Visitantes nocturnos ( final)

Cuando el polaco se ubicó frente a ella y desabrochó su bragueta sacando una verga fina y larga, totalmente dilatada, entendió de que se trataba. Esa verga quedó allí frente a su cara.
- Dijeron que no iban a violarme, dijo la hembra.
- Y no te estamos violando, perrita. Aquí la tienes. Si te gusta te la metes en la boca, y si no, simplemente voy a masturbarme mientras me miras, y poniendo las palabras en acción, comenzó lentamente a cascarsela.
Marina, empalada por su marido y sin miras de que el cabrón acabara, ahora tenía frente a ella, a un joven muy viril que se masturbaba delante de sus ojos. No podía apartar sus ojos de la escena que le resultaba muy morbosa y degenerada. Nunca había visto masturbarse a un hombre. Esa mano que avanzaba y retrocedía y esa cabeza que se descapuchaba para volver a esconderse, era lo mas erótico que había visto en su vida. Y la tenía allí a centímetros de su boca. Si movía su mano podía agarrarla, y como si su mano tuviera vida propia, lentamente se movió hacia adelante y la tomó sintiéndola húmeda y caliente. La atrajo hasta su boca, sin que el propietario de la pieza ofreciera resistencia y se la metió en la boca.
- ¿ Sabes Pablito? A la putita le va la fiesta. Si no te molesta, esta noche la vamos a pasar de película, le dijo el polaco mientras el ruido del chupeteo se unía al chapoteo de la verga dentro de la vagina de Marina.
- No tengo problemas. Denle todo lo que ella quiera recibir. Vamos a ver si se espabila de una vez, dijo Pablo sin dejar de penetrarla salvajemente.
El conejo, miraba la escena totalmente arrobado. Era mejor que cualquier porno que pudiera imaginar. Lentamente se desnudó, quedando solo con su slip abultado, y esperando alguna definición que le permitiera entrar en escena.
Pasaron varios minutos, hasta que por fin, Pablo empezó a mostrar que ya no podía controlarse mas. Sus movimientos se convirtieron en estertores sin ritmo, tratando de evitar el orgasmo que nacía en su columna vertebral, y que como un río de fuego bajaba hasta la punta de su lanza.
El polaco se dio cuenta.
- Marina, te vas a tomar toda la lechita de tu maridito, ya no aguanta mas, y me imagino que no va a ser poco lo que va a escupir. Preparate, le dijo mientras le palmeaba la cabeza.
Pablo se metió hasta el fondo y rugiendo como una fiera comenzó a escupir leche, chorro tras chorro. Retirarse y volver a entrar hasta el fondo, una y otra vez, y otra vez, y otra vez. Jamás había acabado de esa manera. Hasta Marina se sorprendió de la manera en que el semen la quemaba por dentro, y los empujones hicieron que se tragara hasta la empuñadura, la lanza del polaco.
Por fin, Pablo se retiró, y cayó sobre el sillón totalmente agotado.
El polaco también se retiró, dejando a Marina sola en el sillón.
- Ve a lavarte, le ordenó, y Marina se levantó y fue al baño, sin chistar.
- Bueno Pablo, me parece que hemos despertado una comehombres. Tu decides que quieres que hagamos.
Pablo, enojado, no lo pensó.
- Denle masa hasta que diga basta. Todo lo que ella quiera. Yo voy a ayudarles apenas me recupere, pero quiero verla atender otros hombres para que nunca mas se haga la puritana conmigo. Tiene que mostrar que adora las vergas de todos los tamaños. Eso si, sin forzarla, recalcó.
-Bueno Pablo. Será un placer. Después de hoy tu mujer ya no será la misma. No se si podrás satisfacerla, pero eso lo resolverás en su momento. Vamos para el dormitorio, dijo levantándose
En el camino los machos que aún conservaban algo de ropa terminaron de despelotarse. Pablo los miró. El polaco tenía una verga larga y fina como él. A golpe de vista superaba los 18 cms. partiendo de los 16 que el portaba. El conejo, además de tenerla tan larga como el polaco la tenía mucho mas gruesa, o por lo menos esa sensación daba al ser más morena. Pero lo que destacaba en el conejo eran unas pelotas grandes que se balanceaban completando un armamento terrible.
Cuando llegaron al dormitorio, el polaco entró al baño y cerró la puerta, se escucharon unas voces, un forcejeo, y un grito ahogado.
La puerta del baño se abrió lentamente, y de él salió el polaco caminando lentamente y trayendo empalada en su verga a Marina que lo envolvía con brazos y piernas, gimiendo a cada paso que daba el joven y que hacía que su verga se enterrara hasta el fondo.
Lentamente la llevó hasta la cama, para terminar apoyándola sobre ella, y sin sacarla, levantó las piernas de la hembra hasta colocarlas sobre sus hombros, haciendo que la penetración fuera total.
Pablo miraba la escena alucinado. La puritana de su mujer, abierta de piernas, totalmente regalada a un pendejo desconocido que se había metido por la fuerza en su casa. Y la muy puta gozaba como una yegua, según se veía en su cara.
El polaco comenzó a martillarla lentamente y en envites largos y sinuosos que eran toda una danza lúbrica en la que la hembra se descontrolaba por completo.
- Espera un poco, dijo Pablo, y el joven lo miró. El marido cornudo, le hizo un gesto para que desmontara, y el joven sin entender demasiado lo hizo.
- Tengo otro plan, dijo Pablo, mientras tanto, es el turno del conejo, dijo habilitando al otro muchacho a que tomara el lugar del primera.
Ni lerdo ni perezoso, y antes que Marina pudiera reaccionar, ya estaba el conejo entre sus piernas, en la misma posición que el polaco, con las piernas de ella calzadas en sus hombros y frotando arriba y abajo su poronga en la raja de la hembra.
Marina debió notar que este aparato era mas voluminoso y con su mano lo buscó, para terminar abriendo sus ojos como un dos de oro, cuando notó que no podía envolver esa verga brutal con su mano.
- Me vas a lastimar, dijo, tratando de retirarse, pero en ese preciso instante, el conejo empujó y le clavó media verga, lo que hizo aullar a la hembra.
- auuuuuhg, ¡ es muy grande, animal!, alcanzó a decir antes que el conejo volviera a empujar y se metiera hasta la cachas. Nuevo alarido de la hembra, y luego se quedaron quietos. El conejo gozando seguramente al sentir su pija apretadita por la vagina de Marina, y ella para evitar el dolor que temía si se movía.
- Tranquila señora que ya está bien adentro. Vamos a esperar que tu agujerito se acomode a mi mazo y luego te vas a enterar porqué me dicen conejo, le dijo mirándola con salvaje lujuria.
Marina lo miraba asustada. Buscó el auxilio del polaco, quien parado a los pies de la cama, se masturbaba lentamente sin entender porqué Pablo lo había frenado, cuando ya estaba dispuesto a vaciarse dentro de la hembra. La mirada del jovencito con su verga morada en la mano, no daba ninguna señal de querer intervenir. Buscó entonces a su esposo, y este estaba sentado en una silla, mirándola con una cara de odio que dejaba bien claro que tampoco la iba a salvar.
- Por favor, por favor, dijo, de pronto, dándose cuenta del espectáculo que estaba brindando. Ella que toda su vida había hecho del sexo algo pecaminoso y oculto, ahora estaba siendo cepillada por dos desconocidos ante la vista impávida de su esposo.
El conejo se empezó a mover lentamente.
- Ya que lo pides por favor, vamos a empezar, dijo mientras comenzaba con el mete y saca.
Marina solo atinó a gemir. Lo que tenía adentro la llenaba por completo, como nunca la habían llenado. Por suerte no era tan larga, porque la hubiera reventado, pero llevó un buen rato que las paredes de su almeja se amoldaran al invasor. Cuando lo consiguió, empezó a gozar de la cópula, aunque se controlaba para no parecer tan puta delante de su esposo.
- Déjame, déjame, decía con la boca, mientras que su vagina decía claramente otra cosa. No quería separarse por nada del mundo de ese objeto caliente que la estaba satisfaciendo como nunca.
La escena fue escalofriante. Pablo no podía creer lo que veía. La penetración y el vaivén se fueron acelerando hasta tomar una velocidad impensada. El animal la estaba cepillando a toda máquina.
- Ya sabes porqué me dicen el conejo. Puedo seguir a este ritmo toda la noche, le dijo el macho mientras la masacraba.
Marina no podía terminar de registrar todo lo que sentía. Por eso cuando empezó a correrse, no pudo controlarse, y el orgasmo era interminable. Gritó, lloró, ululó como una paloma. Volvió a gritar y sintió que perdía el conocimiento, y mientras el macho seguía y seguía. Martillando, martillando a una velocidad increíble. Por fin, Marina quedó casi inconsciente. El conejo se detuvo por un momento.
- Ponete de costado, dijo Pablo, indicándole lo que quería que hiciera. El joven lo miró y asintió. Se arrodilló sobre la cama, empujando a Marina hacia atrás, y luego giró quedando entre las piernas de la hembra, de costado y frente a frente.
Pablo se acercó al polaco y le habló al oído. La cara de vicio del joven indicó que le gustó la idea.
Rápidamente subió a la cama y separando las nalgas de Marina comenzó a juguetear con su lengua sobre el ano de la mujer. El conejo comenzó de nuevo sus arremetidas.
Marina, sentía que la seguían martillando y a la vez, sentía como una lengua humedecía su culo, y las sensaciones la mantenían nuevamente al borde del orgasmo.
- paren, paren, por favor, por favor, decía sin muchas convicciones.
Como respuesta, el polaco comenzó a dedearle el culo, primero con uno y luego con dos dedos, consiguiendo que la hembra se volviera totalmente loca.
El conejo le acarició los pezones.
- Polaco, se le pusieron duros como piedras. La perra esta muyyyy caliente, dijo sonriendo.
En ese momento, Pablo con su verga ya totalmente recuperada se acercó a la cama. Tomó a su mujer y la hizo girar hasta quedar montada sobre el conejo y los dos cruzados sobre la cama. En ese momento le hizo un gesto al polaco.
El joven rubio, tomo su pija y encañonó el culo de la milf. Cuando empujó, Marina trató de oponerse.
- ¡ Noooo! ¡Nooooo!, ¡Querido, no lo permitas! Le rogó a su marido, pero al mirarlo, notó que su rostro era una máscara inexpresiva y sus ojos eran lujuria y odio mitad por mitad.
La elección de Pablo fue la correcta. La verga fina y larga del Polaco era ideal para la sodomía, y en un par de empujones la había empalado por completo. Marina, al sentirse penetrada por los dos lados, dejó de luchar.
- Ahora si te tenemos donde queríamos, dijo el polaco, en cuanto te acostumbres vas a gozar como nunca, le dijo mientras sus manos buscaban sus pezones endurecidos.
Marina, trataba de recuperar el aliento, y abría la boca tratando de que mas aire entrara a sus pulmones. En ese momento, Pablo se acercó y tomándola del cuello, le hundió su verga en la boca, casi hasta los huevos.
¡ Glubbb,glubb! Fue todo lo que pudo decir Marina. Pablo, considerado y para evitar que se ahogara la retiró un poco comenzando a masturbarse con la boca de su mujercita.
- Perra estrecha, vamos a ver si de ahora en mas me vas a rechazar como hiciste toda tu vida. Sos una puta reventada, y vas a agradecer que yo todavía me caliente con vos y te quiera coger, sabiendo lo guarra e inmoral que eres, le decía continuando con su cogida bucal.
La escena era muy bizarra. El polaco comenzó a moverse lentamente y luego de unos minutos había tomado un buen ritmo, hasta que por fin se metió hasta el fondo y se vació en el culo de Marina, que aulló de placer al sentir esa descarga caliente y viscosa.
- Ven a que te la limpie, le dijo Pablo, dejando libre la boca de Marina.
Cuando el polaco ocupó su lugar, Pablo ocupó el del polaco, y sin decir agua va la ensartó por el culo de una, haciendo que Marina se cerrara para evitar lo que ya había ocurrido. La intromisión fue tan violenta que hizo que volviera a acabar, mientras gemía y gritaba. El conejo en ese momento se retiró. Extrajo su verga, la que sonó como si destaparan una botella y salió de debajo de la hembra, dejandola ahora unicamente ensartada por la verga de su marido y por el culo.
Como Pablo ya había acabado, sabía que iba a durar mucho así que se dedicó a disfrutar de ese culo que siempre se le había negado.
- El sexo anal es de animales, sos un degenerado, a ver puta, ¿ Que se siente que te rompan el culo? ¿ Te sentís una puta degenerada? , le decía mientras la bombeaba sin pausa.
Mientras tanto al polaco se le puso dura de nuevo y estaba gozando como un marrano con la fellatio que le hacía la hembra.
- Sigue perra mamadora, sigue que vas a recibir tu premio, sigue, sigue, ahí te va, ahhhhhhh.
Marina, sintió que la verga que tenía en la boca se estiraba, se endurecía y entendió lo que iba a pasar. Nunca había tragado semen, le parecía horrible, pero el polaco la tenía del cuello y no pudo escapar. El primer sablazo de semen, fue directo a su garganta y bajó por ella caliente y pegajoso. Los demás le fueron llenando la boca, hasta hinchar sus mejillas, y no tuvo mas remedio que tragarlo mientras las lágrimas le corrían por la cara.
- Ahora si te recibiste de putona, mamita. Muy putona., dijo el polaco, que cuando su verga quedó brillante se retiró, para que el lugar lo ocupara el conejo, con su verga chorreante de semen del polvo anterior. La tomó del cuello hizo que abriera la boca y distendiendo al máximo los labios de Marina se la enterró.
- Vamos, quiero el mismo tratamiento que le diste a mi amigo. Yo también te voy a alimentar. Vas a venir sana y fuerte te lo aseguro. Te daré vitaminas como para un año, le djo el joven mientras se acomodaba para regarla, de hecho no te llené la rajita porque soñaba con tu boquita.
Marina nada podía hacer. Oponer resistencia era imposible, y lentamente sintió como esa verga se endurecía y como por fin, comenzó a escupir semen. Si el polaco le había llenado la boca, este animal hizo que casi se ahogara. No daba abasto para tragar y tragar. Nunca pensó que un macho pudiera eyacular de esa forma. Por fin, se fue tranquilizando.
Media hora la enculó Pablo, hasta que por fin se corrió de manera salvaje. Marina cayó sobre la cama como una muñeca rota. Jamás la habían cogido de esa manera. Miró el reloj. Hacía mas de dos horas que tenía alguna verga enterrada en su anatomía.
Los muchachos se bañaron, se vistieron y un rato después de marcharon, sin que volvieran a saber de ellos, y sin que escucharan en las noticias que habían sido capturados. Evidentemente pudieron escapar.
Ahora, Pablo consigue que Marina le chupe la pija cada vez que se le ocurre, y cuando la hembra se muestra verdaderamente atenta, se sientan juntos a mirar una porno, especialmente de orgías, para terminar en la cama, donde todo está permitido y nada resulta sucio y aberrante.

4 comentarios - Visitantes nocturnos ( final)

regio22
muy buen relato puntitos