya se sabía en estos actos…
                                                 La mujer se presentó dándome un sonoro beso en la mejilla, era fuerte y nada delicada, sin estar gruesa era rolliza, las mejillas sonrosadas y con una sonrisa eterna, me acomodé en la habitación y estuve mirando por la ventana el paisaje era infinito, aguas, árboles, más agua, barcas, más agua…
                                                 Tocaron en la puerta y se asomó la señora, me invitó a salir a la terraza, desde allí se veía todo mejor y la brisa y el olor al río hacían más agradable la estancia, se sentó a mi lado mientras se guisaba la comida, me contó muchas cosas, no paraba de hablar, imagino que no tendría con quien.
Me llamo Gemma, soy argentina pero mi madre era italiana, de Sicilia, vino emigrando para vivir mejor y ha trabajando mucho, ella hizo este hotel y yo lo heredé pero desde que cocino yo la gente viene sólo por comer mis comidas, ya verá cómo le gustan.
Yo me llamo Pepe, soy español y la cocina Italiana me encanta, confieso que no se guisar, sólo me sale bien una cosa, la tortilla española, con patata o con patata y cebolla.
¡Aaah! Una vez que estuve en Sicilia para conocer a mi familia, comí, la hizo una española que vivía allí, estaba deliciosa, después algunos me han querido enseñar y no sabían hacerla ni ellos.
Pues yo le haré una si quiere y si le gusta le enseño.
Gracias me gustará, me encanta cocinar de todo, cocina argentina, italiana, de todo, estoy pensando una cosa… porqué esta noche no cenamos juntos, aquí casi no veo a nadie, sólo está el señor que ha salido a pescar que no volverá hasta mañana y una pareja, que se nota que están casados pero no entre ellos y que no han salido ni un momento de la habitación, trajeron su comida y no paran de darle a “la matraca”, creo que habrá oído.
¡Ah! eso era el ruido.
Sí en la cama, el suelo, los muebles, creo que han cogido en todos sitios y llevan dos días adentro.
Que lastima, no probaran sus platos de alta cocina, jajaja.
Ellos se lo pierden pero en su caso yo haría igual, jajaja.
                                                 Cuando la señora Gemma volvió no la reconocí estaba distraído mirando al río, era todo un espectáculo por eso no me di cuenta que estaba detrás de mi sonriéndome. Se la veía cambiada totalmente, del moño recogido en el cogote que llevaba se había convertido en una melena morena rizada hasta los hombros y de los mofletes colorados por el calor de los fogones ahora eran una piel rosada suave que contrastaba con el rojo fuego de sus labios y el azul de la sombra de ojos, el delantal había desaparecido y nunca habría pensado que una prenda tan elemental escondiera una figura tan llenas de curvas, me levanté de un salto y recogí el mantel de cuadros rojos que me daba, sin dejar de mirarla lo extendí en la mesa y coloqué los cubiertos, con la mesa ya montada trajo de la cocina una fuente de diferentes pescados, me dijo que eran todos de río y que tuviera cuidado porque tenían muchas espinas, estaba embobado mirándola ahora incluso hablaba más pausadamente y cuando me sorprendió mirando en su escote disimuladamente se abrió un botón más.
Hoy comeremos comida argentina, propia del Paraná, esta noche le invito si quiere a comida italiana, ¿le gustaría?
Me encanta la idea pero ¿qué le parece si nos tuteamos? Si vamos a comer juntos…
Muy bien Pepe, dejá que te sirva un poco de vino.
Gracias, muy amable… ¡Ah! Pero deja que te diga que estás preciosa Gemma.
Mmm creí que no te habías dado cuenta del cambio, no tengo muchas ocasiones de sentarme con un caballero.
No me lo creo, con tu belleza debes tener un montón de compromisos.
Ojalá, aquí no veo a nadie, los pescadores parece que no tienen ojos nada más que sus cañas, bueno algunos vienen con sus cañas pero acompañados por hermosas mujeres, las cañas no las tocan hasta que se van, jajaja.
La verdad es un buen sitio para hacer el amor.
Aquí no hacen el amor, aquí solo cogen, que no es lo mismo.
Tienes razón a mí me gusta hacer sentir a mi pareja como si fuera la reina del mundo y me va bien pues las mujeres lo aprecian y me devuelven cien por uno.
Qué envidia me dan tus mujeres…
No creas eso era antes cuando era joven…
¿Cuándo eras? Si eres un joven maduro…
Que gentil, tú sí que eres una vestal de dioses.
Que exagerado que sos. He visto estatuas en Sicilia de vestales, eran vírgenes sacerdotisas.
Tienes los ojos color azul Mediterráneo.
Mmm, eres muy galante pero me gusta que me lo digas y… ¿Qué más te gusta de mi?
No me atrevo a decírtelo, te puedes enfadar conmigo.
Imposible enfadarse con un hombre tan adorable, decime.
Me gustan tus ojos pero lo que más me gusta es tu boca, tienes los labios más bonitos que he visto desde hace mucho.
¿Lo dices de verdad? No te creo.
Ya lo creo deben besar como las diosas del Olimpo.
Jajaja, ¿y vos que sabés?
Me lo imagino pero no creo equivocarme, ¿quieres apostar?
No hace falta, si quieres te regalo un beso como premio a tus piropos.
                                                 Gemma se acercó a mi, estaba sentada a mi lado y le acerqué la mejilla pero ella acercó su silla y me cogió la cara, el beso que me estampó en la boca me dejó sin aliento, no sólo prensó sus labios sobre los míos sino que le cogió el gusto y me empezó a mordisquear el labio inferior, su lengua, con gusto del pescado que acababa de guisar, buscó la mía, yo quise abrazarla para estar más juntos pero con los ojos cerrados no calculé bien y mi mano fue a parar a una de sus tetas, noté su lengua enredarse en la mía con más fuerza y como no se quejó la dejé donde estaba, la curiosidad o la calidez del tacto fue lo que me animó a recorrer toda la redondez del pecho, el sujetador que llevaba no era ni mucho menos de lujo pero cumplía su función recogiendo una teta que pugnaba por salirse de él, mientras me besaba se había despasado dos botones más del vestido y me cogió la mano, creí que me había aventurado demasiado y había llegado a su límite pero con mi mano en la suya la metió debajo del vestido, soltó el tirante del hombro y dejó sobre mi mano su pecho al natural. Realmente pesaba, estaba duro y terso, estuvo besándome mientras yo recorría toda su redondez desde el nacimiento hasta el pliegue junto al estómago pero cuando rodeé el pezón con dos dedos se separó de mí y me miró, fueron unos segundos de duda pero se resolvió enseguida.
¿En tu habitación o en la mía?
 
                                                 Me encogí de hombros, realmente me daba todo igual, sólo quería seguir acariciando aquella teta y su gemela, claro. Gemma no tuvo dudas, me cogió de la otra y quise sacar la mano de su teta pero no me dejó, al revés terminó de despasar el vestido hasta la cintura, ya pude ver lo que tenía en la mano, de una piel cristalina con un contraste brutal, la areola y el pezón negro como su cabellera que abultaba casi como los de Corina, podría amamantar a alguien y ese alguien iba a ser yo. Me llevó a su habitación y de un tirón quitó el cubre de la cama, el colchón mullido nos esperaba y no me dejó subir a él, antes me pidió el favor de desnudarme ella a mí, por supuesto se lo concedí y con todo cuidado fue abriendo los botones de la camisa, me acariciaba el vello canoso del pecho, siguió soltando el cinturón y estirando lo sacó de las trabillas, lo abrió y lo dejó caer, yo la miraba complacido, con todo cuidado iba palpando el bulto que escondía mi slip pero parecía no tener ni curiosidad pues estuvo tanto tiempo admirándola que pude coger una erección notable, bajó el camal y metió la mano. 
                                                 Cuando encontró el glande tiró de él con cuidado y lo sacó pierna abajo acercó la cara y simplemente la pegó al tronco, le gustaba sentir el tacto, le debió gustar porque volvió a meter la mano y cogiendo los huevos con la mano les hizo sitio y los sacó también. La polla no podía alcanzar la horizontal, estaba pegada a la pierna pero ella se agachó hasta la rodilla y girando la cabeza fue al encuentro de mi capullo, lo lamió con cuidado y sin dejarlo se quitó el vestido, le vi entonces el sujetador que llevaba, no era bonito pero le sentaba muy bien, al soltarle el cierre el otro pecho cayó al lado de su hermano, hizo que me sentara en la cama y luego me empujó hasta acostarme, con los pies en el suelo, tenía mi polla pegada a la pierna cuando cogió la cintura y tiró del bóxer hacia abajo, la presión hizo que aguantara hasta el final pero saltó como un resorte y Gemma estuvo siguiéndola hasta que la atrapó con los labios, me miró y aspiró, suspiré como si me hubiera absorbido un remolino del río.
                                                 La polla la tenía toda roja, en un primer momento no comprendí pero al verle los labios con el color medio borrado supe de donde era el color. La mujer subió sobre mi ya sólo con las bragas del mismo color que el sujetador, apenas trasparente pero los rizos que se le escapaban por la ingle me anunciaron que la melena de la cabeza era gemela a la del pubis, no quiso quitárselas temiendo que a mí no me gustara el coño peludo, se ladeó las bragas y se mojó con saliva la entrada de la vagina, ya se iba a dejar caer cuando la detuve se quedó helada, ya se relamía con mi polla cuando de pronto vio hundida su tarde de sexo.
                                                 Le di la vuelta y yo mismo le quité las bragas, ella ni me miraba a la cara, temía mi expresión pero cuando con los dedos separé en dos mitades la cabellera y abriendo los labios húmedos pasé la lengua de alto en bajo, todos sus miedos se disiparon y me dejaron hacer renunciando a cabalgarme de momento, la lamí, le chupé, y le mordí los labios con lujuria loca, la mujer se revolvía mientras me sujetaba la cabeza para que no la quitara, debía llevar mucho tiempo sin sexo porque se corrió apenas le había succionado el clítoris, saltaba en la cama gritando, en la soledad del hotel los únicos que podían oírnos eran la pareja que cogía al lado y no creo que les importara, incluso se animaran a seguirnos.
Cógeme Pepe, cógeme, sos todo un hombre, hacía mucho que no cogía con nadie, no sé cuantas cosas me he metido en el coño cuando no hay clientes.
 
                                                 Procuré dedicarle todas mis mejores caricias, era una mujer encantadora y tuvo varios orgasmos, ni ella se lo creía pero era casi uno muy largo, quedó desmadejada a mi lado.
Pepe ¿vos no acabaste?
No, he preferido ver como lo hacías tú, he sido muy feliz mirándote.
Ha sido genial, no recuerdo cuando fue el último y ahora han sido tres seguidos, aaah.
Eres encantadora.
Gracias por decírmelo, sé que no es verdad pero gracias.
Yo no miento, te mereces lo mejor.
Sólo me falta una cosa.
¿Qué es eso?
Que te corras adentro de mí, necesito sentir el calor de tu leche adentro.
Pero no he traído ninguna protección, no quisiera arruinarte la vida preñándote.
Eso quisiera yo, no puedo tener hijos, mi marido me abandonó cuando lo supimos.
                                                 Me tocó el corazón, la cara de tristeza de Gemma me devolvió el vigor y me subí sobre ella, me coloqué entre sus piernas y le metí la verga con decisión, estaba tan lubricada que entraba casi sin rozar, cuando me vio apurado levantó las piernas sobre su cabeza y las abrió, me apoyé contra su sexo clavado, cogiéndole las tetas a la vez y le bombeé toda la leche que llevaba adentro, ella parecía que la saboreaba, tampoco no quiso levantarse y que se saliera, se hacía la ilusión de quedarse embarazada de mi, al salirme no escapó nada de semen.
                                                 Aquella tarde no hice más que retozar con Gemma, no llegábamos a follar pero con caricias manteníamos la excitación, los vecinos volvían a coger y con sus ruidos nos animaban, ya era de noche cuando Gemma se levantó y se puso el vestido, nadie habría notado que no llevaba bragas ni sujetador, me recreé en su cama hasta que me llamó, la cena ya estaba preparada, vi que faltaba algo y mientras terminaba de prepararla pelé unas patatas y las freí batiendo luego los huevos. Gemma me miraba curiosa desde la puerta de la cocina y cuando lancé la tortilla al aire para darle la vuelta gritó, al volver a cogerla en el aire se quedó alucinada y aplaudió, ya sentados la probó, como premio me dio un beso de lo más caliente, cenamos comida italiana y española, sacó vino lambrusco, era suave pero la botella se vació, la mesa se quedó montada porque de allí nos levantamos y me dijo…
Ahora vamos a tu habitación quiero que tu hijo vea tu cama revuelta.
                                                 Me pareció muy prudente y esta vez la desnudé yo, sólo llevaba el vestido y no me dio trabajo, me esperó a que subiera con ella y buscó mi polla colgando la puso en forma con las manos y cuando la tuve a su gusto se puso a cuatro, apoyó la cabeza en la sábana y me dijo…
Pepe soy tuya, ya lo sabes, disponé de mí como quieras.
Me encanta tu trasero, tu coño ya lo he probado pero tu culo… ¿Te la han metido alguna vez?
No, mi marido lo intentó varias veces y no pudo, hasta fuimos al médico y me dijo que el esfínter lo tenía demasiado estrecho, entre otras cosas también me dejó por eso.
Gracias por contarme esa triste historia, me habría gustado ser el primero pero no quiero hacerte sufrir.
No me importa, lo haría a gusto por complacerte, hacémelo.
 
                                                 Me puse detrás y cuando vi el agujero arrugado tan estrecho delante de mi glande grueso hinchado y morado de tensión no quise forzar la situación y apuntando más abajo la hundí en el coño, se quejó creyendo que la había desvirgado por el culo pero se alegró al ver que lo seguía teniendo intacto y la vagina llena, ella misma se acarició el clítoris con agilidad y se corrió antes de que la metiera y sacara ni quince veces, al segundo orgasmo me corrí dentro de ella, caímos hacia adelante, la seguí clavando hasta que se aflojó y se salió, un chorro de leche salió conmigo, la sábana se mancho toda.
Es la primera vez que me gusta lavar las sábanas de manchas de leche.
                                                 Estuvimos acostados boca arriba, esperamos que viniera mi hijo de un momento a otro pero no lo hizo, el sol de la mañana por la ventana nos sorprendió desnudos abrazados uno contra el otro. Desayunamos en el embarcadero, la pareja de la habitación salió, ella primero se cogió a la puerta antes de decidirse a dar un paso y luego él, detrás de una maleta gigante salió un hombre mayor que yo, nos quedamos estupefactos Gemma y yo, cuando llegó la lancha a por ellos les tuvimos que ayudar a subir.
                                                 Gemma sacó unos prospectos de la ciudad, me indicó lo más típico e interesante y vestido informal esperé a la próxima lancha, la mujer estaba apoyada en la barandilla despidiéndome con la mano y cuando ya tenía un pie en la barca me gritó…
Pepe espérame, no te vayas.
                                                 Miré al barquero y me encogí de hombros excusándome volví al embarcadero, no llegué a subir al hotel cuando ya bajaba corriendo la escalera la mujer con un vestido estampado de flores, la falda se llenaba de aire con la prisa y enseñaba hasta arriba de las rodillas, las tenía bonitas y blancas como la nieve, al llegar a mi me abrazó y me dio un beso en el cuello.
Me voy a pasear contigo, ¿te parece bien?
Me encanta, no te lo he propuesto porque suponía que estabas atada al negocio.
Bueno me tomo un día de feriado, sólo tengo el cliente pescador y es habitual, le he dejado una nota que salgo de compras, el sabe lo que tiene que hacer, si se marcha ya me pagará otro día.
Pues adelante, tenemos el día para nosotros… a no ser que me llame mi hijo para marcharnos, ojalá no.
Vamos a aprovecharlo a tope, te voy a enseñar todo esto.
                                                 A la siguiente barca subimos, parecía una chiquilla contenta, al subir a bordo se recogió la falda con las manos y luego en un giro la hizo volar, el barquero sonrió. Desembarcamos en el sitio donde estaba aparcado el coche de mi hijo, estaba intacto y a la sombra pensé que se conocía bien el lugar.
Si querés podemos empezar por el Parque de atracciones de la Costa, es uno de los mejores de Sudamérica, y si no te apetece subir en la montaña rusa podemos dar un paseo con el Tren de la Costa, es un tren para turistas que te enseña todo lo más bonito, luego podemos ir a Puerto de Frutos a la orilla del Rio Luján verás que mercado, con toda clase de frutas y artículos artesanales, también tenemos Museos, el Museo Naval te gustará pero hay más y si te gusta navegar podemos dar un paseo en barca de vela, es precioso.
Para Gemma… eres una verdadera guía turística y de eso conozco algo, si te apetece damos un vuelta por ahí y vamos viendo cosas, con sólo tu compañía me conformo.
                                                 Se cogió de mi cintura, yo de su hombro y salimos paseando bajo los árboles, las calles eran amplias y bien cuidadas, la gente elegante, muy bien vestida y las tiendas de grandes marcas, los restaurantes de mucha clase, se notaba que era un sitio turístico internacional, los coches de alta gama casi todos pero lo que me temía pasó y mi teléfono sonó.
¿Papá? ¿cómo estás? Mira… lo siento, anoche no pude ir contigo, terminamos muy tarde y luego fuimos a jugar un rato al Casino, hoy seguramente terminaremos pronto y podremos volver a casa, ya te llamo.
Muy bien hijo, pero llámame antes porque estoy dando vueltas por ahí.
Vale, diviértete.
                                                 Miré a Gemma con desilusión pero ella me animó.
No te preocupes, siempre pasa igual, casi nunca viene a dormir, aprovechemos el tiempo.  Volvimos a caminar y me fue enseñando varias cosas, dimos una vuelta en el Tren de la Costa, un tren pequeño turístico que recorría varios pueblos con dos azafatas que te mostraban las mansiones que se veían a los lados del río, cuando llegó casi medio día le propuse.
Te invito a comer, ya es hora de que te separes de los fogones.
Gracias, no sé cuanto hace que no cocinan para mí, bueno aparte de la tortilla que me hiciste, estaba deliciosa.
                                                 Entramos en un restaurante de bastante clase y nos sentamos detrás de una cristalera, la gente se movía en la calle como si fuera un día festivo, Gemma pidió lo que creyó que me gustaría, comida típica argentina, ya estábamos a la mitad cuando vimos bajar de un coche a mi hijo, iba conduciendo una mujer, me pareció mayor que él pero me sorprendió que aparcaron delante de otro restaurante de lujo, antes de entrar con la excusa de cederle el paso mi hijo le dio una palmada en el culo a la mujer, miré a Gemma que bajó la mirada, al momento recibí otra llamada de Javier.
Papá, lo siento, estoy en una reunión muy importante, no sé cuándo terminará, ni si
podremos comer, bueno algo pillaré por ahí, no creo que podamos volver a casa hoy, procuraré ir a dormir por lo menos aunque como se presenta la tarde… chau. 
 
                                                 Gemma no me miraba, comía sin decir nada pero yo rompí el silencio.
 
Ya he pensado un plan, a ver si te convence… ahora terminaremos de comer tranquilamente, luego daremos un paseo hasta el embarcadero y volveremos a tu casa y te propongo una siesta a la española pero sin dormir, tenemos toda la tarde y toda la noche para nosotros.  Por todo comentario me dio un beso en la boca y me apretó la mano, no la soltó y se la llevó a un pecho disimuladamente, se lo amasé ligeramente y pedimos el postre.
                                                 El paseo al embarcadero estuvo lleno de caricias, besos y arrumacos, hasta en la barca de regreso pude pasar la mano debajo de su falda y acariciarle el coño por encima de las bragas, cuando subía delante de mí la escalera de su embarcadero le di una palmada en el trasero, entramos directamente a su habitación, por la ventana entraba una brisa fresca del río que al rozar los pezones desnudos de Gemma se los puso duros, se quedó delante de mí enseñándolos y me lancé a por ellos, los juntó y los lamí hasta la saciedad.
Cogéme Pepe, haceme lo que quieras…
Sólo te voy a subir a las nubes.
                                                 Bajé por su estómago hasta su vientre plano, le lamí el ombligo y pronto busqué la mata de vello negro rizado, tenía los ojos cerrados pero mi lengua me indicó que allí no había pelo, abrí los ojos y me encontré el pubis recién depilado, sólo quedaba la sombra oscura en su piel blanca, ya no lo pensé y abriéndole los labios enterré mi boca atrapando el clítoris moreno, el gemido que se le escapó se oyó en todo el hotelito, abrió las piernas todo lo que pudo y se escurrió debajo de mi buscando mi polla que colgaba junto a mis huevos, se la tragó toda y la chupó hasta ponerla tan dura que tuvo que abrir la boca al máximo para poder abarcarla.
                                                 En el furor el primer momento no pensamos otra cosa que darnos placer y no paramos de comernos el sexo hasta que nos corrimos cada uno en la boca del otro, abrazados soportamos los mutuos espasmos y caímos exhaustos boca arriba, oímos los pasos del pescador, había recogido sus cañas y se iba a pescar otra vez, estábamos solos.
                                                 Gemma se levantó cuando se repuso, yo quedé desparramado sobre la cama, cuando volvió traía un tarro con mantequilla y sin pensarlo subió a la cama y me dijo.
Hoy te voy a dar mi cola, te lo mereces, siempre la he guardado por miedo a sufrir, ni a mi marido pude dársela, pero vos sos hoy el hombre más importante de mi vida y vamos a coger por todos los sitios.
Te lo agradezco Gemma a mí me gusta todo lo tuyo, no quiero que sufras por mi culpa.
Siiiit. No se hable más, me vas a partir la cola y lo voy a gozar.
Te lo digo de verdad, me gustas igual, tienes un cuerpo divino, acabo de comerte la concha y estaba más deliciosa que una milanesa, no hace falta que te haga daño.
No seas tonto, ¿me vas a despreciar esto?
                                                 La chica se arrodilló delante de mí y agachó la cabeza en la sábana, me mostró en primer plano sus nalgas blanquísimas, su piel oscura donde antes la cubría el vello y el agujero todavía virgen, arrugado y oscuro invitaba a aventurarse en él. Agachada como estaba me pasó el tarro de mantequilla, cogí una buena porción y la pasé entre las nalgas, ella acusó el frescor, todavía estaba fría pero se derritió entre sus cachetes, cuando noté que se deslizaba fácilmente con el dedo meñique repartí por todos los alrededores, casi le cubrí las nalgas, no quería que lo pasara mal por mi culpa, cuando sintió mi dedo pulsar el agujero se encogió otra vez.
Te lo digo en serio Gemma, no quiero hacerte daño, si quieres dejamos la mantequilla para el desayuno.
No Pepe, esa mantequilla te va a acompañar dentro de mí, mañana ya desayunaré con la que sobra, si es que sobra.
                                                 
                                                 La decisión de la mujer me animó bastante y poco a poco mi dedo como atrapado por un remolino marino fue haciendo espirales hasta que se introdujo en el ano, creí que me iba a rechazar pero Gemma ya había tomado la decisión y seguí, lo dejé entrar hasta donde pude, lo saqué y probé con el anular, casi entró igual, el corazón me permitió acariciar el esfínter por dentro y noté como se relajaba, al dedo mayor lo acompañé con el índice y ya noté cómo sus manos se aferraban a la sábana, los nudillos se le ponían blancos pero no se quejaba, unté con más mantequilla, ya derretida lubricaba muy bien y facilitaba la dilatación, con el pulgar acaricié el clítoris y esto le hizo desviar la atención y pudo admitir a los dos dedos bien adentro, lentamente fui rotándolos hasta que no noté resistencia, comprobé que realmente el esfínter era estrecho pero con mi infinita paciencia iba cediendo terreno. Con la otra mano me había puesto la polla lo suficientemente dura para que no se doblara al empujar, el glande estaba todavía blando y quise probar, me coloqué detrás pegado a ella…
Aún estás a tiempo Gemma, no me molestará si te arrepientes, me encanta tu culo pero tienes más sitios donde meterla.
No te pares ahora Pepe, llename el culo de carne.  Me causó gracia la expresión…
Como quieras, allá voy.
                                                 La chica se preparó tanto física como mentalmente, separó las piernas abriendo las nalgas y ladeó la cabeza agachándola más todavía, la oía respirar hondo cogiendo aire, las tetas descansaban en la sábana también.
                                                 El glande se aplastó contra el anillo medio dilatado, se deformó haciéndose plano, el agujero se hundió a su presión pero cuando no pudo resistirla lo dejó pasar, el capullo se adaptó a la forma pero fue obligando a que se abriera a su diámetro y cuando entró, el anillo se cerró tras él, tuve que untar con más mantequilla, tenía las manos, la polla y el culo de Gemma brillando de mantequilla, ella respiraba llenando los pulmones pero no se quejaba, sólo cuando notó cómo me deslizaba en su interior suspiró largamente.
Gracias Pepe, no ha sido tan malo, ya te noto adentro hasta el fondo, ahora movete.
Dame tus manos Gemma.
                                                 Pasó sus manos atrás, buscando las mías, se las cogí y la atraje hacia mí, la penetración no podía ser más profunda, su cara resbalaba por la sábana acompañada por sus tetas que rozaban haciendo marcas con sus pezones.
No pares Pepe, te noto casi en la garganta pero no pares.
¿Te hago daño?
No, eso ya pasó ahora sólo me das gusto, noto como me traspasas con tu pija gorda, el culo parece que va a romperse pero no te preocupes, no pares por nada Pepe, no pares.
                                                 Ya llevaba un ritmo bastante regular cuando ella empezó a temblar, lo noté en sus manos y en su espalda que se agitaba.
¿Qué te pasa Gemma, lo dejamos, te sientes mal?
Noooo, no pares Pepe, me estoy corriendoooo y es genial, sigue no pares.
                                                 Aceleré todo lo que pude hasta que la cabeza de Gemma se escurrió y se tumbó, le solté las manos para que se sujetara pero ella atrapó sus pezones y los pellizcó sin piedad, yo caí encima pero no me salí.
Gemma, me voy a correr también, ¿dónde quieres que lo haga?
Dónde estás Pepe dónde estás, este va a ser el bautismo de mi cola y quiero que la riegues bien.
                                                 Me cogí de sus hombros y empujé lo más que pude hasta adentro, mis huevos estaban incrustados entre sus nalgas y de mi polla no quedaba nada afuera, cuando noté un calambrazo en la nuca un rayo siguió hasta los huevos y la polla empezó a lanzar leche dentro de Gemma, quedé flotando sobre ella que me cogió las manos y las llevó a sus tetas, las estuve estrujando hasta que mi polla se salió, con ella un reguero espumoso y blanco se deslizó entre sus labios vaginales, cuando pude me ladeé a su lado, como un peluche.
Ha sido maravilloso Pepe, me has hecho muy feliz, me gustaría que te quedaras un tiempo aquí.
Y a mí, he pasado dos días fabulosos, eres una belleza, lástima que estés tan escondida.
Los hombres que se me han acercado lo han hecho pensando en mi negocio, no me interesan esas personas.
Lo entiendo, sólo deseo que encuentras a alguien que te quiera, es muy fácil enamorase de ti.
No seas boludo Pepe, no digas eso que me haces llorar, voy a hacer algo de cenar y seguimos en la cama.
Que sea algo ligerito quiero hacer el amor contigo hasta mañana.
Hacer el amor… que dulces palabras y qué bien lo haces.
                                                 Gemma volvió al rato con una bandeja de fiambres, una botella de vino tinto de Mendoza y una cafetera italiana con café expreso, entre tanto yo me duché y mientras estiraba las sábanas para cenar en la cama, ella se duchó rápidamente también.
                                                 Reconozco que la cena pese a ser ligera nos sentó de maravilla, habían de todo, queso, jamón (italiano) mortadela pan de cereales oscuros, haciendo rebanadas regadas de aceite de oliva fuimos comiendo como desesperados, los vasos se llenaban y se vaciaban rápidamente, por las tetas de Gemma corrían regueros morados de vino que se unían en el canalillo, yo procuraba que no llegaran al ombligo y los lamía hasta el cuello, cuando ya casi no quedaba nada, Gemma quitó la bandeja y la dejó en el suelo.
¿Has cenado bien?
Yo sí ¿y tú?
Me falta lo mejor, el postre, me hace ilusión una cosa.
Lo que quieras Gemma.
Me gustaría hacerte el amor yo a ti.
Si lo hemos hecho juntos.
Sí pero ahora seré yo quien te haga subir a las nubes.
                                                 Me encantó que ella quisiera hacerme feliz y no tardó en demostrármelo, me separó las piernas y metió la cabeza entre ellas, bajo su melena rizada no la veía pero la notaba, me estaba chupando los huevos, uno a uno, metiéndoles en su boca recién retocada de rojo. Sin llegar a tocarla consiguió ponerme la polla vertical otra vez, cuando la rodeó con sus labios estaba tan gruesa que tuvo que esforzarse y aspirar, creí que me iba a correr en ella pero lo notó y siguió subiendo sobre mi besándome el vientre y el pecho, las tetas se deslizaban sobre mi rozando los pezones ásperos y duros, cuando llegó a la boca me dio un beso tan ardiente que yo buscaba con las caderas donde tendría el coño para llenárselo pero ella no quería eso, siguió pasando sobre mi hasta ponerme los pechos al alcance de mi boca, los chupé a la vez que pasaba las piernas a mi lado.
                                                 Cuando volvió a sentarse sobre mi resbaló hasta notar mi capullo encajado entre sus labios, siguió y siguió hasta que se lo metió en la vagina, tras dos intentos se dejó caer y mi polla desapareció, con un leve movimiento iba adelantando y atrasando el culo sobre mi recorriendo su interior lubricado, yo me entretenía acariciando sus pezones mientras ella cogía velocidad, ya se levantaba justo hasta casi sacársela cuando se la hundía de golpe, me cogí a sus nalgas y levanté mis caderas para ofrecerle más carne, fue un sincronismo perfecto, no lo anunciamos pero con la mirada tuvimos bastante, nos corrimos a la vez, un concierto de jadeos y gemidos, de besos, de abrazos, de lamidas y chupadas… aún pude darme la vuelta y quedar sobre ella dando las últimas metidas, luego caímos extenuados.
                                                 Nos dormimos pronto, ya amanecía cuando noté que me estaba lamiendo otra vez la polla pero no tuve fuerza para corresponder, dejé que me sacara la poca leche que me quedaba en una eyaculación relajada, se relamió la leche que no se había podido tragar y se volvió a dormir a mi lado.
                                                 Ya eran las nueve de la mañana cuando me despertó.
Pepe tu hijo estará al llegar, vamos a desayunar.
Mmm que pena, me gustaría seguir una semana más.
Jajaja, eres un goloso, te gusta mucho lo dulce.
Y si sabe a tu concha más.
                                                 Desayunamos en la terraza junto al embarcadero, ya tenía la bolsa de la ropa lista y Gemma había preparado un desayuno especial, mucha vitamina y alimento, cuando llegó la barca pitó y Javier se asomó por la borda.
¡Eh! Papá ¿ya desayunando? Déjame algo.
                                                 Bajó de un salto y me abrazó, a Gemma le dio el beso consabido.
¿Qué tal Gemma, como se ha portado mi viejo?
¿A quién te refieres? ¿No será a tu padre?…
Claro, seguro que te habrá aburrido con sus historias.
Bueno… hemos intercambiado experiencias.
¿Y le has dado bien de comer?
Todo lo que ha querido y él a mi también.
¿Sí? eso me lo tienes que aclarar.
Si hijo sí, me ha dado a probar de todo lo de ella y yo de lo mío.
¡Papaaá! Que quieres decir, suena muy… raro.
Jajaja, Gemma me ha hecho comida italiana y yo le he hecho una tortilla española de patata,
¡Aaaah! Jajaja, había pensado mal.
Mmm o bien, quien sabe.
Bueno ya es hora de volver a la vida normal.
Y ¿cómo te ha ido a ti?
Pche. No ha estado mal, ya sabes, un poco de todo.
Aquí tienes tu maleta Javier, siento que no la hayas abierto siquiera, me gustaría que cuando vuelvas traigas a tu padre otra vez, le ha faltado mucho por ver.
                                                 La mujer me dio dos besos, bastante discretos pero su mano fue un poco más osada y se paseó por mi entrepierna.
Bueno Pepe, me gustaría mucho que volvieras algún día, tenemos muchas cosas que seguir haciendo.
Estaré esperando la próxima ocasión.
                                                 
                                                 La barca nos llevó dónde estaba el coche, pronto enfilamos la avenida principal y de momento le dije a Javier.
¡Para un momento!, ahora vuelvo.
Papá, que llegamos tarde.
                                                 Entré en una tienda francesa de moda, tenían perfumes y de todos complementos, salí con dos paquetes y le di uno a Javier.
Esto es un pañuelo para el cuello, regálaselo a Corina de tu parte, este otro es para tu madre de la mía.
Joder, que detallista eres papá, estás en todo.
Continuará
Agradezco sus comentarios.
Gracias

2 comentarios - Viaje de jubilado a la argentina 12

jorvac164
Pepe tendría que ser nombado embajador sexual de Argentina por la ONU.Se lo merece,jaja !!!!!!!! van 10.SAludos !!