Hermanos sin tabú. Cap 8

Hola! para los que n lo leyeron, aquí está 🙂

Capítulo 8


Como era lógico, después de aquella noche todos estuvimos tensos, incómodos, sin saber qué hacer o decir para relajar la tensión sexual que reinaba en la casa. Por la mañana no desayunamos en familia, sino que cada quien fue al comedor, agarró su plato y se fue a comer a otro sitio, todo con tal de no tener que mirarnos a la cara por la vergüenza. Tampoco era como si no lo hubiéramos disfrutado y nos arrepintiéramos, por lo menos Estefy que parecía encantada con la follada de su hermano, y mientras esa mañana yo estaba en mi habitación intentando leer un libro, no me podía concentrar pos los gemiditos de mi hermanita, que estaba en la cama a mi lado masturbándose analmente con un perfume pequeño que había pillado por allí.

Como ella era una vouyerista que le encantaba mirar y que la miraran, disfrutaba con que su hermana estuviera a su lado aunque no le prestara la debida atención. La miré de reojo y vi que estaba desnuda, con sus pequeñas tetitas de pezones rosados erectos por la excitación, las mejillas rojas y las piernas bien abiertas mientras metía y sacaba la botella de perfume de su culo.
—¿Me puedes dejar leer, cabrona? —le pregunté tirándole una almohada —, no me concentro con tus “ay, ay”.
—Pues puedes irte a otro cuarto.
—Mejor vete tú —exclamé y quité la vista de ella.
Un tiempo después cuando alcanzó su tercer o cuarto orgasmo, Estefy se acostó conmigo a descansar.
—¡Uf! Eso fue riquísimo. Oye ¿qué crees que suceda ahora? Mamá y papá están muy callados, y Ángela y su novia no han salido de la habitación. Alec se fue a caminar por la playa. ¿no sientes que nos estamos distanciando?
—Por favor, ¿piensas que lo que pasó ayer fue algo así de simple? Cogimos. O más bien, Alec te cogió.
—Celosa —apuntó con una coqueta sonrisa.
—Ese no es el punto. Imagina cómo se sentirá mamá de haber propiciado esa escena. Debe de estar muerta de vergüenza, y también papá. Es lógico que tenemos que hablarlo entre todos.
—¿Quieres que se repita?
No tenía caso mentirle ¿verdad? Me daba mucho morbo que todos cogiéramos en familia. El incesto era una práctica… prohibida y tabú. Maravillosa por supuesto y había leído por allí que ayudaba a fortalecer las relaciones entre los miembros.

—Quizá sí, pero por lo pronto nosotros podemos hacer lo que queramos.
—¿Quién nosotros?
—Alec, tú, yo. Incluso Ángela. Somos hermanos. Los niños de la casa por así decirlo. ¿Recuerdas cuando hacíamos travesuras los cuatro?
—¡Sí! Era divertido. Aunque siempre me echaban la culpa a mí —Estefy se rió encantadoramente y luego se subió a horcajadas sobre mí —¡entonces nosotras podemos seguir con nuestro rollo?
—Sí, pero si me dejas leer primero.
—No seas nerd —exclamó y me arrebató el libro. Acto seguido colocó sus labios justo encima de los míos y sin esperar que abriera mi boca, metió su lengua entre mis dientes.

De todas las personas que me habían besado, Estefy era la mejor. Su dulce lenguita azucarada se entrelazaba con la mía e intercambiábamos besos llenos de saliva y chasquidos. Yo la abracé por la cintura, y bajé hasta sus relucientes nalgas para pellizcarlas. También deslicé mi dedo por su rajita que estaba muy lubricada. Esto era algo genético, pues tanto ella, yo, Ángela y mamá éramos como una fuente cuando nos excitábamos. Incluso yo empecé a mojarme cuando mi hermanita me mordió los labios y bajó por mi cuello. Hundí mis dedos en su vaginita tan lisa como la de un bebé y toqué su himen. Qué bueno que ella todavía era virgen, al igual que yo, que solo practicaba sexo anal.
Dadas las circunstancias en las que estaba pasando mi familia me llegué a preguntar si no sería durante estas vacaciones que yo perdiera la virginidad. De ser así, me encantaría que fuera gracias a mi hermano, porque después de haber visto como manejaba su polla dentro del culito de nuestra hermana, yo también la quería.

Dedeé a Estefy con fuerza, pero teniendo cuidado de no desvirgar a mi propia niña adorada. Ella me besaba con dulzura, gemía a mis oídos y me lamía el cuello dejando una marca de saliva. Las dos estábamos disfrutando de lo hermoso del sexo lésbico entre hermanas cuando la puerta se abrió. Estefy ni se molestó en quitarse y se quedó a horcajadas sobre mí cuando mamá entró y se quedó paralizada al vernos. Sin embargo entró y cerró la puerta con llave.
—Niñas… pónganle seguro a su puerta cuando vayan a tener sexo.
—Lo sentimos, mamá —se disculpó Estefy y se acostó a mi lado con las piernitas abiertas. Mamá le miró la conchita y sonrió.
—Eres tan linda, Estefy.
—¿Papá se fue?
—Salió un momento —se recostó en la cama de Estefy y respiró profundamente —anoche nos salimos de control ¿verdad?
—Pero fue maravilloso —dijo mi coqueta hermana —. Andrea y yo queremos que se repita.
—¿En serio?
Las dos asentimos.

—Bueno… el incesto es una práctica no muy bien vista, así que siempre se ha llevado en la clandestinidad. Por otro lado sería hipócrita de mi parte decir que no me gustó. A decir verdad, yo ya he tenido experiencia con el incesto. Mi primo Ángel y yo nos tocábamos cuando éramos más jóvenes y desde allí derivó mi gusto por esto. Su padre también incestaba por si quieren saberlo.
—¡¿Con quién?! —exclamamos las dos.
—Con su hermana mayor, Alma. Ella le inició en el incesto. Se supone que él se los debería de contar y no yo, así que si lo menciona muestren sorpresa.
—Nuestra familia está llena de incestuosos —caviló Estefy —, es normal entonces.
—Creo que sí.
Mamá se veía algo desanimada, o más bien, pensativa.

—Siempre imaginamos que nuestros hijos podrían interesarse por esa práctica, por eso desde niños les hemos criado sin tabues y anoche al fin se dieron las cosas. Ahora me siento un poco… culpable, creo.
—A mí me gustó —dijo Estefy con naturalidad —, no le veo el problema. Alec es mi hermano y le quiero un montón. Lo mismo con Andrea y Ángela.
—Sí, sí. Es sólo que es un gran paso como familia ¿no lo creen? Nos puede unir o nos puede separar.
—Yo creo que nos unirá —opiné y mamá me devolvió una sonrisa.
—Bueno, las dejaré pensando en eso. Estoy contenta de que quieran volver a intentarlo. Iré a hablar con su hermana Ángela, que parece ser la más incómoda con la situación. Continúen.
Nada más mamá irse, Estefy se puso de pie encima del colchón y me miró con una sonrisa malvada.
—¿Qué vas…?

Y sin poder detenerla, que sienta su trasero justo encima de mi cara ofreciéndome su hermosa vaginita a mi boca; sus juguitos caían en forma de minúsculas gotitas. Sonreí y respirando profundamente, separé sus delicados labios y lamí todo lo que mi hermanita me brindaba.

Más tarde, Papá, mamá, Ángela y yo salimos a dar una caminata por la playa. Dejar a Alec y a Estefy para que hicieran de todo fue una idea peligrosa de la que todos estábamos conscientes, aunque como ya habíamos aceptado realizar las prácticas incestuosas, era inevitable que cogiéramos entre nosotros. En estos momentos los dos deberían de estar dándole duro contra el muro. Lorena, novia de mi hermana, se había quedado por flojera, aunque yo realmente pienso que tenía curiosidad por el sexo con un hombre, aunque eso era algo que nunca le confesaría a mi hermana gemela.

—¿A dónde vamos exactamente? —preguntó mi hermana a papá que estaba conduciendo.
—Quiero ir a visitar a un amigo que vive cerca de aquí.
—Pero parece que se aproxima una tormenta. Deberíamos volver.
—Tranquila, hija —dijo mamá y nos miró desde el retrovisor —. No hay reporte del clima con lluvias hoy. Quizá mañana.
Pero fue un grave error pensar así. Como nadie controla el clima, un poco más tarde una fuerte tormenta golpeó la costa. Los vientos eran feroces y las palmeras se mecían peligrosamente sobre sus troncos. Las olas eran muy salvajes y chocaban con fuerza contra la arena. Nosotros estábamos refugiados en el coche, dentro del cual hacía calor. Como no veíamos nada por la lluvia, papá no podía arriesgarse a conducir.
—¿Qué decías de la lluvia, mamá?
—Ups, me equivoqué tantito.
—Yo tengo calor, estoy asándome.
—Quítate la ropa —sugirió papá y me guiñó el ojo.

—Está bien —dije feliz y me deshice del bra del bikini y de los shorts. No llevaba nada más debajo, así que quedé desnuda de inmediato. La mirada que Ángela le puso a mi conchita fue espectacular. Ella era lesbiana así que las vaginas le encantaban. Se sonrojó y disimuló mirando por la ventana.
Al poco rato mamá también se quitó la ropa y lo mismo con papá. Lo bueno es que las ventanas estaban polarizadas y nadie nos podía ver.
—Encenderé el aire acondicionado un rato, pero ojalá no me quede sin batería.
Con el frío y nosotros desnudos estar atrapados se hizo más cómodo. La única que seguía vestida era Ángela, aunque sólo llevaba una camisa y una minifalda suavecita. Tenía sus piernas fuertemente cruzadas y se distraía mirando por el vidrio.
—Esa cosa se te está poniendo dura —oí que decía mamá a papá.

Eso le llamó la atención a mi hermana, que discretamente miró. Yo también y vimos a papá tocándose suavemente la polla, masturbándose despacio como si la tarea le resultara aburrida. Mamá tenía las piernas abiertas para que el aire acondicionado le enfriara el coño. Yo me moría de ganas por probar un pene y distraerme un rato.
—Es que no hay mucho que hacer.
—¿Y si les mostramos a las chicas como hacer una buena mamada? —sugirió mamá.
—A mí no me interesan las pollas —dijo Ángela y se recluyó en su asiento.
Madre me miró con una sonrisa y se acomodó para meterse el miembro de su esposo a la boca. ¡Le entró todo! Y dada la posición en la que estaba, fue toda una proeza. No sabía que ella podía hacer gargantas profundas. Yo me quedé pegada a esa imagen de mi hermosa madre mamando un pene igual de poderoso y prominente, cuyas venas resaltaban por al sangre acumulada.
—Ángela, tienes que ver esto —dije maravillada y le piqué el hombro.
Mi gemela a penas miró a mamá comiendo el pene y puso cara de asquito.
—Es que no me excita.
—¿Y yo?
—¿Tú qué?
Sonreí coqueta y me abrí de piernas para ella. Ángela se ruborizó de inmediato cuando me vio el coñito. Vi que se aguantaba las risas y desviaba la mirada.
—Bueno, eso está mejor —mencionó.
—Pues cómete a tu hermana —le sugirió mamá.
—¡Ay! Como joden. No le comeré el coño a Andrea. Somos gemelas. Sería como hacerme sexo oral a mí misma.
—Ángelaaa… —le llamé mientras me abría los labios vaginales con los dedos. Mi hermana se empezó a poner nerviosa, muy colorada e hizo como que no le atraía el espectáculo.

A mí se me estaba haciendo muy divertido joderla, por lo que empecé a masturbarme. Papá reclinó su silla y mamá subió sobre él para cabalgar sobre su verga. Ver cómo se le hundía en el coño incluso llamó la atención de Ángela, que descruzó las piernas y de repente ya estaba mirando sin pudor a mamá, que brincaba rápidamente y sus tetas bailaban al ritmo de sus cogidas.
—Anda, puedes tocarte un poco —le dijo mamá con mucho cariño.
La pobre chica torció los labios, y tímidamente, separó sus muslos y metió una mano por entre su falda. Yo me seguía masturbando como una loca. Deseaba meterme los dedos y desvirgarme a mí misma.

Pasaron como cinco minutos. Ángela seguía sin despegar la mirada de nuestros padres cogiendo. Ahora ella se masturbaba con más velocidad. De un momento a otro se sacó la falda y yo le ayudé a quitarle el resto de la ropa hasta dejarla totalmente desnuda.
—Hija, esto es algo que tienes que probar —le aconsejó papá.
Ángela me miró con cara de que no quería hacerlo, pero la conocía. Estaba muy excitada y demasiado mojada.
—Anda —le dije y para atraerla le coloqué mis dedos cubiertos de flujo en los labios. Ella los probó con timidez, y le encantó ese sabor.
—Bueno… sólo un poco ¿sí?
—Sí.
Dado que la camioneta era grande, Ángela se acomodó con la cara entre mis piernas. Me separé los labios vaginales y la dejé hacerme lo que quisiera. Nada más poner su boca en mí, hizo tal presión con su lengua que literalmente vi estrellas explotando en mi cabeza. ¡Dios! Ángela mamaba realmente bien un coño. Yo estaba entre que me reía y gemía. Incluso vi que mamá arqueaba una ceja al ver la ferocidad con la que su otra hija se movía.

Cerré los ojos y los abrí cuando la muy pilla me mordió el clítoris. Me abrió más las piernas, tanto como lo permitía el espacio y deslizó su lengua por todo mi culo, incluso me tocó el anito con la puntita de su boca, lo cual me volvió loca de inmediato. Acto seguido me metió un dedo por ese estrecho agujero. Yo me corrí en ese punto, excitada más por la situación que por el placer.
Tomé a mi gemela de la cabeza para pegarla más a mi concha. Ella me penetraba con su lengua, tan profundo como podía permitirse hasta tocar con mi himen. Sorbió todos mis jugos y quería más la muy cabrona. Inmediatamente se fue contra mis tetas, mordiéndolas y succionando mis pezones con mucha fuerza a su vez que sus dedos me pellizcaban los labios vaginales. Mamá gemía fuertemente al ver a sus dos hermosa y tiernas hijas cogiendo como un par de lesbianas en celo. Papá no alcanzaba a ver, pero estaba disfrutando comiendo los pechos de su esposa.
—No tan duro… —le pedí a Ángela cuando vi que al separarse de mi pecho dejaba la marca de sus dientes. Acto seguido me besó con mucha pasión directo en la boca. Cubrió mis labios con los suyos y succionó mi lengua. Yo estaba a su merced, completamente sumisa e incapaz de moverme ante los instintos lésbicos de mi hermana.
—Cambiemos de posición —sugerí.

Ella estuvo de acuerdo y se recostó. Abrió sus piernas y me ofreció su hermoso coño. Rápidamente tomé el lugar que me correspondía y al probar los jugos de mi gemela que caían en abundancia, me encendí y chupé con celeridad. Mamá se había quedado quieta mientras papá la penetraba despacio. Nos miraba con un gesto de amor maternal, como orgullosa de que sus hijas al fin se relacionaran sexualmente. Después de todo lo había estado planeando así y nos educó sin tabues para eso.
Le sonreí con cariño y le di un beso en la boca con sabor a la vagina de Ángela. Ella lo degustó y luego me instó a seguir comiéndole el coño a mi adorada hermana gemela, que para esos momentos estaba en las nubes, pellizcándose los pezones y lamiendo la saliva que se le escurría de la boca.
—¿Qué decías de incesto, hija?

—Nada… no dije nada… —rió ella cuando le vino su correspondiente y bien merecido orgasmo.
Y esa fue la primera vez que Ángela aceptó que el sexo en familia le encantaba, y más si involucraba una vagina. Todos felices, todos unidos. Y todavía nos quedaba vacaciones.

4 comentarios - Hermanos sin tabú. Cap 8

gunssux
es que eres la mejor! esto es lo mas rico que he leido, graciaaas!
gadielcomingsoon
Tremendo nena, como siempre. Que bueno arrancar el día con una buena paja y un buen relato
dmn94rp
que paso que se borro el post?