Recuerdos de mi Primera Vez.

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Recuerdos de mi Primera Vez.
Fui un chico feliz. Sin grandes lujos, pero con mucha alegria. Vivíamos en una antigua casona, que habia sido dividida en dos. Nuestros vecinos eran un matrimonio, ambos mayores que mis padres. Él trabajaba fuera del pueblo, solo lo veíamos los fines de semana. Ella era una mujer madura muy atractiva. Morocha, de grandes senos y una encantadora sonrisa. A medida que fui creciendo, mis primeras erecciones fueron observando a Celia. Solia cruzar el patio trasero y colgarme de las ventanas de su habitación y en su baño. Empecé a masturbarme pensando en ella. Las primeras pajas de mi vida.
Una vez estaba tratando de observar, cuando sentí su presencia detrás de mí. ¿Qué hacés ahí nene? -me dijo-. Resbalé del susto y quedé tendido en el suelo. Celia me ayudó a levantarme y su escote se robó mi atención. Mi pene me delató. Mis pantalones cortos no pudieron disimular mi erección. Celia quedó sorprendida al contemplarla. ¿Estabas espiándome? -me preguntó-. ¡Perdón! -le dije murmurando-. Estás en una etapa de curiosidad -me dijo- es algo lógico. Quedó en silencio unos minutos. Me llevó a su habitación. Se quitó su blusa ante mi atenta mirada. Sus tetas desbordaban su corpiño. Se quitó el sostén y sus grandes pechos quedaron a la vista. ¿Querés tocarlos? -me dijo-. Sí -fue mi respuesta-. Mis manos acariciaron esas tetas hermosas, suaves y firmes. ¿Puedo besarlas? -pregunté-. Ella asistió y mis labios saborearon sus dulces pezones. Mi lengua recorrió con placer sus tetas. ¡Vas a tener que masturbarte -me dijo- sino vas a reventar!. Saqué mi pene y ella lo tomó con sus manos. Lo acarició con delicadeza, luego se arrodilló y lo metió en su boca. Lamió mi pija y chupó mis huevos. Yo estaba encantado. Seguií tocando sus tetas mientras ella chupaba mi pija. Luego se puso de pie, se quitó la pollera y dejo ver su vagina. Tenia abundante vello y un aroma que nunca habia sentido. ¿Te animás a probarla? -me dijo-. Seguí al pie de la letra sus instrucciones. Primero lamí sus labios. Mi lengua sintió una sensación increible. Estaba húmeda y caliente. Luego chupé su clítoris y escuché sus pequeños gemidos. Mis dedos entraban en su concha y quedaban empapados con su dulce flujo. ¡Es hora de que te conviertas en un hombre! -me dijo-. Se recostó sobre la cama y abrió sus piernas. Me indicó como debia hacerlo. Me acosté sobre ella e introduje mi pene erecto en su vagina caliente. La tomé de la cintura y empecé a cojerla. Ella gemia y me alentaba a acelerar el ritmo. Estaba follándome a mi vecina. Mis ojos observaban con detenimiento toda la escena. Mi pene dentro de su peluda vagina y sus tetas enormes moviendosé sin cesar. Era una sensación inolvidable. Mis sentidos aún recuerdan aquella tarde. Su dulce voz hablándome, el olor de su cuerpo transpirado y el sabor de su piel. Acabé dentro de su encantadora concha. Me aparté y quedé de pie frente a ella tratando de entender lo que habia sucedido. Celia introdujo sus dedos en su vagina y luego empapados de semen, los chupó con su labios. Antes de vestirnos, lamío mi pene hasta dejarlo bien limpio. Cuando estés aburrido -me dijo- vení a visitarme. Nadie supo de nuestro secreto. Celia fue mi primera mujer. Hubo muchos momentos más, pero el primero es el que siempre voy a recordar.

FIN.

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