Mi verdadero fuego

Decidimos con mi amiga Julia ir a pasar un fin de semana largo a San Rafael. No conocíamos a nadie allá, por ende íbamos a alquilar alguna cabaña o departamento para quedarnos. Llegamos al lugar y optamos por una cabaña para dos personas con media pensión, bastante cómodas y lindas. Nos instalamos un jueves. Fuimos a recorrer un poco el lugar y a disfrutar el hermoso día de sol que nos había tocado. Volvimos a la cabaña tipo 7 de la tarde. Preparamos unos mates y comimos algunas galletitas que nos habían quedado del camino.

- Me voy a dar una ducha, así vamos temprano a la fiesta – me dijo Julia

- Dale… yo mientras ordeno un poco acá – le respondí

Se levantó de la silla y mientras caminaba hacia los bolsos se sacaba la remera, quedando el torso desnudo. Ya se había cambiado antes delante mío, pero esta vez me llamó la atención verla desnuda. Ella es de estatura mediana, cabello castaño, ojos verdes, delgada, con tetas no muy grandes pero si una cola increíble. Yo soy una mina bastante más simple. Rubia, ojos marrones, 1.65 mts, delgada, y lo justo en cuanto teta y cola. Salió de la ducha e inmediatamente me metí yo. Nos duchamos, nos cambiamos y nos fuimos a una fiesta que nos habían comentado que iba a haber cerca del lugar.

Llegamos, la música estaba bárbara, la gente muy copada. Tragos iban y venían. Conocimos a unos flacos muy buena onda que fumaban marihuana y nos ofrecieron. No fumábamos desde el primer año de la facu, pero la situación lo ameritaba. Terminamos las dos en las nubes pero la pasamos demasiado bien. Los flacos nos llevaron hasta la cabaña y nos apuraron como para quedarse, pero sus embates se esfumaron en la nada. Estábamos muertas y Julia está de novia, así que menos que menos.

Entramos a la casa, nos tiramos en el sillón y comentábamos lo de la noche. En un momento Julia me preguntó graciosa…

- Che ¡te queda linda esa remera eh! Se te ven tremendas tetas.

- Jajaja ¡qué tarada que sos! – le respondí.

- ¡En serio te digo! ¿A ver? sacátela

- ¿Para qué boluda? ¡No jodas!

- Daaale no seas tonta, quiero ver una cosa.

Y me agarra ella de la remera y atina a sacármela. Me la saco y quedo con el corpiño de la bikini.

- En serio que tenés muy buenas tetas Sol. ¡Los tipos se deben volver locos! – me dijo Julia.

- ¿Qué te pasa querida?… ¿estás caliente? jajaja

- Mmmm puede ser… ¿vos no?

- Jajaja ¡tenés un pedo nena! – respondí al final sonrojada.

La forma en la que Julia me miraba, y teniendo en cuenta que estaba semi-desnuda, debo admitir que sí, algo de caliente estaba.

- ¿Nunca estuviste con una mina? – me preguntó Julia

- ¿Me estás jodiendo? ¡Noooo! Te hubiese contado…

- ¿Y no te gustaría? – Me dijo Julia acercándose y poniéndose casi sobre mí.

- No sé… la verdad que nunca… (y sin dejarme terminar me come la boca de un beso)

- Yo tampoco nunca estuve con una mina, pero siempre pensé que si pudiese estarlo, sería con vos. La verdad que sos muy linda y me calentás un montón – Me dijo Julia decidida a todo.

- Me da risa lo que decís pero… la verdad que también me ha pasado eso con vos.

- ¿Te has tocado pensando en mi? – Me dijo Julia acercándose de nuevo peligrosamente.

- La verdad… – titubéela poniéndome más cerca de ella – ¡Si! Y han sido los mejores orgasmos que he tenido.

Ella hace una mueca como de sonrisa pícara, y empieza con su mano a acariciarme las tetas, muy despacio, mientras mete su lengua en mi boca y juguetea con la mía. Note como ella se estaba excitando bastante, lo que hacía que yo me calentara más. Agarre con mis manos su falda y empecé a subírsela despacio hasta poder tocarle ese culo divino que tenía. Ella se alejó de mí, bajó y me dijo: siempre quise hacer esto. Me bajó el short, corrió mi bombacha para un costado y comenzó a lamerme. Yo no lo podía creer. Sabía dónde y cómo pasar su lengua, dónde tocar. Parecía una experta en el tema y me estaba enloqueciendo de placer. No podía parar de jadear, y en cada jadeo ella más se esmeraba.

- ¡Qué loco el gusto, pero me encanta esto!

Yo no podía hablar, estaba en otra parte, estaba teniendo el mejor sexo oral de mi vida. Y mi mejor amiga me lo estaba dando. Seguía lamiendo, cuando me mira y dice: ¿puedo? Yo no sabía a qué se refería, pero a esas alturas ni me importaba, así es que le dije: ¡podes hacerme lo que quieras!

Estaba Julia por hacer eso que me pidió y yo no sabía qué era, cuando suena su celular. Era Pablo, el novio, el típico carilindo, de guita, con tremendo auto pero ¡un terrible estúpido!

-¿Qué quiere éste ahora? Perdón Sol, tengo que atender.

-Sí, sí… no hay problema – le dije a unos nueve mil grados de temperatura.

Se va a la habitación a atender la llamada y yo me quedo pensando en todo lo que pasó. Sigo recostada en el sillón, en ropa interior, con la entrepierna mojada y pensando: ¿qué hago? ¿me quedo esperando que vuelva?, ¿me visto?… ¿qué hago? Decidí ponerme el short e ir a tomar algo a la cocina. Ella termina de hablar, viene puteando porque acababa de pelearse con Pablo.

- ¡Para qué me llama a esta hora, si sabe que estoy de vacaciones!, le dije que no me rompiera las pelotas estos días, es un tarado, ¡no lo aguanto más! Me voy a ir a dormir porque estoy reventada. ¿Vamos?

Yo la miro haciéndome un poco la tonta pero como desorientada por su actitud de “no pasó nada”, pensé. Nos vamos a dormir, cada una en una cama. Ella cayó dura y se durmió de toque. Yo… yo no pude pegar un ojo en todo lo que restó de la noche.

Al otro día nos levantamos, desayunamos viendo tele. La situación era muy normal. Yo ya no la veía como siempre. Había quedado en serio muy mal. Era como que estaba esperando todo el tiempo que termináramos lo que habíamos empezado. Pero por como actuaba ella, parecía que ese momento iba a quedar en la nada. Y así fue como pasamos nuestro día viernes, yendo de excursión en excursión, conociendo gente, gastando plata. Típicas vacaciones cortas, aprovechando la jornada y los días a full.

El día domingo, antes de irnos a la terminal para pegarnos la vuelta, me meto a la ducha a darme un baño para poder viajar fresquita, cuando siento que entra Julia.

-Voy a lavarme los dientes, no te jode ¿no?

-No, avisáme nomas cuando abras el agua, así no me quemo.

-Dale…

Estoy enjuagándome la cabeza, y Julia me abre la cortina. ¿Te falta mucho?, preguntó. Mi cabeza todavía seguía con lo que había pasado el jueves, así es que cuando ella abrió la cortina, mi mente voló e imaginé que entraba a la ducha conmigo, que ambas mojadas nos besábamos, que le enjabonaba la espalda, los brazos, las tetas, las piernas… la entrepierna… Nuevamente me había calentado.

- No, en un rato salgo – le contesté.

Ella sigue en el baño, lavándose las manos, peinándose y dios sabrá que más, mientras yo… yo no pude evitar masturbarme. No quería que se diera cuenta, que me escuchara, pero tampoco podía evitar dar leves gemidos y acabar.

- ¿Estás bien gorda? – preguntó Julia

- Sí, me estoy enjuagando y salgo.

¿Se habrá dado cuenta?, pensé. Salgo del baño, me voy a la habitación a vestirme y me dice “Loca, en serio, me encantan tus tetas”. Y se fue a la cocina. Terminamos de juntar todo y fuimos a la terminal. Esperamos el bondi, charlamos, vimos todas las boludeses que venden los locales, compramos un par de cosas para llevar como recuerdo.

- Le voy a llevar esto a Pablo, así ve que al menos un ratito me acordé de él – dijo al tiempo que me guiñaba un ojo.

Nos subimos al bondi. Muy poca gente se volvía, así que estaba casi vacío.

- Vamos a los asientos del fondo (sí, mis intenciones eran esas).

Nos sentamos al fondo, acomodamos los bolsos, sacamos el equipo de mate, y emprendimos el bendito viaje a la maldita rutina. Eran las nueve de la noche cuando partió el colectivo. Llegaríamos en tres o cuatro horas. Estábamos muy cansadas, así que decidí descansar un poco. Me reclino el asiento y giro mi cabeza hacia la ventana para ir mirando el paisaje, a ver si conciliaba el sueño, cuando siento su mano en mi muslo.

- La verdad que la pasamos lindo el otro día, ¿no? – me dijo sorpresivamente.

- Sí… lástima la llamada de Pablo.

- ¡Apa! (se acerca a mí y se pone muy cerca de mi boca) ¿querías seguir?

- Pará Juli, hay gente acá.

- No me respondiste… porque… yo sí quiero seguir – me dijo decidida. Yo hervía.

- Juli, en serio, hay gente… ¡no seas boluda! ¡Nos van a sacar cagando!

- No pasa nada gordi, además, ¡están re adelante! Si sos calladita no nos van a escuchar (y siempre con esa cara de picante que me mataba)

Me enderecé en el asiento y le respondí: la verdad quedé muy loca todo el finde.

- Me di cuenta. Te escuché en la ducha. ¿Era para mí?

- Sí.., me tenés muy caliente, nunca pensé que me iba a pasar esto, mucho menos con vos, pero me calentaste mucho y me tenés caliente desde ese momento. No he podido dormir, te miro cuando dormís, pienso en miles de cosas (y mientras que le contaba ella ya tenía su mano adentro de mi bombacha, y sus dedos dentro de mí).

Me movía al ritmo de sus dedos, mientras con mi mano le agarra sus pezones, duros como piedras. Quería sentirlos en mi boca, los deseaba, así es que me puse de costado, le saco un pecho por sobre el escote y empiezo a lamerle el pezón. Chiquito, duro, muy firme. Ella seguía con sus dedos en mí, metiéndolos y sacándolos rápidamente, humectando toda mi piel. Le saco la mano y le digo: quiero saber yo también qué se siente. Agarró mi mano y me la llevó hacia ella, e hizo que se la metiera en su bombacha y continuara lo que ella había empezado, mientras seguía lamiendo sus tetas. Juli se llevó sus dedos a la boca, con mi sabor. Cuando siento que está por acabar (y me lo confirma con palabras), meto mi otra mano en mí para poder terminar las dos al mismo tiempo. Y así fue. Me agarró contra ella y me besó fuerte, muy fuerte.

- Guauuuu… ¿segura nunca estuviste con ninguna mina? Lo hiciste demasiado bien – me dijo Juli sorprendida.

- Soy una mina boluda, se dónde y cómo.

- ¡Fue increíble! – Me dijo Julia.

- La verdad que sí – respondí segura.

- Bueno, voy a dormir un ratito… ¡no doy más!

- Dale, yo también.

Cuando llegamos, estaba Pablo esperándonos en la terminal de Mendoza.

- ¿Cómo les fue chicas? ¿Me imagino que me trajiste algo gorda, no? – preguntó el estúpido.

- ¡Ay sí!… ¡Qué pedigüeño que sos! Al menos dame un beso o algo – le dijo Julia con tono de enamorada.

Cuando los vi besarse, casi me muero. Estaba furiosamente celosa. Pero, habíamos vuelto a la realidad, y ésa era la realidad.

- Bueno gordita, ¿nos vemos en la semana? – me preguntó como si nada, pero con esa mirada encendida.

- Dale – le respondí así sin más… mientras hervía de calor.

1 comentario - Mi verdadero fuego

mateomateoli
No termino de entender. ¿Sos un flaco, y escribiste esta ficción? si es así, sos un capo, muy realista, muy creíble.