Parte 1 de "El Camino a la Melancolía"

El siguiente relato es parte de una serie de eventos que definen la situacion actual de un personaje que desarrollo en paralelo a una historia de comic.

TANIA


Esta historia data de mis primeros días en uno de esos placeres que todo el mundo vive placenteramente, y pues para no caer en adivinanzas, me refiero alsexo.
 
La secundaria
Tenía cerca de15 años cuando esto pasó. Estaba en el segundo año de secundaria, y para misuerte, no tenía ni había tenido novia, ni tenía de prospecto a alguna, así amis compañeras de clase las veía de la manera más natural: solo compañeras declase. En ese entonces era muy desinteresado e inocente con respecto a losplaceres del sexo y el gusto por el género opuesto, había una chica alta ydelgada con la que jugaba luchas en las clases de deportes, una un poco másbaja de estatura, morena, de pelo largo y negro, que siempre me pedía ayudapara las tareas, luego estaba mi amor platónico: Dianita, delgada, de pielclara y pelo rizado color café claro. A lo largo de los tres años de secundariahubo chicas que iban y venían, pero siempre veían en mí al “mejor amigo” queningún hombre quiere ser, pero fue entonces que me acerque a una niña que medaba dolores de cabeza: Tania.
 
Tania era unachica que entraba en sus 14 años, pero ya sabía mucha teoría de la vida de“novios”, o sea, de cómo besar a como dar un faje en casa de tus padres sinhacer mucho ruido, pero era más o menos tímida, y el círculo de amistadesmasculinas que tenia no era muy buena opción para ella, o eso creo, porquenunca salió con alguno de ellos. Más o menos así iba el asunto. Lo curioso fueun septiembre, la primera vez que me acerque.
 
Fue en unaclase de biología, ella llego tarde al colegio, y con suerte la dejaron pasar,pero no llego a tiempo para hacer equipo con sus amigas de siempre, por lo quese sentó sola en una mesa y tomo su libro. Yo sabía que no era buena ideainvitarla a hacer equipo. Las últimas dos veces que trabaja en un equipo conella, me había tocado hacer y organizar la parte del trabajo que ella no habíaalcanzado a hacer, pero el verla sentada sola, me enterneció mi puberto corazóny le hable.
 
Por obra deldestino, la maestra de biología nos pidió hacer una exposición nuevamente, y yoya me temía lo peor: todo el trabajo para mí, así que trate de pensar el asuntolo suficiente como para hacer a Tania trabajar. Ella era un poco “nocolaborativa” cuando estaba en casas ajenas, así que le pedí permiso detrabajar en su casa, y cuando entendió que le ahorraría el viaje a otro lugarque no fuera su cuarto, accedió. Nos pusimos de acuerdo en lo materiales allevar y quedamos de vernos a cierta hora en el camino a su casa.
 
No me imaginabalo que pasaría esa tarde mientras caminaba hacia la casa de tres pisos colorrosa en que vivía Tania con sus dos padres empresarios, yo solo daba lugar avarias fantasías sexuales de cómo pondría a Tania contra la pared o en cuatro,o como recrear una escena de un video porno de dos minutos que llevo uncompañero en su nuevo celular con pantalla de 2 pulgadas. Luego recordé a loque iba y me concentre en recordar lo que llevaba. Toque a la puerta grande yde cristal, Tania me recibió con un vestido blanco largo de tirantes, la telaera un poco gruesa, por lo que todo quedaba a mi imaginación.
 
Trabajamos porun rato en los temas que debíamos estudiar de reproducción animal, para hacernuestra exposición con base en estos. No la había visto tan seria, ella siempreera alegre e hiperactiva, pero esa tarde estaba muy concentrada en algo.
-¿Sabes ponerun condón?- pregunto repentinamente.
Me tomodesprevenido, no hablaba de esos temas más que para las exposiciones desexología que nos pedían al menos una vez al año en la escuela, entonces mepuse rojo de no saber cómo responderle que sí. Cuando me proponía a responder,levanto la mirada y vi algo en ella, vi lo linda que era, cuando se recargo decodos en la mesa descubrí lo que el uniforme escolar siempre ocultaba. Ella erade piel un poco clara, sus ojos eran de un color entre ámbar y verde y su peloera rizado y castaño, casi pelirrojo. No me había detenido a mirar esosdetalles, pero sin el uniforme, vi lo pequeña que era su espalda, lo delgado desu cuellos, y cuando se inclino frente a mí, sus dos pechos que comenzaban aganar volumen, lo suficiente para colgar dentro de su vestido y detenerme en mirespuesta.
-Si sé-respondí un poco nervioso.
-Pero para laescuela, porque ya ves que nos piden que practiquemos con el pepino y lo de lasprecauciones….-
 
Ella me mirabaa los ojos y yo trataba de no seguir viendo sus pechos.
-¿Me enseñas?-preguntó.
 
Me imaginabaquitándole el vestido y lo que tuviera de ropa interior, mientras pensaba en sipedirle un condón y una zanahoria o pepino para explicarle. Finalmente medecidí por el pepino para que considerara las precauciones de poner un condón,pero antes, a manera de broma, le hice un chiste:
-Si metes tumano en mi pantalón, crece, y puedes aprovechar para ponerlo tú misma-
 
Yo me esperabaun chiste en respuesta o una bofetada, pero en lugar de eso, me volvió a mirarcon sus ojitos y me dijo “si, vamos al sillón”. Por la presión me zumbaban losoídos, me sentía caliente, mi camarada estaba listo y presionando para salir,  y entonces, Tania me tomaba con una pequeñamano fría y me llevaba a la sala. Ninguno de los dos decía algo. Ella se pusode rodillas y de la mochila saco un condón de los que daban en las campañas desalud. Le dije como sacarlo, y cuando estaba fuera, me pidió que se lomostrara, que presentara a mi camarada, que ese día sin saberlo, debutaría.Desabroche mi cinturón, luego el pantalón y saque mí pene que ya estabahinchado por lo que me había imaginado mientras caminábamos. Ella lo miró porunos segundos, estaba embobada, y cuando levanto la mirada, estiro la mano conel condón y me pidió ayuda. Sus manos temblaban, estaban frías, pero al tactome hizo ignorar ese detalle y concentrarme en que sus dos pequeñas manosestaban manoseándome. Ella temblaba y como pude, fui dirigiéndola, hasta que mecomenzó a salir un poco de fluido por el toque constante de sus dedos en lapunta.
 
Finalmente lopuso, pero yo me había corrido un poco después de tanto manoteo, así que fuepor otro después de quitarme el usado. Mis piernas temblaban, mi entrepiernatemblaba aun más y mi corazón palpitaba fuerte. Entonces, antes de ponerme elsiguiente condón, ella se para frente a mí, se desliza su falda un poco rápidoy deja al descubierto su ropa interior. Era blanca, con encajes, pequeñaspiezas, no había dibujos de personajes, era un conjunto con bordados de rosascubriendo los puntos importantes. Yo estaba todavía más impactado, ella estabafrente a mí, semidesnuda, temblando por los nervios, con una mano tocando alotro brazo y la mano que estaba libre, tratando de cubrir su pequeñaentrepierna.
-¿y sabesbesar?- me pregunto nerviosa mientras volteaba la mirada a otra habitación.
-No sé, peropodemos practicar tú y yo, ¿no?- termine.
 
Con pequeñospasos se me acerco, levanto los brazos y me rodeo el cuello, pero no dejaba deverme la entrepierna. Se puso de puntas y me dio un pequeño beso en los labios.Eran suaves y pequeños, no hubo lengua, pero era mi primer beso. Después deeso, me tomó de la mano y me llevo por un pasillo, luego por unas escaleras yllegamos a su habitación. Todo estaba un poco oscuro, pero distinguía su cama yunos cuantos muebles. Camino hasta una esquina y encendió una lámpara de mesa.Se paró frente a la lámpara y de a poco, con esfuerzos, se quito el brasier conbroche en el frente. Con una mano lo mantenía pegado a su cuerpo aun, y con laotra comenzó a deslizar la braga ayudándose con las piernas. Yo estabaidiotizado, su figura me impresionaba, apenas podía moverme. Ella se acercodespacio y con una mano empezó a masturbarme, y con la otra recorría mi manopor su cuerpo hasta llegar a su vagina, que para mí era raro tocar un área tanpequeña y con vestigios de vello. Comencé a deslizar mi índice por los surcosde su entrepierna, y cuando toque la comisura que llega al clítoris, gimió y sele doblaron las piernas, a punto de caer. Comenzó a caminar a su cama, mejalaba mientras me quitaba la camiseta. Se recostó y tomo el condón nuevo.
-sabes quehacer en esta parte, ¿verdad?- me preguntó mientras su cara se comenzaba aponer roja, cerraba los ojos y se puso al centro de la cama.
-dicen quesangraré, entonces ten cuidado, por favor.- me dijo.
 
Me termine dequitar el pantalón y los zapatos. Puse el condón en su lugar, me deslicedespacio sobre Tania, separé un poco sus piernas, nos vimos de frente, ambostomamos el pene y lo dirigimos a su vagina. Recuerdo sus ojos como me mirabanfijamente y los apretaba cuando comenzó a entrar la punta. Dio un grito ymantuvo la respiración. Jadeo un poco y me pidió que lo metiera más, perodespacio. Cada fracción que entraba, ella gemía un poco y apretaba el estomago,su pecho se movía acelerado. Me apretó de la cintura y me abrazo con las piernas.Sentía sus muslos apretándome mientras con las pantorrillas me hacia entrarmás.
 
Duramos unossegundos sin movernos, ella respiraba, y la escuchaba jadear mientras yo merecargaba en su hombro. Paso sus brazos a mi cuello y me indico empezar a movermedespacio. Yo estaba aun impactado, era como una película soft-porn que habíaencontrado en un VHS hace unos pocos años atrás. Recordé lo que el protagonistahabía hecho: comencé a besar su cuello hasta llegar a la oreja, y de ahí, porla mejilla hasta la boca, y con cada beso, un meneo leve de la cadera. Empujabay sacaba una y otra vez, y fue entonces que sentí una contracción es sus muslosy vientre. Nos detuvimos un instante, esta vez, ella me dio pequeños picos enla boca.
 
No sacaba alcamarada aun y ella se me quedaba viendo, así que le hice un gesto con lacabeza, me pegue a su pecho y comencé a moverme. Las embestidas eran másfrecuentes que antes, y trataba de hacerlas lo más amplias posible. Sentía supecho acelerado, su respiración igual, gemía un poco y jalaba airenuevamente,  cuando repentinamente soltóun largo grito de placer que trato de callar con una mano. Sentí algo calienteque salía, con eso, el grito y la fuerza con la que sus muslos me estrujaban lacadera, me sentí impulsado a dar una última envestida en la que solté todo loque no sabía que podía cargar. Todo me hormigueaba, me sentía algo mareado,estaba petrificado en la pose en que solté todo mientras ella jalaba aire porla boca y comenzaba a relajarse, quedando tendida en la cama. Me pasé a un ladode ella y se recostó en mi hombro después de darme un beso en la mejilla.
 
Platicamos unrato ahí, después nos comenzamos a vestir y platicamos otro poco. Llego la horade irme, hubo un beso de pico más y así termino ese día.
 
Por si aalguien le preocupaba, esa exposición también la termine al último minuto, estaocasión Tania ayudo más, pero aun así nos fue mal en el periodo, pero despuésde ese periodo, encontramos como relajarnos en el receso y después de clases.
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