Diferente.etnerefiD

Parece una obviedad.
Hoy no puedo dormir y pienso en que cada cuerpo es diferente.
Cada cuerpo es una serie de sensibilidades aprendidas y adquiridas con el simple nacer y transcurrir.
Me he chocado varias veces con la pared. Esa de creer que todos y todas son iguales. Pensar que el sexo es una serie de trucos eficientes en todo tiempo y lugar. Que mis tetas le pueden gustar a todos, o que todas las pijas se chupan de la misma manera.
No puedo dormir y llevo mi mano a la entrepierna, buscando mi sexo húmedo que recuerda eso que pasó hace unos años.
La madrugada en que aprendí que mi cuerpo es mucho más sabio que yo, que sabe lo que quiere más allá de lo que pueda pensar o prejuzgar.
Una noche tórrida en el litoral de hace unos años tomaba hasta el hartazgo con varias compañeras de la oficina en un bar a orillas del río Paraná. Se acercaba otro fín de año y había que cumplir con los rituales de despedida. Transpiradas y un poco borrachas nos reiamos a carcajadas de nuestros superiores, pequeña venganza de las nadies...
A eso de las tres me levanté tambaleante y me fuí. Ya tenía demasiado de normalidad y andaba necesitando regresar a mis elucubraciones oscuras de todos los días. Saliendo al estacionamiento me la encuentro. Jugamos un tiempo juntas al futbol. Ritual de todos los miércoles por la tarde. Sabía su su nombre. Envidiaba secretamente lo firme de sus tetas que había visto tantas veces en el vestuario.
Nos saludamos con un abrazo por demás afectuoso. Senti su camisa sudada contra mi. Me dió un beso en la mejilla. Le pregunté para dónde iba. Me dijo que de vuelta a su casa que me quedaba más o menos de paso.
Manejaba entre penumbras a una velocidad por demás baja, intentando acertarle a la calle. Ella hablaba sin parar de un viaje que hizo. Vi el reloj en el tablero del auto. Eran las 2:54.
Llegamos a destino por milagro. Paré el motor porque la charla seguía y no teníamos ganas de parar. Saqué una petaca de whisky que guardaba en la guantera y la seguimos.
Veía en las penumbras sus gestos ampulosos, sus carcajadas, su forma extraña de explicar las cosas, sus labios gruesos. Y sin comerla ni beberla se me cruzó la idea de besarla. Fue muy extraño, nunca me había pasado eso con otra mujer. Nunca en la vida había tenido ningún tipo de atracción por otra y en esa noche de calor insoportable, borracha y hablando de las playas de Cancun tuve ese impulso.
En un silencio se me quedó mirando. Creo que algo parecido le pasó. Miró para otro lado en un segundo incómodo. Amagó a saludarme para irse acercándose para abrazarme y sin dudarlo me abalance en su boca. Lo extraño es que no me rechazó, al contrario, la abrió deseosa para que me meta dentro suyo. Su lengua buscó la mía angurrienta de sentirme. Sentí por primera vez sus labios fuertes, su nariz puntiaguda rozando la mía. Su piel más dura, su sudor saliendo a mares y cruzándose con el mió. Empecé a pasarle la mano por el pecho y la panza hasta llegar a su entrepierna. Pasé la mano bajo su falda y sentí la humedad por sobre la bombacha. Jadeabamos y nos apretábamos inconscientes y sin saber demasiado bien qué hacer. Como dos adolescentes perdiendo la virginidad nos ibamos recorriendo, buscando qué hacer con eso nuevo que se nos cruzó por el camino de la vida.
Nos separamos y apoyamos cada una la espalda en su asiento.
Ninguna de los dos hablaba. Se sentia nuestras respiraciones agitadas cortando el silencio y la noche.
Me agarró de la mano. Me dijo que si no le decía a nadie, me invitaba a subir.
Y adentro del cuarto después todo fué confusión. Desnudarnos. Ver su cuerpo de mujer imperfecta como el mío. Carnes caídas, estrías de embarazo, tetas asimétricas, entrepiernas sin depilar. Nos acostamos y nos fuimos descubriendo de a poco. Empezamos pajeándonos. Las dos teníamos un poco de resquemor al sexo oral. Nos lo dijimos. Así que en esa primera vez nos prometimos solo pajas y besos. Hirviendo de calentura nos llenamos de nuestros flujos los muslos, piernas, pieles. De saliva y ansia nuestros pezones, nuestros cuellos. La recorrí con las manos y lengua varias veces. Ella hizo lo mismo. A final se animó y llegó a meterme la lengua sobre el clítoris. La disfruté mientras me pajeaba estando en cuatro patas. Todo lo que sabía sobre sexo esa noche se cayó a pedazos. Otro mundo, otro cuerpo, otra forma de gozar. Llenas de sudor nos dormimos cuando estaba amaneciendo. Me pidio que me quede.
Algo había pendiente.


PD: éste relato es capicúa de éste. http://www.poringa.net/posts/relatos/2956526/Diferente.html
Aclaro por si no lo habían notado.
Besos.

5 comentarios - Diferente.etnerefiD

Lady_GodivaII +1
Muy bueno el juego de no tan opuestos
paspadohastalos +1
se puede decir lo mismo, sea hombre o mujer.
Pervberto +1
Se me había pasado el otro, que aproveché a leer ahora mismo. Al derecho y al revés, un par de maravillas.
paspadohastalos
muchas gracias. andan los dos en la misma, tan diferentes...
real-visceral
Geniales esté y el otro, sin desperdicio, gracias
paspadohastalos
gracias, muchas gracias!
KaluraCD +1
Diferente.etnerefiD

Geniales ambas puntas.

Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos.
paspadohastalos
muchas gracias!
KaluraCD
@paspadohastalos


Yo comenté tus posts, la mejor manera de agradecer es comentando alguno de los míos.
mimilau
Muy bueno!! Tal cual, a ambos sexos puede pasarnos lo mismo, sentir lo mismo, tener las mismas dudas, deseos, debilidades...
Muy buena idea...