La madurita que me enseñó lo que era el placer 3ra parte

Tercera parte.

La segunda:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2605468/La-madurita-que-me-enseno-lo-que-era-el-placer-Segunda-pa.html

Ya nada era igual. Ya no había vuelta atrás. Nos buscábamos y nos mirábamos. La seducción era totalmente mutua.

Ella le calentaba tener a un pendejo atado a sus pies, y sabía como lograrlo.

En el edificio había varios baños. Uno de ellos el vestuario. Lugar muy poco concurrido. Era un viernes de verano. Recuerdo perfectamente que ella me contaba que estaba saliendo de vacaciones y era su último día. Como tenía que dejar todo organizado, me comentó que iba a salir más tarde. Yo con la excusa de terminar un trabajo me quedé haciendo una hora extra.

Ya había salido la gran parte del personal de la empresa. No quedaba casi nadie. Cierro mi oficina y me dirijo hacia el vestuario. Con la posibilidad de cruzármela, con tanta suerte que se había llevado su ropa al vestuario para cambiarse allí. Aún estaba organizando sus cosas y seguía con el uniforme. Entonces a penas la vi, mi pene volvió a ponerse como nunca. Esa magia que había entre los dos, era única. Me acerco a ella sin vergüenza y la beso. Ella respondió sin dudarlo y comenzó el franeleo de manos por todos lados. La calentura era mutua, mi primera vez con una madurita, mi mayor fantasía se estaba por cumplir.

Ella sin dejar de besarme me agarraba el bulto por arriba del pantalón, sin perder tiempo me bajó el cierre y se arrodilló, se metió el pene en la boca y comenzó a darme sexo oral como nunca había recibido de tal manera.

Ella sabía lo que hacía y la manera en que lo hacía era algo inesperado para mi. Se notaba que le gustaba hacerlo. Su técnica era perfecta. No daba más, la situación, el morbo todo lo que pasaba, me hacía estar a 1000. Sin dudarlo la empecé a desnudar. Le saqué el saco, luego el pantalón se lo bajé y quedó en ropa interior, que si bien no era del todo sexy, era la primera vez que veía una mujer desnuda mayor de 30 años.

Nos metimos en unos de los cubículos del vestuario. Yo con un preservativo en el bolsillo lo saco sin dejar de meterle mano por toda su intimidad. Estaba empapada. Ella tomó el forro y me lo colocó lo más rápido posible. No daba más. Quería que comencemos inmediatamente. Fue así como sin dudarlo se me subió y la tuve que sostener con mis manos, me cabalgaba en el aire. La mina sabía lo que hacía, sabía lo que quería. Era totalmente una experta. Y yo un simple cachorro aprendiendo el placer del sexo. Estuvimos unos 6 minutos de esa manera, hasta que se bajó, se puso de espalda, y comencé a penetrarla de parado. Ya no sabía por donde no la había tocado. Le mandaba pija por la concha y manos por todo el cuerpo. Sinceramente no recuerdo cuanto tiempo pasó de darle bomba y bomba. Pero yo seguía y no quería que terminara. Hasta que en un momento yo sentía que estaba por acabar. La mina gemía y cada vez estaba más mojada, lo que mi inexperiencia me impedía darme cuenta cuantas veces acabó la genia del sexo. Cuando se dio cuenta que estaba llegando a punto caramelo, se quedó quieta, se quitó mi pene, me sacó el forro, se arrodilló y empezó a chuparla, mejor que cuando estuvimos haciendo la previa. Hasta que no aguanté y le llené la boca de leche. Se tragó todo sin decir nada. Solo una sonrisa, y un pico para luego mientras se arreglaba y agarraba la ropa, decirme:

gracias lindo, hacía rato que necesitaba esto. Me sacaste 4 orgasmos pendejo. Sos terrible, me quitaste toda la calentura.

Nos aseamos, nos vestimos y cada uno salió por un pasillo diferente por las dudas…

Ese día se iba de vacaciones, y yo pasé contando los días para volver a verla, sin borrar lo vivido de mi cabeza. Era lo único que pensaba. En volver a verla.

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