Liliana

Aún no logro recordar el momento exacto en que comencé a verla de esta forma, cómo un catalizador de mi deseo, de la lujuria contenida en mi ser. La primera vez que acudí a su casa me pareció una chica de lo más común, incluso un poco insípida. Su tono de voz era molesto y la forma en que jugaba con su cabello me ponía nervioso.

La madre de Liliana me había pedido que le ayudara con algunas materias que se le dificultaban, ella asistía a una preparatoria privada de corte religioso, por lo que para prepararse para su ingreso a la universidad debía fortalecer sus conocimientos en ciencias sociales.

Liliana era muy perezosa para leer, algo fundamental en las materias en las que tenía un bajo rendimiento, por lo que intente generarle un interés por la lectura, utilice comics, poemas, cuentos, novelas, casi nada lograba robarle la atención más de tres días. En una ocasión debí regresar a casa por una guía de estudio, deje mis cosas sobre el comedor de su casa, no contaba con que ella se interesará con el contenido de mi mochila, en su interior todo le resulto aburrido, excepto mi ejemplar de Inmaculada o los placeres de la inocencia de Juan García Ponce, una novela de corte erótico, al regresar me quede impactado al verla leer con tanto interés.

Pasaron los días, su lectura fue mejorando, a la vez que mejoraban sus calificaciones, su madre tomo confianza y no dudaba en dejarnos solos para darle espacio a su hija. A medida que transcurrían los días era común que compartiéramos el sofá para leer y releer temas que a Liliana se le presentaban aburridos y sosos, con ello también fue aumentando nuestro contacto.

A medida que se acercaban los exámenes debíamos dedicar más tiempo a las tutorías, eso ocasiono que incluso los fines de semana los dedicáramos a revisar sus dudas, sin embargo Liliana siempre parecía dispersa o más interesada en enfadar a alguno de sus padres o a mí, cosa que no me molestaba del todo, había comenzado a disfrutar sus bromas, pero sobre todo disfrutaba su sonrisa, la forma en que se abalanzaba sobre mi regazo o como jugaba con mis cosas.

Fue durante uno de sus juegos que pude percatarme que me sentía atraído por aquella chica a la que le llevaba siete años de diferencia. Ella vestía un pequeño short que dejaba a la vista sus torneadas piernas, una blusa con transparencias por lo que podía observar sin dificultad su figura, todo se veía coronado con sus anteojos.

-¿Qué te ha pasado? ¿Te has molestado de que salte sobre ti?- me cuestionó con una severidad fingida
-Nada, es solo que estamos algo atrasados y tus padres se han puesto algo pesados con tus calificaciones, ¿sabes? De verdad necesito que me paguen y tú necesitas aprobar esas materias.
-Odio que crean que soy tonta, seguro los apruebo, porque tú los harás por mí

Me quede en silencio, aunque disfrutaba sentir su cuerpo sobre el mío, me molestaba que no se tomara esas cosas en serio. Intente cambiar el ambiente al poner Fast livin' rock 'n' roll de The Bobbyteens, a ella le encantaba que pusiera música, decía que le parecía más interesante mi gusto por los discos que por las tonterías de los libros.

Pasaron algunos días sin que nada extraordinario sucediera en nuestras sesiones de estudio, salvo por algunas miradas en las que parecía que nos gritábamos las ganas de besarnos. Un día sábado me pidió le ayudara más temprano que de costumbre, al llegar a su casa pude ver sus lindas piernas apenas cubiertas por una minifalda, también llevaba un top sin tirantes que dejaba a la vista los lunares sobre sus hombros, de inmediato me puse algo nervioso y excitado. Durante la primeras dos horas tuve la fortuna de apreciar un espectáculo, cada que ella cruzaba las piernas podía ver su ropa interior, además de que cada ocasión que acomodaba el top podía imaginar lo lindos que lucirían esos senos entre mis manos.

-¿Recuerdas que te dije que tú harías los exámenes por mí?- su voz me saco de mis fantasías
-¿Qué? Debes estar loca, eso no pasaría por nada en el mundo.
-Puedo asegurarte que pasará, tengo una propuesta que ni tú, siendo tan nerd, rechazarías ¿te gustaría verme desnuda?
-No puede ser, ¿de verdad harías eso por no hacer un examen?

Ni bien termine de hablar se levantó y con su gracias habitual cerro las cortinas del ventanal, se acercó caminando hasta mi lugar, sin dejar de mirarme a los ojos me indico, -usted no podrá utilizar las manos profesor-, el tono de su voz me pareció cambiado, de alguna forma más maduro. Se dio la vuelta y se sentó en mis piernas, dándome la espalda, mentiría si les digo que hice algo para evitarlo. Ella comenzó a mover sus caderas en círculos, la forma en que su espalda se arqueaba y el olor de su cabello me condujeron a un trance.

Mi cuerpo reacciono de inmediato, mi pene comenzó a ponerse duro, tanto que se notaba por sobre el pantalón, ella al notarlo concentro sus movimientos sobre mi miembro, a la vez que comenzaba a bajarse el top. Un escalofrió recorrió mi columna al ver su espalda desnuda, los lunares sobre su piel me pedían que los besara, pero tarde demasiado, ella se levantó y se dio vuelta, ni en mis fantasías nocturnas hubiera imaginado esos senos tan redondos y turgentes, sus pezones estaban duros y parecían pedir que alguien los chupara. De un solo movimiento se despojó de su minifalda y su ropa interior, su vello púbico tenia evidencia de su excitación. Se acercó a mí

-Recuerda, sin manos. ¿Te está gustando? Para que pregunto, es evidente- sin percatarme había puesto sus manos sobre mi pantalón, justo donde se notaba mi erección, que para esos momentos ya resultaba prominente.

Con sus delgados dedos fue desabrochando el cinturón y mi pantalón, mientras me indicaba con la mirada que levantara la cadera para poder quitármelos, yo obedecía como si estuviera bajo hipnosis, a decir verdad, su rostro, sus labios, la manera como se contoneaban esos bellos senos y su pubis, me tenían embelesado.

No me percate en que momento me dejo desnudo de la cintura para abajo, una de sus manos tomaba mi pene y con delicadeza lo masajeaba. Con un grácil movimiento se acomodó entre mis piernas, algo que creía imposible se estaba realizando, comenzó a besar mi pene. La humedad y tibieza de su boca, aunadas a los jugueteos de su lengua y la succión que realizaba con los labios me condujeron fuera de mí. Parecía que ella conocía justo los puntos en los que más me producía placer, por momentos se enfocaba en besar el tronco de mi pene, luego succionaba un poco la cabeza, otras tantas se introducía la mayor parte y lo masajeaba con la lengua.

Para ese momento mi excitación salía de control, puse mis manos sobre su cabeza y empujaba la cadera hacia arriba, de tal manera que yo controlaba lo profundo que mi pee invadía su garganta, creí que le molestaría, por el contrario sus labios se amoldaron a mi pene y comenzó a mover la cabeza con rapidez.

Unos segundos después se separó y me llamo la atención,- he dicho sin manos, si sigues haciendo trampa no terminaremos esto y te perderás la mejor parte-, me confundía esa aparente seguridad.

Se incorporó solo para acomodarse sobre mis piernas de frente a mí, comenzó a besarme mientras tomaba mi rostro entre sus manos, mordió mi labio inferior, separo su rostro del mío y mientras se mordía el labio una de sus manos tomo mi pene, acomodándolo en la entrada de su vagina, levanto un poco la cadera, movió su mano buscando con mi pene la entrada de su ya húmeda entrepierna. Poco a poco fue introduciéndolo en su interior, ella mantenía los ojos cerrados y la boca entre abierta, yo no podía dejar de observarla a la vez que dejaba escapar un leve suspiro al sentir su estrecho cuerpo abrazando el mío.

-Es mejor de lo que imaginaba, ¿Estás listo?- en ese instante comencé a tener la tarde más placentera de mi vida, el movimiento circular de su cadera era sublime. Nuestra respiración acompasaba el vaivén de su cuerpo, su expresión facial era de lo más inocente y vulnerable que haya visto alguna vez.

En ese momento mande al diablo sus reglas, mis manos deseaban apoderarse de cada parte de su piel, pero yo quería deleitarme con ese hermoso culo y sus lindos senos. Creí que ella me lo impediría pero un leve gemido al tocar uno de sus pezones me hizo notar que estaba equivocado, acometí con mi boca, quería saborear tan preciado premio. Mis manos se congratulaban al acariciar sus piernas y apretar sus nalgas de forma aleatoria, no quería que hubiera nada de razón en lo que hacía, dejé que fuera el deseo lo que me guiara.

-Quiero que me des por atrás-, su voz estaba llena de una lujuria que nunca había imaginado. Se levantó de mi regazo, masajeo un poco mi pene, la humedad de su cuerpo y su mano lo envolvían por completo. Me levente lentamente mientras observaba ese sublime espectáculo, se acomodaba en cuatro mientras bajaba el pecho y levantaba la cadera, sus piernas separadas permitían apreciar su vagina, pero lo que me voló la cabeza fue la forma en que arqueaba la espalda.

Me acerque lentamente, tome mi pene y comencé a deslizarlo entre sus labios, quería prolongar el momento. Metí mi pene dentro de ella, su cuerpo se estremeció, la tome de la cadera y comencé a moverme, poco a poco fui acelerando mis acometidas, sus gemidos se incrementaron y volteo a verme, su mirada solo era un indicio de su excitación, era como si con los ojos quisiera decirme “así, duro, duro”.

Recorrí cada milímetro de su espalda, me concentraba en sus lunares, algunas veces la tomaba de los hombros y empujaba mi cadera, quería que sintiera cada parte de mí entrando en ella, quería llenar su cuerpo con el mío. También masajeaba sus senos, fue maravilloso abrazarla por la espalda, sobar sus pezones al mismo tiempo que mordisqueaba su cuello y mi pene la penetraba lentamente.

En un momento en que el placer era inconmensurable decidí tomar su cabello, con una mano lo acomode de tal forma que la otra quedara libre, comencé a tirar como si fuera una correa. Al mismo tiempo mi mano libre se aferraba a una de sus nalgas, como si nunca quisiera desprenderme de tan delicado manjar. Mi penetración era cada vez más fuerte y rápida, el sonido de mis piernas chocando con sus nalgas comenzó a armonizar todo.

-Vente duro mi amor.
-¿De verdad quieres eso?
-Si, por favor vente duro

Era evidente que no podría mantener ese ritmo por más tiempo, la atmosfera que se creaba con la poca luz que se colaba por las persianas, el olor de su vagina, sus gemidos, todo se había mezclado para que mi excitación fuera mayúscula. Termine, posiblemente esa vez sea la que más he disfrutado en mi vida, por quedar paralizado, de mi pene brotaron varios chorros de semen, mis manos se aferraban a su cuerpo. Un rayo recorrió mi espina, ella temblaba mientras sus manos descansaban en el respaldo del sofá.

Esa fue la primera vez que Liliana y yo nos entregábamos al puro deseo por el otro, nunca tuvimos una relación romántica, yo le seguí ayudando con la escuela, ella siguió demostrando sus habilidades para llevarme al placer. Se casó, tiene un hijo, pero eso no impide que de vez en cuando repasemos algunas materias.

Espero les haya agradado este segundo relato.

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