Informe especial: el rompeculos de la calle Boedo - II

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Informe especial: el rompeculos de la calle Boedo - II



En el primer episodio de este informe contamos generalidades de este destacado, dilatante, grueso y venoso y entrañable personaje de los barrios de la ciudad, que, a través de infinidad de relatos, sabemos cómo abre a las jovencitas a un mundo entero de posibilidades, las abre a quererse a sí mismas, a crecer y se las abre y bien las rompe —amorosamente— por el orto.

Es por medio de esos tratamientos y masajes, en el ojete, con su pija, que produce su ¿magia? terapéutica que convoca a tantas madres y a sus hijas adolescentes, pues esa es la respetuosa condición del Rompeculos de la Calle Boedo:

— A las pendejas traémelas con la madre, no quiero romper familias, sólo lindos culos (?), y las quiero buenitas, no reventadas, jaja — dice el sabio rompeojetes mientras fuma y nos mira con la sabiduría de alguien que ya se enlechó a al menos 566 culos de Buenos Aires. — además quizás la madre está buena y pinta partuza, jajaja — agrega mientras se monoséa la pija debajo del pantalón.

(Esta cronista traga saliva al presenciar ese espectáculo, en ocasión de aquella entrevista, el hambre de verga me es imposible de resistir, pero, traté de ser profesional durante toda la entrevista. *1).

Es así que en esta oportunidad traemos el relato de una de esas visitas de una madre y su hija al “consultorio” del citado rellena rectos juveniles:

Laura, una correcta madre, muy formal y discreta, llegó a la piecita de Roberto algo temerosa, su hija Victoria parecía estar tremendamente incómoda y ofuscada de estar ahí, pero también olía la respetabilidad del lugar, o quizás era la presencia que imponía la cercanía del vergón. O quizás era el olor a sexo que les entusiasmaba las conchas y ortos a ambas putas, nomás.

Roberto abrió la puerto, inspeccionó a las mujeres esperándolo y llamó, muy calmadamente, a Victoria, mientras sonreía.

— Victoria..? Adelante, por favor.

Victoria pasó, se sonrojó al cruzar junto a su verga, perdón su “especialista” y se sentó en la silla frente al escritorio de Roberto, apretando y relajando su colita hambrienta, quizás sin notarlo concientemente.
Roberto iba a cerrar la puerta, pero vió en los ojos de Laura esa mirada que él apreciaba tanto: Una mirada de puta sucia y hambrienta de verga y leche.

— Pase, señora, para usted también hay — fueron las tajantes palabras del rompeculos.
Laura pasó y se sentó junto a su hija. Victoria se sintió todavía más incómoda, pero el respeto que imponía Roberto le impidió hacer las escenitas de estúpida que solía hacer. Roberto les sirvió una taza de leche a cada una, Laura se disculpó, pero ante la mirada de Roberto, de pie junto a ellas, y la insistencia, también tomó la taza de leche y la saboreó con gusto mientras Roberto las miraba.


— Muy bien, estimadas, cuéntenme su problema… empezá vos, Vicky:

Y Victoria habló, las estupideces clásicas y conocidas de pendeja. Laura en ocasiones la interrumpía, con las estupideces clásicas de vieja. Roberto se masajeaba discretamente la verga mientras escuchaba y sonreía. Ya algo ofuscado, dijo tajantemente el señor, mientras se acercaba a la jovencita:
— Victoria, poné tu mano en mi pija y seguí hablando — Vicky aceptó, dudando un poquito pero segura y obediente como pocas veces era (putita rebelde). Sabía qué tenía que hacer, y lo hizo.

Así Vicky le masajeaba el bulto a Roberto y llevaba su mirada de la vergota venosa de su amo, a la mirada juiciosa de su amo que con su mano le acariciaba el pelo, a la mirada nerviosa, ansiosa y envidiosa de su madre.
 El relato de Vicky dejó de tener sentido y se limitó a preguntarle a Roberto si lo estaba haciendo bien, a decirle lo gruesa que tenía la pija, a sacarla de ese pantalón y pajearla con sus manito suave.

— Desnudate las tetas, puta de mierda, qué? pensás que viniste a mirar nomás? Jaja.  — fue la siguiente orden de nuestro Roberto, esta vez a la madre de Vicky. Ella no dudo ni un instante y lo hizo, dejando ver sus tremendas tetas de puta ya crecidita y experimentada.

— Escupite la mano y acariciácelas, Vicky. Dale putita — fue la siguiente orden de Roberto, esta vez a Vicky, que también accedió sin dudar, totalmente mojada en su concha de pendeja.

La verga de Roberto estaba bien tiesa en la mano torpe de la adolescente, las conchas de Vicky y su mamá, bien jugosas… tal era la peculear escena de tratamiento de familia que brindaba el rompeculos de la calle Boedo. Vicky recogía la saliva de la boca de su madre con los deditos de la mano que no pajeaban al señor, y así le enjugaba las tetas a su progenitora, para aprobación de Roberto. Vicky sonreía, Laura se pajeaba con ganas la concha, cuidadosamente depilada para la sesión.

— Jaja: qué par de putas hermosas. Metete la verga en la boca, nena, mamala bien; vos, tetona estúpida, lamele la concha a tu hija, la concha y el culo…

Vicky mamó sin dudar, algo sabía al respecto, pero esta verga la ahogaba y rellenaba la boquita; qué escena maravillosa: la mamá de Vicky le lamía la concha y el ano a su hija, como si fuera el plato más delicioso, mirando los ojos del amo de ambas. Roberto le tomaba la cabecita a la jovencita y bien se la culeaba bucalmente de ese modo, felicitandolas a ambas por lo bien que se estaban portando. Vicky de vez en cuando regurgitaba la leche que Roberto les había convidado al comenzar la sesión. Él se ponía contento, y le daba más duro por la garganta.
 
— JAJA: Puta sucia, seguí mamando.

Vicky mamaba con aún más vigor, feliz de sentirse tan amada. Lau le metía la lengua en el ano a su hija, para felicidad del Rompeculos, que la felicitaba a ella, por ser tan sucia y puta.

De repente, con un movimiento veloz, nuestro especialista en recorrer rectos adolescentes con su miembro viril, acomodó a la jovencita en 4 y le escupió el ojete, para mezclar así su saliva con la de la madre del ojete rosadito que se disponía a romper — abundante saliva de madre y hombre brotaba de esa estrellita anal de pendeja. Le metió así el dedo mayor en el ojete, se lo metió y se lo sacó, una y otra vez, mientras Vicky gemía como estúpida.
— Sí, gritá, puta de mierda, pedí verga en la cola, Vicky, hacele saber a tu mami lo puta que sos, "nena de papá", jaja... — Le decía Roberto a la jovencita para alentarla en su hambre de pija y desenfreno.
 Sacó los dos dedos con los que había estado dedeando el culo de la jovencita, y se los dió a saborear, así calentitos y saboreados con la puta de su nena, a la madre, que chupó y chupó con avidéz mientras miraba con amor a su amo.
Roberto ahora, llevando la cara de la madre junto al ojete de la hijita, le dió pija a Laura, culeándosela bucalmente ahora a ella, mientras seguía dedeando a la mojadísima pendeja Vicky. Luego, con la verga bien babeada, intentó darle la primer estaqueada a ese ojete adolescente. Pero tenía la pija demasiado hinchada para que entre así nomás, le ordenó entonces a la madre de Vicky, que le metiera la lengua en el ojete con más entusiasmo amor aún, y se lo relaje en dulces lamidas, lo deje bien mojadito.


Qué putas, señores, estaban bajo control de Roberto que disfrutaba lo que hacía ese par de putas, benditas madre e hija.

Roberto no se contuvo más y, corriendo intespestivamente a la lameortos, le metió la vergota a la jovencita en ese dulce y apretado ano juvenil. Vicky grito, gimió fuerte y, llorosa, le pregunto a su amo, con toda dulzura:

— Le gusta uffff, mmm, mi colita, señor? Rompamela, por favor, sssí, mmm, ayyy…
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Laura miraba mientras se pajeaba, como tamaña verga recorría el recto de su hija, ansiando que le toque a ella, pero feliz, sintiéndose también bien puta para ese amo magistral que se reculeaba a la nena.

Mientras la estúpida mayor pensaba tales estupideces, Roberto la tomó del pelo y, sacando su pija del culo de Vicky, le metió la pija en la boca y garganta de su madre, que feliz mamó y mamó ese trozo bien saboreado con el recto de su hija.
anal
Laura, tan agradecida, le mamó bien la pija al señor, le mamó bien las bolas hasta que Roberto quiso volver al ojete de la jovencita, al que bien culeó un rato largo hasta rellenarlo de semen, abundante y caliente semen.

Vicky quedó cagando semen en la taza donde había tomado leche al empezar la sesión, como Roberto le había ordenado. Al terminar esa dulce opertación, tirándose en la cama a recobrar aire y descansar, la madre le lamía el orto y los cachetes del culo para saborear hasta la última gota de leche no recogida.
Qué escena de amor.

Roberto dijo entonces:

— Vistanse rápido que enseguida viene otra pendeja, jaja. 




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(1) Yo, como entrevistadora e investigadora, no resistí la tentación y también terminé con el culo roto, luego me explayaré al respecto.


Originalmente publicado en: https://steemit.com/nsfw/@gololita/informe-especial-el-rompeculos-de-la-calle-boedo-ii

3 comentarios - Informe especial: el rompeculos de la calle Boedo - II

emi_killua
Hola Loli. Te quería decir que sos una hija de puta. Te adoro. Besitos.
Soyyo277
La rompes como siempre jaja
Muy bueno!
jhon_hatcher
muy bueno esperemos ver como sigue besos