Mi Cuñada (relato)

Mi Cuñada




Eran las 10:30 de la noche y comenzaba a desesperar porque mi novia no aparecía.
Había quedado en pasar por mí trabajo a las 10:00 para ir a bailar en compañía de una pareja de amigos suyos.
Tuve que salir de mi puesto a las 10:00 porque siendo viernes el edificio lo cierran a esa hora, así quede parado en plena calle.
Con el frío entumeciendo mis manos y con un creciente enojo reflejado en mi rostro.

El plan inicial era ir a cenar en algún lugar en el centro y esperar mientras Claudia y Leandro llegaban y después ir a bailar hasta la madrugada.

Tal plan no me emocionaba demasiado, porque la idea de ir a bailar de por si no me gusta, y si encima es en compañía de amigos de mi esposa, es aún menos interesante; sin embargo, ella insistió tanto que no pude negarme.

A las 10:45, cuando estaba a punto de tomar un taxi para ir a mi casa, pude observar el auto de mi novia acercándose a lo lejos, y percibí entonces lo que consideré en ese momento sería la gota que derramaría el vaso. (cuan equivocado estaba): mi cuñada, hermana menor de mi esposa y a sus 24 años aún soltera y sin muchas propuestas en el corto plazo, venía cómodamente sentada al lado de mi novia; esperé ilusamente que en el asiento trasero viniera algún amigo para hacerle compañía, ya que de lo contrario mi esposa pasaría la noche preocupada porque su hermanita estaría sentada sola o bailando con un desconocido; y su sentimiento de culpa acabaría por arruinar la noche.

Cuando el auto se estacionó frente a mí asomé mi cabeza al asiento trasero y como me lo temía, estaba vacío. Mi novia notó inmediatamente mi molestia, y con la mejor de sus sonrisas me dijo:

- ¡Mira quien vino!, me tardé porque esperé a que Soledad se preparara y se pusiera muy bonita para acompañarnos.

Sonreí, pero mi sonrisa se hizo más real cuando saludé a mi cuñada metiendo la mitad de mi cuerpo por la ventanilla abierta y noté que iba vestida como nunca la había visto, ni siquiera imaginado.

Soledad es una mujer de 24 años, delgada y de estatura media, muy simpática y divertida, siempre vestida con ropa común que no muestra nada y deja muy poco a la imaginación, se pasa horas durmiendo y estudiando en su casa; tiene muchas amistades y vive sola.

Esa noche, descubrí en ella, un cuerpo de mujer increíble, por primera vez libre de su ropa diaria. Llevaba puesto una blusa negra semi-transparente con un marcado escote hacia el frente, Sus tetas de tamaño grande, justas para poderlas besar y morder a gusto, desafiaban la gravedad, no se si era por el tipo de corpiño que llevaba o por el suave calor que lentamente iba creciendo en mi cuerpo, me parecieron perfectas, pude ver únicamente el contorno superior, que brillaba tímidamente tal vez por la aplicación del algún maquillaje. Llevaba también una minifalda del mismo color, que dejaba al descubierto sus largas y bien torneadas piernas.

En tono suplicante Soledad me dijo:

- No te enojes cuñis, me voy a portar muy bien.

Al pronunciar estas palabras me sacó de mis profundas cavilaciones y me hizo retirar la mirada de sus deliciosas piernas, levanté la mirada y por la vergüenza de haber sido descubierto, eché el cuerpo hacia atrás, golpeándome la cabeza muy fuerte; las dos estallaron en carcajadas.

Mi esposa le pidió a Soledad que se pasara al asiento trasero para que pudiera sentarme en su lugar, inmediatamente ella abrió la puerta y yo me hice a un lado para dejarla pasar, y fue entonces que me hizo el que pensé sería el más grande regalo de la noche: al bajar pude ver su esbelta figura en toda su magnitud: su cabello largo recogido dejaba ver sus delgados hombros en plenitud, la caída de su delgada blusa permitía casi sentir sus pechos, noté entonces que la blusa le llegaba justo a la altura del ombligo, y éste se asomaba coqueto por entre las telas; su minifalda ya no me parecía tan corta, estaba justo por arriba de sus rodillas; cuando caminó a la puerta trasera pude ver su increíblemente redondo y hermoso culo, que se levantaba imponente por debajo de la ropa.

Abrí la puerta trasera y cuando subió tuve que hacer un enorme esfuerzo para no asomarme un poco y ver que escondía debajo de su falda, ya que mi esposa podría molestarse.

Al subir al auto, mi esposa me sacó de mi incipiente calentura al decirme que sus amigos venían tarde, por lo que tendríamos que esperarlos un poco más. Les dije entonces que fuéramos a un pequeño restaurante cercano, muy bien iluminado (no quería perder detalle del recientemente descubierto cuerpo de mi cuñada); ellas accedieron y allá nos dirigimos.

Al llegar al lugar bajé rápidamente del auto y abrí la puerta de mi esposa (no quería que se sintiera desplazada); mientras tanto un Valet Parking se daba el agasajo visual de su vida al abrir la puerta a mi cuñada y ayudarla a bajar, cuando le entregué las llaves, mi mirada revelaba mi molestia y mi esposa me preguntó:

- ¿Porqué estás enojado?

A lo que respondí un tanto apenado:

- Lo que sucede este tipo vio a Soledad de una manera muy lasciva (igual que yo hacía no menos de 15 minutos antes)

Ella desaprobó la actitud del conductor y sonrió (yo era su héroe), mientras que para mi sorpresa, mi cuñada me tomó muy fuerte del brazo diciéndome al oído:

- Muchas gracias, creo que no estoy acostumbrada a esta ropa y de pronto puedo enseñar de más.

Sonreí y le dije arriesgándome un poco:

- No te preocupes Sole, estas espectacular y en cierta forma entiendo a este muchacho que al verte no ha podido evitar mirar de más.

Ella sonrió y me dio un sonoro beso en la mejilla

A partir de ese momento las cosas transitaron de manera muy tranquila, llegamos a la mesa y como siempre he sido muy caballeroso ayudé a mis dos acompañantes a sentarse y ponerse cómodas, llamé al mesero y pedí Margaritas para los tres. Mi esposa me miró extrañada porque yo no acostumbro tomar, pero le dije que estaba muy contento de estar con dos mujeres tan hermosas.

No se si mi subconsciente estaba preparando el camino para lo que sucedería después, pero de no ser así fue un enorme aliciente, ya que al calor de las copas, las lenguas tienden a soltarse y los temas de conversación pueden hacerse más y más picantes. Tal fue el caso y después de la tercera margarita, la conversación derivó a temas personales, muy personales diría yo.

Comenzamos a hablar de las relaciones sexuales prematrimoniales, mi novia proviene de una familia muy conservadora y yo lo sabía, pero el alcohol me animó a revelar uno de nuestros más profundos secretos: nosotros habíamos ya habíamos hecho el amor (y no una, sino muchas veces). Al escucharlo, mi cuñada mostró una enorme sorpresa y miró a su hermana con profunda desaprobación. A mí me miró como si estuviera decepcionada por mi conducta, tuve entonces que contraatacar y le pregunté directamente:

- No me vas a decir que a tus 24 años nunca tuviste sexo con nadie

Soledad no esperaba una pregunta tan franca, me miró directamente a los ojos y me dijo:

- No; yo soy VIRGEN

La palabra quedó retumbando entre nosotros: Virgen, virgen, virgen.

Quedamos en silencio durante algunos eternos minutos, en primera porque el tema seguramente era muy delicado para mi cuñada, pero por otro lado porque personalmente comencé a sentir una enorme atracción por ella, más allá de su ya comentado bien formado cuerpo, sino el hecho de ser virgen representaba para mí algo totalmente nuevo.

Siempre había considerado la virginidad como una forma de control de los padres a los hijos, hacer el amor a mi esposa antes del matrimonio fue para mí de lo más normal, y casarme con ella, siendo que ya no era virgen, no me afectó moralmente en lo más mínimo, pensaba que todos experimentábamos nuestra sexualidad desde muy jóvenes. El saber que Soledad era virgen, creaba para mí un morbo impresionante, pensar que ningún hombre había llegado hasta su intimidad y la había hecho gozar como toda una mujer provocaba en mí un enorme deseo de hacerlo; imaginar al menos 8 años de energía sexual contenida en ese hermoso cuerpo, y lista para ser encendida y explotada a placer me causaba una excitación única.

Mi mujer rompió el silencio con una suave reprimenda para mí:

- Si, sole es virgen y es algo que a ti no te concierne.

Las miré y me disculpé, y mi cuñada me dijo:

- Está bien, tampoco es para tanto, estoy segura de que no soy ni seré la última mujer virgen a los 24 años.

Por su comentario supuse que le había dolido lo que había dicho, me entristeció el tono de su voz, y no supe que más decir.

Entonces, como decimos por acá: Me salvó la campana, el teléfono celular de mi novia sonó en repetidas ocasiones, eran sus amigos, ya estaban por llegar y tendríamos que apresurarnos para no perder nuestra reservación.

Pagué entonces la cuenta y subimos al auto, esta vez manejé yo y mi esposa se subió al asiento de atrás con mi cuñada, hablaban en secreto y no podía entender lo que decían, aunque estaba seguro de que seguían hablando del tema. Por mi parte esperaba que los amigos de mi novia llegaran con algún amigo, de esa forma mi cuñada no estaría sola tendría que bailar con desconocidos.

Al llegar una vez más me decepcioné, solo estaban Claudia y Leandro fuera del antro. Entramos, nos asignaron nuestra mesa y al sentarnos sole se sentó junto a mí me dijo:

- Vamos cuñis, invítame otra margarita y te perdono.

Accedí de inmediato y pedí una vez más margaritas para todos.

Bailé un rato con mi esposa, la pista estaba demasiado llena y el ritmo de la música hacía que constantemente chocara contra su cuerpo o contra los vecinos de baile. Mi novia volteaba constantemente a la mesa y sole seguía ahí, sola, varios “pretendientes” se habían animado a sacarla a bailar, pero ella solo sonreía tímidamente y negaba con la cabeza. Pensaba en invitarla a bailar, pero mi novia estaba muy entretenida.

Después de cerca de 30 minutos de baile en la pista, el conjunto en vivo fue a descansar y comenzaron a poner música grabada, empezó una canción lenta que no logro recordar, y mi esposa me dijo

- Anda, saca a bailar a Sole, está muy solita.

Con una enorme sonrisa me dirigí a la mesa, mientras mi mujer iba al servicio. Al llegar, le dije a Sole

- Porqué tan solita, estoy seguro que no menos de 10 ilusos se acercaron y los has rebotado.

Ella soltó una sonora carcajada y me dijo que no sentía confianza de bailar con nadie, porque temía que se propasaran. Yo le dije

- Si prometo no propasarme, ¿bailas conmigo?

Ella dijo entonces lo que de plano cambiaría el rumbo de los acontecimientos aquella noche:

- Bailo contigo solo si prometes propasarte.

Me dejó helado y por ende mudo, me quedé inmóvil unos segundos y ella se levantó y me dijo

- Vamos, quita esa cara de tonto que has puesto y llévame a la pista porque esa canción me encanta.

Bailamos muy juntitos el resto de la canción, pero yo intentaba no estar demasiado cerca para que no fuera a notar la discreta erección que habían provocado su último comentario y todo lo ocurrido a lo largo de la noche.

Al terminar la canción pusieron una tanda de rock nacional que a mi esposa no le gusta, por lo que seguimos bailando un buen rato. Al terminar la tanda, el grupo en vivo regresó al escenario, y yo pensé que ahí terminaría mi corta aventura, pero para mi sorpresa mi novia se acercó a nosotros y nos dijo que sus zapatos le apretaban un poco y prefería estar sentada, que nosotros le “sacáramos brillo a la pista”.

El grupo comenzó a tocar bachata. Lo cadencioso de la música, acompañado de los movimientos sensuales de mi cuñada, me sumergieron en un estado de excitación nunca antes experimentado. Sus movimientos eran cada vez más cercanos a mí, y conforme la pista se llenaba de personas, nuestros cuerpos tenían que juntarse con mayor frecuencia y con mayor fuerza; en una vuelta en la que ella quedó de espaldas a mí, el destino hizo de las suyas, porque simultáneamente yo fui empujado por la espalda, quedando mi cuerpo pegado al suyo y unos brazos chocaron con los míos quedando mi brazo derecho abrazándola por detrás, justo por debajo de sus tetas, mi mano derecha se posó durante fracciones de segundo en su teta izquierda, mientras que mi pija erecta se recargaba en su poderoso culo.

Retiré de inmediato mi mano y me separé de ella esperando que no hubiese notado mi enorme erección en sus nalgas, al fin de cuentas era la hermana de mi esposa, además de una mujer hasta entonces muy conservadora, y no quería tener problemas con nadie. Al terminar la canción decidí que era momento de terminar con aquella locura y acompañé a mi cuñada a la mesa con la intención de bailar otra vez con mi novia, además yo ya estaba muy caliente y tenía que buscar con quien desahogarme, y quien mejor que mi bella mujer.

Mi novia me dijo que me sentara un momento para descansar, quedé sentado en medio de las dos. Miré a mi novia con unos ojos que revelaban la cachondez que recorría mi cuerpo y comencé a besarla apasionadamente, discretamente introduje mi mano debajo de su blusa y sobaba la parte inferior de sus tetas por encima del corpiño, ella reaccionó de inmediato y pasó su mano por detrás de mi cuello con fuerza para acercarme más a ella. Nuestro intenso beso duró algunos minutos, en los que ella constantemente sobaba mi pija por encima del pantalón.

Al terminar nuestra sesión de besos, volví a sentarme cómodamente en la silla y tomé mi copa para brindar por el hecho de estar juntos, pero noté entonces que mi cuñada me miraba, y no podía evitar mostrar un poco de molestia y tal vez celos en su mirada .

Comenzó una vez más la música grabada, y fue entonces mi cuñada quien tomó la iniciativa y me pidió bailar con ella, miré a mi novia como pidiendo su aprobación y ella me sonrió y me dijo:

- Anda a bailar, yo te espero para que me vuelvas a dar un poco de amor…

Sole se levantó y en dos segundos ya estábamos en la pista, estaban tocando Reggaeton, género musical que hasta entonces despreciaba, y digo hasta entonces porque al observar las caderas de Sole moviéndose al ritmo de “La gasolina”, idolatré al creador de semejante ritmo que hacía que el imponente y redondo culo de mi cuñada se moviera tan sugerentemente, tan cerca de mí.

Las copas y el entorno, junto con el mujerón que era mi cuñada me llevaron a donde no pensé que pudiera, comencé a moverme al ritmo de la música, al principio conservando el espacio fundamental con mi cuñada para evitar una cachetada, pero ya después, “entrados en confianza”, rozando descaradamente sus curvas, pretexto del baile. Ah, el reggaeton, hermosa justificación para poder gozar el cuerpo de una mujer frente a los demás, incluso de tu cuñada frente a tu propia novia.

La música seguía y seguía, parecía interminable, las curvas de mi cuñada se movían cada vez más sugerentemente, apoyaba constantemente mis manos en sus caderas justo ahí, en donde la curva de sus nalgas se hacía más profusa y no había riesgo de que se molestara, y ella ponía sus manos sobre las mías, moviendo sus caderas de un lado a otro, y ayudando disimuladamente a bajar milímetro a milímetro mis manos, en una peligrosa operación en la que ambos éramos cómplices, pero que no nos atrevíamos a confesar. Pasados unos minutos, mis manos ya no estaban apoyadas en sus caderas, sino que ayudaban descaradamente en el delicioso movimiento de su redondo culo, subían y bajaban con toda libertad siempre acompañadas por las suyas, comenzando en su diminuta cintura en donde mis dedos tenían la posibilidad de tocar su piel desnuda, y bajando lentamente por los costados de sus nalgas y hasta sus bien formados muslos, por encima de su falda. La suave tela se deslizaba entre mis dedos fácilmente, pero yo me preguntaba como sería su piel, como se sentiría el rose de mis dedos directamente con la piel desnuda en sus piernas.

El reggaeton seguía sonando con toda su fuerza, y las parejas en la pista cada vez nos arremolinábamos con más sensualidad; de cuando en cuando mi cuñada me miraba a los ojos, no podía más que interpretar lujuria en su mirada, probablemente me equivocaba, pero como el borracho piensa que todos a su alrededor están borrachos, yo pensaba y juraba que mi cuñada estaba experimentando en su cuerpo las mismas sensaciones que recorrían el mío desde hacía un rato.

Llevé entonces nuestra travesura un poco más allá, cada vez que mis manos bajaban por sus piernas, intentaba bajarlas un poco más, hasta conseguir tocar su piel directamente, eventualmente lo logré, en una de tantas caricias, mis manos se deslizaron por debajo de su falda, y lentamente las fui subiendo hasta sentir el sudor de sus muslos, fue una sensación indescriptible; el sudor lubricó por decirlo así el movimiento, haciéndolo si es posible más erótico, Sole se detuvo una fracción de segundo y volteó a mirarme, por un momento pensé que el juego terminaba ahí; pero no fue así, sonrió y siguió bailando como si nada hubiera pasado.

Con la confianza que ello representaba, mis manos ya no sintieron temor alguno, y empezaron a subir y bajar por debajo de su falda. Nuestros cuerpos estaban tan pegados que la operación era casi imperceptible para los que nos rodeaban, que pensándolo bien se habían vuelvo cómplices de nuestro pecado.

El sudor de mis manos combinado con el de sus piernas acabó por excitarme aún más, esta vez la operación era a la inversa, mis manos iban subiendo disimuladamente por sus piernas, con el firme y descabellado propósito de llegar a ese anhelado culo que me esperaba a tan solo unos centímetros de distancia. Ella por su parte seguía moviéndose, sus manos ya no me acompañaban, al parecer había decidido dejarme tomar mi propio camino, interpreté la señal como una luz verde, y mis manos lentamente llegaron a posarse en ese increíble trasero que horas atrás solo imaginaba y días atrás ni siquiera prestaba atención a ello.

La sensación era increíble, Sole llevaba puesta una diminuta tanga que apenas podía sentir, por lo que mis manos se convirtieron en dueñas absolutas de aquel terreno virgen que seguramente nadie había disfrutado aún. Su culo estaba duro como una piedra, era redondo, muy redondo, su piel era tan suave como un durazno y mis manos se dedicaron a recorrerlo en cada centímetro, desde el punto en el que formaba esa deliciosa curva en el final de sus piernas, hasta cerca de su espalda; ella por su parte simplemente se hacía cada vez más hacia atrás, con una desesperación que no conocía en nadie.

A esas alturas ya no bailábamos, nos dejábamos llevar en una cadencia sensual infinita digna de cualquier película pornográfica; de cuando en cuando ella se paraba totalmente derecha y yo aprovechaba para acercarla hacia mí y dejarla sentir mi erección justo en donde mis manos recientemente se habían deleitado.

Ya no me importaba nada, en ese momento bien podría haber llegado a la pista mi novia y yo hubiera seguido con mi deliciosa faena, tener esa magnífica y caliente hembra en mis manos, saber que era virgen y que tendría contenidos en si toda clase de bajos instintos; y además haberme elegido para la importante tarea de descubrirlos y explotarlos, me tenía absolutamente extasiado.

Para mi mala suerte, la música terminó y tuvimos que separarnos inmediatamente, caminamos de la mano hacia la mesa en donde mi novia nos esperaba con una enorme sonrisa. Al sentarnos, una vez más quedé en medio de las dos, y mi novia aprovechó para seguir lo que habíamos dejado pendiente, comenzó a besarme el cuello mientras acariciaba mi pija que ya denotaba para entonces una considerable erección. Me sonrió sorprendida y me dijo

- Que bien, estás listo para todo

Yo sonreí y Sole, como no queriendo la cosa dijo

- ¿Listo para qué?

Mi novia muy apenada respondió que no era nada y se volteó a comentar algo con sus amigos, mientras que mi cuñada acercándose a mi oido y esta vez ella acariciando descaradamente mi erecto miembro me dijo:

- Si, ya me imagino para que estás listo

Me dejó boquiabierto, de plano era una persona distinta a la que había conocido hasta el momento, probablemente eran una gran cantidad de elementos que estaban poniendo a esta hembra a punto, y yo era el afortunado que estaría ahí cuando sucediera.

Me hubiera gustado dejar el antro de inmediato y llevarme a Sole al primer hotel que encontrara, pero era imposible, la presencia de mi novia y de sus amigos me limitaban demasiado, sin embargo no estaba dispuesto a dejar el asunto ahí, además de que no podía dejar pasar la noche sin que ocurriera algo, porque pasado el efecto del alcohol y la calentura en ambos tal vez no nos animaríamos a nada.

En ese momento hice “mi movimiento”, era algo que había aprendido hace más de 15 años y siempre parecía tener el mismo efecto en todas las mujeres la primera vez que lo hacía: coloqué mi mano derecha cerrada con los dedos en punta sobre la rodilla desnuda de mi cuñada y suavemente deslicé mis dedos hacia fuera abriendo la mano; repetí la operación varias veces obteniendo el resultado deseado, la piel de la pierna de mi cuñada se había erizado y su respiración sufrió un vuelco.

Para disimular mi accionar, con mi mano libre abracé a mi esposa por la baja espalda, pero creo que ella también estaba un poco cachonda, y discretamente la bajó a sus nalgas mientras seguía platicando muy desvergonzada con sus amigos. La escena era irrepetible, con una mano estaba acariciando el hermoso culo de mi novia, ahí frente a sus amigos, y con la otra acariciaba tímidamente la pierna de mi cuñada, en las mismas narices de mi novia. Hoy entiendo el riesgo que corría, pero tal vez ese factor hacía más excitante la situación.

Sole tomó mi mano, quizás sentía que habíamos llegado demasiado lejos y detendría todo de inmediato. Pero no fue así, lentamente fue subiéndola por su pierna, recorriendo centímetro a centimetro sus músculos y carne caliente, sintiendo cada imperfección y detalle de su piel desnuda bajo mis dedos. Subió mi mano por debajo de su falda, y se perdió con la oscuridad de la tela. Mi pija parecía no conocer de limites fisiológicos, cada segundo transcurrido mi pija crecía mas y mas y pedía a gritos ser liberado de su prisión de tela.

Mi mano seguía recorriendo hacia arriba y hacia abajo la pierna de Sole, tratando en cada movimiento llegar mas arriba, para tocar por primera vez su preciado tesoro, su triángulo de energía jamás tocado por hombre alguno, su ardiente concha necesitando de un hombre que le enseñara a tocar el cielo.

En el instante mismo en que mi mano alcanzaba su destino final, una poderosa descarga eléctrica pareció apoderarse de nosotros, ella apretó mi mano con una fuerza increíble y yo estuve a punto de alcanzar un orgasmo sin necesidad de más contacto que ese. Su tanga estaba muy mojada, pude percibir por un instante la viscosidad de sus flujos vaginales, el calor de su sexo encendido ansioso de batalla, y yo estaba dispuesto a librarla.

Ella se detuvo intempestivamente, tomó mi mano y la alejó con fuerza de su entrepierna. Me miró, me guiñó el ojo, acto seguido dijo a mi esposa que iría al servicio, que no tardaba.

Yo me quedé ahí sentado helado y sin entender que mierda había pasado. Con una increíble calentura que solo podría liberar con una larga sesión de sexo con mi novia horas mas tarde.

Tan solo unos segundos después regreso Sole con el rostro visiblemente desencajado, algo le dijo a mi novia y por un momento pensé que le estaría contando de nuestra caliente aventura. Los colores se me subieron a la cara, y pensé que ahí terminaba todo. Mi novia me miró y me dijo en secreto que Sole le había pedido que yo acompañara al servicio porque en el camino se había encontrado a un grupo de muchachos que la incomodó, voltee a mirar a Sole que mostraba una sonrisa entre preocupada y sugerente. Entendí entonces su plan: esa era la única forma en que podríamos estar lejos de mi novia al menos unos minutos

Me levanté de inmediato, no sin antes esconder como pude mi ya muy visible paquete. Sole me tomó de la mano y me llevó prácticamente a rastras hacia los baños, que se encontraban en el segundo piso del local. Metros antes de llegar, se detuvo, me miro a los ojos y me dijo:

- ¿Qué piensas, porqué me haces esto?

Yo no sabía que decir, pero atiné a balbucear la respuesta exacta:

- Porque te gusta

Ella sonrió y preguntó:

- ¿Cómo sabes que me gusta?

Yo en plan tan aventado como estaba, tomé mi mano derecha y me la llevé a mi nariz, la olfatee detenidamente y al terminar le dije:

- El olor y la humedad de mi mano me dicen que estás tan excitada como yo.

Definitivamente ambos sabíamos lo que deseábamos, los juegos previos no dejaban lugar a dudas, sin embargo, ninguno se decidía a atravesar esa delgada línea después de la cual no hay retorno. La vieja "moral" nos frenaba, pero pensándolo bien ya estábamos mas allá: minutos atrás mis manos habían acariciado desesperadamente sus nalgas y ella misma había llegado hasta ahí no solo permitiéndomelo sino ayudándome en la tarea y definitivamente la sobada de mi pija frente a mi novia no era algo que pudiera pasar inadvertido.

Con todos estos pensamientos, me convencí que las mismas consecuencias tendría llegar hasta el final que cancelar la aventura en ese momento.

Tomé entonces por primera vez en la noche la iniciativa, después de todo Sole era la “inexperta” en estos asuntos. La tomé por la cintura con firmeza y caminé junto a ella a un lugar apartado y suficientemente oscuro y la recargué contra la pared. Sin mediar una palabra más, me acerqué a su rostro y pose mis labios sobre los suyos, primero delicadamente mostrando incluso cierta timidez, y luego, al ir sintiendo la humedad de su boca con una pasión indescriptible. Mi lengua jugaba con la suya en una persecución de ida y vuelta en la que cada roce incrementaba su respiración, sus labios, sin maquillaje alguno y humedecidos con nuestra saliva eran un verdadero manjar. La besé unos segundos, pero mis manos estaba ávidas de seguir descubriendo su cuerpo, fueron entonces en busca de territorio ya conocido y se posaron solo un segundo en su cintura para posteriormente dejarse caer a sus maravillosas nalgas y esta vez ya sin ningún revuelo las deslicé por debajo de su falda para luego levantarla y tener a mi disposición el mejor culo que jamás hubiese tocado.

Estábamos frente a frente y mis manos subían y bajaban por sus nalgas y muslos, podía sentir el encaje de su tanga y de vez en cuando introducía mis dedos entre la delgada tela y la línea que separaba sus nalgas. Las apretaba, las estrujaba y pellizcaba con fuerza, ella por su parte no cesaba de besarme con desesperación, su lengua entraba y salía de mi boca de una manera increíble, y por un momento me imaginé como sería tenerla lamiendo mi pija.

Cada que mis manos apretaban sus nalgas la acercaba hacia mía, rozando con mi verga su deliciosa concha con cada roce su cuerpo se estremecía con más fuerza y su respiración se agitaba a tal punto que pensé que alguien podría escucharnos. Sole abrió un poco las piernas y aproveché para colocarme entre ellas, la posición si bien incómoda me permitía tallar mi pija con mas fuerza en su concha parcialmente abierta, y esto parecía provocarle un goce nunca antes experimentado.

Tomé entonces otro camino, quería sentir esas turgentes tetas entre mis manos, aunque no quise hacerlo tan directamente porque temía que aún podría arrepentirse, dejé de besarla en los labios y pasé a recorrer con mi boca sus mejillas y disimuladamente llegué a sus oreja izquierda; tenía un as bajo la manga: años atrás mi novia me había contado que Sole era débil en ese punto.

En cuanto mis húmedos labios llegaron a su oreja, su cuerpo reaccionó, y aunque parecía resistirse a la caricia moviendo un poco la cabeza, sus manos me decían lo contrario, ya que inmediatamente fueron a posarse en mi marcada erección y comenzaron a sobarla con fuerza inusitada. Aproveché el derroche de erotismo para subir mis manos y acariciar sus tetas por encima de su blusa, eran magníficos, tan duros como una roca, si no hubiese conocido a Sole hubiera pensado que sus tetas eran operadas; pero no. Los acaricié desde los laterales juntándolos al centro de su pecho, al hacerlo podía mirarlos mejor porque sobresalían de la blusa, los apreté así en varias ocasiones, podía sentir a través de la tela de su blusa y del corpiño sus erectos pezones, los pellizqué un poco y ella reaccionó de inmediato abriendo el cierre de mi pantalón, con dificultad pudo sacar al deseoso cíclope de su prisión, y comenzó a acariciarlo en toda su extensión.

Yo seguía con mi deliciosa asignatura de sobar sus gloriosas tetas, pero esta vez lo hacía con una mano mientras que con la otra seguía apretando su culo y atrayéndola más a mí. Sole hizo algo que de plano me sorprendió aún más, dejó de sobar mi paquete por unos segundos, subió sus manos a la altura de sus pechos y desabotonó su blusa totalmente, quedando sus pechos cubiertos únicamente por su brassiere. Francamente me quedé anonadado, eran formidables, mucho mejores de lo que dejaba entrever su escote; siempre había pensado que mi novia tenía las mejores tetas que había tocado, pero las de Sole eran superiores, francamente estaban fuera de la realidad.

Pensé entonces que hasta ahí llegaría con sus pechos, pero cual fue mi sorpresa que su corpiño tenía un pequeño broche al frente; ¡eureka! bendije al inventor de semejante artilugio. Con la mano libre abrí el broche, el corpiño se deslizó a los costados de su cuerpo, y sus magníficos senos quedaron mostrándose con toda su vanidad. Eran del mismo color que sus hombros blancas como la leche, con sus pezones mirando hacia el cielo y una aureola un poco más clara que hacía juego con el conjunto. No pude más que agacharme y deleitar mi paladar con semejante bocado, no cabía en mí de excitación, mi boca recorría cada milímetro, pasaba de una teta a la otra como tratando de ser equitativo en el placer, mordía ligeramente sus pezones, recorría una y otra vez el camino; podría haber estado ahí para siempre, gozando de ese par de “melones” que nunca imaginé tener en mi boca.

Ella por su parte seguía masajeando mi pija que estaba a punto de estallar, tuve que contenerme en repetidas ocasiones para no venirme y acabar manchando su ropa y la mía; además no quería terminar, lo estaba disfrutando sobremanera. De su boca salían palabras, más susurros como:

- ¿No espera, no podemos, que va a decir mi hermana?

Pero no lo decía con firmeza, seguramente eran parte de los prejuicios que aún ocupaban su mente, pero yo me encargaría de que pronto se fueran.

Salí de mi aislamiento y noté que dos parejitas mucho más jóvenes nos miraban insistentemente a lo lejos, pero no me importó, una mierda exhibicionista nunca antes conocida se ponía de manifiesto en mí. Yo cubría a Soledad con mi cuerpo, por lo que nuestros nuevos espectadores no podrían ver demasiado y tendrían que conformarse con el poder de su imaginación; no se que me motivó en ese instante, tal vez la locura se apoderó de mí; miré fijamente al limitado auditorio, y sin más, dimos un giro de 180º, quedando yo recargado en la pared y Sole dándoles la espalda; acto seguido llevé mis manos a su trasero, las bajé hasta el final de su falda, y lentamente, muy lentamente la subí para acariciarlas directamente. Seguramente aquellos muchachos se estarían dando un festín visual mirando el poderoso culo de mi cuñada, con su sublime y sensual tanga partiéndolo a la mitad; masaje unos segundos más sus nalgas e hice entonces lo más alucinado que podría imaginar: giré a Sole para que quedara de espaldas a mí, sus enormes tetas quedaron al aire, libres de blusa y del corpiño y pude observar los ojos cuadrados de nuestros jóvenes vouyeristas, seguramente ellos como yo, jamás habían visto un par de tetas semejantes.

Mientras tanto ella recorría con sus manos mi cabeza, yo le restregaba mi descomunal erección en el trasero y seguía besando sus orejas alternadamente, tocaba sus tetas desde atrás y pellizcaba con fuerza sus pezones, las amasaba, las degustaba con mis manos.

Soledad respiraba con mucha agitación, tenía los ojos entrecerrados y su cuerpo estaba totalmente entregado al tremendo “faje” que le estaba propinando, me supe entonces dueño de esta hembra que durante toda la noche me había vuelto loco, pero que en este momento tenía a mi entera disposición. Estaba seguro de que ella hubiera echo en ese instante cualquier cosa que le hubiese pedido, sin importarle nada, ni su hermana o su bien cuidada por tantos años virginidad.

En semejante posición mis manos recorrían libremente su anatomía, subía y bajaba desde sus rodillas hasta sus pechos, reconociendo cada centímetro cuadrado y a haciendo mío cada pedazo de esa majestuosa mujer. Caí en cuenta de que tan entretenido estaba con sus tetas y nalgas, que prácticamente me había olvidado del centro de su universo, y ni siquiera había intentado acariciarlo. Deslicé entonces lentamente mis manos a su entrepierna, y justo cuando comenzaba a palpar su humedad me detuvo abruptamente con ambas manos y me dijo:

- Espera, debemos regresar

Desgraciadamente tenía razón, hasta el momento nuestro breve idilio no había despertado sospechas, pero seria mejor que siguiera así para llevarlo a feliz y cachondo término.

Soledad notó entonces los ojos de sus admiradores en sus tetas, y rápidamente se cubrió con las manos y volteó hacia mí para ocultarse con mi cuerpo. Le ayudé a colocar el corpiño y la blusa en su lugar y me dio un profundo beso. Al terminar me dijo con una voz enronquecida por la agitación:

- Me estaban viendo las bubis

En tono muy serio le dije.

- No los culpo, están riquísimas

Ella sonrió un poco apenada, acomodó su ropa y se dirigió al servicio rápidamente. Permanecí de pie esperando su regreso, encendí un cigarrillo y miré de reojo a nuestros espectadores, sus rostros denotaban una lujuria in-crescendo, y sus miradas dejaban ver claramente la envidia que sentían.

Mientras Soledad volvía, maquiné un plan que me permitiría disfrutarla el resto de la noche: busqué al muchacho que atendía nuestra mesa y le pedí que desde ya, a mi me sirviera solo refresco, a Sole normal y a mi mujer le sirviera el doble de alcohol en cada copa; el muchacho me miró con complicidad cuando le entregué el billete por sus servicios "adicionales", seguramente pensando que mi plan era "aprovecharme" de mi mujer... Volví al servicio y Soledad iba saliendo, la besé por ultima vez antes de regresar a nuestra mesa. Mi novia me preguntó:

- Y bien, ¿ha sido necesaria tu intervención?

A lo que respondí:

- No ha sido nada, solo un grupo de ilusos que devoraban a tu hermana con la mirada (y si que lo hacían)

A partir de ese momento prácticamente dejamos el baile, ordenamos ronda tras ronda y mi esposa y yo parecíamos cada vez más alegres. En cierto momento me dijo un tanto preocupada:

- Estamos tomando mucho y tenemos que llevar a Soledad a su casa

A lo que respondí:

- Sole se ve muy fresca, que ella maneje y se quede en casa con nosotros

Ella me miró inocentemente y afirmó convencida. Mi plan tomaba forma: Sole pasaría la noche en mi casa y mi novia ingeriría alcohol en cantidades industriales.

Para mantener a Sole a punto, en cada oportunidad acariciaba sus piernas y un poco más por debajo de la mesa, o le decía cosas calientes al oído, tales como: que deliciosa estás, que escondido te tenías ese cuerpazo, me ha encantado acariciarte toda... Ella sonreía y respondía con vedadas caricias en mi pierna y entrepierna.

Transcurrió solo una hora y mi esposa ya se estaba cayendo de borracha, no acostumbraba beber, y sumando que le estaban sirviendo un poco más,.. Le dije a su oído que teníamos que irnos, y ella accedió inmediatamente. Miré de reojo a Soledad, sus ojos brillaban como los de un niño que espera a papa noel y más tarde recibiría su "regalo" por portarse "tan bien".

Pedí la cuenta y pagué rápidamente, no quería que las cosas se enfriaran. Tomé del brazo a mi esposa y de la cintura a Sole, nos despedimos de Claudia y Leandro: ella me reprochó con una mueca y mirándome directamente a los ojos, él por su parte se despidió diciéndome en secreto:

- Suertudoo, se ve que te darás un “banquete” esta noche

Su comentario me sorprendió y más aún la reacción de Claudia, ¿será que se habían percatado de nuestro jueguito? No le di importancia, porque en efecto, lo que me esperaba era un banquete magnífico digno de una fiesta griega.

Subimos al auto, esta vez mi cuñada tomó el volante y ayudé a mi esposa a subir al asiento trasero, se le veía muy mal, acomodé sus piernas como pude y subí en el asiento del copiloto. Por las condiciones de Sole hubiera sido más prudente que yo manejara, pero hubiera desperdiciado minutos valiosos para mantener el horno a la temperatura exacta.

Sole arrancó y emprendimos el camino a casa. Su falda con el movimiento de sus piernas para conducir se subió un poco, casi hasta sus muslos, y yo aproveché este pequeño “accidente” para comenzar a acariciarlas discretamente, subía mi mano desde su rodilla hasta casi tocar su concha y regresaba, mi intención era seguir con esos jueguitos que calentarían más y más a mi excitada cuñada. Con cada intento de llegar a su concha ella tomaba mi mano, pero contrariamente a lo que pudiera pensar, la empujaba con fuerza hacia su sensual fruta prohibida; yo resistía, tenía que hacer un esfuerzo descomunal para no tocarla y cogermela en ese mismo lugar.

Para entonces noté que mi novia se había quedado profundamente dormida. Aproveché tal situación para pasar a sus tremendas tetas que habían quedado totalmente a mi merced; desabroché todos y cada uno de los botones de su blusa y después a mi querido amigo corpiño con broche al frente (estoy seguro de que tiene un nombre, pero no lo se). Una vez más sus increíbles “melones” salieron de su cautiverio, y yo los comencé a acariciar con desesperación; ella intentó contenerme y cerrar su blusa, la detuve diciéndole en voz muy baja:

- Déjalo así, no me digas que no te ha excitado que te miren…

Sole me miró muy seria, pensé que había cometido el error catastrófico que pondría fin al sueño que estaba viviendo, pero no fue así, sonrió y me dejo hacer. Acariciaba alternadamente sus tetas y sus piernas, sin tocar por supuesto su sexo para mantenerla a punto, su respiración estaba fuera de control, por un momento pensé que tendría un orgasmo ahí mismo.

Manejaba a gran velocidad, creo que tenía tanta prisa como yo de que llegáramos a un lugar privado, a esas horas el tráfico era inexistente y los semáforos parpadeaban en color amarillo a lo largo de la avenida de los Insurgentes, y Soledad aprovechaba para acelerar a fondo. Minutos después llegamos a la casa, abrió la cochera y estacionó el auto; intentó abrochar su blusa y con una seña de mi mano le ordené que no lo hiciera. Bajamos del auto y yo tomé en brazos a mi novia y la subí rápidamente a nuestro dormitorio, cuando la recosté me dijo:

- Te encargo mucho a Soledad, la vi muy triste en la tarde y por eso quise que viniera con nosotros.

La besé y le dije:

- No te preocupes, voy a “charlar” un rato con ella, estoy seguro que después se sentirá super bien

No podía creerlo, mi propia novia me estaba dando el pretexto ideal para dejarla dormida mientras me cogia a su hermana en la sala de nuestra casa, de esta forma no me preguntaría al día siguiente porque había tardado tanto, ni nada por el estilo. Tomé como precaución extra el cerrar la puerta de nuestra habitación con llave por fuera, si algo me reclamaba le diría que como la vi tan pasada de copas, pensé que era mejor “encerrarla” para que no fuera a caer por las escaleras. Mi plan estaba saliendo de maravilla, aunque en realidad parecía que los astros se alineaban para que pudiera gozar de la deliciosa mujer que me esperaba a unos cuantos pasos.

Bajé corriendo las escaleras, ahí estaba ella, caminando por la sala viendo la enorme pecera de agua salada que es el orgullo de mi novia. Si bien tenía la certeza de que estaba super cachonda, quería que todo fuera perfecto, Mario Puzzo escribió en “El Padrino” que una mujer virgen puede esclavizar a un hombre durante meses a cambio de su preciado tesoro, pero una vez que el hombre logra poseerla, si logra hacerlo bien, los papeles se invierten de inmediato y ella se convierte en su esclava sexual por un largo periodo, dispuesta a aprender y experimentar con “su maestro”. Yo me había ahorrado los meses de esclavitud, pero mi intención era convertir a Soledad en mi esclava, en mi puta personal con la que podría llevar a cabo mis más grandes perversiones.

Me acerqué y la tomé de la mano, la llevé lentamente al sofá y me senté junto a ella. Comencé a besarla delicadamente, como si fuéramos enamorados de años atrás, ella correspondía a cada beso simétricamente, si yo metía mi lengua para tocar su paladar ella lo repetía de inmediato, si yo chupaba su lengua y la succionaba, ella me devolvía el favor, si durante toda la noche ocurriría lo mismo, pasaría uno de los mejores momentos de mi vida.

Ella seguía con las tetas al aire libre, y yo pasaba mis manos muy cerca de ellos, apenas tocándolos, provocando en Sole toda clase de suspiros. Podía notar como su piel se erizaba más y más. Al pasar por sus pezones la cosa cambiaba, los apretaba discretamente una y otra vez. Proseguí besando su cuello, mi lengua recorrió en repetidas ocasiones cada resquicio, mientras ella simplemente me tomó de la nuca para intentar guiarme. Bajé hacia sus pechos y me reencontré con ellos, los besé y besé hasta el cansancio, mientras mis manos retiraban hábilmente su blusa y su corpiño.

Tenía a Sole ahí, sentada en mi sala, sin blusa ni corpiño, con las tetas libres y lista para todo. Yo seguí con lo mío y Sole no atinaba más que a respirar con mayor rapidez sin soltar un instante mi nuca, guiando mi cabeza a los rincones que debían recorrer mis labios, besé sus tetas, besé los costados de su pecho y bajé un poco más, a su abdomen y aquí fue el acabose, Sole estaba como loca, y comenzó a decirme, casi a gritarme:

- Hazme el amor, quiero que me hagas el amor!!!!!

Sonreí maliciosamente, Sole no tenía idea de hasta donde era capaz de llevarla antes de penetrarla, estaba seguro de que la volvería loca con mis besos y caricias. Seguí en mi trabajo, pero ahora mientras besaba sus tetas y su abdomen acariciaba sus piernas, quité uno a uno sus zapatos, y encontré unos maravillosos pies que no desentonaban con el todo. Dejé un momento sus pechos y la recosté sobre el sillón, ella dijo:

- Por favor, no puedo más

Hice caso a sus súplicas, levanté sus piernas sobre el sillón y puse uno de sus pies a la altura de mi boca, besé uno a uno sus dedos, presioné su planta y mordí su talón, repetí la operación con su compañero y Sole se notaba increíblemente excitada, al tenerme tan lejos, bajó su mano y comenzó a desabotonar su falda.

Subí me lengua desde su pie izquierdo hasta su rodilla y un poco más arriba, para entonces su falda estaba lista para ser retirada y me empujó para hacerlo, quedó únicamente con su maravillosa tanga color negro de encajes en el triángulo y en la línea que partía su culo. Era una visión maravillosa, toda ella era sensualidad, derrochaba cadencia a más no poder.

Seguí subiendo con mi lengua por su pierna hasta su muslo, pero una vez más regresé, volví por el mismo camino y cambié de pie, subí una vez más por su pierna, y justo cuando estaba llegando a su muslo, ella me tomó por los cabellos y me atrajo para darme un delicioso y apasionado beso en los labios, me suplicó entonces:

- Ya, Por favor, quiero sentirte dentro mio!!

Aún no era tiempo, quería que lubricara lo mejor posible para hacer menos doloroso el trance. La ayudé a ponerse en pie y quedó de espaldas a mí, la visión era indescriptible, ese enorme culo frente a mis narices, me levanté y me quité toda la ropa en un santiamén, apoyé mi pija erecta en la raya de su culo y comencé a besarle los hombros, mientras lo hacía acariciaba sus tetas una y otra vez y después accidentalmente bajaba hacia su ombligo, y un poco más. Ella acompañaba a mis manos en su intenso recorrido, siempre sobre las mías; tallaba mi pija contra su culo, el roce del encaje era maravilloso, y sentía como si sus nalgas se cerraran para atraparlo entre ellas y no liberarlo más.

Hice entonces lo que más me ha gustado en todas mis experiencias sexuales: así como estábamos, ella de espaldas a mí, y con mis brazos abrazándola con un dejo de protección, inserté mi mano derecha entre su tanga y su piel, el resultado es único, la mujer experimenta una profunda sensación de seguridad mientras te entrega su más preciado valor: su sexo.

Sole dio un pequeño brinco y empezó a moverse más como si masturbara mi pija entre sus nalgas, sus manos me abrazaban como podían por la espalda, sus bajos instintos afloraban con suma facilidad. Una mujer es como una caja fuerte de máxima seguridad, pero si logras descifrar su combinación, se abre sin mayor problema.

Acaricié su hermosa y depilada concha con cuidado. Sentía su humedad, sus flujos estaban produciéndose en buena cantidad, el trabajo previo estaba funcionando. Bajé un poco más mi mano estirando el dedo medio y logré tocar por vez primera el canal que sabía en unos minutos me haría tocar al cielo mismo; aprovechando la humedad mi dedo se deslizó con suma facilidad unos 2 centímetros a su interior, Sole dio un grito de placer:

- Ahhhhhh, que ricooooooo

Comencé a mover mi dedo lentamente sin introducirlo demasiado, no quería desvirgarla en nuestro “tiempo de calentamiento”. Sole no sabía que hacer con sus manos, me yitaba los cabellos, agarraba mis nalgas, y de vez en cuando, con cierta timidez apretaba sus magníficas tetas. Saqué mi mano de su mojada concha y me despegué bruscamente de su cuerpo, ella quedó ahí, temblando, su pecho subía y bajaba producto del esfuerzo físico y la excitación. Me senté en el sillón y la giré para que quedara frente a mí, aún de pie. Sole hacía todo lo que le pedía sin oponer la menor resistencia; en ese momento su mirada además de una increíble lujuria denotaba una curiosidad por lo que seguiría; parecía conciente de que la penetraría cuando Yo quisiera, pero definitivamente disfrutaba enormemente el preámbulo.

Acerqué mi boca a su cintura, la moví a uno de sus costados y mordí su tanga, la deslice con la boca unos centímetros hacia abajo, repetí la operación con el otro lado, su tanga estaba a la mitad de sus nalgas, y su concha apenas era cubierto por un poco de tela; mordí entonces exactamente esa zona, quería que mi boca rozara un poco su concha para causar si es posible un poco más de expectación, mordí la tanga y la bajé; Sole volvió a gritar:

- Sigue.. Dame más!!!

Ya libre de la opresión de su culo, la tanga era presa fácil para mi poca, y la deslicé hasta sus pies con gran rapidez. Ahí estaba Soledad, mi cuñada virgen, con su figura espectacular totalmente desnuda en mi sala, y rogándome que me la cogiera, Qué maravilla.

La ayudé a recostarse sobre el sillón, abrí lentamente sus piernas, comencé a besar sus pechos, bajé por su abdomen, hasta llegar al inicio de su pubis y de ahí brinqué a su ingle, bajé hasta sus rodillas y de ahí hasta sus pies, una vez más mordí su talón derecho. Retomé el mismo camino pero en el hemisferio contrario y al llegar a su ingle, mi lengua se detuvo, voltee a mirarla y ella me suplicó con un gesto. Delicadamente deslicé mi lengua por su vagina, estaba totalmente lubricada, la introduje una y otra vez mientras Sole se contoneaba de placer, sus manos me tomaron con fuerza de los cabellos y una vez más guiaron su goce, ya no sabía si yo incrustaba mi boca en su concha o su concha en mi boca. Ese característico sabor salado del sexo de la mujer es delicioso, pero en mi cuñada tenía un sabor particularmente fuerte, tal vez por tanto tiempo de contención y espera.

Mientras le daba una sesión de sexo oral digna de admiración, acariciaba su exuberante culo, lo guiaba hacia mí, y ella cooperaba con sus movimientos y con su ronroneo de gata en celo.

Era el momento indicado, Sole estaba lista para darme el más grande regalo que una mujer puede dar a un hombre: su virginidad. La miré a los ojos en una actitud muy seria y le dije:

- ¿Quieres hacerlo?

Quería darle la oportunidad de arrepentirse de última hora, parece mentira pero quería que lo que hacíamos fuera de común acuerdo. Con una mirada más que elocuente ella respondió:

- Si, haceme el amor por favor

“¿Por favor?”, una hembra como ésta podría tener a los hombres que quisiera solo con un guiño, y a mí me lo estaba pidiendo “por favor”, no cabe duda que en ese preciso instante yo era el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra.

La ayudé a recostarse a todo lo largo en el sillón, y me recosté sobre ella, abrí un poco sus piernas y apunté mi desesperada pija a su chorreando concha. Mientras la besaba en los labios, lentamente fui ingresando en el paraíso, el calor que rodeaba mi pija era único, su humedad, juro que podía sentir en mi pija los latidos de su corazón a través de su concha; procedí con toda calma, no quería lastimarla, no quería desperdiciar este momento único en la vida de una mujer. La lubricación de los juegos previos había funcionado a la perfección, hubiera podido hundir mi pija hasta el fondo con un solo empujón; pero no lo hice, tomé el camino difícil pero más redituable: la paciencia.

Esperé a que Sole se acostumbrara a mi pija dentro de ella, tenía sus uñas enterradas en mi espalda, los ojos entrecerrados, la respiración contenida, no se movía. Mientras tanto yo hacía pequeños movimientos hacia los lados para dilatar un poco su conducto al centro del universo; sabía que ella me indicaría cuando estuviera lista y así fue; de pronto empezó a empujar su pelvis hacia mi pija, noté que estaba ansiosa por sentirme. Con esta indicación me inicié un viaje hacia el fin del mundo, comencé a embestir esa delicioso y virgen concha, en cada penetración profundizaba si acaso un milímetro o dos, quería que durara por siempre.

Después de algunas embestidas, en las que me era prácticamente imposible no penetrar más, toqué esa delicada tela que divide a las señoritas de las señoras, la punta de mi pene sintió con toda claridad esa fina capa que divide la edad de la inocencia de la perversión, me detuve un segundo, tan solo un segundo para grabar en mi memoria la deliciosa sensación de recibir tan preciado tesoro de Sole. Sentí la ruptura de su himen en mi pija y en mi espalda, porque Sole enterró con violencia sus uñas; pensé que sería el dolor, pero en realidad era de placer.

Planeaba seguir con calma todo el proceso, pero Sole me abrazó con más fuerza y me susurró al oido:

- Más, más, dame más

Salvada esta barrera mi pija se sintió en total libertad de penetrar a mi hembra, mis embestidas subieron de velocidad y muy pronto de profundidad, podía sentir centímetro a centímetro los pliegues de su sexo, mi verga y su concha estaban fundidos en un solo ser. Sole por su parte respiraba con dificultad producto del placer, me acariciaba torpemente la espalda y las nalgas, levantaba como podía su pubis para pedir penetraciones más profundas y no cesaba de repetir:

- Más, más, dame más

Seguí penetrándola una y otra vez, me contenía para no terminar aún, tenía que hacerla llegar al clímax con mi pija dentro, era mi desesperada misión en esa noche de locos; tenía que hacerla llegar al cielo aunque en ello sacrificara mi propio placer, tenía que hacerla sentir que yo era el único que podía hacerla vivir esas sensaciones para que fuera mía, al menos por un tiempo.

Así fue, después de unos minutos de penetración, Sole tensó el cuerpo, volvió a enterrar sus uñas en mi espalda, contuvo la respiración, puso sus ojos en blanco, y dejó escapar un grito que creí despertaría a mi esposa y a todos mis vecinos:

- Ahhhh, Ahhhh, por favor, Ahhhh, que rico

Sentí perfectamente como todos los músculos de su concha se contraían alrededor de mi pija, la contracción era alterna, es decir, contraía y aflojaba; este fue el acabose de la noche, el movimiento de mi cuñada en su orgasmo, provocó en mí una oleada de placer infinito que derivó en la más larga corrida que jamás haya tenido. Sole lo notó y siguió moviéndose con fuerza hasta dejar mi verga libre de todo rastro de semen.

Me abrazó con fuerza y nos quedamos así, unidos en uno solo por unos minutos. Quise separarme de ella, pero me lo impidió abrazándome con sus piernas, acercó mi oído a su boca y me digo casi sin fuerzas:

- Gracias cuña

37 comentarios - Mi Cuñada (relato)

aeonfluvix +1
Por dios que buen relato...como me hice la paja...
Neotete
ufff excelente, quede con la pija en la mano
yo567
Zarpado relato!! Ahi van los que me quedaban 3!
germais
tenga sus puntos señor, muy bien ganados!!!!!! 🤤
XXL-OK
Papaaaaa! Flor de relato! Para la parte en la que la parejita miraba,ya le habia acabado la primera jajaja que buen relato man! Van puntos
xxxdios
🤤 🤤 🤤 🤤
Pochi1012
muuy buen relatoo amigoo!! por favor deci como continuoo todo con tu cuñadaa amigoo! te la seguis cogiendo???
DexteR_U +1
cada ves que tengo la oportunidad!
Pochi1012 +1
q buenoo! seguii contandoo tus aventuraas amigoo! lugares y demas! y si podes manda una fotito de tu cuñaa!! gracias!!
tucuervo1
excelente relaato!!! 👍 ..lo lei en el tren ...me exite,me rei...la parte que lo llamaste "ciclope"largue una carcajada!!!jajaja...van puntos!!!
many809
Tres puntos hermano y bn ganados grx por tu aporte
Lucaspast22
Excelentísimo amigo te deje mis tres puntos! Hay más???
glxdxxdxr2000
Excelente relato!!! van mis 3 puntitos. Sigue con mas que me has dejado con ganas de conocer a tu cuñada jejeje
josegroso
X dios q bueno. Me secaste...
Van p
DXCO94
joderr este tio es la hostia,,, cuando tenga te dejo los puntos,
y no estaria mal una fotico 😀 😀
Starrchild
te aplaudo de pie... QUE PEDAZO DE RELATO!!!!
Jullende
Tremendo relato, quedé al palo
ridick
terribleeeeee!!! dejo mis puntitos 😃
che tiene que haber una continuacion...
Comparti mas relatos... seguro que seguiste con tu cuñada..
bienbuena +1
Que rico relato hasta se antoja 😃
raparigo56 +1
Muy bueno ,un poco largo pero excitante. Viene la segunda parte o no seguiste con tu cuñada? Dejo puntos
Jmdp4
Muy buen relato me volví loco
regio22
exelente relato amigo, que calentura me agarro, gracias por compartir y espero mas de tu cuñadita dejo puntos