Los amigos de su hijo ( 2da. parte)

Este es un relato que escribí hace mucho y nunca continué. les invito a leer la primera parte y luego seguir con esta. Falta una tercera. Espero que lo disfruten.
http://www.poringa.net/posts/relatos/2030261/Los-amigos-de-su-hijo.html
Allí está la primera parte.


Los días se hicieron semanas y nada nuevo pasó.
Rebeca ya se había hecho a la idea de que no volvería a repetirse un encuentro como el que había tenido. Su esposo era un hombre maravilloso y no se merecía que le metiera los cuernos con esos niñatos. Pero a la hora del sexo, realmente su esposo era muy aburrido, y además, con la edad y su estado físico, apenas si le brindaba unos cuantos minutos de sexo antes de vaciarse y luego se dormía en el acto. En verdad extrañaba la energía inagotable de su pareja de amantes inesperados.
Un sábado, Raimundo tuvo que viajar a una competencia de volley, deporte al que no jugaban sus amigos y quedó el matrimonio solo en la casa. Rebeca leía, mientras Juan hacía zapping, desparramado en el sillón del living.
Cuando sonó el timbre, Juan insultó por lo bajo. No tenía ninguna ganas de recibir visitas.
Cuando Rebeca fue a atender, allí estaban Carlos y Sebastián sonrientes, con sendos paquetes.
- ¿ Qué hacen aquí?, preguntó sobresaltada Rebeca sin evitar mirar hacia donde estaba su esposo entretenido con el televisor.
- Pues como Raimundo no está decidimos venir a hacerles compañía. Pero no te molestes, trajimos comida y postre para compartir, dijo Carlos empujándola suavemente e ingresando a la vivienda.
Rebeca los vio entrar y no atinó a decir nada. Tenía miedo que los chicos dijeran algo que lo pusiera a su marido sobre la pista de lo que había ocurrido, así que decidió callarse.
- Buenas noches Don Juan, dijo Sebastián, espero que no lo molestemos.
- Hola chicos. No para nada, pero Raimundo no está, dijo sorprendido.
- Pues justamente por eso vinimos. No queremos que lo extrañen. Trajimos unas pizzas y un postre. Si no es molestia podríamos cenar juntos, ya que nuestros padres han ido a una fiesta y estamos solos.
- Pues no hay problemas. La verdad que no hay nada para ver en televisión.
- Cuando pasa eso está la play, dijo Sebastián.
- Es que yo no entiendo nada, y Raimundo nunca a querido explicarme.
- Pues dejelo por mi cuenta, dijo Sebastián muy solícito. Rápidamente conectó el equipo y colocó un juego de fútbol. Le pasó un control a Juan y comenzó a explicarle de que se trataba. Mientras Rebeca y Carlos observaban la escena en completo silencio, allí, de pie en mitad de la sala.
Sebastián inició un juego haciendo que Juan comenzara a manejar los controles, y en cosa de 10 minutos, le había tomado el sabor al juego. En realidad jugaba muy mal, pero estaba fascinado por la capacidad de movimiento y jugadas del juego. Sebastián, paciente, lo dejaba hacer sin atosigarlo y sin marcar grandes diferencias que pudieran desalentar al novel jugador.
- Juega muy bien Sr. Juan, dijo Carlos.
- Es interesante, es interesante, decía el hombre atento y transpirado por la tensión.
- Mientras Uds. pueden preparar la comida. Las pizzas hay que cocinarlas, dijo Sebastián sin mirarlos.
- Eso, eso, dijo Juan, que ya tengo hambre.
Rebeca miró a Carlos tratando de entender lo que pasaba y por fin salió para la cocina, llevando al joven de faldero.
No alcanzó a cerrar la puerta, cuando ya lo tenía a Carlos encima de ella, metiéndole mano por todos lados.
Rebeca lo separó con esfuerzo.
- A ver si te comportas que mi marido está en el otro cuarto.
- Está entretenido, y yo también voy a estar entretenido, dijo empujándola contra la mesada y tomando posesión de sus labios. Se besaron un largo rato, hasta que Rebeca devolvió la energía y lujuria del macho.
- Enciende el horno, y vamos a comenzar con la comida, dijo Carlos separándose.
- Uds. están locos, dijo Rebeca haciendo lo que le ordenaban.
- Para nada Rebeca. Ya verás. Tenemos todo planeado. Hoy es tu día, te lo aseguro, dijo mientras su mano subía por sus piernas y llegaba hasta su entrepierna mientras estaba agachada frente al horno. Rebeca trató de juntar las piernas pero esa mano en su sexo la quemaba y la aflojaba.
- Y no me digas que no te pone meterle unos hermosos cuernos a tu maridito en su casa y con el presente. Tendrás algo para recordar toda tu vida, dijo sin dejar de acariciarle la vagina y el culo. Rápidamente se agachó y le bajó su bombacha haciendo que se la sacara.
- Ahora te quedarás toda la noche así. Estarás mas accesible y la pasaremos de diez.
Rebeca se dejó hacer como si no tuviera personalidad. No terminaba de entender el riesgo que estaba corriendo. Por el contrario, la lujuria la había dominado por completo. Ahora sin bombacha, esa mano la enloquecía y terminó por levantarse luego de encender el horno y quedarse allí con las piernas separadas, y los ojos cerrados. El ruido de una cremallera la sobresaltó, pero antes que pudiera reaccionar, una verga caliente se ganó entre sus piernas y reemplazó a la mano en el trabajo de frotamiento. Se apoyó en la mesada, pero de golpe reaccionó. Se separó rápidamente.
- Espera un momento, dijo, fue hasta la puerta de la cocina, y la entreabrió. Su esposo y Sebastián seguían enfrascados en el partido. Cerró nuevamente la puerta y Carlos estaba detrás de ella.
- Espía por la cerradura, le dijo, y ella, agachándose puso su ojo en ese agujero. Desde allí veía a los jugadores. En esa posición, Carlos le abrió sus labios vaginales y lentamente se dejó ir con su herramienta hasta el fondo.
- Ahora estás tranquila, no?, goza, goza, le dijo comenzando a bombearla.
La hembra aferrada a la pared y la puerta miraba a su esposo mientras desde atrás se estaba comiendo una verga caliente y pringosa que la perforaba la mar de bien. Se sentía sexy, hembra, puta, mujer, como hacía mucho que no se sentía. En esa cocina donde cocinaba todos los días, ahora la estaban poseyendo con ganas y calentura, y esa idea hizo que acabara como una yegua, derritiéndose en la punta de esa lanza que jugaba dentro de ella.
- Eres muy puta, muy puta. Ya tuviste lo tuyo, por ahora. No te preocupes yo tendré lo mio mas tarde, dijo Carlos desmontando y luego de vestirse, puso las pizzas a calentar.
Rebeca lentamente se desmoronó hasta quedar de rodillas tras la puerta de la cocina. Ese orgasmo había sido bestial. Le había gustado horrores. Quería mas. Muchos mas.
Al rato llevaron la comida a la mesa. Juan dejó con muy pocas ganas el juego y se sentaron a comer. Juntos. Como toda una familia. Una familia con una esposa, y tres maridos...

4 comentarios - Los amigos de su hijo ( 2da. parte)

chuporinga
tremendooo tenes que subir la 3ra
kramalo
jaja..!! le estan dando de comer en serio...ja!