Mis Dos Lunas [1]

La vida es de momentos, en ocasiones unos momentos son más intensos y más prolongados que otros, y hay que saber identificarlos y sobre todo disfrutarlos.


- Hola.

Escuche como una voz inconfundible, aquella que me volvió loco, y que deseaba que me hablara, una fantasía, un poema de voz, una escultura vuelta mujer. Eso era para mí ella, Daniela Luna.
- Hola. – me dice otra vez.
- Hola, disculpa.
- Anda ya es hora de que entremos a clases de Antropología.
- Claro, ya voy. –Dije avergonzado y un tanto sorprendido de que me hablara para un tema de tan poca relevancia.

Mi nombre es Héctor, soy un estudiante de tercer año de preparatoria, con unos 17 años recién cumplidos. Y si enamorado de la chica más hermosa de la escuela, típica historia de amor frustrada de preparatoria. No me considero un adolescente destacado física e intelectualmente, pero tampoco soy de los que se tiran las clases por el arco del triunfo. Dedicado seria la palabra correcta que me describe.

Vivo junto a mis padres en una pequeña ciudad, en uno de los más deprimentes estados de la república mexicana, pero de igual manera y ante todo esto, mi vida es normal, gracias también a la solvencia de la cual gozan mis padres.

Cualquier adolescente le encanta la etapa de la preparatoria, y si, llega, a ser buena, siempre y cuando te relaciones bien, y claro seas físicamente atractivo para las masas.

Y ahí estoy yo, adolescente, 17 años, cuerpo atlético pero que escondo con ropa holgada para estar más cómodo, y una estatura que está por encima de la media nacional.

Y ahí está ella, Daniela. Está en el mismo salón que yo, así que desde primer año, siento lo mismo, me he vuelto de alguna manera obsesivo, guardo recuerdos muy significativos de ella, es extraño en cierto punto recordar el primer día, que la vi, ella entrando a la preparatoria, yo unos pasos atrás, y cuando da media vuelta para observar a alguien que venía atrás, o vaya a saber la razón, la veo. Cabello oscuro, piel un poco bronceada, ojos despampanantes que aunque marrones, tenían un tamaño considerable y hermoso, unos labios gruesos, el inferior un poco más que el superior, pero eso le daba un toque sensual, un cuerpo que aunque no de una estatura considerable, si bien torneado, una cintura definida, acompañada de sus atributos, que no muy grandes, de un tamaño exacto para disfrutar, cada que fuera oportuno.

En el transcurso de cada año escolar, me planteaba alguna manera de hablarle, dejar de ser tímido, y acercarme e invitarla a tomar un café, o comer alguna rebana de pizza, pero siempre la situación me superaba y no tenía el valor suficiente para hacerlo. Actualmente en mi tercer y último año con ella, estoy decidido a dar un paso más, sea cual sea mi suerte.
Ya habían pasado 2 meses desde que las clases comenzaron y no llevaba avance alguno, ya se aproximaba la fiesta de bienvenida para los de primer año, así que bueno, creo que ahí está la oportunidad que he estado esperando.

Y ahí está ella, sentada con sus amigas, un grupo de 5 chicas que solo ellas saben de qué hablan, y de que tanto se ríen, temas banales, pero bueno, estoy que derrapo por una de ellas.
A lo lejos observo como Daniela comenta algo, ríe, se levanta y se dirige hacia donde me encontraba yo, sé que se dirige conmigo, ya que estoy sentado en una banca con nadie a mí alrededor.

- Hola, Héctor.
- Hola, Daniela.
- Solo Dani, por favor.
- Ah, claro, como gustes. – con un tono nervioso, más de lo habitual.
- Sabes, se aproxima la fiesta de bienvenida para los de primero, y la fiesta será grandiosa por lo que comenta los del comité, así ¿que estaba pensando, que tal si vamos juntos? – Ella me estaba invitando a la fiesta, es increíble, ¿será esto cierto?
- Ahh, no sé. – que estupidez no puedo decir un maldito “si”.
- Vamos, pasas por mí a mi casa las 9.00 pm.
Fue todo, ella se levantó, y se integró al grupo de amigas, del cual se había separado, para invitarme la fiesta.

Ese día parecí un sonámbulo, no era posible que ella me invitara, o tal vez ella sentía algo por mí, algo por lo cual yo no estaba enterado.

Los días transcurrieron sin sorpresa alguna, y estaba por llegar el día de la fiesta, así que decidí ir a comprar algo nuevo que ponerme, ya que no soy de usar ropa de vestir o muy juvenil, encontré una tienda que mostraba detrás de un cristal un maniquí con un cambio que me pareció adecuado, una camisa azul rey ajustado y un pantalón gris de tonalidad opaca, que combinaba perfecto, y bueno la decisión fue obvio, y compre el conjunto completo.
La idea de comprar ropa e ir a una fiesta, y de paso ir con una chica, entusiasmo a mis padres, y decidieron que era buena idea prestarme el coche que casi no tenía uso, un deportivo color negro, que mi padre había comprado para ocasiones especiales, y bueno creo que esta ocasión lo ameritaba.

El día de la fiesta había llegado, me despedí de mis padres, mi padre me dio las llaves, mientras observaba una alegría en el rostro de mi madre que no había visto antes, creo que se alegraba al verme salir de casa, a una fiesta, y con una chica, vaya no creí que fuera para tanto.
Me subo al coche, que para mí fortuna es estándar, ya que no se manejar automático, no ha de ser difícil, pero no veo la necesidad de aprender, ya que con el estándar quieras o no, te ves mejor como hombre, y disfrutar más el trayecto.

Al llegar al domicilio que me había proporcionado Daniela, el cual no me fue difícil encontrar, ya que la cuidad es muy pequeña, me dirigí a la puerta, golpee la puerta, y me abrió la quien creo es la madre de Daniela, y en tono muy amable me dice:
- Adelante joven.
- Gracias señora.
- En unos minutos baja Daniela. – una voz más gruesa me afirma lo dicho.
Era el padre de Daniela, un señor de cara dura, de esos que imponen su autoridad, no era obeso, sino que era robusto, lo cual le hacía parecer que en cualquier momento te soltaría un golpe.
- Gracias, señor.
En ese instante va bajando Daniela. Y me dice:
- Hola Héctor.
- Hola Daniela.

Vaya se veía espectacular, traía un vestido negro, el cual le hacía resaltar su figura, un escote discreto, pero que te daban ganas de arrancarlo, y en la parte de la espalda descubierto, hasta donde termina la columna, se veía hermosa, un poema de mujer. Creo que mi cara de alegría fue evidente, ya que sentía la mirada retadora del padre de Daniela, así que me limite a saludar a Dani.

- Te ves muy linda Dani.
- Gracias Héctor, tu igual te ves muy bien.
- Veo que ya conociste a mis padres.
- Si, ya tuve el placer.
- Bueno, nos vamos, tenemos que llegar, para disfrutar la fiesta.
Nos despedimos de los padres de Daniela, que caradura el señor, pero bueno, todo debe salir perfecto esta noche, puede ser que hoy se cumpla lo que tanto he deseado.

Le abro la puerta de copiloto a Daniela y noto una cara de asombre al ver el coche en el cual nos iremos.
- ¿En verdad es tuyo?
- No, es de mis padres, pero hoy el dueño soy yo.
- Perfecto, está muy lindo, no sabía que eras rico.
- No lo soy, mis padres trabajan mucho, para darnos estos pequeños lujos.
Ya estando en marcha, y de reojo me doy cuenta que el vestido que de Daniela sube de manera infartante, posiblemente por la posición en la que se encuentra ella. El trayecto al casino de la fiesta es demasiado largo, por lo cual tendré que disfrutar más tiempo de la maravillosa vista que me está proporcionando Daniela, solo espero que no se dé cuenta de las vistas que pongo en su entrepierna.

Mi imaginación comienza a jugar conmigo, cada que volteo me parece ver un poco más arriba el vestido de Daniela, mi miembro comienza a despertar, la vista es maravillosa, el vestido está en el punto total en el cual se aprecia la ropa interior que trae puesta ella, color negra, de encaje, ya no disimulo al verla, es excitante lo que está pasando, mi miembro está a tope, afortunadamente esta un semáforo en luz roja, y levanto la mirada para ver el rostro de Daniela y me encuentro con ella está mirando directamente a mi entrepierna, se da cuenta de mi erección y voltea a verme, se muerde el labio y mientras que con su mano derecha recorre esa braga negra, en el cual puedo ver que está totalmente depilado, es hermoso. Mi reacción es de asombro total, la mujer de mis sueños está mostrándome en unos minutos, lo que soñé durante años, en medio del trance lo único que me hace reaccionar son los claxon de los coches, ya que al parecer la luz cambio hace tiempo.

Estoy pasmado, mantengo mi vista al frente, no quiero que pase algún accidente. Al verla de nuevo veo su mano derecha en su entrepierna, y volteando a verme, muerde la manera más sensual posible su labio inferior, pongo atención al frente, aún falta tiempo para llegar, pero con semejante mujer a mi lado es imposible contenerme, el pantalón comienza a lastimarme, entonces en un instante siento una sensación agradable, no pienso observar, posiblemente el pantalón se rompió, una desgracia, como llegare a la fiesta, acto seguido y que me sobresalta, siento una mano recorriendo mi miembro, tengo una pequeña reacción de asombro, más fue mi sorpresa al ver que esa mano, era la mano izquierda de Daniela, me estaba masturbando, y se sentía muy bien, sus pequeñas y delicadas manos recorrían de arriba abajo mi miembro.

Ninguno de los dice nada, yo sorprendido y ella con una mirada picara, entonces después de sentir su mano, mi glande siente algo húmedo, volteo, y me doy cuenta que me está haciendo una felación, su lengua recorriendo mi miembro, con la punta de ella tocando mi glande, lo estoy disfrutando al máximo, y al parecer a ella esta situación le provoca lo mismo, ya que con su mano derecha se está estimulando sus deliciosos labios vaginales.

Ella sigue con lo mismo, y estamos a punto de llegar, y yo estoy a punto de estallar. Creo que tiene poderes mentales esta mujer, ya que a punto de terminar se retira, y continúa con su mano, y en la oreja me susurra al oído:

- La noche apenas empieza, esta no será la primera vez que te vengas.
Esas palabras fueron el detonante para hacerme correr en fluidos que quedaron en su mano, y ella se limpió comiéndolos enteros.
Así que después de tan erótico encuentro llegamos a la fiesta, ella se acomoda el vestido y descendemos una vez que estacionamos cerca de la entrada.
Ella luce despampánate y es el objeto de muchas miradas, y yo la envidia de varios, o eso quiero pensar.
- Iré con mis amigas, ahorita vuelvo contigo.
- Claro, de mientras voy por unas bebidas.
- Me parece perfecto. – Me da un beso muy cerca de los labios y se va con el grupo de amigas que toda la escuela conoce.

La fiesta es agradable, aun no empieza el descontrol total, por lo cual me permito observar a detalle cada aspecto del lugar, es de un espacio considerable, con 2 zonas de bebidas, las preparadas donde hay mayoría de mujeres, y la cerveza con barra libre, donde en su mayoría están los hombres, creo suponer para tomar valor y hablar con las demás mujeres, de no haber venido con Daniela, y haberme animado a venir, estaría con el grupo de hombre en la barra libre, esperando a emborracharme.
En el centro del lugar, se encuentra una pista de baile de forma circular, rodeada por sillones de color blanco, y mesas dividiendo cada sillón, que en su mayor parte abarcan todo el lugar.
A lo lejos observo a Daniela como voltea ella y sus amigas conmigo, y se ríen, por alguna razón no me da buena espina, siento una sensación extraña, que rápido omito, pensando en lo que acaba de pasar en el coche.
En un instante siento un golpe por la espalda, no algo fuerte, sino de tipo normal, de esos que entre los amigos se frecuentan mucho, me doy media vuelta y veo a Kevin, un compañero de la preparatoria ya algo entrado en copas, y por si fuera poco exnovio de Daniela.

- Con que llegaste con Daniela verdad. – note un tono de molestia en él.
- Si, ella viene conmigo.
- ¿Viene contigo?, por favor, pensé que eras inteligente.
- ¿de que estas hablando? – Su manera de decirlo me molesto bastante.
- ¿Tú crees que una mujer como Daniela podría fijarse en un tipo como tú?
- Claro que si, como prueba, ella me invito y viene conmigo.
- Ahí está el asunto, esa mujer no actúa sin antes pensar bien las cosas, y está buscando algo de ti, si no puedes verlo, que estúpido eres.
- Según tú, ¿ella que quiere de mí?
- Eso averígualo tú mismo, no es mi problema iluso estúpido.
Estoy a punto de darle un golpe, cuando frente a mí esta Daniela discutiendo con su exnovio.
- Ahora te los buscas inteligentes para que te ayuden a pasar tus materias Daniela, que bajo has caído.
- No es por eso, vengo con él porque quiero, y es más, yo a ti ninguna explicación debería darte, no somos nada.
- Claro pequeña golfa.
No soporto que este tipo este insultando a Daniela, así que le conecto un golpe en la mandíbula del lado izquierdo, haciéndolo caer en uno de los bancos de la barra libre, quebrando unos vasos que se encontraban en la misma.
Todo sucede muy rápido, Daniela me toma de la mano y salimos del lugar, y nos dirigimos al coche.
- Arranca Héctor y vayámonos de aquí.
- ¿Tanto te molesto lo que hice?
- No, de verdad te lo agradezco pero por favor vámonos de aquí.
- Está bien.
Puse en marcha el automóvil y veo como de a poco mi oportunidad de que algo más pasara se diluye. Me do cuento de lo triste que viene ella, tal vez aun siente algo por ese tipo y yo comportándome como una verdadera bestia. Lo único que se me acurre articular con mis labios es:
- Disculpa por arruinar tu noche.
- No te preocupes, creo que fue lo mejor.
- ¿Estas segura?
- Si, y quiero aclararte que los motivos de los cuales habla Kevin, no son ciertos.
- Estoy seguro de eso Daniela, creo que eres una mujer hermosa, y con sentimientos sinceros.
- Gracias, Héctor, eres un amor.
- Y dime Dani, ¿a dónde quieres ir?
- Llévame a donde quieras, quiero estar un rato a solas contigo.

Eso último que dijo de verdad me alegro, tal vez ella si sienta algo por mí, y lo que dijo ese imbécil son meras especulaciones mías.
Mientras vamos por la avenida principal de la ciudad, se me ocurre llevarla a un lugar que es poco conocido por los demás, un pequeño lago, adentrada en un campo en las orillas de la ciudad.
Al llegar a ese pequeño campo, y estacionar el coche, Daniela aun en el auto, se posiciona arriba de mí, su espalda toca el volante, sus piernas se abren dejándome ver atreves de su ropa interior, se amarra el pelo, y comienza a besarme el cuello, yo la tomo de la cintura, la levanto un poco, levanto su vestido dejándolo a la altura de la cintura tan definida que posee esta mujer, toco su suave y hermosa piel, acerco mi nariz a su cuello, un olor tranquilizante me apodera, estoy loco, me tiene hipnotizado, no, mejor dicho, me tiene enamorado.

Ella con un sexy movimiento intercalando sus brazos, toma su vestido y lo alza, quedando solo en ropa interior, toma mis manos, las lleva a sus redondos, firmes, y hermosos pechos, soltando un gemido, y al oído me dice:
- No creas lo que todos hablan. – con un tono sensual.
- No les creo.
Como si de un interruptor se tratara, comienza con un vaivén arriba de mí, estoy a punto de desabrochar mi pantalón, cuando alguien toco el vidrio del auto.
- Oh demonios, es…

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