Fuego y Agua. Parte 2.

Pasan los días, él sigue llamando a mi móvil. Me pregunta qué ha pasado, por qué salí corriendo, si él hizo algo mal. Ni siquiera respondo, porque ni siquiera se yo que me pasa a mí misma en mi cabeza.
Pasa una semana, y como no puedo mas estar en este estado fuera de lucidez, decido intentar despejarme con una salida con amigos.
Nos vamos a un Centro de Videojuegos a jugar un Pool para ver quien queda mas humillado tanto de los hombres como de las mujeres, una especie de "guerra entre sexos". Mientras se oscurecía el día, la pasamos riéndonos mientras bromeábamos unos y otros, hasta que, como por arte de magia aparece él.
Mis ojos inmediatamente se van a sus ojos y veo que mientras saludo a todo nuestro grupo no deja de mirarme.
Cuando toca saludarme a mí, me dice al oído:
_ Vos y yo necesitamos hablar vos lo sabes_. Lo único que hago es fingir que me preguntó como estaba, y le respondo con una suave sonrisa que estoy muy bien.
Entre tantas gaseosas en la tarde-noche jugando al Pool, me excuso y voy al baño. Allí me doy cuenta que estoy muy húmeda. Y no se por qué. Bueno, sí lo sé, pero no pienso admitirlo a mí misma.
Cuando me siento en el inodoro dispuesta a expeler mi orina, se abre la puerta de mi cubículo y él entra.
Avergonzada de que me atrape en un momento tan íntimo, trato de levantarme para vestirme e irme a otro lado. Inmediatamente me agarra y me sienta en el inodoro.
_No, no te vas a escapar de nuevo. Vamos a hablar._ Me dice mirándome fijamente a los ojos que ya empezaron a humedecerse._ No, no llores por favor_. Me dice con aire abatido_. Además, siempre quise ver a una mujer orinando_. Dice con tono humorístico. Por supuesto que a mí no me causa gracia.
_ Vos estás loco. Dale, salí que quiero orinar. Después hablamos_. Le digo cuando me puedo levantar y lo empujo hacia afuera. Él vuelve a sentarme y, de nuevo, mirando fijamente a mis ojos dice:
_Hace lo que tengas que hacer.
Completamente humillada, orino frente a él. Tengo ganas de llorar, pero no quiero que me vea, así que me resisto.
Una vez que termino, me levanto para vestirme e irnos abajo, pensando que esto ya había terminado.
Pero se ve que él no quería lo mismo porque antes de que pueda vestirme él agarra mis manos y las pone detrás de mi espalda. Éso con una sola mano derecha, mientras que con la izquierda levanta mi cabeza para comenzar a besarme. Duro. Esa es la única palabra que aparece cuando pienso en ese beso.
Deja de besarme para bajar por mi cuello. En mi oído dice:
_ No sé que es lo que te pasa últimamente, estas rara y distante. ¿Hice algo mal? ¿Algo que no te guste?
Decido no responder, además de que realmente no puedo, su boca en mi cuello está causando estragos en mí.
Enojado porque no contesto, suelta mis manos y comienza a tocarme la vagina completamente húmeda tanto por mis fluidos como por mi orina.
_ Te lo voy a preguntar otra vez, a ver si así me respondes: ¿Hice algo mal? ¿Algo que no te guste?
Perdida en las sensaciones vuelvo a olvidarme que responder.
Furioso, ahora, me agarra del brazo y me pone en cuatro, en ese pequeño cubículo. Mi cara da contra la puerta mientras que mi trasero toca la fría porcelana del inodoro.
Comienza a nalguear cada una de mis nalgas, suave al principio, pero luego, la mano va cayendo más fuerte y pesada. No lloro, no siento dolor. Lo único que hago es estar con los ojos en blanco, gimiendo, como en un estado de éxtasis total.
Me agarra de los pelos y me levanta, y otra vez me pregunta:
_ ¿Hice algo mal? ¿Algo que no te guste?
_No_. Le digo, poniéndome algo llorosa_. No hiciste nada.
_¿Entonces?_. Me mira confundido._ ¿ Por qué estás así?_. Con aire astuto, una sonrisa aparece en su cara, y su cara se transforma, parecida nuevamente a la del lobo_. Acaso... ¿No querés aceptar lo que sos? ¿ Una putita?_. Se ríe con esa voz tan gruesa, que hace que se me ponga la piel de gallina en todo el cuerpo_. O mejor dicho ¿ Mi putita?
No sé que responder. Acaba, exactamente, de sacar la idea que estuvo pasando por mi cabeza. ¿Acaso realmente me volví su puta? ¿Me volví en la sumisa y él en mi Amo? ¿Me entregué a él?
_¿Sabes qué?_ Dice con la cara iluminada_ Vamos a hacer una pequeña prueba, a ver si lo sos o no.
Su mano va hacia su bragueta, la baja, mete su mano en su pantalón y saca su pene. Mira mis ojos, y mira su pene. Levanta y baja sus cejas y entiendo su seña. Quiere que le haga una mamada, acá en el baño.
Me arrodillo frente a él, mientras que en mi cabeza rondan millones de preguntas a la vez (¿Pero qué estás haciendo? ¿Sexo en un baño público? ¿Estás loca?). Pero mi cuerpo no responde. Solamente miro sus ojos y me introduzco su pene en la boca. Directamente empiezo a meterla y sacarla de mi boca, lo más profundo que puedo. Primero lento y suave, hasta que en un momento, siento que mi cuello se va a quebrar.
En lo que dura la mamada, aunque fue un tiempo corto, se sacó la ropa y me hace ponerme de pie.
Se sienta en el inodoro y lleva su mano a su pene, estimulándolo. Yo miro embobada.
_ Vení, cabalgame_. Me dice mientras que con su otra mano me acaricia la mejilla y me da un beso de amor, antes de darme vuelta y ubicarme encima de él.
Cuando su pene roza con mi vagina, a punto de entrar, los golpes de un puño contra la puerta del cubículo donde estamos suena fuertemente, como si la persona que toca estuviera furiosa.
_Se que ahí adentro hay un hombre y una mujer. Mejor que salgan ahora mismo antes de que llame a la policía.
Creo que mi alma abandonó mi cuerpo.

0 comentarios - Fuego y Agua. Parte 2.