Me enamore de mi tia Adriana

Arranco describiéndome: tengo 18 años, mido 1,65, mis tetitas, más bien grandes, (95) , de mi cuerpo la parte que más halagos se lleva es la trasera (95) de cadera, “culoncita”, para mi pequeña cinturita (58) Cabello largo, semi ondulado, ojos color del tiempo, eso dicen, je je es más bien indefinido, no llega a ser verde ni tampoco azules, y los días nublados, tormentosos los tengo más bien grisáceos. Labios gruesos, dentadura blanca, y dientes parejitos, tengo la sonrisa de mi papá, conclusión me gusto como soy, je je

(Me amo, ¿se nota?)


Bueno, vamos al tema que me trajo a escribir.

Resulta que mi tía la menor de todas, (29) acaba de salir de la cárcel. Fue presa por vender estupefacientes con el que era su pareja en ese momento. Y desde entonces no la había vuelto a ver. Como estamos en época de vacaciones y yo vivo en una ciudad turística se puso en contacto con su hermana (mi mamá) para saber si la recibíamos unos días acá, dijo necesitar aire de la costa. Por supuesto mi mami feliz de volver a encontrarse con su hermana después de unos años de no verse.

Mis recuerdos por ella eran buenos, siempre que venía a visitarnos me llenaba de regalitos, y eso me encantaba.

La casa cuenta con 4 habitaciones, la de mis padres, la de mi hermano Tadeo, la otra para Tiago, el pequeño de la familia, y la cuarta es la mía, arriba, en el 2do piso.


Cuando mamá intentó que mis hermanos durmieran juntos para poder así dejar libre un cuarto libre pusieron mil excusas.


Mami me preguntó si no me molestaba que Adri durmiese en el mío. Yo cero problemas, todo bien.


Papá subió el diván que estaba abajo y asunto solucionado.


El día que llegó Adri nos besaba y abrazaba y se le escapaba un lagrimón, emocionada por el reencuentro.

Verdaderamente se la notaba feliz de estar en casa. Confesó ansiar en demasía vernos.

A mí no paraba de mirarme y alabarme, claro, me encontró cambiada, “crecidita” ya no era esa nenita que vio por última vez.

En cambio ella estaba bastante más gordita, no gorda, sino rellenita. Llevaba puesto ese día una remera escote V ajustada dejando ver el canal de sus senos, y claro, al engordar sus pechos eran mucho más grandes, fácil 100, 105, pero cómo es grandota no le queda mal. Lo que si me impresionó fueron algunos tatuajes que llevaba en sus brazos, algo bastante usual en el ámbito “tumbero”, esto lo sé porque he visto programas de televisión filmado desde diferentes cárceles, (siempre que veía alguno de cárcel de mujeres me venía en mente mí tía).


Después de saludarnos me fui a la casa de mi mejor amiga y recién regresé para la hora de la cena.


Entré derecho a ducharme, hacía muchísimo calor ese día. Cuando estaba en plena ducha me sorprendí cuando abrieron la puerta, era mi tía.

- Uh amor, perdón, no sabía que estabas, no te vi llegar, en el de abajo (se refería al baño) está tu padre, por eso subí a este. ¡Báñate tranquila!

Yo aguanto, puedo esperar –

- ¡Entrá tía!

Yo me doy vuelta, hacé tranquila.

Cuando giré quedé de perfil al espejo del botiquín y aunque estaba empezando a empañarse alcancé a ver que mientras hacía pis me estaba mirando…


Y dice:

- Qué cuerpazo nena que has echado. –


- Largué una risita y le respondí….


- Y… tía… Cumplí los 18 en Noviembre -


- Claro hija! No sólo para mí pasan los años… ya sos toda una mujercita.

¿Tenés novio? -



- No -


- Que raro, una chica tan linda y sin novio…. -


-Tuve, pero me pelee hace unos meses. -


- No vas a tardar en ponerte de novia. A tu edad yo era terrible, cambiaba de novio más seguido que de bombacha, jaja así decía mi madre, si te contara jaja -


- Muero por escuchar esas historias, cópate tía y contáme… -


Entre risas de ellas y mías el tema quedó ahí.


Cenamos escuchando a la tía comentando detalles de su paso por la cárcel, copita de vino va y viene, tomó un montón y creo que por eso se largó a hablar más, la pasó muy mal, contaba cada cosa…


A mí me pintó el sueño antes que a todos, y eso que yo tomé re poquito. Me despedí y me fui a dormir.

Cuando la escuche llegar al cuarto le pregunté la hora (estaba re dormida) me dijo que eran las 4 y 20. Me levanté al baño y cuando regresé se estaba poniendo una remera de esas de dormir.

Le hable unas boludeces (me había despabilado) la tía parecía no tener sueño tampoco así que le busqué charla.

- En un momento le dije:

Hace calor y tengo sed, voy a la cocina a tomar algo. ¿Querés qué te traiga algo fresco? -


- ¡Dale! –


Le iba a llevar gaseosa, me serví en un vaso grande y me lo tomé, y cuando le estaba preparando otro para ella vi la fresita…


uhhhhhh ¡me encanta! No lo pensé 2 veces.


Ahí nomás la manotee, la descorché con la puerta de la cocina (no es habilidad, es ingenio) je je y me mandé con la fresita para arriba.

La tía se rió al verme llegar abrazada a la fresita y con 2 copas en la otra mano.


- ¿No se enojarán tus padres? –


- Naaaaaaaaa tía, para nada, son re piolas, mirá que se van a enojar por esta boludez… –


Estaba ¡exquisita!

Bien helada, entre charla va y viene nos la pasamos toda.


Lejos de darme sueño, pero si algo de mareo y risita estúpida la escuchaba con atención, era todo oídos, en un momento, y no sé cómo la charla se disparó en un ámbito más escabroso, empezó a contar intimidades de su paso por “el infierno” así le llamó ella.


Claro una conversación fue llevando a la otra y terminó confesando que allá se hizo lesbiana.

Mi cara de asombro pasó desapercibida porque estábamos sólo con la luz del velador. Pero los ratones en mi cabeza empezaron a hacer de las suyas. El lesbianismo siempre me ha llamado la atención, una fantasía recurrente en mí, creo que por curiosidad, por ser algo desconocido, tal vez por considerarse algo mal visto por la mayoría de la sociedad, no sé, la cosa que entre lo alegre que estaba y mi tía que me narraba como se fueron dando las cosas con su compañera de celda, uffff


Empecé a sentir humedad en mi entre pierna.

Mi tía hablaba de lo más tranqui, sin siquiera imaginarse lo que estaba sucediendo debajo de las sabanas…

Me sorprendí colándome un dedo por debajo de la tanga, escalé hasta mi sexo y comprobé la excitación que la conversación me había provocado.
Empujé un poquito más hasta hundir el dedo en mi hendidura. Lo moví despacito por miedo a que mi tía se pudiera dar cuenta, pero la habitación estaba demasiado oscura como para que pudiera verme.
Lo restregué por mi conchita con suavidad empapando el dedo por completo, pero mi agitación iba in crescendo y un dedo ya no alcanzaba…
Filtré otro que comenzó a deslizarse en mis propios jugos, “delicioso”, me estaba penetrando a centímetros de mí tía. Con cada cosa que contaba me iba morboseando un poco más.

- No debería estar contándote estas cosas a vos -

Sin dejar que siguiera lamentándose la interrumpí

- ¿Y por qué no tía?
Ya soy adulta, no me veas como a una nenita. –

- ¡SÍ! En eso tenés razón, Pero no dejás de ser mi sobrina…

Otro día te cuento otras cosas que viví en la cárcel, he pasado de todo … -

- Bueno tía, como quieras. Hasta mañana. Que descanses. –

-Hasta mañana hermosa. Que sueñes con los angelitos. –

Saqué mi mano de mi entrepierna y me dispuse a dormir.
Pero no podía conciliar el sueño, a mi cabeza llegaban las imágenes de lo que Adriana me había contado, y siendo ella la protagonista no sé porqué pero me producía mucha más excitación.

Me quedé dormida con algunos pensamientos en mi cabeza, llena de fantasías, imaginando situaciones que desearía me ocurriesen.

Al día siguiente después del almuerzo decidí irme a dormir un rato la siesta, (la noche anterior no había dormido casi nada).

Hacía demasiado calor para dormir con ropa, así que me deshice de ella y me acosté desnuda, total si la sentía entrar a mi tía me tapaba.

Me dormí profundamente, ni la escuché llegar. Cuando me desperté estaba desvistiéndose. Ella no se avivó que yo me había despertado, me seguí haciendo la dormida y por primera vez la vi totalmente desnuda.

¡Qué cuerpo!

De medidas exuberantes, muy llamativa, lo que más me atrajo fueron esas tetas enormes y firmes, parecían dos melones, los pezones centrados en sus aureolas súper grandes y amarronadas, (qué ganas de pasar mi lengua por ahí), me volví loca, me llené de deseos por saber qué tal sabrían.

Me econtraba perturbada…

Más allá del morbo que su cuerpo y sus historias de lesbianismo me provocaran, no dejaba de pensar que es la hermana de mí mamá, y que mis retorcidos pensamientos eran por demás pecaminosos. Pero así y todo no pude evitarlo…

Bajé mi mirada recorriendo la panza y el ombligo, observé cada centímetro de su piel.
Me detuve tratando de adivinar esos tatuajes; uno de cada lado de su sexo, eran muy pequeños, no logré distinguir de qué se trataban.

Su pubis prolijamente depilado, sólo un pequeño triangulito adornaba su entrepierna.

Cuando mi mirada recorría sus largas piernas me tomó de sorpresa girando inesperadamente corriendo las sabanas hacia atrás, signo de que se pensaba acostar.

Fue entonces donde pude observar su anatomía por completo. Su cola bastante grande, de anchas caderas; pero sin rollos dentro de su voluptuosidad.

Caminó hacía el baño con desparpajo creyéndome dormida. Y otra vez la humedad de mi entrepierna se hizo presente: ya no eran sólo las anécdotas de mi tía las que me hacían mojar, era su desnudez, su presencia.

Regresó con su andar tranquilo secando su cabello, no pude contener mi mirada, se clavaron en ese par de hermosos melones, y otra vez la boca se me hizo agua, esas tetas se estaban convirtiendo en mi más absoluta fantasía.

Se dirigió hacia la cama, imaginando que venía hacía mí; apuntaba con sus pezones como si intentara provocarme.

Sacó de su maleta un conjunto de bombacha y corpiño y se lo puso.

Se metió en la cama y, desde mi privilegiada posición, observé cómo la función concluyó en el preciso momento que las sabanas que la cubrían, hicieron de telón.

No pude contener mí desespera necesidad: frotar suavemente mi clítoris era lo único que deseaba.

Cerré los ojos y me masturbé imaginando que era ella con su boca la que lo succionaba.


Las sabanas fueron testigos de mi obscenidad, quedaron en ellas las huellas de mi plena satisfacción.

Apoyé la cara en la almohada y apreté bien fuerte mi boca contra ella conteniendo los gemidos que yo solita me arrancaba…

A medida que jadeaba más apretaba mis labios, fue un orgasmo silencioso; pero intensísimo.

Acabé re enflujadita, acalorada y algo transpirada, pero me dio pereza irme a lavar… me quedé así; disfrutando de las últimas vibraciones que mi cuerpo me regalaba.


A medida que mi respiración se normalizaba mi mente se predisponía a dormir.

Me dormí satisfecha, exhausta, pero con la plena certeza que iría por más…


Cuando me desperté lo primero que hice fue mirar hacia su cama.

Qué bonita imagen me encontré. Su rostro relajado, el cabello alborotado…


Dormía boca arriba. La sabana la cubría hasta poco más arriba de la cintura, inmediatamente mi mirada buscó sus tetas, contenidas bajo un lindísimo corpiño semi transparente, dejando dilucidar sus oscuros pezones relajados, prisioneros de la delgada tela que los envolvía.


Me levanté y me paré al ladito de su cama, necesitaba observar más de cerca, tan lindo espectáculo.

Me tuve que contener para no pasar la yema de mis dedos por sus aureolas, ni mi lengua por el canal de sus pechos, buscando encresparlos.


Bajé la vista hasta donde el borde de las sabanas la tapaba, me desesperó saber que a escasos centímetros estaba la razón de mi humedad.

Me frené justo a tiempo que mi mano levantaba un poco el lienzo para observar algo más, pero mi torpeza producto de los nervios me jugaron una mala pasada, rozando justo entre medio del ombligo y el pubis.


Me asustó pensar que la había despertado, eso me trajo a la realidad y me paralizó.


La idea de que abriera sus ojos y me encontrara en esa lamentable posición me aterrorizó.


Se movió levemente, como quejosa. . .


Saqué la mano de inmediato, me puse el traje de baño y me retiré en silencio tras cerrar la puerta de la habitación.


Me fui directo a la piscina, me zambullí intentando ahogar mis deseos, librarme de ellos, pero me fue imposible, me perseguían…


Me quedé en el agua recostada sobre la colchoneta disfrutando de la quietud de la tarde. Inmersa en mis propios pensamientos; me dormí al sol.


Cuando de pronto me despertaron unos gritos…


- ¡Nahiara! Estás asándote al sol, mírate cómo estás –


No entendía nada, estaba súper dormida.


Abrí los ojos desconcertada, ni siquiera sabía de dónde venía la voz; ni de quién era.


Busqué a mí alrededor y a nadie encontré.

Me volvió a repetir lo mismo para asegurarse de que la escuchara, y ahí sí; miré para arriba y la vi, era ella, mi tía, en el balcón de mi habitación asomando el cuerpo por la baranda con apariencia de recién despertada.


- ¿Cuánto hace qué estás al rayo del sol? –


- ¡No sé! ni idea, me quedé dormida –


- Ahí bajo – me dijo con voz de preocupada.


Pensé: qué exagerada…

Y me zambullí en la pileta.

Inmediatamente sentí el fresquito del agua, y recién ahí me miré las piernas; enrojecidas y brillantes, los brazos, la panza, todo mi cuerpo estaba igual.

Cuando estaba saliendo de la piscina, llegaba Adriana, con un short rosa con bordes blancos, y una musculosa con detalles entre rosa y lila contrarrestando con su piel morena


- Uy que barbaridad querida, cómo te quemaste.

Vamos a adentro, pégate una duchita bien fría –


- No me arde ni nada eh –


- Ahora no, pero dentro de un rato te va a empezar a arder. Hazle caso a tu tía, andá a bañarte. Después te alcanzo un gel refrescante que es excelente para estos casos, justamente me lo compré por si me pasaba lo que a vos. Mientras te duchas lo pongo un rato en el frezzer. –


Cuando me fui a sacar la bikini sentí dolor al enrollar el elástico y rozar la piel al bajarla.


Abrí sólo la ducha de la fría.

A medida que el agua se deslizaba por mi cuerpo afiebrado se iba calentando cada vez más.


Cuando salí de la ducha envuelta en un toallón me dirigí a mi cuarto, me enfrenté con el espejo y me asombré del gran daño que había hecho el sol.


Estaba tratando de secarme un poco sin hacerme doler; cuando sentí pasos subiendo la escalera.

Me cubrí de nuevo, podían ser algunos de mis hermanos. Pero no, era la tía, que me había visto salir del baño y me traída el gel.

Lo dejó y se fue.


Luego de embadurnarme el cuerpo con el producto sentí un alivio inmediato. Además de refrescarme solía exquisito.


Demás está decir que no me puse ropa interior, no la iba a soportar. Me chanté un vestidito suelto, más bien corto, cosa de tener el mínimo contacto con mi piel.


Se escuchaban voces, creí saber de dónde venían y fui hacía ellas.

Precisamente provenía del living; estaban todos reunidos mirando una película. Me uní a ellos y ahí me quedé, tirada en un sillón debajo del ventilador de techo. Me planché.


-¡pobrecita mi nena!

Se quedó dormidita. La voy a llevar –


Oía su voz cada vez más cerca de mí.


Me rodeo con sus brazos y me alzó. Entre pasos sólidos fue subiendo a lo largo de la escalera.


Luego de abrirse la puerta sentí que me depositaba sobre lo que imaginaba era mi cama.


Mi cuerpo y mi mente se hallaban desequilibrados.


La figura por un lado, la mente por otra. Como alejada de la realidad, sintiéndome una espectadora más de la película en la que no soy protagonista.


Sumergida en la pesadez de un sueño profundo me hallaba.

Creí haber estado soñando. Ya ni sé.


Tuve la sensación de que alguien minuciosamente sacaba el vestido.


Con mucha suavidad me iba despojando de la prenda. Se encontró con que debajo no llevaba nada. Pero ni así se detuvo, pareció no importarle.


Despegó un poco la cabeza de la almohada y acabó por deshacerse de la única prenda que ocultaba la desnudez de mi cuerpo somnoliento.


A mis orificios respiratorios llegaba un rico, fresco y dulce aroma; pero mi estado no era capaz de desentrañar la esencia.


Experimenté una extrañísima vibración cuando me pareció que mis pies eran tocados. En un momento sentí que me los succionaban dedo por dedo, babeándolos a su paso.


Fue muy loco, porque jamás antes lo habían hecho, con lo cual esas sensaciones eran novedosas y felizmente placenteras.


¿Fantaseaba dormida?


Luego continuó subiendo con los labios entreabiertos mojando a lo largo de mis piernas con su saliva.

Al llegar a los muslos comenzó a darme pequeños chuponcitos, ascendiendo de apoco, para luego concentrarse en la cara interna de ellos… y allí se quedó, entretenidamente lengüeteando por largo rato.


Mi entrepierna como no podía ser de otra manera comenzó a manifestarse de manera súbita.


No entendía lo que estaba ocurriendo, pero no tenía la más mínima intención de entender, ni de salir del estado del que me encontraba. Disfrutaba sin interrupción.


Sus labios parecían querer devorarme. Me recorrían hambrientos, sedientos de mí; y de cada centímetro de mi piel.


Subió hasta mis senos y palpó la redondez de ellos con frenesí, como si quisiera tomar el molde con sus manos.


De repente dejó de oprimirlos y de manosearlos.

Pero sin embargo no los abandonó! esta vez el tacto era mucho más suave, y percibí cierta humedad al estimularlos.


Segundos después la humedad se posicionó en uno de mis pezones perdiéndose en la boca. Sus labios y su lengua coordinaron de manera fabulosa y me lo comenzaron a succionar. Y con los dientes me propinaba pequeños mordiscos… más allá de cierta sensación extraña me proporcionaba una estimulación difícil de describir en palabras.


Mordisqueaba e intercalaba con ligeras lamidas que hacían mi cuerpo retozar de placer.

Adivinando que mis botoncitos explotaban de excitación tanto que me ardían, bajó hasta el ombligo e hizo lo propio.

¡Me encantó! lo sentí fabuloso.

A lo largo del recorrido fue dejando una estela de saliva que finalizó al llegar a mi sexo…

Me sentía en el paraíso.

Abrí bien los ojos para encontrarme con la realidad, despertarme de ese sueño húmedo. Y comprobar que era solo un sueño. Pero contrariamente a mi pensamiento era real, era la tía, ¿Adriana la culpable de mi humedad?

Verla a escasos centímetros de mi sexo era mi fantasía a punto de hacerse real.

Una vez allí lamió los laterales de mi entrepierna con devoción, comprobó que estaba suficientemente mojada y de repente, como adivinando que me había despertado se detuvo.

Dudé de mi reacción, no sabía que era mejor: si hacerle saber que estaba disfrutando despierta o seguir haciéndome la dormida…

Pero tuve el presentimiento que se marcharía, y opté por dejarle saber que estaba disfrutando, y con mi voz excitada le dije: “no pares, seguí”

Alzó un poco su cabeza de mi entrepierna para preguntarme:
– ¿Segura querés que siga? ¡Esto es una locura!–

Lamenté no poder ver con claridad su rostro.

¡Sí tía seguí! No me dejes así…
En todo caso es una divina locura…

Con mi aprobación doblegó su calentura y sin más comentarios ni sobresaltos, me siguió lameteando y succionando con una fogosidad imposible de superar…

El placer que me otorgaba con su boca juro que nadie antes en mi corta vida sexual me lo había entregado.

Cuando estaba a punto de llegar el orgasmo me comencé a mover desaforada, mi cuerpo se descontroló.

Tuvo que sostenerme con fuerza para poder mantenerme firme en su boca.

Aceleraba sus estimulaciones a medida que el ritmo de mis gemidos iba in crescendo.

Quería gritar mi orgasmo, que todos se enteraran de mi goce; pero no podía correr el riesgo que nos descubriesen.

Acabé exquisitamente en su boca.

Ella subió hasta mí y con toda la crema de mi sexo en su boca apoyó sus labios sobre los míos y nos entregamos en un primer beso apasionado. El primero de muchos…

Mientras nos besábamos me preguntaba para mi adentro si sería capaz de bajar hasta su entrepierna y comerme ese tesorito que tenía en medio. La incertidumbre de lo que viniese después me carcomía.

Por suerte Adri me guió.
Me fue llevando la mano, y con la suya sobre la mía me hizo acariciar sus piernas, abdomen, senos, cuello, y cuando llegamos al rostro se detuvo en los labios, me tomó con firmeza el dedo índice e hizo que los recorriera con empeño. Poco a poco fue entreabriendo su boca e incorporó la lengua.
Con la puntita de ella tocaba y mojaba mi dedo.
Ufff eso me encendió de manera irrestricta.

Me calentó tanto que me elevó a la mismísima estratosfera.

Ya no fue necesario que mi tía me siguiera guiando, con la excitación que me había provocado lo hice por propio deseo.

Para llegar a mi mayor obsesión tuve que levantar su remera; y correr hacia un lado el corpiño.
Al fin me pude encontrar cara a cara con sus grandes y terribles pechos; primero los acaricié disfrutándolos durante largo rato hasta encrespar toda su piel.

Antes de llevar mi boca a sus oscuros pezones, estos se pusieron como roca, los lamí, mordisquee, pellizqué hasta que me mi cuerpo me pidió avanzar…

Bajé tímidamente besando su abdomen, su pequeña y sexy pancita que adoré acariciar. A esa altura Adri estaba que volaba de calentura, no paraba de vibrar y jadear a la vez…

Ella misma decidió quitarse el short y sacarse por completo la remera, se quedó tan solo con ese lindo conjuntito de ropa interior que horas antes le vi ponerse.

Cuando alcancé su sexo fue glorioso escuchar cómo me imploraba que se la siguiera chupando aunque su cuerpo se desestabilizara y luchara inconscientemente por sacarme de sitio.

Primero lamí con sólo la punta de mi lengua por el pliegue de sus labios mayores, y por el alrededor de su sexo.

Su cuerpo se contorneaba con cada lameteada que le daba.

Luego usé un dedo que pasé por entre sus labios carnosos para abrir lo que hasta ese momento era totalmente desconocido para mí.

Un mundo de nuevas y riquísimas sensaciones.
El olor de su conchita caliente comenzaba a fluir…
Llegaba hasta mí nariz para desearla aún más…

Incorporé mi otra mano y con ambas abrí su delicada y bien cuidada selva en forma de triangulo.
Sin querer perderme el más mínimo detalle del espectáculo y sin preguntarle nada estiré mi brazo y prendí la luz tenue del velador.

- Nahi… ¡apagá esa luz! – dijo con voz entre cortada por la excitación.

Es que no veo nada tía, disfrutaré mucho más viéndote…

Mi respuesta la conformó porque no insistió más.

Volví la mano a su posición anterior y tras abrir su vulva me recibió rosada y brillosa por los mismos jugos que hasta esa altura le había provocado.

¡Era un espectáculo único!
Me incliné hasta su sexo increíblemente y sin pudor con mi lengua comencé a deleitarme con el flujito que le chorreaba y saboree cada gota en mi boca como el mejor de los bocaditos…

Juguetee con ella en un ir y venir descarado.
Al parecer lo hice bastante bien porque no tardó de llenarme la boca con la totalidad de su miel.

Y por primera vez sentí su sabor, y toda la adrenalina que genera haber llegado hasta ese momento culmine.

Desde ese día y durante el tiempo que vacacionó en mi casa seguimos teniendo encuentros a escondidas.

Lo hacíamos en la playa cada vez que podíamos, en la parte alta, donde se encuentran los tamariscos (plantas); y en la casa en la intimidad de mi habitación.

El sexo entre ambas era altamente celestial, inigualable.

Sufrimos mucho cuando al llegar el fin de su estadía se marcharía a su ciudad. Ambas nos abrazamos y lloramos desconsoladas… el resto de mi familia nos miraba sin entender tanto apego.

Nos hablábamos por teléfono 1 vez por semana y chateamos por Skype rigurosamente todas las noches. Tenía que contenerme para no mostrar la tristeza que me provocaba tenerla tan lejos ¿me había enamorado de mí tía? Pero el día que la cam captó una lágrima rodando por su mejilla supe que no estaba donde debía estar. A su lado.

Acomodé mis cosas, hablé con mi familia y los convencí de irme a estudiar a otra ciudad, ohhh casualidad la misma en la que vive Adriana.

8 comentarios - Me enamore de mi tia Adriana

Demiankurko +1
Muy bueno! Muchas gracias por compartir
AlejandroMillo14 +3
Lo unico que le falta para ser perfecto, es foto de las dos desnudas
Locosxlascalzas +1
Me recalentaron tus relatos, casi las pude ver... Por favor el próximo con algunas fotos..
palmerio +1
Excelente trabajo. Lo disfrute mucho.