Noche de placer en familia (hijas 4)

Continuación del relato http://www.poringa.net/posts/relatos/2666706/Mis-hijas-adolescentes-sus-fantasias-con-Justin-Bieber-III.html


Todo había comenzado con mi mujer contándome una historia escrita por mis hijas y su amiga Erica, una novela erótica de esas que escriben las adolescentes, fantasías sexuales de las nenas con sus ídolos. La historia supuestamente la había encontrado en la computadora. Después me confesó que era todo un plan de ella y de las chicas para calentarme, sabiendo de mis fantasías morbosas. Y me propuso que pasáramos una noche erótica ella, las chicas y yo. Querían que yo me cogiera a Erica, la amiga, mientras ellas miraban y se masturbaban. Hacía rato que yo le tenía ganas a esa rubiecita divina y atrevida. Esa noche le iba a enseñar. Mi mujer me pasó los datos: las tres todavía eran vírgenes. Dos (Erica, y mi hija Delfi) ya habían chupado pito, y ya les habían chupado la concha. Anto no había hecho ninguna de las dos cosas, pero ya había transado con chicos, la habían tocado, y una vez le hizo la paja a uno en una fiesta en la casa de Erica (Erica les prestó la pieza de los padres). Me contó también que las chicas estaban muy excitadas con este juego que íbamos a hacer. Que salvo esas que me contaba, hacerse la paja juntas era su mayor experiencia sexual. O sea, mi tarea iba a ser que Erica dejara de ser virgen (y que mis hijas tuvieran un orgasmo mirándonos). Se fueron todas a la pieza a preparar todo. Yo me quedé abajo, esperando a que me llamaran para subir. Cuando estuvo todo listo, entré. La pieza estaba en semi penumbra, habían puesto una tela roja sobre un velador, así que estaba todo bañado en una tenue luz rojiza. Al costado de la cama matrimonial habían puesto un sofá y una cama de una plaza, donde se iban a ubicar mi mujer, y mis hijas Anto y Delfi. Erica y yo nos íbamos a ubicar en la matrimonial. Cuando entré ya estaban las cuatro en bombacha. Mi mujer, con una tanga negra. Delfi y Anto tenían bombachas blancas comunes. Erica tenía una bombachita blanca de Bob Esponja. Estaba de espaldas, y su culito se veía hermoso. Mi mujer dio las indicaciones de donde ponerse. Me tiré en la cama, y Erica se tiró al lado mío y me saludó con un beso en la mejilla. Cuando ya estuvimos todos ubicados, mi mujer anunció que mientras Erica y yo empezábamos a calentar para el número principal, ella les iba a ir contando como fue que perdió su virginidad conmigo, años atrás, cuando éramos novios. Mientras nos iba a dar indicaciones de lo que teníamos que ir haciendo. Empezó con el relato, de a poco, contando todo lentamente y con detalles. Me indicó que fuera besando en la boca a Erica, hasta que ella nos indicara otra cosa. A Delfi y Anto les indicó que se empezaran a pajear, pero con la mano por encima de la bombacha. Besar a Erica era exquisito, un sueño morboso hecho realidad. Conocer su lengüita, su saliva. Mientras la besaba ella me miraba a los ojos con una carita entre pícara e ingenua, su manito apoyada en mi nuca. Atrás alcanzaba a ver como mis hijas se empezaban a tocar la conchita de la forma en que les había indicado su mamá. Estábamos todos muy excitados, teníamos que hacer un gran esfuerzo para no acabar todos en ese mismo momento. Sobre todo yo, que me habían regalado a esta rubiecita hermosa, y que además tenía a mi mujer y mis hijas tocándose mientras miraban la escena. Mi mujer estaba contando la primera vez que me chupó la pija, unos 20 años atrás. Las nenas le hacían preguntas, que como fue, que donde le acabé, que si había chupado alguna antes. Mi mujer les fue contando toda nuestra historia sexual, con detalles. Mientras, seguía dirigiendo el juego. Me indicó a mí que le chupara la conchita a Erica por encima de la bombacha. Erica temblaba como una hoja, tenía muchas ganas de todo pero a la vez se notaba que estaba muy nerviosa. Igualmente, dejó que la acomodara, le abriera las piernas, y fuera con la cara directo a su entrepierna. La bombachita era muy suave, y también el olor de su conchita limpia. La tela estaba mojada. Mi mujer le dijo a las chicas que ya se podían tocar por debajo de la bombacha. Incliné la cabeza un poco, sin dejar de lamer a Erica por sobre su tanga, y alcancé a ver como las manitos de mis hijas ya estaban frotando sus conchitas. Mi mujer le preguntó a Erica si le gustaba lo que le estaba pasando. Entre gemidos, Eri contestó que sí. Mi mujer se paró, caminó hasta la cama, y le empezó a hablar a Eri al oído, mientras yo seguía lamiendo. Le dijo “bajate un poco la bombacha así mi marido te la puede chupar mejor”. Ella le hizo caso, bajándosela apenas. Era hermosísima, la conchita depilada más preciosa que hubiera visto jamás, ni siquiera en un video porno se ven de esas. Y que suavidad al contacto con la lengua. Mientras yo hacía eso, mi mujer le acariciaba la cabecita rubia transpiradita a Erica, como quien conforta a una hija que tiene fiebre, y le contaba de la primera vez que yo la hice gozar con la lengua, en la cama de sus papás, una tarde de verano en la que se quedó sola en su casa. Erica no paraba de gemir. La miraba a mi mujer como queriendo decirle algo, pero no le decía nada, la carita colorada y transformada en una mueca de placer insoportable y desconocido. “¿Qué pasa, vas a acabar, mi amor?” le preguntó mi mujer. “Me parece que sí”, dijo Eri en tono entrecortado. “Acabá tranquila, hermosa, las nenas somos multiorgásmicas, ni siquiera tenemos que parar” le dijo mi mujer. Erica, que se estaba aguantando, entró en de inmediato en el orgasmo que estaba conteniendo. Fue hermoso sentirla temblar, teniendo su concha virgen en mi boca, mis manos en su cintura, la bombacha de Bob Esponja levemente bajada. Las chicas atrás gimieron, pero no alcanzaron a acabar. Mi mujer le pidió a Erica que se diera vuelta y se bajara la bombacha. Ella lo hizo, y se la bajó hasta justo debajo de las nalgas. A mi me ordenó que le empezara a oler la cola. Era una delicia. Un olor a cola suave, femenino y delicado, mezclado con el aroma de su conchita mojada y lamida. Mi mujer me dijo que empiece a chupar. Eso hice, mientras ella le contaba a Erica y las chicas la primera vez que le chupé el culito, en mi casa, una vez a la salida del colegio, vestida de uniforme. Erica ya estaba gimiendo de nuevo. Mi mujer, sentada al lado suyo, le dijo “Ya es el momento. Ahora te van a coger, Eri.”. Erica gimió. Mi mujer se paró, le sacó la bombacha, me bajó el bóxer, y apoyé la pija por primera vez sobre ese culito precioso, la acerqué a esa conchita ensalivada, la pasé despacito por la entrada, con mucho cuidado porque estaba todo tan mojado y listo que a la menor presión entraba de golpe. En ese momento Erica se levantó de un salto, y dijo que no se animaba. Todos nos quedamos un poco paralizados. Yo tenía unas ganas de cogerla que no daba más. Pero también entendía que no estuviera lista. “Perdón” me dijo, y se le llenaron los ojitos de lágrimas. Le acaricié el pelo por detrás de la oreja y le dije que estaba todo re bien, que le agradecía por todo lo que me había dado. Mi mujer la abrazó por los hombros y le dijo “Estuviste genial, Eri. Sos una princesa. Ahora andá a sentarte con las nenas, mírennos coger a nosotros y disfruten de una buena paja”. Eri sonrió y se fue a sentar con mis hijas. Mi mujer se puso en cuatro. “Dale”, me dijo, “eseñemosle a las nenas, que ellas ya pronto van a coger por su cuenta y quiero que sepan bien como se hace”. Yo no daba más, le bajé la bombacha y le empecé a dar por la concha. Mi mujer, entre gemidos, les seguía dando indicaciones a las chicas. Les dijo que se saquen la bombacha, y se masturben en conchita. “Pero muéstrenle la conchita a papá, antes”. Me di vuelta a mirarlas. Delfi y Anto se sacaron las bombachitas, se abrieron de piernas, y me miraron, pícaras, antes de empezar a tocarse de nuevo. Ellas también estaban completamente depiladas. El orgasmo comunal estaba muy cerca. Mi mujer se dio vuelta y me empezó a chupar la pija. “Miren, nenas, así se chupa”. Y me preguntó a mí: “Que querés saber, como fue la vez que Delfi chupó pito, o como fue la vez que Anto le hizo la paja a un chico en la pieza de los papás de Erica”. Elegí la de Anto. Anto empezó con timidez a contar, pero se notaba que la excitaba mucho la situación. Nos contó que en una fiesta el año anterior, ya estando todas medio borrachitas, se puso a transar con un pibe en el sillón del living. Estaba medio caliente la cosa, Erica la vio, y para que no quede ahí expuesta les dijo que se fueran a la pieza de los padres de ella, que no estaban. Se acostaron e n la cama, estaban transando con todo, el pibe ya le había manoseado la cola, le había tocado la concha, la tenía con la ropa desacomodada y la bombachita medio corrida. Ya estaba listo para coger, pero ella no quería, no se animaba y aparte no se quería zarpar así en la cama de los padres de Erica. El chico sacó la pija y le dijo “entonces haceme una paja así me quedo tranqui”. Ella se la empezó a hacer con la mano y el chabón le pidió que se la haga con la cola. Ella le dijo que no, que lo dejaba hacérsela con la cola pero un toque nomás, después la terminaban con la mano. Se puso colita para arriba, él le bajó la bombacha y le puso la pija entre los cachetes. Ella lo dejó treinta segundos. Después se dio vuelta, se levantó la bombacha, y lo pajeó con la mano, hasta que el pibe, sin avisar, acabó. Le manchó la mano, el brazo y algo del corpiño. El pibe, en cuanto acabó, se subió el bóxer y se fue. Ella salió atrás de él, se encontró con Erica que le preguntó que había pasado. Ahí intervino Eri: “Me dijo “boluda, mirá, me empapó en leche! La llevé al baño a que se limpie y terminamos tentadas de risa ahí, ella en tetas limpiándose, yo mientras sentada en el inodoro haciendo pis, terrible pedo teníamos jaja”. Esa historia de sexo de mi hija menor fue el límite, ya no podía más. Mi mujer, que tenía todo bajo control, les dijo “Chicas, papi me va a acabar toda, donde quieren, las tetas o la cara”. Anto y Delfi votaron las tetas, Erica votó la cara. “Bueno”, dijo mi mujer, “ustedes chúpense un dedo y métanse la puntita en la cola. Vamos a acabar todos fuerte”. Las chicas hicieron eso. Después de unos segundos, Delfi dijo “dale que acabamos, má!”. Erica se levantó, y gimiendo, sin dejar de tocarse la conchita, me agarró la pija, y pajeandome fuerte la apuntó a la cara de mi mujer. “Acabala toda a mami, acabale las tetas y la carita a mami, dale papi!” pidió Anto. No di más. El semen empezó a salir a chorros. Mi mujer, mientras recibía ese baño de leche, empezó a acabar también. Erica, con la mano en la conchita, le pasó la otra mano por la cara y las tetas a mi mujer, sintiendo la tibieza del semen. Mis hijas, con la punta del dedo en la cola, y dándose fuerte en las conchitas, acabaron bien fuerte, y fue hermoso para mi escucharlas disfrutar sus orgasmos. Nos desplomamos todos, nos quedamos acostados en la semi penumbra, la habitación oliendo a conchita y leche. Las chicas se fueron yendo de a una a la ducha (menos Erica, que se metió a bañarse con Delfi). Ya todas bañaditas, nos sentamos en el living y vimos una película hasta que nos quedamos dormidos.

9 comentarios - Noche de placer en familia (hijas 4)

talitosalao
hermoso relato se me puso dura la pija...
Mod32
juro que cuando termines voy a hacer un pdf de esto para luego hacerlo libro digital y que pase a la posterioridad 😉
xxxdios
🔥 🔥 🔥 🔥
cesardegar
joder pero que relato mas tremendo esta de mas +10 gracias por compartir tan tremenda familia las hijas y la amiga todas unas putitas en proceso y la esposa toda una experta ... 🤤
luismiguelito78
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Nos dejaste re calientes amigo... muy bueno 🤤

esposa_PUNTOS para VOS
Sergio9322
Esta muy chido ese relato hombre Síguelo asiendo plis
sherlock
increíble relato. hace años que no tiraba tanta leche sobre mi pecho!!!!!!
Evan_blake
Changos! Que loco y rico sería una situación así