Mi timidez y mis tías 26

Clara no había estado tan nerviosa como ahora, su pretendiente era don Benito, el médico del pueblo que se pasaba las sobremesas flirteando con ella en la barra del bar, mi madre no era ajena al tonteo y cada vez se arreglaba más para él, después de hacerse vestido nuevo con todos los complementos y enseñándomelos para que le diera el visto bueno, ya estaba más tranquila, pero impaciente para que Benito la invitara a su casa.
En principio era una visita de cortesía, yo también estaba invitado y conocería a su hija, de la cual me habían informado que tenía un carácter un poco especial, yo me había preparado un poco en sus aficiones y costumbres para romper el hielo.
El día que Benito le dijo cuando podíamos ir mi madre parecía andar entre nubes, ni una adolescente habría estado tan ansiosa, no sabía que ponerse ni estar quieta un momento, ese día llegó, mi tía eligió un sábado porque tampoco había mucho trabajo en el restaurante y le venía muy bien, Benito tampoco tenía consulta y en su casa no habían trabajadores en el campo que rodeaba la casa.
Cuando oímos el pito del coche del médico avisar de su llegada, mi madre pese a estar esperándolo saltó de improviso, me cogió de la mano y tiró de mí hacia la puerta para no hacerle esperar.
Yo cogí el libro que le había comprado a su hija y salí corriendo detrás de Clara, la alcancé en la puerta y le susurré al oído…
-       Por favor mamá, tranquilízate que pareces una colegiala, estás guapísima y a él le encantas, pero tómatelo con calma.
Benito salió a recibirnos, le abrió la puerta a Clara galantemente, como se veía en las películas antiguas, yo me senté detrás naturalmente, el coche olía a medicinas, alcohol y apósitos, Benito me saludó efusivamente y salimos en dirección al campo, recostado en el asiento trasero miraba por las ventanillas el paisaje cómo se transformaba en rural, pero no perdía detalle de lo que ocurría en el asiento de delante.
Mi madre hablaba por los codos, agitaba las manos y gesticulaba exageradamente, se notaba que estaba excitada con la excursión, por el contrario Benito, se mostraba educado y amable, tenía un humor irónico que era muy parecido al mío y me caía muy bien.
También tenía muy buena conversación, además de atender a mi madre me iba explicando cosas por donde pasábamos, curiosidades e historias, eso me ganó mi atención pues yo también soy muy curioso y me gusta saber y conocer de todo.
Cuando ya estábamos cerca salimos de la carretera y nos adentramos por un camino de tierra, estaba rodeado de campos llenos de naranjos y frutales, todo estaba muy cuidado y daba una sensación de calma, en un momento de silencio colectivo Benito pareció acordarse de momento.
-       Vaya que torpeza, no os he hablado de mi hija, se llama Alba, tiene 23 años y es muy guapa, y no es amor de padre, ya la conoceréis, pero tiene un carácter muy especial, a mucha gente le resulta huraña y poco social, la verdad es que no sale de la propiedad, no le gusta la gente del pueblo, pero entendiéndola un poco es encantadora, yo le he criado siempre para que sea una mujer especial, pero con su carácter no he podido dominarla, espero que tengas más suerte Manu.
-       Gracias por su confianza señor Benito, pero haré lo posible.
-       Por favor, Manu no me llames de usted, tenemos que ser buenos amigos, por mi te ofrezco toda mi voluntad.
-       Muchas gracias, lo mismo te digo.
Le golpeé el hombro en señal de pacto amistoso, mi madre nos miraba orgullosa, perecía que todo iba a las mil maravillas.
Cuando llegamos a una verja Benito bajo del coche y la abrió, luego pasó y enfiló el camino que llevaba recto a la casa, todo alrededor eran campos con árboles.
La casa debió ser en tiempos una masía o casa de campo grande y estaba rodeada de una valla que acogía todos los campos que le pertenecían, pese a ser muy grande estaba bastante cuidada, sobre todo la parte que se notaba habitada y un granero que parecía usarse para los aperos de labranza y para las cosechas, un garaje estaba adosado a la casa.
Benito aparcó frente a la puerta principal, abrió la puerta a Clara y le ofreció la mano para ayudarla a bajar, yo cogí el libro que había comprado a su hija y salí del coche, di una mirada alrededor y vi que desde la plazoleta de la entrada partían varios caminos hacia los distintos campos.
No se veía a nadie, Benito nos explicó que los labradores solo venían por la semana y los fines de semana volvían a casa.
Cuando ya íbamos a entrar, apareció en la puerta Alba, me quedé asombrado, yo me esperaba una chica amargada y triste, pero apareció una chica con una melena pelirroja, color azafrán, tenía la cara llena de pecas igual que los brazos, vestía muy sencilla, con una bata casi hasta los pies abrochada por delante con una serie de botones, el vestido era oscuro con una pequeñas florecitas minúsculas y un pequeño escote, los zapatos casi planos, aun sin ningún maquillaje tenía unas facciones bonitas pero con un semblante serio.
Benito nos presentó, a mi madre que era la invitada especial primero y con más detalle, a mí como su hijo alabándome en cuanto a mis estudios y amabilidad.
La chica nos saludó sin demasiado entusiasmo, y nos acompañó mientras su padre nos hacía los honores y nos enseñaba un poco la casa, cuando volvimos al salón Alba había preparado unos refrescos para todos.
Benito se ocupaba lógicamente de mi madre y yo me acordé del libro que le había comprado, fue cuando aparecieron en el saló dos gatos un poco desconfiados, pero de momento otro gatito joven vino corriendo desde otra puerta y de un salto se subió a mis piernas y se puso a ronronear para que lo acariciara.
A Alba le gustó que el gato me eligiera y muy atenta quiso quitármelo por si me molestaba pero le dije que me encantaban los gatos, además como eran de raza y yo me había leído el libro le dije que me encantaba aquel persa o el otro siamés, de paso le alargué el libro.
-       Alba te he traído un libro, tu padre me dijo que amabas los gatos y como a mí también me gustan he pensado que te alegrarías.
-       Muchas gracias, has acertado, me gustan mucho los gatos, y tengo bastantes, mi padre dice que son demasiados pero son preciosos, si quieres te los enseñaré.
-       Me gustaría mucho verlos.
A Alba se le ilumino la cara, me cogió de la mano y me llevó por un pasillo, mi madre había salido con Benito a ver los campos de naranjas, cuando pasamos a una habitación espaciosa amueblada con sofás y alfombras por todos lados habían muchos gatos, todos preciosos y muy bien cuidados, me fue enseñando unos cuantos contándome un poco su historia, por un gran ventanal entraba el sol y daba a todos los campos alrededor, mientras me enseñaba un animal me fije que entre unos árboles con las ramas bajas se podía ver a mi madre y a Benito, mi madre apoyada contra el tronco estaba besando al médico abrazada a su cuello, él le rodeaba de la cintura mientras le presionaba con una pierna entre las de ella, yo disimule pero Alba también se dio cuenta.
-       Parece que mi padre y tu madre se entienden bien, me gusta que esté acompañado y contento.
-       A mí también me gusta ver a mi madre feliz, no ha tenido pareja nunca?
-       Desde que murió mi madre cuando yo era pequeña no ha tenido pareja.
-       Y como puede estar tan solo?
-       Bueno tiene su profesión, trabaja mucho y siempre está pendiente de sus pacientes.
Cuando volvimos a mirar donde habíamos visto a nuestros padres ya no estaban, Alba me dijo.
-       Ya se han ido, pero yo sé donde pueden estar, quieres verlos?
-       Me gustaría, pero no les quiero molestar.
-       No te preocupes no nos verán.
La chica me llevó por un pasillo hasta otra habitación que parecía que se usaba poco, desde allí por una de las ventanas se veía la otra fachada trasera de la casa, había como un cenador con un balancín sofá, todo estaba rodeados de rosales y unas telas hacían de sombra, las telas se movían con la brisa, Alba abrió una rendija de la ventana y se podía ver a pocos metros el cenador, no se veía a nadie pero el balancín se movía, ya me iba a ir pero Alba me cogió de la mano y me dijo.
-       Mira, ahora se ven.
Me volví a asomar y solo vi medio cuerpo de Benito, pero era bastante, estaba desnudo de cintura hacia abajo y tenía la polla como un plátano, dura y curvada hacia arriba apuntando a su ombligo, se notaba que la acababa de sacar del coño de mi madre pues estaba mojada de liquido blanco y espeso, enseguida se volvió a coger la polla y la obligó a ponerse horizontal y empujó hacia adelante, mi madre no se veía pero el balancín cogió el ritmo de la follada.
Yo tenía la polla dura como Benito pero la chica a mi lado parecía que estaba viendo jugar a sus gatos.
-       Alba no te ha afectado lo que has visto?, yo me he puesto como un burro.
-       Yo no, no es la primera vez que le veo la polla a mi padre, lo he visto follar muchas veces.
-       Dices que has visto a tu padre con esa polla muchas veces y no te pones cachonda?
-       No, a mi no me atrae el sexo, soy asexual.
-       Cómo asexual?, entonces no te gustan los hombres?
-       No es que no me gusten los hombres, ni las mujeres claro, simplemente que es una parte del cuerpo más, desde pequeña mi padre me ha enseñado que el cuerpo no tiene nada de malo y siempre me ha explicado las diferencias entre el hombre y la mujer, siempre nos hemos visto los dos y nunca ha pasado nada, mi papá es muy inteligente.
-       Pero ver a tu padre con la polla en ese estado no te excita?
-       Lo he visto otras veces y no.
-       Y no te ha dado curiosidad por tocarlo o verlo de cerca?
-       Pues no, unas veces lo he visto blando y otras duro.
-       Y no has visto a otro hombre más que a tu padre?
-       Bueno si, una vez vino un labrador con su hijo, era un poco más joven que yo, un día lo vi meando detrás de un árbol, me escondí y le quise dar un susto, si que se lo di y yo también, en la mano tenía una polla mucho más grande que la de mi padre, la tenía blanda pero al verme se le puso dura y era enorme, se la empezó a mover y me dijo que si quería tocársela, pero no quise, me quedé mirándolo hasta que le salió un choro de la punta que llegó muy lejos, eso sí que me pico la curiosidad, luego se fue porque le llamaba su padre.
Entre las cortinas del velador se veía a veces el cuerpo de mi madre, con las piernas abiertas recibía la polla de Benito, y gemía cada vez que se la enterraba, yo estaba que no podía aguantar más el dolor de huevos, a mi lado Alba miraba igual que yo pero no mostraba en más mínimo efecto, pero yo la notaba a mi lado pese a que llevaba una bata que parecía un guardapolvo de pintor largo hasta los pies y abrochado hasta el cuello y holgado que no se notaba la más mínima curva, pero aun sin llevar perfume olía a flores frescas y eso me ponía cachondo.
No pude resistir y me saque la polla y los huevos por el hueco de la bragueta, cuando se volvió Alba hacia mí y me la vio se quedo pensativa.
-       Qué te parece mi polla Alba?,
-       Pues es diferente a la de papá, la tuya esta recta, pero es más pequeña que la del chico del labrador.
-       Y estaba tan dura?
-       No sé, no se la toque, pero la suya estaba cubierta por la piel y la tuya no.
-       Y no te gustaría saber cómo es su tacto, te aseguro que es muy suave.
-       Como quieras pero a mí me es igual,
Le cogí la mano y me la llevé a la polla, la tocó con el revés de la mano y tuve que abrirle les dedos para que la abarcara toda, ella se quedó quieta sin moverla, yo quería que la hubiera cogido y me hubiera hecho una paja por lo menos, pero ante la indiferencia que me la cogió se me bajo, quedando colgando entre sus dedos.
-       La del chico estaba recta y dura y la tuya se ha puesto blanda enseguida.
-       Eso es porque me falta motivación, si quieres te puedo tocar y a lo mejor se vuelve a poner dura.
-       Como quieras pero a mí me da lo mismo, donde quieres tocarme?
-       Qué te parece si te toco las tetas?
-       Me es indiferente, como si quieres tocarme las rodillas.
Mis manos fueron directamente a buscar la teta más cercana a mí, por encima de la ropa tan poco atractiva, note la dureza, tenía una forma redondeada y tibia pero no podía contentarme con eso, mientras la chica seguía con la polla blanda entre sus dedos esperando a que subiera.
Busque los botones que abrían la bata y le despasé desde la cintura hasta el cuello, esperaba ver un sujetador basto, antiguo y rígido, pero mi sorpresa fue fulminante cuando metí la mano y cogí su pecho en directo, no me lo podía creer y le abrí la bata, las dos tetas aparecieron ante mí, y no llevaba sujetador, la dureza que tenían era natural, parecía que le iban a estallar, apenas dejaban marca mis dedos cuando las apretaban, la bata disimulaban toda la turgencia que había debajo, por eso no se notaban sueltas de lo duras que estaban, eran redondas y le llegaban desde las axilas hasta que se juntaban en una perfecta semiesfera, estaban llenas de pecas y las areola rojas como su piel con un pezón apenas notable, las estuve masajeando, la chica no tardó en notar como mi polla se iba levantando en su mano y poniéndose dura, pero seguía sin mover ni un dedo, me cogí a su cintura y le ayude con mi mano para que le diera movimiento a la suya mientras le amasaba las tetas, ella cuando le soltaba la mano dejaba de moverla y dejaba de presionar, mi polla estaba dura como una barra de hierro y la chica no reaccionaba, con las dos manos le estuve apretando las tetas juntándoselas y haciéndole toda clase de caricias pero ella seguía inmóvil a mi lado.
Mi madre seguía recibiendo la polla del médico, cada vez que se la sacaba se le levantaba como un muelle hasta golpearle el ombligo, luego tenía que forzarla para encararla al coño de Clara.
Con el calentón que llevaba yo tuve que desistir, cuando vi que aun llevándole de la mano Alba no me llegaba a hacer una paja le solté la mano y me la tuve que hacer yo mientras con la otra seguía apretando las tetas durísimas, cuando le dije que me iba a correr fue cuando demostró interés, y quiso ver de cerca el semen salir, se puso delante de mi mirando fijamente el agujero por donde iba a salir, cuando bajaba mi mano por el tronco el agujerito de abría como un pez en el agua y ella seguía hipnotizada, de momento salió el primer chorro, no le avisé y le fue a dar en la comisura de los labios, los siguientes fueron cayendo sobre ella hasta que los últimos le llenaron las tetas de leche espesa, ella con un dedo recogió de su labio el goterón que tenía y se lo metió en la boca, yo me quedé expectante a ver lo que decía.
-       Hace un gusto raro, un poco salado, pero no está malo.
Luego con las manos repartió el semen que tenia sobre su pecho como una loción, en un pezón se había quedado una lágrima de leche y le cogí la mano a tiempo de que no la repartiera también.
-       Espera, déjame que lo pruebe yo también.
No era la primera vez que yo probaba mi semen, en muchas ocasiones había besado a una chica después de que se hubiera tragado mi lechada, pero quise con la excusa de probarlo lamerle el pezón y probar a sacárselo duro.
Alba misma me acercó su teta a la boca, mis labios succionaron el pezón untado de leche pero se dedicaron a aspirar y meter toda la areola en mi boca, con la lengua lamía el pezón que poco a poco iba saliendo, con la otra mano apretaba la otra teta y notaba que también se hacía notar, estuve lamiendo, mordiendo y chupando ávidamente las tetas de Alba que se dejaba hacer, ella solo sostenía el vestido separado para que yo pudiera chuparle las tetas, cuando me faltaba el aire me separé de ella, me miró y me preguntó.
-       Te ha gustado el semen?, verdad que está un poco salado?
Yo me guarde la polla blanda aún goteando leche y miré hacia donde estaba mi madre, ya no estaban, miramos alrededor y al momento oímos sus voces dentro de casa, Alba se abrochó el vestido precipitadamente y yo me arreglé la polla para que no se notara nada, cuando salimos comentábamos los gatos que tenía.
Nos unimos a mi madre y al suyo, le estaba enseñando su consulta, mi madre se quedó rezagada y me cogió la mano, se nos quedaron pegadas, Clara me miró y me dijo.
-       Parece que llevas la mano mojada.
-       Yo diría que tú la llevas llena de leche de Benito.
-       Pues la tuya parece que está llena de flujo de Alba
-       Te equivocas, es de mi leche.
-       Aah! Ya me contarás.
Fuimos detrás del médico a su consulta, era una pieza no muy grande pero tenía todo lo necesario, además de su mesa con el ordenador tenía diferentes aparatos, de medir tensión, electrocardiograma, mesa de luz para ver radiografías además de una camilla con un biombo para más intimidad, pero lo que más me llamó la atención que tenía una camilla que según me explicó era para exploración ginecológica, tenía unos soportes que e dijo que eran para más comodidad al apoyar las piernas en ellos, con una cortinilla que se ponía delante para que no viera la paciente, me gustó la idea y le hice muchas preguntas que él me contestó con detalle, luego no fuimos al comedor donde ya estaba la comida preparada, había encargado a un restaurante una serie de manjares que los habían traído un momento antes de llegar nosotros.
Comimos animadamente, todos teníamos mucho apetito y la comida estaba deliciosa, cuando terminamos después del café mi madre le dijo a Benito que le gustaría preguntarle algo como paciente aprovechando la consulta, él se ofreció gustoso, Alba me miró y sonrió, cuando se fueron nuestros padres, la chica me dijo al oído.
-       Ven que te voy a enseñar un secreto.
Me llevó a una habitación que usaban de trastero, había una mesa arrimada a la pared y varios armarios con libros de medicina, me hizo subir a la mesa, yo no entendía nada hasta que me enseñó detrás de unas cajas una ventana que daba a la consulta, tenía unos cristales abatibles que ella fue abriendo lentamente, al otro lado vimos como entraban a la consulta mi madre seguida de Benito, nada más entrar, el médico cerró la puerta y mi madre lo rodeo con sus brazos, se besaron apasionadamente, el médico no le dijo lo que tenía que hacer, mi madre se quitó la ropa enseguida, se quedó con el sujetador que se había comprado y que realzaban sus tetitas y sus braguitas a juego, Benito, le siguió el juego y se desnudó del todo y luego se puso la bata de médico, no se la abrochó y le salía la polla entre la abertura de la prenda blanca, mi madre le señalaba su coño y él le indicó que subiera al potro, Clara le obedeció y puso las piernas en los soportes, el medicó se sentó frente a sus piernas y le separó las bragas a un lado, el coño de mi madre brillaba ya de humedad, Alba junto a mí miraba expectante, yo con la polla dura a punto de reventarme el pantalón.
Benito le estuvo reparando los labios del coño de mi madre hasta que viendo que le molestaba la braga se la quitó estirándola por las piernas, mi madre ayudó levantando el culo, cuando puso otra vez las piernas en los soportes, el médico los separó y los fijó dejando las piernas totalmente abiertas, los labios de Clara se abrieron dejando ver la entrada de la vagina rosada bajo del clítoris, Benito se cogió a las nalgas de Clara y metió la cara entre los muslos de Clara, ella sintió un estremecimiento, pero se relajó abriendo más las piernas, Benito le separó los labios y le lamió la vagina, su lengua le entró chupando los jugos que salían, mi madre se retorcía en la camilla, pero Benito no dejaba ningún rincón por lamer, el clítoris tuvo un tratamiento especial, abrió los labios dejándolo solo entre las ingles, le pasó la lengua desde bajo hasta arriba dejándolo descubierto de piel como una almendra pelada, mi madre se movía sin parar, levantaba las caderas ofreciéndole su coño para que Benito le llevara al orgasmo, entre la bata del médico asomaba la polla mirando al vientre.
Alba estaba pegada a la ventana, mi cara al lado de la suya sin perder detalle, la mano de la chica rozó la mía y no la solté, la llevé hasta el bulto que se marcaba bajo mi pantalón, ella la mantuvo sobre mi polla pero sin mover ni un músculo, mis manos ya no pidieron permiso y abriendo varios botones le cogieron las tetas, ella seguía mirando sin pestañear, pero su mano seguía quieta, me decidí y solté los botones del pantalón y baje la bragueta, el pantalón cayo a mis pies y la mano de Alba seguía sobre mi slip, cubría todo lo que podía de mi dura polla pero no hacía ningún movimiento.
Mis manos recorrían sus tetas, sus pezones no se salían y eso me molestaba, las tetas eran como dos piedras, tibias, suaves, pero parecían de mármol.
Me asomé pegando mi cara a la de Alba, su padre ya se había levantado de la silla, en ese momento se estaba quitando la bata, tenía un cuerpo cuidado y con la polla a tope estaba apetecible, mi madre lo esperaba, el se acercó y le paseó la polla por toda la raja, desde el ano hasta el clítoris, Clara se deshacía en suspiros y gemidos, hasta que él se cogió fuertemente la polla y la obligó a ponerse horizontal, se la metió directamente, mi madre estaba encharcada en jugos y lo recibió gimiendo de placer, estuvo recibiendo las acometidas de Benito, pero desesperada de no poder participar le pidió bajar, él le ayudó y mi madre le hizo sentarse en su sillón, Clara se subió sobre sus piernas y cogiéndole la polla se la dirigió al coño, con solo notarla en la vagina se dejó caer clavándosela hasta dentro.
Me baje el slip, mi polla quedó suelta, pero la chica no la cogió, tuve que ser yo quien volviera a cogerle la mano y llevarla hasta el tronco duro, ella apretó los dedos pero no la movió, simplemente la sostuvo quieta, yo empecé a moverme de delante hacia atrás, le polla resbalaba entre los dedos de Alba lentamente, no movía ni un músculo, pero por lo menos dejaba que le magreara las tetas, pensé yo.
Mi madre saltaba sobre Benito se dio la vuelta y se sentó de espalda a él, Benito le soltó el sujetador y se lo quitó cogiéndole las tetas menudas, yo le apreté las de Alba queriendo comparar, no había comparación posible, Alba me apretó un poco la polla y yo se lo agradecí presionándole el pezón.
Mi madre se arrodilló frente a Benito y le cogió la polla llena de flujo, se la metió en la boca después de lamerla y retirarle el prepucio hacia atrás, el glande brillaba de color morado.
Alba al verlo de ese color miró el mío, también lo estaba, brillaba entre sus dedos cuando yo empujaba hacia adelante.
Volvió a mirar por la ventana, Clara se metía la polla hasta el fondo de la garganta, su padre, miraba al techo con los ojos cerrados, le cogía la cabeza a Clara y le marcaba el ritmo, levantó las piernas y Clara le lamió el ano mientras le apretaba los huevos hacia arriba, luego volvió a tragarse la polla, cuando Benito empezó a gruñir mi madre cogió la polla con las dos manos dejando solo el capullo dentro de la boca, su cabeza se movía rápida apretando el glande solo con los labios, cuando el médico se puso rígido, mi madre se detuvo, sus mejillas y sus garganta denotaban que estaba tragando el semen que recibía a raudales.
La mano de Alba presionaba mi polla cada vez más, seguramente ni ella se daba cuenta, pero de momento se separó de la ventana y me dijo.
-       Manu quiero probar tu semen como tu madre.
Se arrodilló frente a mí e imitó a Clara, al principio me lastimaba con los dientes, se lo tuve que explicar hasta que aprendió a hacerlo con la lengua y los labios, en ocasiones se la metía más de lo que pensaba y le daban arcadas pero ella no desistía, seguía mamándomela, poco a poco fue tomando confianza y metiéndola cada vez un poco más honda, casi llegó hasta las tres cuartas partes, yo le cogía la cabeza y le marcaba el ritmo adecuado.
Le avisé un momento antes de eyacular, Alba se sacó casi toda la polla de dentro de la boca y me apretó los huevos, los tenía rugosos y duros, con los labios solo sujetó el glande y cuando empecé a derramar leche ella la iba almacenando en su boca, cuando di el último empujón, la chica relamió el glande y me enseño la boca llena de semen, no lo trago enseguida, lo saboreo y después de mantenerlo un poco en el paladar se lo fue tragando, con un dedo repaso sus labios por si le había quedado algo.
Nos asomamos cuando mi polla ya iba de bajada, mi madre y Benito estaban tumbados en la camilla aparentemente hablando relajadamente, evidentemente estaban más cansados que nosotros.
Alba y yo nos sentamos en el canto de la mesa, yo continuaba con la polla colgando y ella con las tetas al aire, me cogió una mano y me preguntó seria.
-       Manu, te puedo hacer unas preguntas?, tengo curiosidad y no quiero preguntárselo a mi padre.
-       Naturalmente Alba, pregúntame lo que quieras, si lo sé no hay problema.
-       Siempre he tenido una duda…. Porqué los chicos tenéis esa fijación por las tetas de las chicas? Para mí solo son una incomodidad.
-       Pues no sé a los demás, yo te diré lo que pienso yo, para mí las tetas son como una identificación de la feminidad de las chicas, igual que sus curvas, las caderas, las nalgas, el sexo, es un forma de sentir en tus sentidos al otro sexo, además cuando acariciamos a una chica a la vez de que nos gusta sentir el roce de su piel o el aroma de su pelo o la aspereza de sus pezones, (aunque nosotros también tenemos pezones y también son sensibles), pero esperamos que estas caricias sean bien recibidas por la chica y noten que queremos hacerles gozar y ellas nos correspondan igualmente donde nos gusta a nosotros, supongo que a ellas también les pasará lo mismo.
-       No sé, pero a mí no me atraen nada de los chicos, nunca pienso en su pene y no comprendo cómo podéis tener eso ahí colgando sin molestaros, unas veces blando y otras veces duro.
-       Creo que es cosa de la naturaleza, yo me imagino con unas tetas como las tuyas y sería feliz, siempre estaría acariciándomelas, pero siendo chico, por eso las deseo tanto, mientras que a mi polla ni la noto entre mis piernas.
-       Yo admiro la capacidad de la polla de ponerse dura tan pronto, la de mi padre cuando está blanda es pequeña y cae entre sus huevos pero cuando se empina ya ves, se le pone arqueada como una banana hacia el ombligo, debe sufrir para poder ponerla horizontal, la tuya es más lógica.
-       Bueno creo que eso será una característica de cada persona, ya ves a mi madre, tiene una tetas pequeñísimas, en cambio unos pezones como olivas, siempre salidos, tú tienes unas tetas perfectas, duras, altas, redondas, pero tus pezones apenas salen.
-       No me gustan mis tetas, realmente solo me servirán para amamantar cuando llegue el momento.
-       No estoy nada de acuerdo, a mi me encantan y ya ves como se me ha puesto la polla nada más chupártelas.
-       A mi padre le pasa igual cuando viene alguna visita, siempre acaba en la consulta.
-       Y tú le espías cuando folla?
-       Según, si es con alguien que me intriga o que puedo ver cosas nuevas sí.
-       Y vienen muchas visitas a la consulta?
-       Bueno, vienen muchas pero para que les cure, pero mi padre se reúne en el pueblo con la gente más importante y a veces viene alguien a verlo.
-       Y que gente hay en el pueblo importante?
-       Los de siempre, doña Francisca la condesa, el farmacéutico, el cura, la veterinaria, el comisario de policía y don Martin que tiene una tienda de señoras.
-       Y se reúnen con la condesa?.
-       Bueno en su casa, aunque realmente no es condesa, es una señora no muy mayor que se casó con un viejo rico y enviudó, y luego se volvió a casar con un señor que decía que era conde, pero realmente se había casado con una condesa antes, ahora es rica y no muy mayor.
-       Y vienen visitas a la consulta.
-       Si, algunas.
Al rato oímos las voces de nuestros padres desde la consulta que se estaban vistiendo, hicimos lo mismo y salimos al jardín, cuando llegaron hasta donde estábamos nosotros nos anunciaron que ya nos llevaba de vuelta.
Me despedí de Alba, me dijo al oído que lo había pasado muy bien y que le había gustado mucho mi semen, yo le dije que a mí sus tetas me volvían loco, Alba simplemente sonrió.
Continuará

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