Tan cerca todo el año …..


Con Adriana somos vecinos.Nuestras casas, en el conurbano de Buenos Aires, distan no más de 30 metros,sin embargo, a pesar de estar en el vecindario desde largos años, las dosfamilias sólo tenemos una relación de cordial buena vecindad, no de amigos y nonos frecuentamos: ni ella es amiga de mi esposa ni yo amigo de su marido, ninuestros hijos hicieron amistad.
Bueno, después de lo ocurrido, que relato a continuación, Adriana y yo fuimosamigos y más que eso. 
De 34 años de edad (2 menos que los míos) es una mujer que roza lo hermoso:alta, rasgos faciales agraciados, grandes ojos color caramelo, cabellocastaño-rojizo largo y el cuerpo, seno y piernas incluidas, una escultura quehubiera descollado en el Arte Greco-Romano: una delicia para los ojos.
En septiembre, de años atrás, coincidimos en Italia, enviados por las empresasque nos  emplean y, como buenos subdesarrollados elegimos para alojarnos,un modesto pero digno, hotel de 95 euros/noche.


Desde la racionalidad se tratónada más que de una casualidad, el hecho que, por separado, eligiéramos elmismo hotel, sin embargo estoy tentado a no descartar que algo” intervino ehizo que nos encontrásemos lejos de nuestro país y de casa y acercarnosfavorecidos por la carga emocional que conlleva encontrar, inesperadamente, entierra extraña y lejana, una/un conciudadana/o y conocida/o por añadidura.Mientras, casi al terminar la tarde, estaba en el trámite de ingreso (ocheck-in como se usa decir ahora) al hotel, cuando ella salió del ascensor, mevio y me dedicó una amplia sonrisa. Interrumpí el registro, bajo protesta delempleado, y me acerqué a saludarla:
-¿Adriana? Qué está haciendo Ud. aquí?-
-¿Estoy aquí por trabajo? ¿Y Ud?-
-También yo- 


-¡Ya se va, o puede esperarmeque complete el check-in y lleve mi equipaje a la habitación?-

-Lo espero. Sólo iba a dar unpaseo por los alrededores.-

Me reuní con ella sin demora. Estabasola en Turín. Caminamos y fuimos a tomar un aperitivo y luego a cenar en unrestaurante próximo al hotel.

Esa tarde-noche conversamosmás que durante todo el tiempo que teníamos de vecinos.

De mi parte, comencé conmechar el hablar con alusiones y dichos breves ponderando su simpatía y bellezay, sobre el final de la velada, con breves caricias en manos, brazos ymejillas.  

De regreso, ya nos tuteábamosy en la puerta de su habitación, en sus ojos caramelo creí ver la invitación aque diera un paso más. La tomé de la cintura y la besé en la mejilla queofreció. Se ruborizó y no amagó desprenderse de mis manos, en su espalda baja,cercanas a las dos porciones carnosas y redondeadas situadas entre el final dela columna vertebral y el comienzo de los muslos.
- Juan, me gustaría conversar un poco más, pero mañana tengo que levantarmetemprano para una reunión fuera de la ciudad.-
- Almorzamos juntos?- propuse
- Me encantaría, pero no voy a regresar al medio día. Si podes, a la noche, meinvitas nuevamente a cenar- respondió
- Dalo por seguro…¿y, vos, me vas a invitar a entrar para seguir conversando,aquí los restaurantes cierran temprano?-
- No se….no creo …¡que duermas bien!- me dio un beso en la mejilla, muy cercade mi boca y entró.
No tuve una noche tranquila. Adriana acaparró mis pensamientos y mi ansiedad.Me dormí de madrugada después de concluir que lo que quería era saciar la sed,surgida y crecida en las pocas horas que habíamos compartido, que mis labiostenían de sus labios  En ese momento no me importó que me rechazara o queestuviera en peligro nuestra relación de vecindad o el sentido de culpa portransgredir el compromiso con mi esposa.
A la hora del desayuno no la vi, ya había partido para sus compromisoslaborales. A tarde avanzada
 la llamé porteléfono a su cuarto y confirmamos lo acordado de cenar juntos.

 

Bajó vestida con pollera cortanegra, blusa también negra y saco claro abierto de modo que la blusa ajustada resaltabasus hermosos y grandes senos. Con tacos altos igualaba mi estatura y  suspiernas parecían más largas que la avenida Rivadavia. Estaba realmenteatractiva. La cena en si transcurrió amena hablamos de los más variados temas peroambos sabíamos que estábamos haciendo tiempo, fingiendo estar interesados en laconversación.

A la hora del café, le toméuna mano entre mi mano. Me miró, sonrió y no la retiró.
Llamé al mozo y le pedí que agregara a la cuenta una botella de champagne.(Casi siempre recurrimos al alcohol cuando sabemos que necesitaremos a queecharle la culpa de nuestras bajezas). Pagué y salimos.
Al llegar al hotel le pedí al encargado dos copas. Me ofreció descártales pero,al ver mi expresión de censura, las cambió. Subimos y, frente a la puerta de suhabitación le dije:
-No te podés negar a que entre con vos, charlamos un poco más para conocernosmejor y brindamos por habernos encontrarnos tan lejos de casa.-
-bueno…. tu compañía me agrada…y mañana tengo un día tranquilo-
Entramos, nos quitamos ella el saco yo la campera,  abrí la botella yserví en las dos copas. El ambiente siguió inundado con su rico perfume, adespecho de las burbujas que liberaba la champagne, y las palabras resbalaban enmis oídos:
-Por la increíble suerte de haberte encontrado aquí- murmuré, levanté una copa,me acerqué a ella, que había también levantado la suya. “Dinnnng” se besaronlas copas, la tomé de la cintura y nos besamos nosotros. Me estremeció elcontacto y sus labios dieron abrigo a mis labios ávidos de su humedad
Dejamos las copas sobre la mesa-escritorio y suavemente comencé a acariciar latibieza de su cuerpo. De la boca pasé a su cuello, del cuello al oído,susurrándole palabras dulces.
-Juan, vamos a complicarnos …. no somos desconocidos compartimos el barrio ……lavereda  ¡paremos!- protestó, separándose apenas, para mirarme.
-Ni un terremoto me separa hoy de vos- fue mi réplica y reanudamos el boca aboca.


Ella friccionó su cuerpo almío y sentí como sus manos comenzaron a acariciarme y a tocarme con másconfianza. En el aire se percibía el grado de excitación al que habíamosllegado.
Lentamente comencé a acariciar sus senos por encima de la ropa…¡por fin lospodía tocar¡  Subí su ajustada blusa y desabroché el corpiño: sus senosquedaron libres, libres para mis labios que besaron y chuparon hasta elagotamiento. Mis dedos temblorosos descendieron y recorrieron los muslos de Adrianalevantando la pollera hasta acariciar su sexo que palpé húmedo, a pesar que seinterponía el calzón. Sus manos comenzaron bajarme el cierre del pantalón yavanzaron decididamente a tocar mi sexo tremendamente erecto a causa de laexcitación.

-¿De quién es esta almejitajugosa?-

-¡Mía, bien mía!-

-¡Ahjaaa! Yo tengo la lombrizsolitaria justa para ella.-

Me quitó la camisa, mientrasyo le acariciaba las nalgas firmes del culito, ella me besaba y mordisqueba mistetillas, cuello y orejas.
Luego de otro beso apasionado, me urgió:

-¡Dale! …… Dame la“lombrizota” ¡ahora!!…- nuestros cuerpos ya no aguantaban más.
Nos desvestimos precipitadamente (y mutuamente: ella me sacó el pantalón,zapatos y medias, yo la pollera, portaligas y medias) y nos derrumbamos en lacama. Mientras nos besábamos me deshice de la bombacha y de mi calzoncillo,(recordé el preservativo pero fugazmente. Estaba en caída libre en el abismodel deseo) le abrí las piernas y le introduje mi carne rígida, suavemente, ensu concha. Replicó con movimientos rítmicos, su boca no cesaba de morderme y desuspirar y gemir, sus uñas se hundían en mi espalda a cada embestida de mimiembro. Nos mantuvimos entrelazados, deleitándonos, devorándonos mutuamente,hasta que sobrevino un ciclón dentro de mí que imprimió un ritmo desenfrenado alentra y sale de mi verga, mi orgasmo estaba cerca. Adriana había gozado ya de,por lo menos, un par de picos de placer sexual cuando mi semen se desparramó ensu cueva ardiente. Seguí pistoneando hasta que su profundo gemido previoexteriorizó su orgasmo final, con el valor agregado de arañarme la espalda y unmovimiento frenético de su pelvis.
 
La calma nos invadió cuando aún estaba encima y dentro de ella, con mi miembrocolapsado y exprimido, besándonos delicadamente.


Recobrado el aliento pudeadmirarla en su totalidad, sentir su  piel suave, oler su desnudez, besary lamer  su carne, sus bien torneadas piernas, su vientre plano, sus senoscon pezones erectos, su cuello de porcelana, sus labios encendidos. Me confesóque era estéril como consecuencia de una cirugía ocurrida unos 10 años antes:
-…Confío que vos sos tan sano como yo. ¿Estoy en lo cierto?- agregójustificando porque había aceptado la relación sin protección.
La tranquilicé y conversamos, varios minutos. La falta de decoro de lo queacababa de ocurrir entre nosotros no hizo sombra. Apenas sentimos pesar pornuestros conyugues lejanos.


Prevaleció la adulación mutuapor lo gozado en la cogida.

Sonreímos y reímos por muchotiempo por diálogos como éste:

-¿Te gusta tu profesión,Juan?-

-Sí, la verdad que sí, aunque…… si pudiese, por ahí elijo otra.-

-¿Cuál y por qué?-

-Ginecólogo. Trabajan, adiario, con lo que yo me divierto muy de vez en cuando. Como hoy con la tuya.-

-¡Jajaja, …, quelocooo!!!  Entonces, con ese criterioyo  debería haber sido urólogo!!!-

-¡Lógico!!

…………….

Hasta que nos reencendimos, mimiembro se tensó, su conchita se rehumedeció y cogimos, desaforadamente, porsegunda vez esa noche.

 

Sin resto quedamos dormidos.El sol de la mañana nos anunció que había amanecido y con premura noshigienizamos y vestimos. Bajamos, desayunamos y salimos a cumplir con nuestras obligacioneslaborales.
Las dos noches siguientes fueron versiones mejoradas de la primera (cena,besos, champagne, besos, ropa esparcida en el piso, besos, dos o tres cogidas,besos, juegos eróticos varios, besos….)
El tercer día ella regresó a Buenos Aires vía Roma.
Nuestra relación, para nuestras familias y para el vecindario sigue siendocordial, no de amigos. Sólo nosotros dos sabemos de lo ocurrido en el remotohotel, modesto pero digno, de Turín.
Como lo extrañabamos, por un tiempo, hicimos cuatro remakes en un hotel losuficientemente alejado de nuestros parientes y conocidos.
 Despuéslo dejamos de hacer puesto que, coger sin amor, se torna rutina y no compensalo que se pone en riesgo.  

 

5 comentarios - Tan cerca todo el año …..

qoqoliso
Che, muy bueno . me gusto como se dejo seducir la mujer....