Novia goloza

 Buenos tardes. Soy nuevo en esto de los relatos eróticos, pero después de descubrir lo puta que es mi mujer, he decidido compartir con vosotros las aventuras que vivimos cada día.
 Mi descripción no sería nada del otro mundo ya que no paso de ser un chico normal de 175cm, algo gordito con poco pelo y ojos azules. No termino de entender como aquella mujer pudo enamorarse de mí. Desde aquí os contaré todas nuestras experiencias tal y como fueron, intentado ceñirme con pelos y señales a nuestros encuentros reales.
 Desde el primer día, nuestros encuentros sexuales fueron verdaderos volcanes en erupción. Sus continuas corridas siempre me han puesto a mil. Es increíble estar con una mujer que disfrute tanto del sexo y de una polla. Alguien que te permita hacer todo lo que quieras. Este primer relato, salió espontáneo.
 Era Sábado por la noche y decidimos ponernos guapos para acudir a uno de esos restaurantes de nuestra ciudad de más caché. Comida tailandesa en el Paseo de la Habana. Unos chinos y una camisa y el coche en manos del aparca. Y entramos.

 Seguro que estáis deseando saber cómo iba ella vestida, pero sinceramente, eso os podría generar un buen calentón. Llevaba un vestido negro ajustado, incluido un escote de los de quitar el hipo, con unos zapatos de tacón negro, medias de cristal de liga, un tanga y un sujetador negros resaltando sus espectaculares tetas talla 95 que muestra sin reparos, porque sabe que me encanta poner cachondo a todos los tíos que la miren. Estaba espectacular y el ambiente y el sitio invitaban a la intimidad...

 Me fui al aseo, como siempre hago en estos sitios caros, con el fin de poder comprobar la calidad del sitio, y allí, me quite los pantalones, para sacar mi bóxer..., no dejaba de pensar en la cara de sorpresa que ella pondría cuando lo dejara en su plato. Al dejarlos, ella se mordió los labios mirándome a los ojos.., había despertado a la bestia. Luego me confesó que su sexo se había mojado al ver el bóxer que posteriormente guardó con lentitud en su bolso, sin importarle si alguien pudiera vernos.

 Decidimos pedir un menú degustación ya que al no conocer el sitio, parece algo adecuado para la ocasión. Una jarra de sangría de cava hizo el resto. Mientras esperábamos que la sucesión de platos pasara por la mesa, mi mano empezó a acariciar sus muslos, primero sobre sus medias y posteriormente por esa zona desnuda que tanto me calienta tocar.
 Sus piernas estaban cubiertas por el mantel, pero lo quité de golpe, porque no me importa en absoluto que alguien pudiera haber visto lo puta que es mi mujer. Mis caricias se prolongaban entre su entrepierna hasta que pude rozar su cueva de placer, su sexo..., que como esperaba estaba totalmente empapado, su tanga negro mojaba mis dedos solo con rozarlo, era un buen momento para seguir jugando.

 - "Quiero que te quites el tanga aquí mismo".
 - "Eres un cabrón", me respondió.

 Pero lo hizo. 

 Mirando disimuladamente a uno y otro lado, levantó un poco su culo, para bajar su tanga hasta sus tobillos, y una vez ahí se agachó para agarrarlo y me lo puso sobre mi polla en estado de alteración desde hace rato. Apretó mi polla con fuerza durante un instante mientras se mordía los labios y me miraba muy cerquita. Un buen morreo se llevó.

 En esas circunstancias de extremo deseo, el resto del mundo pasa a un segundo plano y desconozco si alguien pudo apreciar el ambiente de calor infernal que derrochaban nuestros cuerpos.
 Tuvimos que parar al ver llegar al camarero con una serie de platos orientales a cual más extraño y más raro, que nos hizo acordarnos de todos esos asadores de carne que hay por la zona. Aunque pensándolo bien, yo pensaba comer carme y con salsa. Antes de empezar a comer, mi mujer, que le encanta ponerme cachondo, me susurró al oído :

 - "Quiero comerte la polla aquí y ahora".

 - "Estás loca, esto está lleno".

 - "Me da igual, al menos quiero metérmela en la boca, aunque sea un segundo".

 - "Pero chica, que nos van a ver, no podemos estar tan locos. ¡No seas tan puta!".

 Empezó a desabrocharme el pantalón hasta que sacó la polla del bóxer y la dejó fuera tapada por el largo mantel que nos ayudaba. Entonces y casi por sorpresa, se agachó hasta mí, levantó un poco el mantel y metió su boca en mi polla. Fue un segundo, pero lo hizo delante de todo el mundo ante mi sorpresa y yo creo que exenta de cualquier tipo de razocinio humano. Así es ella. Un autentico putón.

 Volvió a su plato y empezó a probar la comida. Estamos cardiacos. Y mi mano, sin decir nada, mientras trataba de comer sólo con un cubierto, prosiguió su exploración por su coño desnudo, empapado. El mayor secreto sexual de mi mujer son sus squirts (abundantes corridas), son increíbles. Aún recuerdo nuestra primera vez en mi cama de soltero, totalmente empapada y como me regalaba uno y otro de forma continuada, es increíble la de veces que puede llegar a correrse y como es capaz de empaparte completamente. Chicos, una experiencia maravillosa, Chicas, la total excitación.

 Pues bien, ahora sin tapujos, empecé a masturbarla su clítoris buscando que llegara a tener alguno de sus putos orgasmos, y no fue uno ni dos, sino una sucesión de corridas que la hizo estar sentada el resto de la noche sobre una silla mojada sobre su coño. Era el momento de parar, de dejarla como una perra en celo caliente, dejarla como lo que es. Como una autentica puta deseando polla gorda en su coño. Y así lo hice, saqué mi mano, cogí mi cubierto y empezamos o proseguimos nuestra cena romántica a la luz de las velas en el centro de Madrid. Algas, arroz, algo de carne no muy definida, pato laqueado y algo más sangría. A ella creo que no le gustó ningún plato. Intuyo que estaba más deseosa de una salchicha sin kétchup que de esas exquisiteces. 

 Alguna de las veces que vino el camarero a traernos los platos pude comprobar cómo se le escapaba una miradita a sus tetas..., aunque no me extraña que le pasara porque mi mujer es experta en recibir miradas de extraños que en cualquier circunstancia le comen las tetas con la mirada, porque comerlas comerlas, saborearlas, pellizcarlas y tocarlas... sólo lo hago yo.

 Merece la pena que os imaginéis las tetas que tiene. Son una 95 ó 100, pero tiene unos pezones grandes y son verdaderos caramelos. Imaginaros como se pueden mover cuando me cabalga, o cómo lo hacen cuando la penetro en la típica postura del misionero. Como os he dicho es muy puta, y siempre lleva escotes que afectan los sentidos. Es muy fácil saber el color del sujetador de mi hembra porque suele ir visible. Por no decir que nunca usa el sujetador de los bikinis. En alguna ocasión os contaré como se quitó el sujetador con esa camisa blanca mientras comprábamos 
en un centro comercial. En fin, un imán para las miradas furtivas, aunque reconozco que me encanta que os la comáis con la mirada y soy el primero que la invito a que vista así.

1 comentario - Novia goloza

mdqpablo
Muy linda historia . Ya querenos leer las que vienen . Dejamos pts que nos quedaron .bienvenidos a p!