Que importante es saber idiomas....

Cuando era joven salió la posibilidad de hacer un viaje con mis viejos a Italia. La familia de mi mamá es de alla, y mis abuelos se vinieron para Argentina antes de nacer mi mamá. Mis viejos no conocían Europa, y la excusa perfecta era ir a visitar familiares. Yo tampoco conocía Europa.
Estuvimos planeando el viaje como por un año. En Italia nos íbamos a hospedar en casa de familiares, que son muchos y están desparramados por todo el país, así que eso ayudaba bastante con el tema económico, ya que no somos una familia muy pudiente por así decirlo.
La que se encargaba de arreglar todo era mi vieja, porque es la única que sabe italiano de nosotros tres….
Llegado el momento, nos embarcamos y nos fuimos.
Al llegar a Italia, después de un viaje un tanto agotador, nos estaban esperando en el aeropuerto algunos tíos de mi mamá. Todos nos saludaban como si nos conociéramos de toda la vida, y yo gracias si conocía a alguno de nombre nomás, pero retribuía el saludo de la misma forma.
Nos llevaron a la casa de uno de los tíos, donde teníamos una habitación preparada para nosotros tres esperándonos. En seguida nos prepararon algo de comer, algo para tomar, nos trataban como reyes la verdad, y se ponían a hablar a los gritos y reírse, bien de italianos.
Yo los miraba de afuera, y me reía de compromiso, porque la verdad que no entendía de lo que hablaban.
Empezaron a caer familiares de todos lados. Algunos vivían en el mismo edificio, otros venían de pueblos cercanos, a menos de 5 km.
Venía todo mas o menos tranquilo, hasta que vi entrar a una nieta de un tío de mi mamá. Un chica de unos 22, 23 años, Alessandra. Morocha, pelo lacio, flaquita, ojos marrones, y típico de italiana, bastante pechugona. Estaba vestida bastante normal, tenia un pantalón negro y una remera un poco escotada negra lisa.
Me quedé mirándola por unos instantes, yo creo que me debe haber caído baba de la boca abierta….hasta que me miró y justo nos presentaron, ahí volví a la realidad.
Obviamente la saludé con dos besos en las mejillas, como se saludan allá, y sin entender una palabra de lo que me hablaban.
No teníamos muchos días para pasear y conocer el lugar, los paisajes, las ciudades, etc y además visitar a todos los familiares….. Así que siempre venía algún pariente y nos llevaba de paseo y a recorrer y charlar de la vida. Yo empecé a aprender algunas palabras, pero no mucho, solo lo esencial tipo buen día, por favor, gracias.
Generalmente a la noche cenábamos en la casa de los parientes que no alojaron, y esas cenas aparecía Alessandra. Yo no podía parar de mirarla, y ella a mi tampoco. Claramente no podía hablarle, así que solo eran miradas cruzadas. Más de una vez me encontró mirándole el escote.
Cena a cena, los escotes eran mas pronunciados, pero no avanzaba más de ahí. Ella se daba cuenta que me quedaba bobo mirando esos pechos, y cuando yo levantaba la vista, me encontraba con su mirada pícara y una sonrisa cómplice.
Faltaban dos días para irnos de esa casa hacia otra en otro pueblo, y yo una esa mañana decidí quedarme en la cama, estaba medio podrido de conocer gente con la que no podía ni hablar, salir, dar vueltas, y solo entenderme con mis viejos. Ese día les dije que vayan ellos que yo me iba a quedar durmiendo. Confianzudos como son, los tíos de mi vieja me dejaron la llave del departamento y se fueron con mis viejos. Cuando salieron me metí en la ducha, y mientras me daba un buen baño no paraba de pensar en las tetas de Alessandra. Me las imaginaba enjabonándolas y manoseándolas todas, y eso hizo que se me ponga gomosa la pija. Un poco me toqué, pero no mucho. Salí de la ducha, me sequé, me vestí y salí del baño. Me senté en el comedor a ver un poco de tele, pero por más zapping que hiciera, no encontraba un canal que pudiera entender. Solo podía quedarme un rato mirando algo de deportes.
Ya llegando el mediodía, me levanto y voy a la cocina para ver que me podía preparar para comer. Mientras miraba en la heladera, escucho q se abre la puerta. Cuando me asomo a ver quien era, me sorprendo al ver a Alessandra
A: buon giorno! Come stai?
Y: buon giorno! (Es lo poco que aprendí a decir, significa buen día)
Acto seguido empezó a hablarme en italiano y rápido, no le entendía nada, y se dio cuenta….
Vi que fue a una habitación, a la otra, al baño…. Como si estuviera buscando a alguien. Como no encontró a nadie, se acercó a mí pero con pasos lentos, con la cabeza como mirando hacia abajo, pero mirándome a los ojos. Con sus manos empezó a desabrocharse uno a uno los botones de la camisa que tenía puesta. Seguía acercándose y yo me empecé a excitar. Cuando ya estuvo a un paso mío terminó de desabrocharse el último botón y levantó la cabeza. La miré a los ojos y sin decir nada avancé sobre ella. Con mis manos la tomé de la cintura, por entre medio de su piel y la camisa que todavía tenía puesta. La pegué a mi cuerpo y la besé en esos labios carnosos que desde hace unos días me venían provocando.
Ella con sus brazos me rodeó el cuerpo y acarició la espalda. Ya podía sentir su agitada respiración. Subió con sus manos hasta mi cara, me tomó de mis mejillas y me separó de sus labios. Acto seguido, llevo mi cara entre medio de sus pechos. Me los ofreció directamente. Yo sin sacarle el corpiño hundí mi cara entre medio de esas dos montañas de placer. Se terminó de sacar la camisa en algún momento que no me di cuenta, y se desabrochó el corpiño. La ayude a sacárselo. Cuando se revelaron ante mi esos pechos, no lo podía creer. Eran los más grandes que había tenido frente a mí en toda mi vida. Los tomé entre mis manos, supiera era tersa y suave, su color era blanco, su textura al manosearlos era firme, por su temprana edad estaban en su lugar aún con el tamaño y peso que poseían, su pezón era chiquitito y rosado, y por la excitación, estaban duros, no eran muy puntiagudos, pero si muy duros.
Entre medio nuestro, mi pija empezaba a crecer. Ella se dio cuenta y cuando ya estaba de un tamaño considerable, la tomó entre sus manos y empezó a masajearla. Con una mano me la apretaba en la base y con la otra recorría el largo del cuerpo hasta la cabeza, haciendola aparecer y desaparecer de su mano. Con cada apretón en mi pija, escuchaba un gemido y un suspiro de su boca. Yo me calentaba cada vez más y le mordisqueaba los pechos y los pezones. Mi manos bajaron de su espalda a su cola. La apreté contra mi, quedando sus mano en mi pija totalmente aprisionadas entre nosotros. Mis besos en su cuello estaban causando efecto
Ella respiraba con los ojos cerrados y la boca abierta.
La separé y me saqué el shorcito que tenía puesto mientras ella hacía lo mismo con su pantalón. La ropa interior de ambos salió en conjunto con la ropa. Nos miramos y nos volvimos a comer la boca de una forma totalmente apasionada, salvaje, bestial, húmeda….
En ese momento no importaba el idioma, nuestros cuerpos se entendían perfectamente.
La tome de las axilas y como levantándola la subí a la mesada de la cocina, haciendo que se siente. Abrió sus piernas para rodearme y atraerme hacia ella. Con mis manos y mi boca, la empujé hacia atrás un poco, para poder admirar su delicado pero caliente cuerpo. Mirándola a los ojos, me volví a hundir entre sus tetas, y con mis manos presionaba sus pechos con mi cara entre medio.
Despacito fui bajando, pasé por su ombligo y besando toda su pancita llegué a su pelvis. Abrí mas sus piernas y las coloqué por sobre mis hombros. Acerqué mis labios a su conchita, conchita de labios rosados, totalmente depilada, con un perfume embriagante, y una humedad importante. La besé y de poco con mi lengua separé los labios. Haciendo pequeños círculos llegué suavemente a su clítoris. En ese momento con una de sus manos me agarró de la nuca y me empujó contra su concha, ahogándome en sus jugos, mientras gemía casi a los gritos.
Jugué un rato con mi lengua, mis labios y mis dientes, masajeando, besando y mordisqueando su botón de placer. Ella se movía contorneándose y haciendo que su pelvis se refriegue contra mi cara. Sus gemidos ya eran continuos.
Podía sentir que iba a acabar en cualquier momento, pero justo cuando pensé que iba a llegar a su clímax, me agarró de los pelos, me separó de su pelvis, y mirándome fijamente a los ojos, con la boca abierta y su respiración agitada, me señaló su pantalón.
Obviamente yo no entendía nada. Me señalaba y hablaba, pero no le entendía. Se me ocurrió agarrar el pantalón y dárselo, pensando que se habría enojado, o le daba vergüenza algo, no se. Pero efectivamente ella quería que se lo alcance. Del uno de los bolsillos sacó un preservativo y me lo dio. Recién ahí caí en la cuenta que ella tenía todo planeado. Me lo dio y lo abrí rápidamente, mientras me lo colocaba, ella se amasaba las tetas y me miraba desafiante.
Cuando me lo terminé de colocar, ella me agarró la pija y la llevó a la puerta de su conchita. Se la pasó por sus labios abriendo paso y llegando a frotar la punta de mi chota contra su clítoris. La apuntó contra su agujerito y de apoco empujé para que se le vaya hundiendo hasta el fondo. Comenzamos una danza caliente que nos volvía locos a los dos. El ritmo era bastante frenético. Llegaba hasta el fondo y volvía a salir casi por completo. La agarre de las caderas y sin sacarla ella frotaba su pelvis contra la mía. De tan caliente que estábamos los dos empezamos a gemir fuerte y cada vez más. El cosquilleo previo al orgasmo estaba ahí, a flor de piel. No iba a aguantar mucho más. Empujándosela hasta el fondo le tiré toda mi leche adentro, contenida en el preservativo. Ella no dejaba de temblar por culpa de su acabada sincronizada con la mía. Nos miramos y nos dimos cuenta del placer que acababamos de darnos mutuamente. Di un paso atrás para salir. El preservativo estaba lleno de leche y cuando lo vió ella se sorprendió. Me lo sacó, le hizo un nudo y se lo guardó. Rápidamente se vistió y se fue. Yo junté mis cosas y me metí en el baño a ducharme de nuevo.
Mientras me duchaba, escuché que entraba gente a la casa, eran mis viejos con toda la familia, por cinco minutos de diferencia no nos engancharon.
Esa misma noche, como todas, nos volvimos a juntar para cenar. No podía parar de pensar en lo que había pasado, y no dejaba de mirarla. Por suerte, ella tampoco dejaba de mirarme.
Concluída la cena, mientras todos charlaban y hacían la sobremesa, siento una patadita por debajo de la mesa. La miro, y me hace un gesto con las cejas, como levantándolas y mirando para arriba al mismo tiempo. Acto seguido se levanta de la mesa. Espere 5 segundos y me levanté yo también. Fui detrás de ella. Salimos del departamento y por la escalera del edificio, llegamos a la terraza. Cuando llego yo, ella estaba de espaldas apoyada sobre la baranda de la terraza mirando el paisaje. Me acerco suavemente desde atrás, la rodeo con mis brazos y apoyo mi pecho sobre su espalda. Obviamente también le apoye el bulto en la cola. Al sentirlo, suspiró e inclinó la cabeza hacia un costado, aprovechando eso le besé el cuello. En un instante se giró y quedamos frente a frente. Nos besamos y en un arranque de pasión se arrodilló delante de mí. Desabrochó mi pantalón y metió sus manos en bulto. Tomó mi pija y la sacó. Mirándome a los ojos, le paso la lengua desde la base hasta la cabeza. Y de una se la tragó. Haciendo tope en el fondo de su garganta, hacía arcadas. Acto seguido empezó a sacarse y meterse mi poronga en su boca. Entre las dos manos hacía un espiral alrededor del tronco mientras con la boca succionaba y giraba su lengua alrededor de mi glande. Mi pija estaba dura como pocas veces. Yo que no entendía nada, entrelacé mis dedos en su pelo, y con un suave empujoncito hice que se trague mi verga entera y la solté. Salió de mi pija a respirar unos segundos mientras me seguía pajeando y admirando la chota. Retomó su tarea lamiendo desde la base nuevamente. No se en que momento se sacó la remera que tenía puesta y el corpiño también, y aparecieron de nuevo ante mi esos pechos enormes que había degustado a la tarde. Jugaba con mi pija entre sus manos, se la metía en la boca, la pasaba por entre sus tetas, me pajeaba con las tetas. Yo la dejaba hacer, parecía toda una experta en la materia y me dediqué a disfrutar. Cuando mi pija ya no daba para más, ella se la puso en la boca comiéndose solamente la cabeza, y me empezó a pajear a una velocidad increíble. Yo no pude aguantarme mucho. Intenté avisarle, pero no hizo caso. Sabía muy bien lo que quería, tomarse mi leche, así que me relajé y se la dejé ir. El primer chorro la ahogó, intentó aguantar el segundo, pero no pudo, tuvo que sacarse la poronga de la boca. El tercero le pegó en la cara, y el cuarto y quinto, ya con pocas fuerzas, cayeron entre sus pechos. Mirándome a la cara siguió pajeando para exprimirme a tope. Yo temblaba por todos lados, tuve que hacerla frenar porque mis piernas se estaban aflojando del placer. Ella se limpió la cara con mi pija, y la leche se la tomó. Lo que había caído en sus pechos, se lo desparramó cual si fuera crema humectante en cada una de las tetas. Yo sólo podía observar el espectáculo.
Me regaló una sonrisa y se tragó la leche. Se vistió y se fue. Yo con las piernas temblando todavía, me acomodé y bajé. Ella no estaba.
Al otro día, nos despedimos de la familia y nos fuimos a otro pueblo. Ella me saludó con dos besos, como sus costumbre lo indica, y me pellizcó la cola. Yo no lo podía creer, quedé paralizado y excitado al mismo tiempo. Nos fuimos y no la vi más.
Que lindo hubiera sido saber Italiano….. aunque la verdad, no lo necesité….

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