Me enteré una vez consumado.

Cogimos largos y deliciosos minutos hasta que le “explote” adentro. Las contracciones de su orgasmo se encargaron de dejarme la tararira como limón exprimido, sin la menor gota residual de semen. Una vez “colapsado” mi miembro en el interior de su conchita nos separamos. Quedé exhausto sobre el sofá ella, una vez recuperado el ritmo normal de la respiración, fue a higienizarse y arreglar. Esperando mi turno, me reproché la barbaridad que acababa de hacer fifando con Soledad (Sole) amiga mía y esposa de un amigo. Ella volvió al rato vestida con sólo su ropita interior, negra. Amagué levantarme con la intención de ir a la ducha.
- Esperá, Julio. Tengo que decirte algo…..de Romina y Luciano – y se sentó al borde del sofá.
- ¿¿….?? –
Romina es mi esposa y amiga, desde siempre, de Sole. Luciano es el marido de ésta y amigo mío desde que comenzó a noviar con su mujer, algo menos de 15 años antes del día que ocurrió lo que estoy relatando.
- ¿Qué pasa con ellos? – me oí preguntar algo intrigado.
¿Querría hablar sobre el cómo proceder después de la turrada que habíamos cometido? En ese caso defendería mantenerla en secreto entre nosotros dos. ¡Nada que ver!!!! Con una sonrisa previa, entre enigmática y burlona, me tiró en la cara:
- Están, en casa, encamados, como nosotros. –
Abro un paréntesis:
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Ese sábado yo me quedé en casa. Nuestros hijos, estaban en casa de compañeritos de escuela, desde antes del almuerzo y hasta después de la cena, arreglado por mi esposa que tenía actividad en nuestro club. Soledad llamó a la puerta, unos 30 minutos después que Romina se había despedido con un beso, apasionado:
- Voy a la competencia de patín artístico. Si me demoro, no te preocupes, ya sabes, que no son muy puntillosos con el horario. Por las dudas, en el horno, te dejé la cena. –Como experta patinadora en su adolescencia, integra la comisión
de la especialidad de nuestro club.
Me extrañó la llegada de Soledad. Era, si no imposible, altamente improbable que no supiese de que sólo yo, ese sábado a la tarde, me encontraba en casa. Era algo organizado así desde el principio de la semana y las dos amigas estaban en contacto, personal o telefónico, a toda hora.
- Romina no está. Salió…..- balbuceé
- ¿No me diiiiigas?....ya lo sé bobo…por eso vengo, porque estas solito. –
- ¡Pero..! –
- Nada de peros….decime ¿cuánto hace que me “mirás con cariño”? ¡ehh!!..Te tengo una noticia: ¡Una no es de madera!.....Bueno….acá me tenés. Arreglé las cosas para que tengamos unas tres horitas, largas, a solas sin riesgos de interrupciones –
- ¡Me estas cargando!!...¿Co…co…cómo que arreglaste?.....¿Que kilombo armaste? –
- Que importa,….funcionó…ahora, ya lo dijo Ortega y Gasset: “argentinos a las cosas” – se liberó del saquito y cartera, y se sentó en el sofá del living y, golpeando suavemente el almohadón con la palma de mano, me invitó a hacerlo a su lado. El vestidito, corto de arriba y de abajo, dejaba a mi consideración porciones generosas de tetas y piernas.
A este punto conviene aclarar que las dos amigas, son más que bonitas: lindas con todos los atributos femeninos de sobresalientes a soberbios: estatura alrededor de los 1,75 metros, rasgos delicados, peso apropiado (no le sobra ni le falta nada), senos, popa y piernas agraciados, cabello largo: renegrido el de Soledad, rubio el de Romina.
Se me ocurrió que todo se trataba de una broma. Pero no, la cosa venía en serio. Lo dejó en claro ella:
- Sole, es una joda ¿Nooo?....me dejo llevar y aparecen Romy y Lucio y me cargan hasta el día del Juicio Final – le dije una vez ubicado a su lado.
- ¿Broma de que?....para nada…relajate y….vamos a aprovechar… la falta de testigos.-
Tomó mi mano derecha y la llevó sobre su teta izquierda, estiró el cuello y unió a los míos sus labios, los entreabrió para dejar vía libre a su lengua que buscó la mía.
Se separó después de largos segundos:
- ¡Uiaa! No apareció nadie…¿Viste?...– me susurró al oído volviendo a pegar su cuerpo al mío y sus labios en mi cuello, en una sucesión de besitos cortos.
- ¿Te diste cuenta…- besito
- de que tengo…- besito
- los latidos a 1000?...- chupón.
Ahí fue donde dejé de lado todo vínculo con la civilización. El “primate” interno sin ataduras tomó el control, mejor dicho se descontroló ante la “hembra alzada” y metió manos por todos lados con el beneplácito de Sole que a los pocos, perdidos los zapatos y el vestido, quedó tendida en los cuatro cuerpos del sillón. Corpiño y bombacha duraron en su lugar, el tiempo que necesité para deshacerme de mis zapatos, camisa y pantalón. Ya desnuda, no le quedó un centímetro de piel, por el cual no pasó mi lengua y/o mis labios.
Fue el turno de mi slip para ir a parar a piso. Ya dije que el timón lo tenía el “troglodita” Ellos no conocían el condón: ni me acordé del protector. Enseguida me ubiqué entre las hermosas piernas abiertas de Soledad, estaba mojada, busqué sus labios por enésima vez, mientras mi verga le iba invadiendo la conchita, ella disparó su lengua dentro de mi boca. Comencé bombeando sin pausas, disfrutando lo indecible de su “respuesta” con movimientos sensuales a los míos al penetrarla. Se mantuvo al principio callada, como concentrada en mis halagos en su oído, hasta que comenzó a exteriorizar, con suspiros y gemidos suaves, monosílabos, frases truncas, su placer: “¡Siiiiiii….asiiiii Julito!…” “¡Ahhhh como te sientoooo!..” “¡Uhhhyyyy Julio haceme otra vez esa caricia…dameeee!....” ”¡Diosss mioooooo!!…” “¿asiii te gustaaaa?..”
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Cierro paréntesis.
- ¡Ahhh que bonito!!...Uds. tres armaron todo esto a mis espaldas. ¡Vaya la esposa y amigos que tengo! -
- No te sulfures. A Lucio le pasó con Romina, lo que a vos conmigo. Nosotras dos fuimos las que pergeñamos la experiencia. –
- ¿Experienciaaaa? ¿Así la llamás? -
Asintió con la cabeza, me acarició y besó suavemente, supongo con el fin de contener el in-crescendo de mi agitación. Siguió explicando:
- Los vinimos observando mucho tiempo y llegamos a la conclusión que ambos nos tenían (nos tienen) ganas. Con el correr de los meses, nosotras también entramos a “alucinarnos” con la idea de un enroque de maridos. –hizo una breve pausa y continuó:
- Hacé memoria: Romina te indujo, varias veces, discretamente a considerar la eventualidad. Yo hice otro tanto con Lucho. Ninguno de los dos se horrorizó. En pseudo son de broma, se dijeron, entusiasmados de “voltearnos”. Y nosotras, después de darle vuelta al derecho y al revés al asunto, decidimos tirarnos por el tobogán …a la pileta.-
Reconozco que tenía razón en eso de que yo le tenía ganas a la “mujer del prójimo” y que Romina, en distintas oportunidades trató de sonsacarme si, en la hipótesis “altamente improbable” de tener la ocasión, le haría el amor a Sole. Le respondía algo así como: “¡¡Por supuesto!! Es una masa”. Romina simulaba embroncarse. La mayoría de las veces que ella hacía esa “averiguación” acabábamos trenzándonos nosotros y jurando yo que: “no habría nadie que se le arrimara en eso de hacer el amor”.
No es difícil imaginar que Lucio fue objeto de indagaciones simétricas y, por lo dicho por Sole, admitió el apetito por mi esposa.
Ante la evidencia que la cosa no tenía retroceso (Soledad dijo que había recibido un mensaje de texto de Romina tranquilizándola que “todo iba a pedir de boca”), higiene de por medio, nos dimos la segunda “generosa porción de sexo” de esa tarde, esta vez en la cama.
Ya en el crepúsculo, Sole se despidió con un último beso fogoso:
- La pasé de maravillas y ¿vos? –
- Me tuviste a maltraer al principio y cuando blanqueaste los que habían combinado Uds. dos, pero me encantó estar contigo –
Con Romina, obvio que no tengo autoridad moral para recriminar o pedir explicaciones, desde que cogí con su amiga. Sólo, cuando regresó a casa el día del intercambio, hablamos de la “experiencia”, como la llamó Soledad, y al final nos reímos de lo embarazoso que fue para Lucho y para mi la apertura, totalmente descabellada, pensada y ejecutada por ambas chicas. Convinimos, al fin, que para los dos, la tarde, nos dejaba una sensación agradable por la concreción de algo, consciente o inconscientemente deseado, culturalmente condenable pero gustoso y satisfactorio.
- ¿Me pregunto si estuvo bien lo que hice? Seguro que para la sociedad, no. No te voy a mentir: me gustó un montón hacerlo con Lucio. Más de lo que imaginé durante el largo tiempo que tardé, tardamos, en decidirlo. A vos ¿Qué te pareció Sole?-
- Me costó arrancar, no podía creerlo pero una vez que me abandoné a su provocación, disfruté lo increíble con ella, merece una maestría en esto de dar placer-
- ¿Mucho mejor que yoooo? – dibujó un “pucherito” en sus labios.
- Por supuesto que no, pero el condimento de lo prohibido, agudiza las papilas gustativas……de los entrepiernas ¿A vos no te pasó lo mismo? –
- Tenes razón…..¿Que te parece si, antes de ir a buscar a los chicos, a las susodichas papilas le damos una porción legal? - propuso, con la mirada, los labios y las manos.
No me lo hice repetir.
Con la poca energía que me quedaba, estaba cuasi-fundido, acompañé a Romina a buscar a nuestros hijos. Pretextando un malestar, leve, no bajé del auto.
Grupalmente no hubo ninguna referencia a como seguía, nuestra relación de amistad. Los cuatro, cuando nos juntamos, nos comportamos como si nada íntimo, hubiese ocurrido, ni volverá a ocurrir. Pero habíamos derribado la valla, y del otro lado, encontramos algo muy placentero.
……
Confieso que ganas no me faltaron de un nuevo encuentro con Soledad. No me decidí, si proponerle a ella una infidelidad o intentar inducir una réplica de ese sábado de goce, moral y socialmente incorrecto. Tampoco recibí alusiones ni propuestas de ninguno de los/las tres restantes integrantes del cuarteto “pervertido”.
Ese sábado fue un episodio único.


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