Cambió Cataratas por cuatro días de sexo.

Cuando me informaron que mi ex compañero de facultad, Guido Gxxx, había sido nombrado COO (Chief Operating Officer) de la compañía, en Inglaterra, y que vendría a Sudamérica para presentarse en su nueva función, y bajar líneas, en las filiales de la región, ni por asomo se me cruzó por la cabeza lo que iba a ocurrir.
Llegó acompañado por su esposa Graciela. Chela , era el apodo por el cual la había conocido antes de que, emigraran a Europa, casi una década antes.
Habíamos tenido un escarceo amoroso, pasajero, sin trascendencia ni concreción.
Sin llegar a infartante, Chela , era agraciada, alta, ojos brillantes y animados, cara delicada, labios carnosos, cabello lacio, renegrido y largo, tetas, culo y piernas para la arritmia. En síntesis 42 años muy bien llevados.
Algo, absolutamente fortuito, la dejó a “tiro de lazo”.
Al segundo día de llegada, viernes, comenzó a sentir dolor de oído, golpes y sonidos que no procedían de fuente externa y por fin fiebre. Le diagnosticaron otitis aguda. Dos días después debía viajar a Asunción Paraguay y, si bien, respondió bien a la medicación, el médico especialista le prohibió viajar en avión, durante varios días, so pena de alto riesgo de perforación de tímpanos.
Su marido tenía un cronograma de gira muy ajustado en el tiempo. Total, que lo más prudente fue que ella quedase en Buenos Aires, a la espera de su regreso luego de tocar Paraguay, Brasil, Perú y Chile y, a esa altura, tener el alta médico para regresar con él a Europa. A Uruguay, no, ya que ellos habían tenido reuniones, con él, en Buenos Aires.
El lunes, llevé a Guido y Chela al aeropuerto de Ezeiza en mi auto. Durante el retorno a su hotel, ella se manifestó decaída, sin ánimo.
-¡Que frustración, Juan!!! Íbamos a volar el sábado con una escala en Foz de Iguazú, para volver a disfrutar de las cataratas y de ahí, por tierra a Asunción ……… ¡Metió la cola la maldita batería, Guido canceló mi pasaje cambió el suyo para hoy directo a destino y yo me perdí un día soñado y, seguro que, especialmente atractivo!!-
-Bueno no faltará otra oportunidad! ….. bla, bla, bla, …- traté de consolarla.
Al dejarla en su hotel, esa mañana, “asumí” el compromiso de acompañarla en su estadía forzosa.
-Chela, no puedo competir con Las Cataratas, pero si me permitís, intentaré hacer que tus días sean menos aburridos-
-¿Ahhh síiii? ¿Cómo?-
-Descansá y terminá de reponete en lo que resta del día y mañana. A la tarde-noche vengo y cenamos juntos. -
-¿Me vas a llevar a tu casa?-
-¡Noo!!! Mi esposa sale con amigas y vuelve tarde, a medianoche-
-¿Le vas a decir a ella que salís conmigo?-
-¡Claro … qué no!-
-¿Eso no es fuera del uso y orden común, de un hombre casado?-
-Puede ser pero, lo de costumbre, es aburrido-
Al brillo habitual de sus ojos, le sumó elocuencia: le agradó y alegró la propuesta.
-Creo que te voy a imitar. No se lo voy a comentar a Guido.-
Me fui, con un beso en la mejilla, gratamente sorprendido y esperanzado de que habría espacio para más. Para reflotar el viejo amorío y consumarlo.
La llamé por teléfono dos veces ese día y otras tantas el siguiente. La conversación comenzaba con mi pregunta sobre su salud, seguía con temas triviales. Le mechaba algunos halagos y alusiones o insinuaciones atrevidas. Sin desaprobación ni rechazo.
El martes, alrededor de la 19:00 hs, en la recepción del hotel, al preguntar por ella, se comunicaron al interno y me informaron que la señora pedía que suba a la habitación 302.
Cuando abrió y la vi, me causó un universo de sensaciones.
Montada en zapatos de taco moderado, vestía una pollera arriba de las rodillas, ajustada que resaltaba su culo rozagante, una blusa negra de tela fina con un escote del cual asomaban generosas porciones de sus tetas y una sonrisa sugestiva. Recortada en el marco de un ventanal, me pareció impactante, avasalladora.
-….ho…ho…laa… ¿Cómo estás?-
En sus ojos elocuentes creí ver su réplica genuina: ¿A vos que te parece? Mil puntos, era mi calificación.
-¡Muy bien! Y dispuesta a disfrutar una buena comida y de tu compañía.- fue la formal.
Sí, había tierra fértil para un amorío.
Durante la ida al restaurante en mi auto y la cena no dejé de adularla o decirle palabras que le agradasen. Ella parecía estar en tensión moral.
-¡Juan! Disculpame, hace años que no estoy a solas con hombre que no es mi marido. Estoy como aturdida -
-¡Tranquila! Confío no haberte incomodado-
-No es eso, pero no consigo percatarme de lo que estás pensando o proponiendo –
-¡Vamosss! Sos muy inteligente: trato de conseguir lo que vos estás pensando.-
Hizo una pausa, con sus ojos un rato en los míos, otro en el plato, otro apuntando a lo lejos-
-¡Eso …eso … no está bien! No … no … somos solteros-
-Bueno, siempre podes decime no a lo que te pida-
Asintió con el gesto clásico de la cabeza e intriga en los ojos.
-¡Veamos! ¿Te negás a que tome tus manos en las mías?-
Dijo no con la cabeza.
-¿Vas a negarte que te lleve de regreso a tu hotel?
Otro no silencioso.
-¿Vas a impedir que suba a tu cuarto, con vos?-
El movimiento, de negación, con la cabeza fue apenas perceptible.
-¿Vas a resistirte que te abrace y ….. te bese-
Se rió con los ojos y los labios
-¡Juannn sos terrible!-
Pagué la cuenta y fuimos al estacionamiento. No hubo necesidad de esperar llegar a su cuarto de hotel, aproveché la oscuridad y la ausencia de testigos, para apoyarla contra el auto, abrazarla y besarle la boca y acariciarle una teta.
-¡Basta Juan, puede venir alguien!-
Se liberó de mis brazos y entró en el auto. Al tercer parate por semáforo en rojo, mi mano derecha ya había progresado hasta su entrepiernas.
En su cuarto nos agarramos, besamos y toqueteamos con intenso placer, casi sin hablar.
Chela, fue la primera que comenzó a desvestirse: se sacó la blusa y el corpiño. Me volvió a abrazar y me fue empujando hasta al lado de la cama.
-¡Te está sobrando ropa!- me susurró.
Obedecí a Chela y a mi calentura, por completo, mientras ella se deshizo de zapatos, pollera y calzón. Fue a dar de espaldas sobre el colchón, conmigo entre sus piernas abiertas a más no poder y mi verga clavada de una, sin cortesía. La cogida fue desmedida, fuera de lo común, por el deseo vehemente de uno por la otra y al revés.
Los goces, un exceso mutuo. Los orgasmos casi un despropósito de eyaculación el mío y, a juzgar por las manifestaciones sonoras y la agitación, viva e involuntaria, del cuerpo, una alucinación el suyo.
Chela abrió el intercambio de halagos, con un reproche:
-¡Uhhhffff…..qué bárbaro! ¡Sos un irresponsable!-
-¿Por ?-
-Me cogiste como el hombre de las cavernas….fuerte….sin pausas…nunca me había sentido tan llena…pero …. Sin protección. -
-¿Me estás gastando?-
-¡Nooooo….al revés…de veras me encantó.¿A vos no?-
-¡La pasé bomba! Me descontrolaste en la previa, ni se me pasó por la mente el preservativo, perdóname. –
Afortunadamente Chela tomaba anticonceptivos.
Nos besamos, fuimos a higienizarnos por separado.
Desde debajo del chorro de la ducha, alcancé a oír el sonido de llamada entrante y, pesqué algunas frases sueltas ….. si, es muy amable ….. me llama todos los días …. se interesa por mi salud ….. hasta el sábado querido. La había llamado el marido desde el exterior. No comentó nada cuando salí del baño.
No teníamos problemas de disponibilidad de tiempo. Lo aprovechamos muy bien, con mamada, chupada de concha y segunda cogida. Me despedí alrededor de la 22:00 horas.
El miércoles y el jueves, almorzamos y de postre, una rapidita en su pieza. Ella se quedaba para la siesta yo, tarde, volvía al trabajo.
El viernes, inventé, para mi esposa, un viaje imprevisto a Uruguay con regreso a la mañana del sábado.
Con Chela, nos dormimos pasadas la medianoche, vencidos por el desgaste sexual. Esto es: sexo oral, vaginal con cambios de poses y un poco de sexo anal.
A la mañana siguiente, temprano, nos despedimos. Al mediodía llegaba el marido.
-Me perdí volver a Las Cataratas, pero, valió la pena, fueron 4 días soberbios.-
-¡Te voy a extrañar, hermosa!-
-¿Y yooo? Fuiste mi primera infidelidad en 12 años de matrimonio. No te voy a olvidar.-
Nos besamos y volví a mi casa.
No me interesó saber si decía la verdad o mentía. Obviamente por su despliegue erótico en esos cuatro días, Guido, el gran ejecutivo, aquietaba y sosegaba pero no saciaba el apetito de Chela.

1 comentario - Cambió Cataratas por cuatro días de sexo.

kramalo
muy bueno..!! son cositas que le pasa la gente exitosa en los negocios.... le culean a la jermu insatisfecha....jaja!!