Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija (final)

Cuando Patricio llegó , entró y me besó como siempre.
- Espera Patricio, que tenemos que resolver un problemita, le dije.
- ¿ Qué pasó? Preguntó sorprendido.
- Encontró tu mensaje, dije.
El gesto de desilusión de Patricio fue evidente.
- No te preocupes, le dije, tengo todo pensado.
- Dime.
- Le conté que me habías llamado para que te acompañara a comprar un regalo para tu esposa. Así que ahora saldremos como si nada y nos iremos al shopping. Seguramente el nos seguirá y lo convenceremos de que entre nosotros no hay nada.
Patricio sonrió.
- Eres una bruja, dijo riendo, pero hace rato que necesito que una brujita me chupe la pija, dijo mientras abría su bragueta y sacaba su verga morcillona.
- tenemos poco tiempo, dije mientras la acariciaba.
- Lo suficiente para que tomes tu leche mañanera, dijo.
Me arrodillé y comencé una fellatio sensual. Su verga entraba y salía de mi boca y mi lengua jugueteaba con sus pelotas, cuando las tenía a mi alcance. Pasaron varios minutos hasta que sentí como se endurecía, su líquido preseminal comenzaba a salir y por fin, tomó mi cabeza y me la enterró hasta el fondo de la garganta. Casi me ahogó, y el primer chorro de su semen golpeó el fondo de mi garganta. Conseguí que retrocediera unos centímetros y a ese primer chorro siguieron cuatro mas igual de espesos y generosos. Me tragué todo y luego se la limpié a conciencia.
- Bueno vamos ahora, dije mientras me levantaba. Patricio se acomodó la ropa, y salimos.
Subimos al auto como amigos respetuosos, y partimos lentamente hacia el shopping.
Patricio miraba cada tanto por el retrovisor.
- El cornudo nos sigue, dijo sonriendo
- Me imaginé, dije satisfecha.
Llegamos al shopping y estacionamos. Patricio ubicó el auto de mi marido y observó el lugar donde estacionó. Luego comenzamos a recorrer locales. Por fin nos metimos en una lencería.
- Voy a elegir algo para vos, le dije a Patricio.
- Elige lo que quieras, será mi regalo, dijo
- Eres malo. En realidad el regalo es para vos.
Comenzamos a mirar , y se notaba a ojos vistas como Patricio se excitaba al imaginarse esa ropa en mi cuerpo. Por fin elegimos un conjunto turquesa, de camisón corto, tanga, soutien, medias y portaligas. Era maravilloso. Por el espejo pude ver como mi esposo que estaba vigilando, abandonó su lugar y desapareció. Estaba satisfecho.
Mientras yo caminé otro rato, Patricio fue hasta su auto y pudo observar que el auto de mi maridito ya no estaba. Se había ido.
Volvió satisfecho.
- Ya se fue. Es hora de que volvamos a tu casa y me hagas un desfile muy sexy, dijo con los ojos brillantes.
- Vamos, dije también excitada.
Volvimos a mi casa. Dimos un par de vueltas y no vimos el auto de mi marido por ninguna parte. Estacionamos y entramos a la casa como si fuéramos conocidos.
- Ahora ve a cambiarte, putita, dijo Patricio.
Fui al dormitorio y me desnudé. Abrí los paquetes y me cambié. Cuando me miré al espejo me gustó lo que veía. Mi imagen era de una viciosa total. Una perra de categoría. Es increíble lo que la lencería de marca hace en el cuerpo de una mujer. Fui hasta el salón.
El silbido de admiración de Patricio me indicó claramente que el veía lo mismo que había visto yo.
- Eres el mejor pedazo de mujer que jamás he pasado por la piedra, dijo satisfecho.
Caminé hasta el equipo de sonido y una música suave invadió el ambiente.
- Ven, desnúdame, dijo Patricio poniéndose de pie.
Me acerqué y comencé a quitarle la ropa lentamente. Cuando ya le había sacado el saco, la corbata y la camisa, comenzó a sonar el teléfono de la casa.
- Ese es mi marido. No voy a contestar. En casa no hay nadie, dijo al oído de Patricio quien se esforzaba en no tocarme mientras yo trabajaba sobre él.
Me alejé un segundo y busqué mi móvil en la cartera, y lo dejé a mi lado sobre la mesa.
- En un minuto va a llamar al móvil para saber donde estoy. Ya verás, dije mientras seguía con mi tarea.
En cosa de un minuto sonó mi móvil, sonriendo lo miré a Patricio y atendí.
- Si querido, ¿ como estás?
- Bien, lo que pasa es que llamé a casa y no contestó nadie,
- Lo que ocurre es que hace un rato terminamos las compras que te dije ayer, y Patricio insistió en invitarme a almorzar en el shopping para pagarme las molestias, dije, aquí Patricio te manda saludos, dije mientras Patricio hacía un gesto obsceno tomándose el sexo.
- Bueno, disfruta el almuerzo y dale mis saludos también, y cortó la comunicación.
- Eres muy puta Viviana, y te aseguro que te voy a dar de comer como nunca te dieron, vamos sigue lo que empezaste.
Cuando terminé de desnudarlo, su verga era un garrote, dura como el mármol y caliente como una fragua. Estaba listo para mí.
Me tomó de la cintura y me sentó sobre la mesa, hizo que me recostara sobre mis codos y su cabeza se metió entre mis piernas, corrió la tanga y su lengua comenzó a recorrer mi sexo y mi culo. El placer era increíble. No pasó mucho para que tuviera mi primer orgasmo, y apretara su cabeza mientras gritaba como una salvaje.
Cuando me aflojé, Patricio separó mis piernas y se colocó en medio. Su verga latía. Volvió a correr mi tanga y avanzando me clavó lentamente mientras se recostaba sobre mí y me besaba en el cuello y la boca. Mientras me besaba yo sentía como me iba llenando con su mástil. Mis piernas rodearon su cintura para que no se escapara.
Durante un buen rato me bombeó sensualmente , haciéndome gozar como una perra. Luego tomó mis piernas y las colocó sobre sus hombros, obligándome a recostarme mas sobre la mesa. Abandonó mi sexo y se posicionó mas abajo en la puerta de mi culo, y lentamente fue empujando. Me aferré al borde de la mesa y aguanté. De a poco fue tomando posesión de mi cuerpo. Cuando entró hasta el fondo su boca se apoderó de mis tetas y comenzó a chuparlas. Yo estaba totalmente entregada. Por fin, hizo que mis piernas giraran para quedar boca abajo sobre la mesa. Comenzó a bombearme y por fin tomándome de la cintura me levantó de la mesa. Yo tiŕe mis manos hacia atrás y me aferré de su cuello. En esa posición, y teniéndome totalmente ensartada en la punta de su verga me llevó hasta el dormitorio, para terminar depositándome en el borde de mi cama matrimonial. Siguió con su mete y saca y por fin se retiró. Quedé allí desmadejada, arrodillada en el suelo y con medio cuerpo sobre la cama. Me levantó y me acostó sobre la cama de costado, se acostó a mi espalda y colocó su verga entre mis piernas. Mis manos bajaron hasta tomarla y la dirigieron nuevamente a mi sexo. Cuando sintió que mis labios vaginales se abrían para recibirla de un solo empujón se metió hasta el fondo. Y allí ya no aguantó mas. Mientras a través de sus piernas mi mano jugaba con sus pelotas, gimiendo como un animal, me inundó por completo. Luego de los primeros chorros fue calmándose y me hablaba al oído.
- ¿ Te gusta puta? ¿ Te gusta?
- Si papito, me encanta.
Sus manos se aferraban a mis hombros para meterse bien hasta el fondo mientras se vaciaba. Era una sensación única y no pude menos que acompañarlo en su clímax. Nuestros gritos y suspiros se fusionaron en el aire junto con la música que trataba de silenciar lo que allí estaba pasando.
***

Cuando volví a la noche, me sentía humillado. Había desconfiado de mi mujer y la había seguido como un idiota, para verla hacer lo que me dijo que iba a hacer. Tuve intención de contar lo que había hecho pero me dio vergüenza.
Viviana me comentó todo lo que había hecho ese día, y por fin, cuando nos fuimos a acostar, me dijo que había comprado algo para mí. Se fue al baño y salió con un conjunto turquesa que era la locura. Me excité de inmediato. La atraje hacia la cama y la poseí como hacía mucho que no lo hacía, ella se corrió en forma salvaje. Cuando acabé me sentí el mas feliz de los maridos. En verdad, ella no se merecía mi desconfianza. Mientras ella elegía algo para complacerme yo sospechaba de su fidelidad. Menos mal que no armé ningún escándalo...

2 comentarios - Mi mujer atiende a dos amigos de mi hija (final)

goditicahot
excelente entrega como siempre, muy muy caliente
besos!