Amorestelos 2

Ella, satisfecha, se apoyó en el pecho de él. Acomodándose él le dijo "ah...tenés algo húmedo en el pelo". Sí, se había manchado el pelo, así que se fue a darse un baño. Él, viéndola en la ducha llenó el Jacuzzi.

Ella salía secándose cuándo lo vio, sentado esperándola con una copa de champagne. Se metió con él en el Jacuzzi ("que molesto que es esto de plástico para entrar" pensó) y le aceptó la copa.

Se quedaron disfrutando de las burbujas y de estar uno junto al otro. Ella se relajó, pero pensó "¿se habrá aburrido?" y mirando hacia arriba, vio que estaba relajado, muy relajado, acariciándole el pelo. Pero ella ya quería más; sin moverse mucho, giró su cara y lentamente mordisqueó el pecho de él y su mano lo buscó entre sus piernas.

Las manos de él también la buscaron; ella sintió como la tocaba, lentamente, en el agua cálida y se incorporó un poco, dejándole un acceso más fácil y aprovechando para comerle la boca. El con una mano la tomaba de la nuca y con la otra la tocaba, la tocaba y la hacía calentarse.

Ella decidió que necesitaba su lengua juguetona ahí, por lo que, parándose sobre él, en el borde del Jacuzzi, se arrodilló, dejándolo atrapado entre sus piernas. Él entendió el desafío y mientras la sostenía en su espalda (para que no se cayera) su lengua buscó el clítoris; ella empezó a cabalgar su cara, convulsionándose.

Él la sostenía, pero esperaba que no tardara mucho. El plástico duro del borde y el sostener su cuerpo (aunque fuera liviano) en sus manos lo cansaron un poco. Pero por suerte, su lengua la llevó rápidamente al clímax. Ella se estremeció y se dejó caer, relajada y satisfecha, de nuevo al agua. Él pudo respirar de nuevo.

Por unos segundos ella descansó sobre su pecho, hasta que le dijo "movéte un poco para arriba". Él, recuperado, lo hizo y ella tomó en su boca el pene que de nuevo estaba levantándose. Esta vez no hubo penetración de garganta profunda; simplemente tomó su pija un poco caída todavía en su boca y la succionó, con fuerza, como queriendo destaparla. En cuánto se puso más dura se movió rápidamente un par de veces sobre el pene como un pistón y lo tomó en su mano mientras besaba sus testículos.

Él disfrutaba mucho de esa chupada y la miró mientras ella le besaba sus bolas. Algo entre ellos se transmitió, porque él se dejó caer de nuevo al agua y ella lo soltó, para sentarse sobre él.

Pero Él tomó su pene en su mano y no lo dejó entrar; jugó con él, acarició con su pene los labios de su vagina hasta que ella, impaciente y con deseo le pidió que se la meta.
Ahí ella se dejó caer...pese a estar lubricada, siempre era una sensación fuerte, el tenerlo adentro, que quería disfrutar. Empezó a moverse lentamente y tomó las muñecas de él, aprisionándoselas al lado de su cabeza, para darle a entender que ella quería tener el control.

Lentamente ella se dejó caer sobre él y comenzó a cabalgarlo...dejando que su pene entre y salga lentamente. La cara de él reflejaba el placer de esa lenta cabalgata y al poco tiempo se liberó de las manos de ella y la atrajo más hacía sí. Ahora estaban pecho contra pecho y una de las manos de él la tomaba por la cola, ayudándola a moverse mientras la otra la tomaba de la nuca y él mordía su cuello y jugaba con sus orejas.

Pero ella no quería ceder tan rápido el control. Se volvió a erguir y comenzó a acelerar la cabalgata, pegando pequeños saltos. Él aprovechó la situación y sus manos empezaron a jugar con las tetas de ella, lo cual la llevó casi al punto de venirse. Pero no quería venirse todavía, así que salió de él y se dio vuelta, volviéndose a sentar, pero dándole la espalda. Ella sabía que a él lo volvía loco esa postura; apoyando las manos en las rodillas de él, comenzó a saltar cada vez más rápido.

Ella tenía razón; él se volvía loco viéndola de espaldas; con una mano la ayudaba en sus caderas y con la otra empezó a jugar con su cola; solo apoyaba el dedo dónde su ano bajaría y dejaba que se hunda levemente. Al sentir esto, ella no pudo contenerse y se vino. Él le dijo que iba a venirse y ella se dejó caer para adelante, saliendo de él, dándole la espalda, en cuatro en el jacuzzí. Él se paró y se tocó dos veces; a la segunda vez, un nuevo chorro de semen salió, cayendo sobre la espalda de ella quién dio un respingo. Su leche estaba más caliente aún que el agua. Cuándo sintió que él terminó de acabar sobre ella, se dio vuelta y golosa le limpió el pene de los restos de semen que quedaban. Dejándose flotar en el agua, le dijo "suerte que ya estamos bañándonos" y los dos se rieron.

"Salgamos" le dijo él; "quiero comerte esa cola golosa".

Continuará...

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