Agus, el minón de la fiesta (Parte 2)

Por si te perdiste el relato de la primer cogida que le pegué a Agus acá te dejo el link:

http://www.poringa.net/posts/relatos/2952342/Linda-manera-de-arrancar-el-ano.html

Despues de año nuevo las cosas habían quedado muy calientes con Agus. Personalmente no me conformé con haberla disfrutado en el telo, siempre soy un tipo que quiere más. Por lo tanto ayer le mandé y nos vimos.
Eran las 18 cuando empezamos a organizar para vernos, la verdad es que la mina es bastante vueltera pero toda su histeria se compensa cuando le meto el pene y siento que toco el cielo.
Quedamos en vernos después de cenar, a eso de las 22 la pasé a buscar por su casa y otra vez me quedé deslumbrado: vestía una remera que marcaba sus enormes tetas y otra vez se puso un shortcito bastante ajustado. Sus piernas parecían las de una modelo y antes de llegar a su rodilla, mostraban un tatuaje de una calavera.
Nos quedamos dando vueltas en mi auto un rato, charlando, la verdad esta primer parte de la cita fue aburrida, pero lo mejor está por venir.
En un momento me pidió que frene porque quería ver el cielo estrellado a través del techo corredizo, yo accedí y poco a poco fui calentando las cosas.
Mientras mirábamos el cielo y filosofabamos, me fui acercando hasta lograr besar sus labios. El beso al principio fue demasiado lento, pero luego se fue aligerando hasta llegar a sólo usar nuestras lenguas y que nuestros labios no se tocaran.
Comencé a masajearle las piernas y me tiró un palo: "Che estoy incómoda acá adelante, ¿No querés ir atrás?"
Una vez en la parte trasera del auto, se me subió a mis piernas y empezó a rozarme la pija de una manera salvaje, todo esto con ropa. Luego de dos minutos así siento que se le humedece la concha.
Le saco la remera y el corpiño y logro ver otra vez sus maravillosas tetas. No se cómo definirlas, me dejan atónito. Son grandes, redondas y sus pezones son pequeños, casi perfectos. Ni bien empiezo a lamer sus pezones ella empieza a gemir y me desabrocha el cinto.
Sus manos apenas cubren el diametro de mi verga y empieza a pajearme, primero de una forma lenta y luego más salvajemente.
Yo no puedo más y le pido que baje. "Mmm al fin voy a poder degustar nuevamente tu lechita" fueron sus palabras y mi cerebro colapsó.
Empezó a chuparmela de una forma estrepitosa. Su lengua recorría todo el tronco del pene hasta llegar a la cabeza, donde daba vueltas cubriendola de saliva. Luego de esto podía sentir como mi miembro tocaba su garganta, a tal punto que llego a toser.
Esta vez le acabé en la boca y, como siempre, se tragó todo mi semen, no dejó ni una gota.
En ese momento se puso en cuatro y me pidió que le rompiera el orto, esta vez sin rodeos.
Empiezo a meter mi poronga en su fenomenal orto y siento como la presión del agujero empieza a devorarla. Lo que me encanta de los anales de Agus es que puedo llegar hasta el fondo y una vez ahí, sentir como la lleno de placer.
Para este entonces, ella gritaba de placer. Me pedía más y más. Yo obedecía, le rompía el culo como un campeón, cada vez con más potencia.
Finalmente acabó y senti como sus jugos vaginales mojaban el asiento del auto (al día siguiente a limpiar). La di vuelta y quedé yo arriba.
Ella me hizo una turca y yo disfrutaba del movimiento de sus pezones, que estaban más duros que una piedra. Cuando sentía que estaba por acabar, le metí la chota en la cajeta y empecé a darle duro de vuelta.
Agus se estremecía de una forma inexplicable, yo entraba y salía constantemente de su cuerpo, haciendo que su vagina escupa jugos por doquier. Más tarde siento que no puedo más y le acabo en la concha y me quedo observando ese espectáculo: la leche no paraba de fluir y se mezclaba con sus jugos vaginales.
No quise quedar mal y le di su segundo orgasmo: llegué a colarle cuatro dedos y sentía todo el esplendor de ese mujerón. Mientras tanto, chupaba y gozaba sus tetas y ella gritaba de placer.
Cuando acabó me propuso hacer un 69. Yo nunca en mi vida lo había probado. Su concha tenía un gusto fenomenal, bastante salado. Y mientras más fuerte se la chupaba, mejor me peteaba ella. Su lengua recorría mi glande y me hacía sentir mini orgasmos en cada lamida.
Para terminar, acabé nuevamente en su boca pero esta vez no la tragó: empezó a jugar con mi leche, frotandosela en las tetas, dejandome una imágen visual para mis próximas pajas.

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