Buenas vecinas (entrega final)

Pasaron algunos días sin que las vecinas tuvieran la oportunidad de conversar, hasta que por fin coincidieron en la vereda,escobas en mano.
- Que dice vecina, dijo Julia sonriendo
- Como le va a Ud.
- Yo creo que ya es hora que empecemos a tutearnos, no te parece? Rompió el hielo Julia
- Me parece que sí, dijo Marita sonriendo y apoyándose en la escoba que sostenía.
- Los pueblos chicos son complicados para algunas cosas, no te parece?
- Y si. Hay que tener cuidado porque nunca se sabe quien está mirando, dijo Marita mirando disimuladamente alrededor.
- La verdad que el otro día la pasamos bien, me parece, no se que opinas.
- Si. Sin dudas que fue un cambio. De cualquier manera te aviso que no cambio a mi marido por nadie, dijo Julia poniendo la situación en blanco y negro.
- No te preocupes, que yo tampoco, pero bueno, un recreo no viene mal, dijo sonriendo cómplice.
- Y que lo digas.
Se hizo un espeso silencio mientras las dos pensaban como seguir adelante.
- La verdad, empezó Marita, que es dificil controlar que esta situación no llegue a oídos de todo el mundo. Imagínate lo que pasaría se si se supiera.
- Estoy de acuerdo, y justamente eso me ha hecho recapacitar sobre esta cuestión , dijo Julia poníendose seria.
- No quiero pensar que has decidido terminar con esto, dijo Marita preocupada.
- No me conoces, Marita, no me conoces. Solo digo que no pueden andar nuestros maridos saltando de casa en casa sin que alguien termine por sospechar.
- Lo mismo pensaba yo, pero tampoco podemos encontrarlos en otra parte. Por un lado ellos no querrían correr riesgos y por otro no es garantía de que no se descubriera casualmente, dijo Marita mientras analizaba la situación.
- Pero parece que nos leemos la mente. Yo también me plantee el mismo problema, y creo que he dado con la solución.
- y que es…. Interrogó Marita interesada.
- Que nuestros maridos tienen que permanecer cada uno en su casa, y con su rutina habitual.
-No entiendo.
- Que si no salen de sus casas y siguen con su rutina habitual, nadie va a sospechar.
Marita la miró desconcertada.
- Que somos nosotras las que tenemos que cambiarnos de domicilio.
- No te entiendo, dijo Marita sorprendida.
- Veamos, a ver si con un ejemplo te queda claro. El sábado mi marido vuelve a las 3 de la tarde del bar, nunca lleva su llave y generalmente lo hace muy contento, calmado y caliente… te interesa?
Los ojos de Marita brillaron de lujuria
- Parece prometedor, dijo disimulando su interés. Mi esposo regresa a las 4 de la casa de su madre, de hacerle algunos arreglos domésticos, tampoco lleva su llave, se baña y se acomoda en el sillón a mirar televisión, si no hay una propuesta mejor y mas entretenida, dijo Marita, con un guiño cómplice.
- Pues se me ocurre que a las 3 de la tarde tu podrías estar de visita en casa, diciéndole a mi esposo que yo tuve que salir y te dejé a tí para que le abrieras la puerta, y que no voy a volver, pongamos hasta las 8, te parece bien?
- Y tu estarás a las 4 en mi casa recibiendo a mi esposo y abriéndole la puerta, dado que yo tuve que salir y que no volveré hasta imagino las 8 de la noche.
- Veo que captas rápido la idea. Por supuesto, nuestros esposos no van a volver hasta las 9 de la noche y estamos solas en casa. No se si te interesa.
- La verdad que parece interesante, pero hay que ver si nuestros maridos entran en el juego.
- Si entran está todo bien, y si no, cada una podrá quedarse hasta la hora que quiera y luego irse, sabiendo que no podrá volver a su casa hasta las 8.
Ambas quedaron pensativas imaginando la tarde del sábado.
- Entonces 14, 30 podemos intercambiar lugares, y esperar a ver que pasa, dijo Julia por fin.
-A esa hora estoy en tu casa. Y veremos que sale, dijo Marita riendo .
- Tengamos fe, contestó Julia también contenta.
La semana pasó lenta, como si de arrastrara.
Las vecinas aprovecharon esos días para dedicarse a sus personas. Depiladora, peluquería, ropa interior sexy, en fin, todo lo que pensaron que sería atractivo para la presa que pensaban cazar el sábado por la tarde.
Marita, pensaba que lo suyo era más facil. Ramiro era un animal, y apenas ella le mostrara un poquito de interés, le saltaría encima. En cambio, compadecía a Julia. Ronaldo no era tan fácil de encender y la situación morbosa, podía jugarle en contra.
Julia en cambio estaba tranquila. No dudaba que Marita se iba a coger a su marido al instante, pero se sabía segura de motivar a Ronaldo y obtener una relación larga muy diferente al polvo salvaje que le daba su esposo. Marita iba a ser penetrada por una trepanadora pero luego tendría que esperar un buen rato para que le dieran otra cepillada. Julia estaba segura de que iba a sentirse satisfecha como nunca antes.
El sabado a la mañana llegó y ambas mujeres tenían que dominarse para no mostrar la ansiedad que las embargaba. Cuando después de almorzar Ramiro salió para el club, Julia se metió de prisa en el baño para comenzar a arreglarse. Lo mismo hizo Marita cuando Ronaldo, con su caja de herramientas en la mano, partió hacia la casa de su madre.
A las 14,30 en punto Marita estaba tocando timbre en la casa de Julia.
Al abrir la puerta ambas mujeres se miraron y quedaron sorprendidas. Las dos estaban realmente deseables.
- Vaya Marita, te has lucido hoy, le dijo Julia sonriendo.
- Bueno que tu también estás hecha una perra, le dijo Marita devolviendo el cumplido.
- Pero pasa, pasa.
Una vez sentadas en el sofá, Julia tomó la palabra.
- Si no te molesta, he hecho un pequeño cambio de planes, no te asustes, dijo ante la cara de sorpresa de Marita.
- Pensé que tal vez alguno vecino te vería entrar, y que sería sospechoso que yo saliera, así que coloqué una escalera en la medianera y voy a entrar a tu casa por la parte de atrás, y esperaré a tu esposo. Luego saldré por el frente como habíamos pactado, pero como no me vieron entrar, pensarán que las dos estábamos en tu casa y nadie sospechará, dijo Julia.
- Pero que pasará cuando yo salga, entonces.
- A las 8 yo sacaré a tu esposo de tu casa y me iré, y tú volverás a ella por la misma escalera que yo usé para entrar. Así nadie nos verá a las dos saliendo y entrando de diferentes casas.
- Eres realmente muy astuta, Julia. No me gustaría tenerte de enemiga, la verdad, dijo Marita, aceptando la idea de su socia de cama.
Y así hicieron. Julia subió la pared y bajó en el patio trasero de la casa de Marita. Abrió la puerta y se instaló en el comedor. Llevaba puesto un pantalón ajustado que marcaba todas sus curvas y una camisa de seda abotonada al frente, sin corpiño debajo lo que permitía notar sus pezones. Marita retiró la escalera apoyándola en otra pared, para que nadie sospechara.
Marita, con un vestido ajustado y a media pierna, se quedó en el sofá esperando que se hiciera la hora de la llegada de Ramiro. Todo estaba preparado. Esta vez, ella no se la haría fácil. Quería que Ramiro la forzara mostrando lo animal que era y que ella necesitaba.
Ramiro estacionó su camioneta en la puerta, y bajó. La verdad que la conversación con sus amigos que siempre era sobre mujeres, y sobre las cosas que hacían mientras sus novios o maridos no estaban lo había excitado. Entraría a su casa y allí nomás, en el comedor, le echaría un polvo a su esposa como para que guarde. De solo pensarlo, ya se empalmaba. Tocó timbre y esperó que la puerta se abriera, preparándose para el asalto, apenas cerrara la puerta tras de sí.
Cuando fue la vecina la que abrió, se sorprendió. Y se enfrió. Por dentro insultó a todos los santos. Si esta perra estaba de visita, no iba a poder beneficiarse a su mujer. Por otra parte, no pudo menos que notar lo sensual que estaba Marita. La muy puta, venía a provocarlo delante de su mujer, sabiendo que el nada podía hacer. Ya se la iba a cobrar.
- Hola Ramiro, pasa, pasa, dijo franquéandole el acceso.
- Hola Marita, que sorpresa encontrarte aquí.
- Realmente es inesperado, tienes razón. Lo que pasó es que tu esposa tuvo que salir porque la llamó una amiga, y como no tenías llave, me fue a buscar para que te abriera cuando llegaras, dijo con inocencia.
- Vaya, vaya. Bueno, te agradezco la atención. ¿ A qué hora regresa Julia? Preguntó como para cumplir, sabiendo que su tarde de sexo ya estaba arruinada.
- Como a las 8, me dijo, contestó Marita.
- Cuando quieras puedes irte, yo me arreglo, no te preocupes. No quisiera que tu marido te echara en falta, dijo indiferente.
- Mi marido salió y no vuelve hasta las 9 de la noche, pero tienes razón. Es mejor que me vaya, dijo dirigiéndose hacia la puerta.
Ramiro la escuchó, y sintió que su verga comenzaba a latir nuevamente. Eran las 3. Su mujer no volvería hasta las 8 y el cornudo de su vecino no volvía hasta las 9. Quizás la suerte le daba la oportunidad de desfogarse en otro cuerpo que no era el de siempre. Rápidamente la tomó del brazo.
- Quedate, vamos a tomar algo, que no quiero que te quedes sola en tu casa, dijo con intención.
- Tengo mucho que hacer, dijo
- Un café, nada más, insistió.
- Está bien, aceptó Marita.
Ramiro fue a prepararlo, y Marita mientras pensó como conseguir lo que quería.
Cuando trajo el café, lo tomaron lentamente, y conversaron de temas cotidianos. Marita miraba de reojo el reloj que estaba en la repisa. Ya eran las 4 y al lado la fiesta estaba comenzando.
- Bueno, te agradezco el café, ahora tengo que irme.
- Antes tenemos que conversar, dijo Ramiro levantándose.
El claro gesto de miedo en la cara de Marita, no hizo mas que excitar al macho, quien la tomó de los brazos e hizo que se sentara en el sillón.
- El otro día, hiciste algo que me gustó mucho, dijo Ramiro mirándola a los ojos.
- El otro día estaba loca, pero ahora ya reaccioné y haremos de cuenta que nada pasó, dijo sin dejar de simular miedo ante el avance del macho.
Ramiro se paró frente a Marita y abriéndose la bragueta, extrajo una verga dura y roja.
- Necesito que me la chupes. Mi mujer nunca me lo hace, y la verdad, que es muy bueno, dijo comenzando a masturbarse lentamente, delante de la hembra y a escasos centímetros de su boca.
- No Ramiro, deja que me vaya, dijo tratando de levantarse, consiguiendo que las rudas manos del macho la obligaran a quedarse sentada, que es lo que ella quería. Luego tomaron su cara y la acercaron a la verga colocándola entre sus labios. Marita trataba de zafar, y simulaba rechazo, pero estaba disfrutando como loca de la situación.
- No saldrás de esta casa sin habertela comido, así que tu decides si sera rápido o lento, si será consentido o forzado, pero que te la comes, te la comes. Tenemos 5 horas así que actúa, le dijo mostrando hasta que punto estaba caliente y descontrolado.
Lentamente Marita entreabrió sus labios. Esa era la señal que esperaba Ramiro, y rápídamente le metió la mitad de su verga en la boca, casi ahogando a la hembra. Cuando ella gimió, el se retiró unos centímetros dejándole en la boca solo lo que ella podía saborear. Luego comenzó a masturbarse con la cabeza de la hembra que tenía entre sus manos.
No había nada de erótico ni romántico en lo que estaba pasando. Marita era poco mas que una muñeca de carne, dedicada a satisfacer la calentura de su macho. Su boca era simplemente un agujero mas donde Ramiro podía meter su verga a discreción.
- Ahhh, que lindo que la chupas, putita. Me siento muy bien dentro de tu boca. ¿ A tu maridito se la chupas seguido?. Si, seguro que si, con esa boca de puta tragapijas no debes perder ninguna oportunidad, no Marita?. Ramiro preguntaba y contestaba porque ella con la verga en la boca nada podía decir.
- Bueno, y ahora la voy a sacar y te voy a llevar al dormitorio, y una vez allí te voy a cepillar como nunca te cepillaron, te lo puedo asegurar, así que cuando saque mi verga de tu boca, no quiero oirte decir una palabra, está claro?, preguntó, vamos di que sí, y Marita movió suamente su cabeza arriba y abajo ante la pregunta de Ramiro. Por fin, el macho se retiró. Marita quedó despatarrada sobre el sillón. Le costaba disimular la satisfacción que sentía y la ansiedad de que el macho cumpliera su promesa. Necesitaba una cepillada salvaje.
Ramiro la levantó de los brazos hasta ponerla de pie, y luego tomándola de la parte posterior del cuello con una mano la dirigió primero a la puerta, donde giró media llave para que el acceso quedara bloqueado y luego la condujo al dormitorio.
Julia, en la casa de Marita, pensaba como hacer para que Ronaldo se decidiera a poseerla. Era un tipo delicado. Imaginó que ella tendría que ser decidida, pues de lo contrario, nada pasaría.
Encendió el televisor y buscó un canal de cable sin publicidad que estuviera dando una película y lo dejó allí.
Cuando a las 4 sonó el timbre, se acomodó el cabello, se miró por última vez en un espejo de cuerpo entero que había en la entrada, y abrió la puerta.
Ronaldo, transpirado, la miró con asombro.
- Jjjulia, que sorpresa, dijo entrando a la casa. Por un momento tuvo miedo que las mujeres hubieran comentado algo de lo ocurrido y se puso pálido.
- Hola Ronnie, la verdad es que Marita tuvo que salir y como no tenías llave me pidió que te esperara y te abriera. Como mi marido no volverá hasta la noche, y estaba sola en casa le dije que no tenía problemas y aquí estoy.
- Bueno, te agradezco Julia. ¿ Tienes idea de donde fue Marita?
- No me dijo. Solo que regresaría a las 8, y que te había dejado la ropa lista para que al volver te ducharas y pudieras cambiarte, dijo Julia con total tranquilidad.
- Bueno yo me arreglo solo, no te preocupes, así que cuando quieras puedes irte, dijo Ronaldo tratando de sacar a esa tentación que se movía por su casa con total libertad. Ese pantalón marcaba ese culo rotundo que tenía y la camisa dejaba ver esos pezones asombrosos que el ya había saboreado. No quería que nada volviera a ocurrir. Tenía miedo de ser descubierto.
- Si no te molesta, mientras de bañas, termino de ver esta película. Falta poco y si voy a mi casa me voy a perder el desenlace, dijo Julia volviendo a sentarse en el sofá y enfrascándose en la televisión.
- No hay problema, haz de cuentas que es tu casa. Si me disculpas voy a bañarme que lo necesito, dijo Ronaldo dirigiéndose al baño.
Una vez allí se desvistió y se sorprendió de verse totalmente empalmado. Abrió la ducha y una vez bajo el agua caliente, comenzó lentamente a masturbarse, soñando con esa hembra que estaba del otro lado de la puerta.
Julia se quedó allí, hasta que escuchó correr el agua de la ducha. Entonces se levantó y se desnudó por completo, para luego dirigirse rápidamente al baño. Abrió la puerta suavemente y a través de la mampara de baño, vio la silueta inconfundible de Ronaldo, bajo la ducha y cascándose una paja de campeonato. Una sonrisa viciosa invadió su cara. Abrió la mampara y lo miró.
- No es justo que tu te saques las ganas y me dejes a mi caliente, dijo metiéndose en el cubículo de la ducha y tomando la verga con sus manos.
- No, Julia, por favor, no hagas esto. Si viene Marita estamos perdidos, por favor, por favoooor, ahhh que placer tus manos acariciándome, dijo mientras las suyas tomaban posesión de las hermosas tetas de la hembra.
En la casa de al lado, luego de perseguirla por todo el dormitorio, por fín Ramiro había conseguido desnudar a Marita y arrojarla sobre la cama. Como ella seguía ofreciendo pelea con unas toallas que estaban sobre la cómoda, le ató las manos al respaldar de la cama, dejándola inmóvil, boca arriba, y la amordazó. Cuando estuvo firmemente atada, Marita dejó de pelear, y con cara de furia disimuló el placer que estaba sintiendo. Por fin un hombre la iba a usar como ella se merecía.
Ramiro recuperó el aire luego de todo el forcejeo y ubicado al pie de la cama comenzó lentamente a desvestirse. Cuando estuvo totalmente desnudo subió a la cama, contuvo las piernas de la hembra que quisieron patearlo y las tomó con sus manos, levantando y separándolas. Su cara se ilumino con una lascivia incontrolable. Avanzó y acomodó la cabeza de su verga en la entrada del sexo de Marita, y con una mirada triunfal, cayó sobre ella y la clavó hasta el fondo. El gemido de la hembra fue brutal, y si no hubiera estado amordazada se hubiera escuchado en todo el barrio. Por suerte, ya estaba totalmente lubricada y mas allá de lo excitante de la escena, no sintió dolor alguno. Pero para el macho fue el paroxismo. Hacía mucho que quería poseer a una mujer de esa manera. Comenzó entonces un furioso pistoneo como si quisiera partirla al medio.
Ronaldo besaba el cuello de Julia quien mientras tanto lo masturbaba lentamente con una mano y con una esponja en la otra lo frotaba sacándole la transpiración de su cuerpo. De a poco consiguió que el macho la soltara y pudo dedicarse de lleno a bañarlo muy dulcemente. Ronaldo cerró los ojos y se dejó hacer. Jamás le habían hecho esto y lo estaba disfrutando.
Por fin, ella dejó que el agua se llevara todo el jabón, y entonces Ronaldo cerró la ducha. Julia tomo un toallón y lo secó prolijamente, y luego fue el turno de él de frotarle todo el cuerpo. Luego hizo que se apoyara en el lavabo y comenzó a recorrer con su lengua el cuello y la espalda de la hembra, hasta agacharse y apoderarse de su sexo. Su lengua recorrió toda su entrepierna dando verdaderas descargas eléctricas en la hembra que no estaba acostumbrada a este tratamiento. No fue raro que en un momento acabara salvajemente. Sin embargo, la lengua de Ronaldo siguió entrando y saliendo de su sexo y de su culo. Las sensaciones eran increíbles para Julia.
Ramiro yacía acostado al través sobre la cama, y Marita permanecía con las manos atadas y amordazada. Ella había acabado un par de veces, y él se había vaciado como un salvaje dentro de ella. El olor a semen había llegado hasta las fosas nasales de la hembra. Un olor salvaje, animal, macho, lo que ella quería.
Lentamente la desató y le quitó la mordaza. Marita quedó igual tirada sobre la cama.
- Perdona mi brutalidad pero si no te cepillaba no iba a soportarlo, dijo Ramiro consciente de lo brutal de su actitud.
- Eres una bestia, un animal, dijo Marita, y me encanta, agregó en voz mas baja apenas audible para el macho.
Ramiro la miró sorprendido.
- No me digas que te va la marcha de la brutalidad.
- Mi marido es muy dulce y tierno, pero de vez en cuando necesito que me sacudan el polvo, dijo la hembra apoyándose en los codos.
– Pues te sacudí bastante, me parece, dijo el macho sonriendo.
- No tuve suficiente, la verdad, dijo ella, exigente.
- Dame un rato y te daré una repasada para que no te vayas con ganas.
- No tengo apuro, dijo ella, y se quedó acostada junto al macho. Su mano buscó la herramienta morcillona de Ramiro y comenzó a juguetear con ella.
Luego de hacerla acabar solo con su lengua, Ronaldo se acomodó detrás de Julia que estaba apoyada en el lavabo y mientras se miraban por el espejo del baño, la fue penetrando lentamente, hasta que por fin sus cuerpos se tocaron. Entonces las manos de Ronaldo tomaron sus tetas y comenzaron un lento y sinuoso mete y saca que la transportó a Julia al séptimo cielo. No podía creer que el sexo pudiera ser tan dulce, tan etéreo. Le parecía volar.
Se aferró de las canillas y dejó que el macho la manejara. Tiraron así durante un rato largo, hasta que por fin, el tiró un toallón al piso e hizo que se arrodillara. En esa posición volvió a poseerla y a cabalgarla como si fuera una yegua durante un buen rato, y por fin, acelerando se vació dentro de ella, bien adentro, y por completo, cayendo vencido, sobre su espalda.
Ramiro hacía rato que no tenía sexo dos veces en el mismo momento. Con su esposa era un polvo y nada mas, y tenía muchas dudas de poder responder. Pero cuando las manos de la hembra tomaron posesión de su verga y a continuación la boca de ella siguió el camino de las manos, notó que lentamente su herramienta comenzaba a latir. Si. La iba a volver a coger. Y bien.
Julia sentía frío. Se movió un poco y Ronaldo entendió y se levantó, ayudándola luego a hacer lo mismo, y la envolvió con la toalla para que entrara en calor. Salieron del baño y se dirigieron al dormitorio.
Cuando llegaron, Julia notó con sorpresa que a pesar de que la habían llenado por completo, la verga de Ronaldo apenas se había bajado. Ya casi estaba listo para continuar.
- ¿ Siempre reaccionás así? Le preguntó curiosa.
- Siempre. Enseguida estoy listo para seguir como ahora, por ejemplo. Así que te vas a acostar. Te quiero de costado y me vas a recibir por completo, le dijo tomándola suavemente de la mano y acompañándola a la cama.
Julia se acostó y se colocó de costado. Ronaldo se acostó a su lado y su boca comenzó a recorrer todo su cuerpo.
Marita en cuatro patas sobre la cama, estaba siendo perforada por un martillo neumático. Y es que en este segundo polvo, Ramiro podía durar todo el tiempo. Y eso es lo que la hembra quería. Sentía que su sexo se distendía, se calentaba, se inflamaba, y mientras tanto esa verga seguía y seguía machacando.
Con una pierna sobre la de Ronaldo, Julia estaba recibiendo por completo la larga verga del macho, quien con movimientos sensuales, entraba y salía casi por completo de su cuerpo, provocando suspiros de placer en Julia que sentía cada centímetro de esa lanza penetrándola, recorriendo su sexo, rozando todas las paredes de su vagina. Mientras, las manos del macho magreaban sus poderosas tetas, que estaban hipersensibilizadas . No fue raro que un orgasmo la barriera por completo. Uno mas, de una larga serie que llevaba esa tarde de ensueño.
Luego de media hora larga, ya Marita estaba en carne viva. No podía seguir aguantando ese tratamiento salvaje. Le dolía todo, y no había miras de que Ramiro fuera a terminar, así que desesperada, decidió apurar el desahogo del macho. Su mano buscó las pelotas de Ramiro y comenzó a acariciarlas y apretarlas, haciendo que el macho comenzara a gemir, y acelerara sus penetraciones que se hicieron menos profundas, hasta que por fin, con un gruñido la clavó hasta el fondo y se dejó ir.
- Puta de mierda, me acabaste con esas manos en las pelotas. Toma, toma mi leche, te va a salir por la boca, yegua, le decía mientras depositaba dentro suyo lo que le había quedado en las pelotas del polvo anterior. Por fin cayó sobre ella, y ella se derrumbó sobre la cama, quedando casi inconsciente.
Diversas posiciones fueron utilizadas por Ronaldo y Julia. El macho la paseó por todo el dormitorio. De pie contra la cómoda, en el piso, rodando sobre la alfombra, contra la pared, haciendo que ella se sostuviera de su cuello, para terminar con ella cabalgando sobre su verga en el piso.
En esa posición, duraron un largo rato.
El reloj daba las 19, cuando Marita se despertó. El agotamiento la había dormido cuando el macho acabó. Sobre ella, Ramiro también estaba dormido. Se fue moviendo e hizo que Ramiro se despertara.
- Ramiro, es tarde, tenemos apenas tiempo de arreglarnos un poco y acomodar este desorden, le dijo e hizo que el macho se despabilara y comenzara a levantarse.
Juntos se vistieron, acomodaron todo de manera que Julia no sospechara ( aunque Marita sabía que no había peligro) y luego lavaron los pocillos y acomodaron la cocina. Por fin, cuando eran las 19,30, se sentaron en el sofá y hablaron de lo que había pasado. Ambos estaban satisfechos y si bien dejaron en claro que esta relación no tenía ningún compromiso, quedaron en volver a repetirlo cuando pudieran.
- Y ahora, tienes que irte, dijo Ramiro.
- Tengo miedo que haya algún vecino vigilando, dijo Marita poniendo cara de preocupación.
- ¿ Y que quieres hacer?
- ¿ No tienes una escalera?
- Si, por supuesto
- Pues entonces entraré a mi casa por el tapial así nadie sospecha.
Por fin, Julia sintió que la verga de Ronaldo se estiraba, y de pronto una lluvia de semen la regó por dentro.
- Ahhh, te siento, te siento, atinó a decir.
- Que hermoso, por favor, que hermoso, decía el macho mientras se vaciaba y se vaciaba.
Los dos se quedaron quietos. Julia miró su reloj. Las 7.
- Ya es tarde Ronnie, vamos a ponernos en marcha.
Juntos acomodaron toda la casa, se bañaron y luego secaron el baño, se vistieron, acomodaron todo y Julia puso en marcha la última parte del plan.
- Ronnie, tengo que pedirte algo.
- ¿ Qué quieres?
- Quiero tomar un café contigo en el café que está aquí a 2 cuadras.
- Pero nos pueden ver.
- Justamente. Tu llegas primero, y luego llego yo, nos encontramos de casualidad, tomamos un café y cada uno se va por su lado.
- ¿ Te parece?
- Por favor, dame el gusto.
Ronaldo acepto. Terminó de vestirse y salió de la casa.
Julia esperó un rato, y luego salió.
Al rato, Marita entró por la puerta de atrás. La casa estaba vacía. Rápidamente fue a ducharse y cambiarse. El olor a sexo que tenía era bestial.
Ramiro, en la otra casa, también optó por pegarse una ducha, y luego se sentó a mirar televisión. La tarde había sido increíble.
En el café, Julia se encontró con Ronaldo, se saludaron con respeto, tomaron un café, y Julia le pasó la llave de la casa. Luego se saludaron y Julia se fue por donde había venido. Ronaldo se quedó un rato mas para que nadie sospechara.
Julia volvió a su casa y Ramiro estaba mirando televisión. Fue mas atento y cariñoso que nunca, y Julia sabía por que. El muy hijo de puta se había tirado a la vecina y se sentía culpable.
La misma escena se repitió en la otra casa cuando Ronaldo volvió y se encontró con Marita.
Las dos mujeres estaban satisfechas, y las dos pensaban como hacer para que sus maridos se enteraran de lo que estaba pasando y participaran voluntariamente de este swinger barrial.

4 comentarios - Buenas vecinas (entrega final)

JuPaH
Que final, que relato capo!!!!!!
kramalo
muy bueno...!! aparte, te dá una idea magistral (nó el detergente), de cómo intercambiar la jermu, sin levantar la perdiz...jaja!!
gust7387
Muy bueno el relato y quedo muy bien la historia. Gracias por compartir
MontansA
Excelente término ahí ?
pulga53
Por ahora, al menos. Gracias por los comentarios