En la clase de educacion sexual

El siguiente relato no es de mi autoria, y lamentablemente tampoco tenia un autor donde lo encontre. Espero que lo disfruten


En la clase de educación sexual


Fue una locura, pero no me arrepiento. Como dijo la maestra, ¡cuando se es mujer, se es mujer!

Perdón si estoy escribiendo un poco atropelladamente. Lo que pasa es que mi idea en este momento es más bien desahogarme, para ver si logro aclarar mis ideas. Hace apenas dos horas que llegué de la escuela… Esto es más de lo que había pensado, no para una mañana, sino para años! Estoy confundida! No estoy segura de qué hacer, o qué va a pasar...

¿Me arrepiento?... pero si yo casi no hice nada!
Esta mañana en la escuela, en mi clase de ciencias naturales… no me puedo creer que fue real… Más bien parece uno de esos absurdos que se dan lugar en los sueños “raros”. No a mí… ¿cómo en tercero de secundaria?... y en mi escuela! de corte católico, con director y algunos profesores de conocida congregación religiosa. Bueno, ahí va…

Desde hace dos semanas hemos estado viendo el tema de la reproducción humana. El tema no es exactamente nuevo para nosotros, pues desde hace 3 años empezamos a ver lo básico. Esta semana iniciamos cuestiones como anatomía genital detallada, estimulación sexual, y fases de los orgasmos. Se pueden imaginar que ha habido todo tipo de reacciones entre mis compañeros y compañeras. Los hay que hacen comentarios como: “ya lo sabía”, o “deberían ver el mío”, o por otro lado las compañeras “seriecitas” que ante una descripción explicita desaprueban diciendo: “qué asco!”. Lo cierto es que las sesiones se nos han ido como agua de tan entretenidas.

Por supuesto que en varias ocasiones la broma ha sido “oiga maestra, ¿y también va a ser taller con prácticas?” a lo cual sigue la risa de todo el grupo. Tengo la impresión de que la mayoría de nosotros, no hemos tenido –quizá ni queremos todavía- experiencia real en esta área, o al menos nadie ha sido convincente cuando dice que “es un experto”.

Uno de los que más han molestado con que ya sabe y ha hecho de todo es Nando. En varias ocasiones, cuando la maestra está explicando o alguien pregunta sobre reacciones corporales o sobre relaciones, sus comentarios no se hacen esperar. La maestra, que es muy liberal, sólo le contesta: “Nando, cuando queramos escuchar tu punto de vista, te lo pediremos”, o en tono de sarcasmo “Nando, otro día la clase la das tú”.

Pero no se crea que Nando es vulgar, simplemente le gusta llamar un poco la atención y hacerse el interesante. En realidad suele ser considerado y correcto, de alguna manera es inteligente… y no está feo, ahora que lo pienso. Es deportista, está en el equipo de basquetbol, tiene profundos ojos brillantes y sonrisa entre tierna y atrevida. Yo, aunque no hemos sido realmente amigos, nunca he tenido ningún problema con él; cuando ha sido necesario, nos hemos ayudado, y conversamos sin problemas. Ahora que lo pienso, no me desagrada… quizá al contrario, no es mal chavo, simplemente es tal vez “demasiado improvisado”, eso… de cierta manera atractivo, podrían decir algunas…

Regresando… El día de hoy, cuando la maestra estaba hablando sobre estimulación del órgano sexual masculino, todos estábamos callados, la verdad es que la maestra Sara estaba siendo en extremo explícita:

- … entonces se toma el pene y se puede acariciarlo, pero con firmeza, empezando por la base hacia la punta, y luego de regreso, repetidamente; puede ser variando la velocidad y la cantidad de presión que se hace con la mano, esto produce gran placer al hombre. Especialmente rozar ligeramente el glande descubierto, esa es una de las cosas que los puede “volver locos”.

Mientras esto decía, puso su mano frente a ella, como si estuviera muy concentrada empuñando un miembro masculino. Subió su mano por el falo imaginario. Nadie perdía detalle, mientras ella tenía una expresión de… que realmente lo estaba haciendo y le gustaba, y continuó:

- Seguramente el chico tendrá ya una buena erección, su pene se sentirá grueso, caliente, las venas estarán saltadas y la sensación en la mano será que esa carne está palpitando.

“¿carne?”, para el azoro del grupo continuó:

- El disfrute suele ser para ambos, pues mientras el hombre siente la estimulación y tiene la sensación física local de enorme placer, y la urgencia de sentir más; la mujer se da cuenta del enorme poder que tiene en ese momento y por otra parte intuye el placer que puede obtener en su cuerpo por ese instrumento que indudablemente tiene bajo su control.

Se lanzó un poco más:

- En una situación así el hombre suele ser muy manejable y cariñoso. En esos momentos se hace consciente de su vulnerabilidad y la dependencia que puede tener por su pareja. Si la estimulación continúa, su respiración se empieza a agitar, sus suspiros de placer se tornan en jadeos, incluso puede empezar a balancear su pelvis hacia delante y atrás, como queriendo imaginar, o sugerir, la penetración; no olvidemos que el instinto es el instinto. En el fondo, los dos sienten inclinación por la culminación sexual: penetración con orgasmo de ambos.…

La maestra hablaba en voz baja, algunos dirían sensual. Algo le estaba pasando, parecía transformada. En el grupo se sentía un poco de nerviosismo, parecía que nadie estuviera respirando. Lo que sí es que algunos se movían inquietos en su silla. Tal vez sintieran alguna incomodidad… se entiende…podrían haberse excitado un poco. Seguía:

- Incluso el pene erecto puede moverse ligeramente, involuntariamente, como si tuviera vida propia y pidiese entrar en acción. Puede mostrar una ligera humedad en la punta, que le da cierto brillo. Este es un líquido lubricante que lo prepara para penetrar una vagina receptiva más suavemente, sin lastimar, sino resbalando hasta el fondo y estimulando cada centímetro nervioso a su paso. Una vagina que probablemente también haya lubricado, esté húmeda y caliente, lista para recibir ese “visitante seductor irresistible” en su interior. Acogerlo, abrazarlo, hasta hacerlo soltar su elixir ardiente que significaría el placer total.

Ese chorro caliente podría ser al final el detonador del orgasmo en la mujer. Niñas: esa sensación no es para platicarse, es para dejarse llevar. Cuando sea su momento, se abandonarán a esa invasión de placer, ya lo verán. Muchachos, recuerden: ése será un momento personalísimo en que no sólo se fundirán sus cuerpos, sino también su persona misma, sus mentes y sus almas quedarán para siempre entrelazadas.

Sara parecía estar imaginando y más bien hablando para sí misma, pues la mirada la tenía perdida. Luego continuó como hablando para nosotras:

- Recordemos que las mujeres, aunque solemos excitarnos más lentamente y menos frecuentemente que los hombres, tenemos una capacidad mucho mayor de disfrutar con el sexo… claro… con el buen sexo.

Definitivamente casi todo el grupo estaba echado hacia adelante. Ahora sí se oían respiraciones más bien agitadas. Pero yo me había quedado clavada en la explicación inicial: la mano alrededor del pene, que subía hasta “la cabecita”. Eso me generó una duda que no me permitió avanzar por el resto de la explicación, así que pregunté, eligiendo mis palabras para sonar muy profesional:

- Maestra, pero al tomar el pene y pasar la mano hasta arriba, ¿el hombre no siente nada en el glande si el prepucio lo está cubriendo?

La maestra se sorprendió con la pregunta, y no atinó a contestar de inmediato, parecía que estaba pensando en otra cosa y que tal vez ni siquiera entendió lo que dije. Fue entonces que Nando dijo:

- No… si para ese entonces el cuerito va a estar completamente jalado.

Hubo un murmullo, parecía que algunos estarían de acuerdo y otros no tanto, o se preguntarían cómo podría ser eso… en fin… quien sabe qué pensaría cada quien, pero se veía que la duda era generalizada. La maestra intervino:

- Nando, pasa aquí al frente, a ver si es que nos puedes ayudar.

- ¿Qué?… ¿yo?. – dijo mi compañero

- Sí, tú, pasa al frente

Nando avanzó lentamente. Estando hasta delante, se puso de frente al grupo. La maestra se acercó un poco y le dijo con decisión:

- Baja tu ropa de manera que podamos ver lo que nos explicabas, así Betty –esa era yo- pueda entender eso del “cuerito” que dijiste.

Parecía que Nando no se lo estaba creyendo, se veía completamente confundido y sin el aplomo que siempre solía mostrar. En su confusión, como autómata, se aflojó el cinturón y, de pie como estaba, se empezó a bajar lentamente los jeans con todo y ropa interior.


Todas –seguramente-, estábamos viendo lo que habría debajo de la ropa de Nando. Primero se vieron algunos cabellitos, después un poco del tronco… Cuando el elástico del calzoncillo rebasó por debajo de la cabecita, esta brincó hacia arriba y rebotó un par de veces. El pene de Nando estaba allí, a la vista de todos, apuntando hacia el frente…

- Bueno… podemos decir que la clase sí se estaba entendiendo… - dijo la maestra. – pero todavía no está completamente erecto. El glande sí está descubierto, pero le falta un poco más.

- Betty, -dijo la maestra dirigiéndose a mí – pasa al frente.

No se suponía que yo tuviera que pasar, yo solo hice una pregunta teórica que esperaba una explicación técnica por parte de la maestra… peeeero…. me sorprendí al ver que mis pies empezaron a avanzar –aunque con cierta cautela, al frente… más bien hacia donde estaba Nando. Me detuve frente a él, un poco de lado, sin estorbar la vista del grupo.

- ¿Qué ves? – dijo la maestra. - ¿se ve todo el glande?

Yo nunca había visto un pene más que en imágenes de los libros de la escuela, y esto no se parecía mucho. Para empezar, no estaba colgando hacia abajo, y se veía, digo yo, grande. Era de color un poco más oscuro que el resto de la piel del cuerpo; nada desagradable, más bien interesante, de alguna manera me parecía atractivo. Pero volviendo a la pregunta sobre “la cabecita” que hacía la maestra Sara:

- No lo sé, – dije, – creo que sí.

- No realmente, - dijo la maestra. – Mira, tómalo con la mano… anda! – dijo casual pero con firmeza, como si fuera la cosa más natural del mundo.

No me pareció que estuviera mal, después de todo estábamos en una clase de ciencias y yo había hecho una pregunta, que además para la cual el resto del grupo no tenía respuesta. Yo estaba ayudando, resolviendo “un ejemplo en el pizarrón”, por decirlo así.

Con cierta cautela, y con cuidado de no lastimar, acerqué mi mano y empuñé aquel rollo. Lo hice como la maestra había hecho con el palo imaginario de su explicación. En un par de segundos, con más decisión en mi mano, sentí el calor de Nando y cómo su miembro se levantaba un poco más, empujando hacia arriba. Me pareció que crecía…

La sensación era diferente a toda experiencia anterior, se sentía muy rico: la piel era súper suave y tersa, ya había dicho que caliente… mi mano sí lo rodeaba, aunque la cabecita sí asomaba fácilmente por arriba… en la punta había un orificio, que a mí se me figuró de comunicación, como si fuera la boca… no sé bien cómo explicarlo, pero como que me pareció que tenía su propia personalidad… la realidad es que yo estaba embobada y maravillada de esa “personita” que latía en mi puño.

- Mueve tu mano un poco desde la base hacia la punta, y luego de regreso. – me dijo la maestra. Lo hice una vez, sentí como la “personita” brincó un poquito. Se sintió chistoso y me encantó… me pareció aún más maravillosa. … Pasaron dos segundos… lo volví a hacer sin que nadie me lo pidiera, y oí entonces a Nando:

- ooohh!

- Como puedes ver Betty, ahora sí el pene está completamente erecto y Nando está muy excitado. – dijo la maestra. – No sería raro que tú experimentaras una respuesta ante la situación… ante el estado de tu compañero… dinos: ¿cómo estás? ¿También sientes excitación? ¿Sientes humedad?

- Si, un poco, sí. – dije quizá un poco apenada, mientras asentía con la cabeza. La verdad es que no sólo era humedad, sino que la cabeza me daba vueltas y sólo pensaba en lo que tenía en la mano.

- La excitación en las chicas es más difícil de detectar que en los chicos. – dijo la maestra. – En Nando es obvio cuando le vemos esa cosa parada…
Pero este es un buen momento para identificar algunos signos en las mujeres…

- Cristy, - dijo la maestra dirigiéndose a otra compañera. –pasa por favor.

- Betty, no sueltes a tu compañero, para mantenerte cómo estás – dijo la maestra.

- Cristy, levanta la blusa y el bra de Betty, para que veamos sus senos y veamos si la excitación se puede notar.

¿Qué? ¿Me iban a ver los pechos todos en el salón? Me asusté pero no atiné a decir nada. Se oyó un ligerísimo murmullo en el grupo, lo cual me hizo incrementar mi ansiedad. Cristy hizo lo que la maestra le indicó, realmente no tuvo problema, mi ropa era ligera. Con suavidad levantó hacia mi cuello la playera y bra juntos, rozando ligeramente con la topa y quizá con a mano mis senos y probablemente uno de os pezones, me encantó y sentí electricidad allá abajo. Yo me sentí, aunque expuesta, también sexy, pues pude notar caras de impresión y aprobación en mis compañeros de clase. Todos los chicos estaban viendo mis senos con admiración. Se notaba que les gustaron, lo que me dio seguridad.

- Grupo, pueden ver los pezones de Betty, están levantados, – dijo la maestra

- Nando, tócalos con mucha suavidad, -continuó, - y dinos si están duritos o suavecitos, compáralos con el resto de sus senos, especialmente las areolas.

Nando estaba como ido, me parecía con una cara de bobito adorable. Lentamente, casi temblando, llevó una de sus manos a mi pecho. Tomó mi seno derecho con toda la palma y lo masajeó un poco. Lo hizo con una delicadeza difícil de imaginar en él. Su cara parecía que estuviera presenciando magia… magia pura, eso era.

- ooohhh! -. Dije ahora yo. Se sintió delicioso, un rayo de energía fue desde la punta del seno que me acarició Nando hasta el centro de mi vagina, pasando claramente por mi vulva que, hice conciencia, me cosquilleaba.


- Sí, -dijo Nando, - duritos y suavecitos. – perfectos…, - finalizó con vos lenta y baja, cómo su lo hubiera dicho para sí mismo.

Luego tomó entre sus dedos mi pezón y lo roló un poco. Me volví a estremecer, sentía que ya no pensaba bien.

- Otra vez. –dijeron mis labios. – otra vez. Nando llevó su otra mano a mi seno desatendido y también lo empezó a manipular.

En frente de todo el grupo, Nando me estaba dando un faje riquísimo en mis tetas -¡inimaginable!!-. Sus manos las rodeaban, las estrujaban con suavidad, luego un poco más fuerte. Yo estaba empezando a temblar. El seguía acariciando y dándose –y dándome- gusto.

- Nando, ¿recuerdas cuando dije de la estimulación de los pechos con la boca y la lengua?
Inténtalo cariño!- indicó la maestra, lo cual me puso en el borde la expectativa ¿me iba a chupar os senos?!!. Sí! sí!! pensé, si a eso se le podría llamar pensar. Gran idea!

Nando se inclinó hacia mí y me dio algunos lametones en uno de mis pechos, empezó por el pezón y luego me babeó todo el seno. La combinación de su lengua caliente con la sensación de frío por la humedad en un seno mientras en el otro me seguía sobando con su mano fue más de lo que pude resistir: sentí un espasmo en todo mi vientre, noté mi calzoncito ahora sí, mojado.

- Cristy, -dijo a mi compañera la maestra, que tenía la voz medio ahogada. - Quítale la falda y la pantaletita a Betty, para que veamos el resto de los signos de excitación.

En esta ocasión ya no me gustó la idea, pero la confusión se había apoderado de mí: Entre que era una “clase académica” y yo estaba apoyando al grupo… pero que digo!!!: definitivamente estaba excitadísima y hasta ese momento todo me estaba gustando. Sentí que mi ropa bajaba y no fue necesario que me dijeran que levantara los pies para que saliera.

- Está húmeda? -Se dirigió la maestra a Cristy.
- Parece que sí, - dijo mi compañera.
- Pásaselo a Nando, para que nos diga si percibe algo en él.

Extrañamente, al menos para mí, Nando observó mi calzoncito blanco y húmedo y se lo llevó la nariz. Sin decir nada, después de aspirar profundamente, se acercó más a mí, me abrazó y me dio un beso en la boca. Parece que estaba fuera de sí, parecía necesitar lo que estaba haciendo. No pude ni quise resistirme. Sentí su lengua en mis labios y sus manos en mis nalguitas. Yo estaba como drogada, y el cosquilleo allá abajo se hacía insoportable. Y no ayudaba a mitigarlo sentir entre mis muslos el fierro caliente de Nando, que rozaba mi piel y hacía que se erizaran todos los cabellitos de mi cuerpo.

- Jóvenes, creo que no se pueden quedar así.

Pero la clase ha terminado. Si quieres, siéntate aquí Nando – dijo ofreciendo la silla del profesor a mi compañero.

Ahí sentado, con los pantalones en los tobillos, me le quedé viendo a la verga de Nando, orgullosa, desafiante… quería tomarla otra vez, sentir su calor y sus palpitaciones, me hacía falta… algo se estaba quedando a medias…. No sabía que era, pero sentía que algo faltaba, así que sin que nadie me lo pidiera me acerqué a él, tanto que nuestras rodillas se rozaron. Tomé su miembro…lo deseaba… el cosquilleo se hizo más fuerte… mi conejito se sentía como hinchado, parecía que también estaba palpitando… estaba al límite, creo que hiperventilando… podía escuchar mis propios jadeos…. Tenía la sensación de que debía terminarlo para poder estar bien otra vez… la ansiedad era insoportable.

- mmm… si quieres siéntate en él, cariño, – dijo Sara

Me pareció la solución a la situación, di un par de pasitos al frente, abriendo las piernas, pues las suyas quedaron en medio de ellas, estaba sobre él, no le había soltado su fierro, así que estaba yo un poco inclinada, miré al frente y ahí estaban sus labios, que ya habían encantado los míos. Por un momento vi sus ojos, muy abiertos, los vi tiernos y cálidos, brillantes, quizá un poco asustados, me gustaron… cautivantes; bajé nuevamente la vista y ahí estaban sus labios rojos, un poco secos y húmedos a la vez, seguramente suaves, esponjados, también acogedores, besables… irresistibles. Los besé, no recuerdo si suavemente o con audacia, lo que sí es que el contacto volvió a enviar una descarga directa a mi centro… no supe más de mí…

Sin que nadie me dijera nada, fui descendiendo, apunté su cabecita que parecía magnética a mi cuevita. -¿qué me pasaba??- Volteé hacia abajo y vi cómo se perdía entre mis vellitos. Estaba muy mojada, se deslizó sin dificultad al principio. Al atorarse un poco y sentir que no entraba, me dejé caer. Un sentón y ya estaba toda llena…

- oohhh…. sssí

La sensación fue deliciosa, completa!, indescriptible, que delicia!, quería llorar de lo bien que se encajó ahí dentro… quería besar salvajemente sus labios y que me apretara con fuerza las nalgas… ¡¡¡ooohhh!!!. Un calor invadía todo mi cuerpo, me estremecía el calor de mí ahora amante en mi interior. Nando me mamaba los pechos, los chupeteaba y lamía alternadamente. Me mordisqueaba los pezones mientras me jalaba hacia él con las manos en mis nalgas. Él estaba vuelto loco!. Yo estaba en otro mundo y no frente a 40 compañeros de clase. Me empecé a mover de atrás hacia delante… ¡yo también estaba loca!!

- Eso es!, ¿ven grupo? Betty está frotando su clítoris con la pija de Nando, esto le da el mayor placer, – dijo la maestra

El placer era enorme, mis pechos, mis nalgas y sobre todo, empalada, anclada desde el centro de mi ser. Me estaba volviendo loca, loca. Calor… caliente… descontrol… jadeaba… no era dueña de mí.

- Apriétame las nalgas – oí mi voz.

Sentí la respuesta a mi petición. Sus manos se clavaron con fuerza. Me subían y me bajaban. La tenía adentro, la quería adentro. Al subir sentía su cabecita en mi perlita, al bajar lo sentía en lo más profundo, casi rebotaba sobre sus muslos.
Lo cabalgaba…

- Si se dan cuenta, ya se está acercando al orgasmo!, - comentaba Sara, - ha acelerado el ritmo. No hay vuelta atrás, es cuestión de tiempo que llegue.

Sí!, sí. Esto me animó a hacer los movimientos un poco más violentos, estaba disfrutando y sintiendo como nunca antes, más allá de lo que hubiera podido imaginar.. La verdad es que ya también quería que todo eso acabara.

Llegó… - oooh! –lo oí. Se hinchó y se movió dentro de mí… sentí su chorro caliente., me inundó de vida - Aahhhh!, - hasta adentro! Que ricura!... no pude más…

Mi espalda se arqueó, primero despacio, después con fuerza, casi violencia… mil choques eléctricos recorrieron mi cuerpo, confluyendo todos hacia mi centro. Vi estrellas de colores… o más bien no veía nada… me faltaba el aíre… me apreté a su cuerpo, me aferré a él como si no hubiera nada más en el mundo… las contracciones fueron violentas, el placer indescriptible, me asusté, me faltaba el aire… resoplé… gemí.

… silencio absoluto…

Wow!!!... Pero ya había pasado… el alivio estaba llegando, pero mi respiración era todavía jadeante. Ahora sí veía, la cara de Nando era de extenuación, pero de felicidad, imaginé que yo también me vería así… me tranquilizó.

- Clase, salgan ahora todos del salón. – dijo imperativamente la maestra. - Les dije que la clase había terminado… in-me-día-ta-men-te, ya!

Todos salieron con rapidez, mudos. Nos quedamos los tres, mis piernas las sentía débiles… me pareció que Nando temblaba. Sara me ayudó a levantarme, él salió de mí… … sentí que, aunque me liberaba, quedaba un hueco… Ella me pasó mi ropa. Nando tardó un poco en volver en sí, me miró a los ojos, su mirada es la más limpia y linda que jamás haya visto… me pareció que me hablaba con ella… musitando mi nombre con dulzura, sólo para mí. Muy despacio y todavía como pensando en mí y o que habíamos vivido, se subió los pantalones. La maestra Sara le dijo, posando levemente su mano sobre el hombro de él:

- Nando, has sido tocado por un ángel. Atesora este momento como algo sagrado. Sal ahora para que Betty se vista.

Me vestí, el sentimiento más extraño de mi vida, entre satisfecha y contenta, pero también con incertidumbre, todavía sentía los latidos de mi corazón... ¿Que seguía? ¿Qué debía decir?... no dije nada.

- Esta fue mi última clase en la escuela. – Me dijo Sara, – no sé si estuvo bien o estuvo mal… sí estuvo mal… espero me puedas perdonar – susurró con cierta pesadumbre.

Yo pensé que no había estado mal, quizá extraño… pero no lo dije.
Salimos del salón, ella me había pasado el brazo por los hombros.

- No te avergüences!, no hay nada de que estar avergonzada! Cuando se es mujer, se es mujer, y eso es, además de una bendición, es un gran orgullo.

No volteé a ver a nadie, me concentré en llevar la cara en alto, en verme bien. Ya había sido la última clase del día, me acompañó hasta mi casa, se despidió en la puerta:

- No nos volveremos a ver, -me dijo, - aunque si me necesitas, búscame bajo este seudónimo en la red, -me extendió un pequeño papel escrito.

-Gracias…, -sonreí

4 comentarios - En la clase de educacion sexual

jhonsito07
La verdad tienes una excelente imaginación que que bello sería haber tenido yo en la secueuna clase así si así se dieran... Es un excelente relato lleno de fantasía.