Decisiones: Una relación “saludable”

Nota: Este post pertenece a una historia interactiva, sugiero que para entenderla leas el primer post en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html

Buscó en su lista de contactos a Sofía y le mandó un mensaje.
“Hey, ¿te gustaría ir al cine? Ya sabes, te debo una por el diseño de la playera”
Unos momentos después sonó el celular con la respuesta.
“Seguro. ¿Nos vemos en el centro?”
Rodrigo le contestó de forma afirmativa y se cambió de ropa. Se puso una camisa blanca con unos bordados que adornaban la zona de los botones, jeans y sus tenis. Salió de su cuarto y tocó la puerta del cuarto de su hermana.
–Voy a salir un rato, regreso más tarde– avisó Rodrigo.
Rebeca estaba bañándose, pero aún así le escuchó
–Cuídate– le contestó ella.
Esta era la primera vez que tomaba el transporte público en la noche. Era mucho más tranquilo y silencioso. Habían algunas personas que salían con sus parejas o de esos trabajadores que pasaban más horas de las debidas en la oficina y que regresaban a casa.
En el transcurso del camino se habían estado mensajeando. Al final quedaron en verse frente a la plaza centrar. Rodrigo obviamente llegó primero, le gustaba ser puntual a esa clase de citas.
La plaza central era una zona plana con un montón de asientos y espacios verdes. Jardines de flores y arboledas, muy parecido a un parque, con la diferencia de que había explanadas que normalmente eran usados como escenarios para los artistas urbanos.
Por un lado había gente tocando música y bailando, en otro pintores o escultores haciendo obras de arte. Además habían tiendas ambulantes con accesorios o comida.
Enseguida una vocecilla le llamó por su nombre. Cuando volteó a ver se dio cuenta que era Sofía. Venía con una camisa de un color crema claro, un vestido de pliegues de color verde ligeramente corto y una calcetas negras que le llegaban por encima de la rodilla. Traía una diadema que mantenía su pelo en su lugar y un flequillo al frente que caía hacia un lado de su frente.
Por alguna razón todo el conjunto se le hizo familiar a Rodrigo, pero no pudo recordar nada. La verdad se veía bastante bien.
Después de los saludos, cruzaron la calle, ya que ahí mismo había un cine.
–¿Cuál veremos?– preguntó la chica.
–La que tú quieras ver, hoy tu mandas–
Sofía miró la cartelera, no había películas de acción ni tampoco quería escoger una infantil, qué boba se vería escogiendo una de esas. En realidad había una que quería ver, pero era una comedia romántica. Sabía que a los chicos no les gustaban esa clase de películas. Aún así se la señaló a Rodrigo.
–¿Esa te parece?– le preguntó Sofía.
Rodrigo asintió, la verdad era que a él le sentaba bien cualquier película, podía soportar hasta las más cursis. Se acercó a la taquilla y compró los boletos.
Ya dentro de la sala, resultó que la película era bastante buena. No era excesivamente romántica e incuso un par de veces Rodrigo pudo reírse abiertamente.
En uno de esos ratos, pudo notar como Sofía se movía algo incomoda en su asiento y se encogía de hombros. Se inclinó un poco hacia ella y le susurró.
–¿Qué tienes?
–Frío– respondió.
Enseguida Rodrigo la rodeo con su brazo sin titubeos. Comenzó a frotar ligeramente el hombro de la chica y luego su brazo entero, incluso se acercó más a ella. Sofía se hizo un mar de nervios. Agradeció que las luces estuvieran pagadas, pues así nadie notaría el rubor en su rostro.
Susurró un gracias y se quedó quieta, dejándose mimar.
Una vez acabada la película, regresaron a la plaza principal. Mientras paseaban y charlaban, se detuvieron en un puesto ambulante y compraron una crepas para comer. Se sentaron cerca del área donde había músicos tocando melodías relajantes.
Toda la escena era muy romántica. Sentados solos, bajo la tenue luz de las lámparas y el cielo nocturno lleno de estrellas, mientras las hojas de los arboles se movían al son de la música.
Se quedaron ahí durante unas horas, charlando de la nostalgia que trae los recuerdos de los buenos tiempos. Sin embargo se vieron interrumpidos por el hecho de que comenzaban a quedarse cada vez más solos.
Tomaron un taxi y se dirigieron a casa de Sofía. Esta se encontraba bastante cerca de la facultad, obviamente lejos de casa de Rodrigo, pero como todo buen caballero, debía dejar a la dama en su respectiva morada.
Cuando llegaron, el joven le pidió al taxista que lo esperara. Acompañó a Sofía hasta la puerta, no era la primera vez que dejaba a una chica después de una cita, pero él sabía lo incomodas que eran esas despedidas. Uno nunca está seguro de lo que debe de hacer, sin embargo en esta ocasión, él si lo sabía.
–Gracias– dijo la chica con algo de pena –fue divertido.
Enseguida Rodrigo le tomó de la mano –Gracias a ti– entonces con la otra mano le tomó de la mejilla con una leve caricia, acercó su rostro y le dio un beso. La chica le correspondió de inmediato, lo cual hizo que el beso fuera mucho más largo y profundo.
Apenas se separaron la chica no pudo evitar sonreír. El joven la dejó ir y ella entró, aún con algo de vergüenza sobre sí misma, pero con un rostro que mostraba lo inmensamente feliz que estaba. Se despidió con un gesto de la mano al no poder decir nada más.
–Nos vemos mañana– dijo Rodrigo antes de dirigirse al taxi.
La chica cerró la puerta y se apoyó sobre ésta, tomándose las manos y depositándolas sobre su pecho suspirando.
Rodrigo subió al taxi y el taxista le sonreía desde el retrovisor.
–Supongo que todo salió según lo planeado ¿eh?–se atrevió a decir el hombre. Había presenciado la escena. Rodrigo sonrió.
–Se puede decir que sí.
––

El amanecer comenzó con el despertador, como era común. Pero también sonó el celular indicando un nuevo mensaje. Rodrigo lo revisó. Era Lorena, había olvidado por completo que le tocaba verse con ella en la parada del bus. El mensaje decía “¿Ya despertaste? ;D”, por un momento no se sintió con muchas ganas de contestarle, pero probablemente seguiría mandando mensajes, así que le contesto con “si” y nada más.
Se alistó y no recibió mensaje de respuesta, era un alivio. Aunque verla en la parada ahora sería incomodo a causa de ese mensaje. Y como si fuera un adivino, así fue. Se saludaron y después hubo un incomodo silencio entre ambos durante unos largos minutos.
–Ayer fui a ver a Rebeca en la noche– comentó Lorena para romper el silencio –pensaba ir a jugar barajas con ustedes, pero me dijo Rebeca que habías salido, así que sólo jugué con ella.
Rodrigo se puso algo nervioso con la conversación, pero igual sonrió.
–Si… salí con una amiga.
Lorena sonrió –vaya, que rápido eres entonces.
Rodrigo no entendió a que se refería y la chica lo pudo notar en su mirada, entonces rió.
–Apenas una semana y ya tienes novia.
El bus llegó y ambos subieron, hoy tenían donde sentarse.
–No es mi novia, solo salimos por que le debía algo a cambio…
Lorena siguió molestándolo todo el camino, tratando de que le contara más acerca de la chica y sobre la cita. Sin embargo Rodrigo tenía mucha vergüenza de contarle los detalles. Además era muy probable que si se lo contaba, Lorena le contaría a Rebeca y su hermana lo molestaría mas con el tema hasta que le contara absolutamente todo con lujo de detalles. Incluso le obligaría a llevar a Sofía a la casa para conocerla en persona.
Se despidieron en la entrada de la facultad. Rodrigo se dio cuenta de algo muy curioso en ese momento. Ese era el primer día en el que no le prestaba atención a los atributos de Lorena, es más, ni siquiera podía recordar las ropas que traía puesta la chica. Es curioso como nuestra mente se puede distraer tan fácilmente a causa de simples eventos como una cita y una chica.
En la primera clase que ambos tuvieron juntos, Sofía apenas y podía mirarlo por la pena que le causaba, sin embargo traía siempre una sonrisa enorme y un rubor en el rostro. Esto hacía que Rodrigo sonriera y le diera ternura la pobre chica. Alfonzo por su parte solo los veía como dos bichos raros comportándose más raros que de costumbre.
En una de esas Rodrigo se acercó a ella y le susurró.
–¿Vás a ir a ver a Ale?
A lo que ella contestó asintiendo con la cabeza.
–¿Quieres que te acompañe?
Y la chica contestó de la misma manera.
Dicho y hecho. Al salir de clases ambos se fueron juntos en transporte público con dirección al centro. En el camino, sentados y mirando ambos por la ventana, Rodrigo le tomó la barbilla ligeramente y le hizo voltear para que se vieran a los ojos. Enseguida le robó un beso que se alargó durante varios minutos, para ellos eternos.
Cuando por fin separaron sus labios Rodrigo le sonrió y ella desvió la mirada riendo con vergüenza.
–Vamos, no me tortures así, realmente me gustas– dijo con una voz cursi.
La chica lo volteó a ver con esos enormes ojos que parecían brillar de emoción detrás de sus lentes.
–A mí también me gustas y mucho, pero es que… esto es… no sé ni cómo decirlo. Me da tanta pena.
Rodrigo la abrazó con ternura.
–No tienes que decir nada, sólo comparte esto conmigo.
La chica le respondió el abrazo.
Cuando llegaron a la tienda, Alejandra los vio llegando, agarrados de la mano y enseguida en su rostro se dibujo una sonrisa.
–Sabía que serían una linda pareja.
Sofía simplemente hizo una mueca ofuscada por el comentario de su amiga. Rodrigo por el contrario, sentía cierta complicidad con Alejandra. Podía decir que gracias a ella estaba pasando por esos grandiosos momentos.
Pasearon un rato por la tienda mirando los artículos nuevos, parecían una pareja con años de estar juntos.
Mientras Sofía pagaba por sus compras, Rodrigo se había quedado con Alejandra.
–De casualidad ¿no habrá una oportunidad de que pudiera llegar a trabaja aquí?– preguntó con interés el joven. La verdad es que se había dado cuenta de que solo se la pasaba en casa sin hacer nada productivo y que con los últimos percances con su hermana, tampoco estaba muy cómodo. Necesitaba hacer algo que lo distrajera y que además fuera de provecho. Además ahí podría ver con más facilidad a Sofía después de clases.
–Tendría que preguntarle al gerente, realmente no sé si haya bacantes o si aceptan mas trabajadores. De todas formas, yo preguntaré y te aviso.
Rodrigo le agradeció.
Se despidieron de Alejandra y Rodrigo acompañó a Sofía hasta la parada del camión que la llevaría a casa. Nuevamente se despidieron con un cálido beso.
Ya en casa y entrada la noche, recibió un sorpresivo mensaje de un número desconocido.
“Tienes que venir mañana para tener una entrevista con el gerente”
Guardó el numero, obviamente era Alejandra. Había obtenido el número de Rodrigo por Sofía. Así pues, aquella noche habló con su hermana y la puso un poco al corriente acerca de sus planes a futuro sobre trabajar. Obviamente Rebeca estuvo de acuerdo con ello. Rodrigo no le comentó nada de su relación con Sofía, no quería que lo presionara con ello, aún no.
––

Al día siguiente se entrevistó con el gerente de la tienda de “Friks” (así se llama la tienda) y consiguió el puesto sin mucho problema. Le dieron su uniforme y se pusieron de acuerdo en su horario de trabajo, obviamente solo sería medio tiempo pues las clases no le permitirían tener turnos completos, excepto los sábados.
Alejandra sería su mentora, le enseñaría los gajes del oficio y obviamente le obligaría a aprenderse los precios de todas las cosas.
Pasaron varias semanas. Sofía y Rodrigo llevaban una relación bastante tierna y que al parecer iba por buenos caminos. De vez en cuando Sofía llegaba a la tienda sólo para verlo. Cuando ella no iba, quedaban en verse en su casa, así que inevitablemente Rodrigo conoció a los padres de su chica. Eran agradables y se sentían cómodos con la relación, así que no eran un problema, ni molestia. Incluso Rebeca sabía de su noviazgo y ya conocía en persona a Sofía, pues de vez en cuando pasaba la tarde en casa de Rodrigo.
Uno de esos días habían quedado en pasar la tarde en casa de Sofía. Rodrigo había salido temprano de trabajar pues iban a hacer reparaciones en el sistema eléctrico de la calle y todas las tiendas de área se quedarían sin energía, así que no tenía sentido dejarlos en la tienda a oscuras.
Mientras iba rumbo a su casa le mandó un mensaje, el cual no contestó. Cuando estaba a unas cuadras de su casa le llamó, nuevamente no contestó. Cuando se posó frente a la puerta, pudo escuchar música a todo volumen. Tocó el timbre, pero supuso que estaba sola y con esa música tan alta no escucharía nada; por lo menos ahora sabía por qué no le había contestado.
Se saltó los arbustos y comenzó a rodear la casa. Sabía dónde estaba la habitación de Sofía. Trataría de llamar su atención desde alguna de sus ventanas. Cuando llegó quedó anonadado por lo que sus ojos veían.
Sofía estaba recostada boca abajo, sobre su cama. Tenía la cola levantada con una falda azul, que apenas y le ocultaba algo. Su braga estaba completamente bajada hasta sus rodillas.
Rodrigo sólo la veía de perfil, pero podía notar sus piernas y una parte de sus nalgas. No podía ver bien desde aquella ventana, pero por el rostro de la chica sabía lo que estaba haciendo. El morbo le hizo cambiar de lugar. Fue hasta otra de las ventanas, una que quedaba justo detrás de la chica. Ahí pudo notar la glorioso concha de Sofía, era bastante cerrada y esponjada debido a lo inflamados de sus labios por la excitación. Tenía algo de vello púbico, negro. La mano de la chica dibujaba círculos sobre los labios y la zona del clítoris. Se notaba un brillo a contra luz, estaba más que húmeda. El joven pudo notar como las sabanas tenían gotas de los fluidos de Sofía.
La música no lo dejaba escuchar, pero podía ver como la chica abría la boca ampliamente. Seguramente estaba gimiendo, pudo imaginarlo y enseguida notó como su verga ya estaba lista para saltarle de los pantalones.
Sin pensárselo dos veces, se sacó la pija mientras se ocultaba bien. Comenzó a masturbarse viendo a Sofía, tratando de seguir el mismo ritmo que ella. Esa conchita tan apretadita le parecía tan apetecible. Por un momento se imaginó entre esas piernas encajándole toda la cara y metiendo sus lengua entre esos labios esponjosos.
Por ratos la chica pasaba sus dedos entre la raja de la concha y estos se perdían de la vista por la hinchazón de los labios. Rodrigo imaginaba la cabeza de su pene siendo apretado por esos virginales y apretados labios. No tardó mucho más en correrse manchando la pared de la casa y el pasto. No le preocupó en lo más mínimo, nadie lo notaría.
Siguió viendo a Sofía dándose placer y de un momento a otro, vio como la chica comenzó a tener ligeros espasmos. Las piernas le temblaron y consecutivamente un chorro de liquido salió de su vagina. ¿Había acabado? ¿Se había corrido? ¿Era real? Rodrigo recordó por un instante cuando había visto en pornos que pasaban esas cosas, pero él era de los que creían que eso era falso. Sin embargo Sofía lo había hecho y junto a un orgasmo.
Antes de que la chica se reincorporara, se alejó de la ventana y regresó a la puerta principal. Luego de unos minutos la música desapareció. Entonces tocó de nueva cuenta el timbre. Unos momentos después Sofía le abrió la puerta aún algo desarreglada. Estaba sorprendida con ver a Rodrigo tan temprano, pero este le explicó los motivos y también le mencionó que le había mandado un mensaje y le había llamado, pero ella no había contestado.
Sofía buscó alguna excusa, pero Rodrigo le dijo que no importaba que la entendía y que no se preocupara. Después de todo él sabía lo que la chica había estado haciendo realmente.
Entraron pues y se dirigieron al cuarto de la joven. Ahí Rodrigo notó que había cambiado las sabanas. No pudo evitar sonreír.
Unas horas más tarde, terminaron abrazados, entre besos y caricias apasionadas. Por ratos las manos de Rodrigo se deslizaban por la piernas de Sofía. Y una que otra vez le levantaban la falda y le tocaba la braga, las caderas, la cintura y terminaba en su espalda.
Pero nunca llegaban a nada más y ese día no sería la excepción. Pues los padres de Sofía habían arribado. Se despegaron al escuchar la puerta principal abrirse. Enseguida se arreglaron un poco para que no fuera tan evidente lo que hacían.
Rodrigo pasó un rato más, saludando a su suegro y contándoles cómo iban las cosas. Después se fue a casa.
––

Al día siguiente, en el trabajo. Rodrigo se encontraba con Alejandra charlando. En todo este tiempo había tenido una pequeña relación de complicidad con ella. La joven siempre le daba consejos acerca de los gustos de su amiga, le recomendaba lugares a donde salir e incluso que regarlos darle. Igualmente Ale se hablaba casi a diario con Sofía por mensajes, para que le contara las cosas que hacía con Rodrigo. Hasta cierto punto, Alejandra sentía de vez en vez un poco de envidia por la relación de su amiga. Ella también tenía novio y estaba en buenos términos con él, pero es que ver a su amiga tan feliz e ilusionada, le causaba esos sentimientos. Sin embargo nunca le había dicho nada de esto a ninguno de los dos, ni siquiera con Rodrigo, con quien normalmente podía abrirse y hablar de cosas algo más personales o bromear con temas más serios.
Un día, Rodrigo le contó que había visto a Sofía masturbarse, pero no le dijo que él se había masturbado también. Ale se sintió algo emocionada, pues sabía que estaban cerca de pasar a cosas mucho más serias y a ella le gustaba escuchar de esas cosas.
–Sabes– comentó Rodrigo –me gustaría poder darle una buena impresión a ella con respecto a la sexualidad y eso.
Rodrigo sabía que Sofía era más virgen que el aceite de oliva. Esto lo sabía gracias a Alejandra, aunque era muy evidente. Ambas chicas también sabían que Rodrigo era virgen.
Alejandra se sintió enternecida –¿Te refieres a la primera vez?
Rodrigo negó con la cabeza –Me gustaría que avanzáramos de a poco. Que descubriéramos el placer de las cosas, ya sabes, sexo oral, el masturbarnos juntos, mutuamente. Pero me gustaría poder hacerlo bien desde el principio y no como todo un torpe novato.
Alejandra se sorprendió por la consideración que le tenía Rodrigo a su pareja, realmente era un detalle lindo.
La chica se puso pensativa por un instante y realmente le cruzó una idea de lo mas alocada por la cabeza, pero al mismo tiempo le gustaba. Debía de tener cuidado con la forma en la que lo decía.
–Bueno… no sé tú, pero yo sé suficiente de eso. Así que si quieres, puedo darte algunos consejos y tal vez enseñarte alguna que otra cosa… si eso es lo que quieres…
Obviamente el tono de voz con el que hablaba era muy indiscreto. Sus palabras tenían más de un sentido oculto.
Rodrigo torció las cejas un poco y pensaba en lo que había dicho Alejandra. ¿Realmente estaba diciendo lo que estaba diciendo, y como lo estaba diciendo? o ¿era su imaginación? Aún así se planteo la propuesta de la chica.

Momento de decisión:
A)Aceptar
http://www.poringa.net/posts/relatos/2569051/Decisiones-Una-aventura-peligrosa.html

B)Negarse
Continuar en este mismo post.

Rodrigo sonrió y la verdad no sabía exactamente a lo que se refería Alejandra, pero aún así le contestó.
–Aceptaré cualquier consejo que quieras darme, pero déjanos descubrir el resto por nuestra cuenta. Creo que así es más divertido.
Ale le devolvió la sonrisa. –Te gusta hablar mucho, con un “no, gracias” bastaba.
Rieron.
––

Pasaron algunos días desde aquella conversación. Era tarde, Rodrigo y Sofía estaban en el bus con dirección a casa de Rodrigo. Estaban sentados en la parte trasera abrazados y besándose de vez en vez. De repente la manita de Sofía terminó en la entrepierna de Rodrigo y ligeramente comenzó a frotarlo.
Rodrigo se sorprendió tanto que hasta dio un pequeño brinco en el asiento.
–¿Qué haces?– le susurró a la chica.
Sofía volteó hacia la calle, obviamente le daba algo de pena.
–Nada– le contestó sin despegar la mano y sin detenerla.
El joven no dijo absolutamente nada más y simplemente se dejó acariciar. En cuestión de segundos Sofía podía sentir la enrome erección que tenía su novio. Le había fascinado sentir la carne dura por encima del pantalón. Volteó a ver. Apenas y se distinguía la silueta de la verga de Rodrigo.
Sin más preámbulo, le bajó la cremallera y metió su mano dentro de los pantalones del joven. Este nuevamente di un brinco. Le parecía raro que ella estuviera tomando la iniciativa en todo este asunto y peor aún, hacerlo en “público”.
Sacó la pija por la abertura de la cremallera. La agarró cerca de la base del tronco y la chica lo observó de arriba abajo. No es que nunca hubiera visto una de verdad, pero nunca la había tenido tan cerca y al alcance de su mano. Entonces la joven comenzó a masajear lentamente el tronco. Rodrigo le tomó de la muñeca y le hizo que bajara mas la mano, de esta manera haría que se le bajara la piel y dejara al descubierto el glande.
La chica miró la rojiza cabeza siendo descubierta y enseguida llevó su mano al glande, para sentirlo. Rodrigo sintió el típico cosquilleo. Sonreía pues no sabía que mas hacer.
Sofía comenzó a masajear el falo de arriba abajo. Llegaba a la punta del glande y luego iba hasta la base del tronco. Lo hacía despacio. Rodrigo se sentía nervioso y al mismo tiempo algo impaciente. Miraba para todos lados para asegurarse de que nadie los estuviera observando. Cada movimiento de la chica le hacía derramar una gota de sudor, se sentía tan bien.
–¿Te gusta?– le preguntó ella al ver como Rodrigo apretaba los labios y movía la cabeza hacia atrás.
–Si…
Enseguida el glande comenzó a sacar un poco de liquido pre seminal. La chica se embarró la mano por accidente, pero no se detuvo, seguía fascinada y ahora con ese lubricante entre sus dedos podía deslizarse mejor. Rodrigo sentía la gloria de una paja por manos ajenas a las suyas. Le resultaba tan excitante, pues él no controlaba el ritmo de la mano sobre su miembro.
Enseguida trató de mover las caderas, quería que fuera más rápido, pero le daba vergüenza decírselo. La chica simplemente siguió masajeándolo y sentía como el chico se movía. De buenas a primeras, Rodrigo se corrió. La leche se disparó en lo alto, casi completamente en vertical. Fueron tres chorros, uno más corto que el otro. El primero, terminó frente a los pies de Rodrigo, el segundo sobre su pantalón y el tercero en la mano de Sofía.
Ambos vieron ese último chorro y Rodrigo pensó que a Sofía le repugnaría haber sido manchada, pero para su sorpresa no fue así. La chica le soltó la pija que aún rebotaba por el orgasmo. Sofía acercó su mano a su rostro y con la otra tocó el semen.
El muchacho se guardó el miembro mientras miraba a Sofía, ésta estaba perdida sintiendo la viscosidad del semen. Por un momento pensó que lo iba a probar, pero la chica lo embarró en el asiento. El hizo lo mismo con el que estaba en su pantalón.
Cuando bajaron del bus Rodrigo le preguntó.
–¿Por qué hiciste eso?
–Tenía curiosidad– dijo Sofía –¿No dijiste que te había gustado?
Rodrigo sonrió –No me estoy quejando.
Llegaron a la casa de Rodrigo y este preparó un bocadillo. Se fueron a su cuarto y se quedaron ahí un buen rato, viendo una película en la PC.
Más tarde, terminaron acostados en la cama, besándose y acariciándose, lo normal. Pero esta vez Rodrigo se sentía con ánimos de ir más lejos. Acarició las piernas de la joven y comenzó a levantarle la falda hasta que sus dedos tocaron las bragas blancas que traía Sofía. Se separó de ella y comenzó a jalárselas despacio, mientras la miraba. La chica se llevó las manos al pecho, con la cara algo enrojecida.
–¿Qué haces?– le preguntó mientras sentía como, lentamente, le jalaba el calzoncito.
–Voy a devolverte el favor que me hiciste en el bus.
La chica sonrió nerviosa, prácticamente ni se movía. Estaba boca arriba, subió su pies a la cama para levantar las rodillas y abrir un poco las piernas. Rodrigo se había hincado en el suelo, para quedar frente a ella, justo en el medio de las piernas. Entonces continuó jalando de la prenda intima, hasta que se despegó de la conchita. Enseguida, Sofía llevó una de sus manos para cubrir su vagina.
Rodrigo no pudo evitar reír un poco, si ella supiera que en realidad ya se la había visto…
Le sacó la braga y la puso a un lado. Le tomó la mano que cubría su peludita entrada.
–Qué pena– susurró ella, sonriendo nerviosamente.
Enseguida dejó que su mano fuera guiada por la de Rodrigo. El chico acercó su rostro y por fin, pudo ver esa hermosa panochita con pelillos negros por todos lados. Los labios se habían hinchado levemente y eso hacía que se viera más cerrada la entrada. También podía notar un ligero brillo, parecía que Sofía estaba ya excitada desde hace un rato, probablemente por las caricias y los besos.
Rodrigo entonces, se acercó más hasta que pudo sentir el olor peculiar, era entre dulce y amargo, pero era agradable. Sacó la lengua y apenas la tocó, la chica se estremeció. La punta de la lengua había tocado uno de los labios. Rodrigo no pudo evitar reírse, pero se calmó y nuevamente regresó a intentar un nuevo contacto.
Esta vez le puso la mano sobre el pubis para que no saltara. Acercó la lengua y comenzó a lamerle los labios lentamente, de un lado a otro. Cada vez que la punta de la lengua pasaba por el medio de los labios, estos se abrían ligeramente dejando ver el rosado y suave interior. Comenzó a darle pequeños besitos en los labios y por ratos se los apretaba delicadamente, como si fueran los labios de su rostro.
La chica estaba jadeando, no paraba de sonreír y mirar hacia abajo. De vez en vez sus miradas se cruzaban y ella se avergonzaba más, pero se dejaba hacer, le estaba encantando todo aquello.
Enseguida, Rodrigo le pasó un lengüetazo con la lengua bien abierta. De abajo hacia arriba. Sofía se erizó completamente.
Lento, el chico comenzó a dar lengüetazos en el medio, tratando de abrir esos labios con la lengua. Se ayudó con las manos abriéndolos un poco y fue entonces cuando pudo ver mejor el clítoris de la chica, cubierta por esa fina capucha. Llevó su lengua a esa región y muy delicadamente comenzó a dibujar círculos con la punta de la lengua.
Podía sentir la viscosidad de los flujos de Sofía. Por ratos bajaba un poco más la lengua, dejándola ser enrollada por los labios internos de la vagina y presionando un poco en su entrada virginal. También le daba besitos con sus labios. Sofía había comenzado a gemir de forma muy ruidosa. Trataba de taparse la boca e incluso se mordía los labios, pero simplemente no podía callárselos.
De un momento a otro su respiración se desincronizó, se llevó la mano a su clítoris y cerró las piernas de golpe. De pronto un chorro de liquido salió disparado hacia Rodrigo, el cual se sorprendió por un instante, pero había recordado aquella tarde cuando la había visto masturbarse.
La chica se recostó de lado, aún con pulsaciones en su vientre y con las piernas temblando lentamente. Sonreía mientras enterraba la cara en las sabanas.
Rodrigo se limpió un poco del liquido y se quitó la playera que traía, había quedado empapada.
–Lo… lo… lo siento… yo no– tartamudeaba la chica tratando de disculparse.
–Tranquila– le dijo Rodrigo acostándose detrás de ella y acariciándole el cabello –No pasa nada, me alegra que hayas acabado así.
Tardó un rato en reponerse, mientras Rodrigo la mimaba acariciándola y dándole besos en los hombros.
Una vez se reincorporó, se fue al baño a limpiarse un poco. Mientras Rodrigo limpiaba el suelo, cambiaba las sabanas y se ponía una camisa limpia.
Un rato después, llegó Rebeca. Pasaron a saludarla y a hablar un rato con ella. Esta tenía una buena relación con Sofía, de hecho apoyaba bastante la relación. Rodrigo había olvidado bastante los percances que había tenido con su hermana en el pasado y Rebeca también había dejado morir esa idea tan morbosa, que se le había metido en la cabeza las primeras semanas de tener a Rodrigo en casa.
––

Al día siguiente, mientras trabajaba, se encontraba junto a Alejandra, ambos apoyados en el mostrador viendo como algunos clientes se paseaban por los pasillos de la tienda. Le había empezado a comentar lo que había pasado el día anterior con Sofía.
–Ayer, Sofía hizo algo rarísimo… comenzó a tocarme, en el bus de camino a mi casa.
Alejandra se sorprendió y dio una risotada.
–¡¿En serio?! No creí que de verdad se atrevería.
–¿Qué?– preguntó algo confundido Rodrigo –¿sabías que iba a hacer algo así?
Alejandra regresó a su posición original, más relajada, pero aún sonriendo y asintiendo con la cabeza.
–Hace unos días me preguntó “¿Qué es lo que más le gusta a tu novio que le hagas?” y pues le respondí que las pajas. No creí que ella realmente lo fuera a intentar contigo.
–Pues si, a mí también me sorprendió. ¿Crees que se atreva a hacerme una mamada?.
–Podría sugerírselo.
––

Una de esas tardes en casa de Sofía, se encontraban ambos relajados acostados en la cama mirando una película en el ordenador. Cuando de repente la mano de Sofía, que se encontraba en el pecho del chico, se deslizó hacia abajo lentamente. Llegó hasta donde el pantalón del chico comenzaba, lo levantó con los dedos e introdujo la mano acariciándole la pija por encima del bóxer.
Rodrigo no quitó la mirada de la pantalla, pero era obvio que lo sentía y le gustaba, pues consecuentemente su verga se fue hinchando con las caricias de la mano de Sofía. Esta le abrió el pantalón y le bajó un poco el bóxer para dejar expuesto al falo palpitante que se levantaba con sus propias fuerzas.
La chica lo tomó y comenzó a masajearlo lentamente del tronco. Rodrigo estaba tranquilo, disfrutando de los mimos, pero enseguida su novia se despegó de él. Acercó su rostro a la verga y luego le bajó la cobertura del glande. Le dio una ligera lamida al glande. Rodrigo se estremeció, sintió un escalofrío, pero no de esos desagradables, si no todo lo contrario.
Sofía nuevamente le dio una lamida al glande, pero esta vez mucho más larga y abarcando lo mas que pudiera con su lengua, casi como si de una paleta se tratara. Rodrigo no había podido evitar gemir por el cosquilleo que le causaba en su cabeza la lengua de la joven. La chica lo notó y le encantó verlo así.
Sofía se acomodó entre las piernas de Rodrigo, para que pudiera verlo y él pudiera verla a ella. Sin previo aviso se inclinó y se metió toda la verga a la boca. Prácticamente, sus labios llegaron a tocar la base del pito. Rodrigo le tomó su cabeza y la hizo tragarse toda la verga, sintiendo lo más profundo de la garganta de Sofía.
La chica entonces se sacó la pija, había dejado un gran rastro de saliva en ella y además aún traía pequeños hilillos de baba colgando. Dio un respiro profundo y luego solo se metió a la boca el glande y comenzó a lamerlo mientras masajeaba el tronco con sus labios. Rodrigo la tomó de la cabeza nuevamente y trató de guiarla. Primero lento, luego rápido, nuevamente lento.
–uh… ah– comenzó a gemir Rodrigo –¡me vengo!
Sofía se sintió un poco asustada por que le terminara directamente en la boca, así que repentinamente subió la cabeza sacándose la verga de la boca y casi enseguida comenzaron a salir los chorros de leche caliente. Terminaron en su labios y algunos que se había disparado con mucha más fuerza, fueron a parar a sus lentes.
Rodrigo avergonzado, se sentó tratando de disculparse, sin embargo Sofía se comenzó a reír. El joven le alcanzó una toallita y trató de limpiarla un poco aún disculpándose. Fue inevitable que Sofía sacara la lengua para relamerse los labios. Tener semen en ellos era una sensación extraña, así que trató de quitársela con la lengua y pues terminó saboreando aquel liquido espeso y caliente. Por un instante el sabor se le hizo extraño, pero con forme lo saboreaba más, le encontró un sabor entre dulce y amargo, pero más dulce. Se lo tragó.
––

Pasaron los días y a pesar de que no siempre, Rodrigo y Sofía, jugaban, el chico estaba más que caliente y dispuesto a llegar más lejos. Le había comentado a Alejandra que estaba planeando una pequeña velada para que lo intentaran y al mismo tiempo le pidió consejos. La chica entonces le advirtió acerca de lo excitados que debían estar ambos, también acerca del dolor que las chicas pueden sentir la primera vez, pero fuera de eso le deseo suerte y que lo disfrutara.
Y es que, Rodrigo y Sofía, habían tenido algunas oportunidades en el pasado. Cuando comenzaban a besarse y se descontrolaban por la calentura, se proponían a intentar, pero siempre los interrumpían. Así que nunca habían pasado de masturbarse mutuamente o sexo oral.
Para esta ocasión, invitó a Sofía a un restaurante moderadamente lujoso. Ambos estaban vestido con ropas apropiadas. Ella con un vestido lila, largo y con los hombros descubiertos y él con una camisa blanca y pantalones de tela, negros.
Pasaron la velada platicando y recordando el día que se conocieron, en aquella clase. Después de la cena tomaron un taxi y se dirigieron a un hotel cercano. Rodrigo había hecho reservaciones así que ya tenían el cuarto listo para usarlo.
Subieron entre besos y caricias en el medio del elevador. Una vez en el cuarto, Sofía se vio sorprendida por la decoración. Se veía muy costoso por todos los muebles, adornos y cuadros que tenían. Y es que la verdad había costado bastante (la cena y el cuarto), pero para eso trabajaba Rodrigo. Todos sus salarios, de todos los meses que habían estado juntos, se los estaba gastando en esa noche.
–Esto y más te mereces– dijo el chico sonriéndole mientras ella corría a abrazarlo con ternura.
Se comenzaron a besar y entre beso y risillas comenzaron a desvestirse mutuamente. Un botón era desabotonado, un cierre abierto. Los zapatos y tacones salían volando y las prendas iban quedando como un rastro en dirección a la cama. Ella le sacó el bóxer repentinamente, Rodrigo había sido el primero en quedar completamente desnudo, ya con su virilidad como un asta, lista para navegar en los océanos hacia tierras vírgenes. Sofía aún estaba en corpiño y tanga. Con un movimiento habilidoso de dedos, Rodrigo le desabrochó el corpiño, el cual cayó sin más remedio al no tener tirantes sobre los hombros. El chico pudo apreciar lo pequeños senos de la joven, con unos pezones de un color oscuro. La abrazó y comenzó a besar su cuello, luego bajó poco a poco haciendo que sus labios rozaran con su piel hasta que siguió la curva de su seno izquierdo. Entonces sacó la lengua y lentamente fue dibujando un gran círculo encima de este sin tocar aún él pezón. Esto hizo que la chica se erizara y se pudo notar, pues su pezón se había hinchado casi de inmediato.
Nuevamente se acercó al pezón con la lengua pero sin tocarlo, sólo se detuvo y miró a ver hacia arriba. La chica lo miraba con una respiración acelerada, casi al borde del jadeo. Entonces le dio lo que quería, comenzó a lamer la punta del pezón con la punta de su lengua. La chica le acariciaba el cabello mientras se dejaba mimar los pechos.
Después de un rato de juegos, el chico la recostó boca arriba sobre la cama. Se posicionó entre las piernas de la chica y puso su rostro cerca de su pubis, el cual aún era cubierto por esa tanguita de color lila.
–Dime– dijo Rodrigo despacito –¿Qué quieres que haga?
La chica se sintió algo avergonzada, pues le pedía decir algo y peor, algo morboso. Pero el chico no planeaba moverse hasta que ella no lo pidiera, era parte del juego. Así que ella, al notar que solo le sonreía y la miraba en espera, no tuvo opción. Se tapó la cara con las manos y dijo.
–quiero que me la comas…
–No te escuché– dijo Rodrigo con cara de malicia. Ella le regresó la mirada.
–Que me la comas, ¡quiero que me la comas!
Entonces y sin rechistar, Rodrigo tomó uno de los tirantes de la tanga, cerca de la cadera, pero lo hizo con los dientes y muy lentamente fue jalando hasta que la prenda se deslizó por las piernas de la joven.
Su concha estaba bastante húmeda ya. Estaba completamente cerrada, con esos labios hinchados que apretaban el interior, toda adornada con pelitos oscuros. Enseguida enterró la cara en ellos, lamiéndola de arriba abajo, la chica comenzó a gemir de inmediato. La lengua pasaba en medio de los labios, encontrándose con la suavidad de los labios interiores y el clítoris. Entonces llevó su mano derecha hacia la concha y comenzó a meter un dedo, pero solo en la entradita, no llegaba a meterlo ni siquiera a la mitad, simplemente para que comenzara a abrirse el espacio. Luego pasaron a ser dos dedos y enseguida tres, con su mano izquierda trataba de abrir los labios lo mas que podía mientras seguía pasándole la lengua de arriba abajo.
Cuando se sintió listo, se arrodilló acercándose más a ella. Le puso la pija encima de la concha, se inclinó y se dieron un beso mientras le acariciaba tiernamente las mejillas.
Luego se volvió a levantar y se puso algo de saliva en el pene. Lo tomó y colocó la cabeza en la entrada. No pudo evitar pasarle el glande por toda la concha, se sentía tan bien. Luego se la puso en la entradita. Empezó a empujar muy despacio, se veía la puntita desaparecer entre sus labios hinchados y luego era cubierto por los labios internos. Enseguida el glande desapareció y la chica comenzó a tirar pequeños quejidos mientras se agarraba de las sabanas.
Él le colocó una mano en el vientre para tranquilizarla. Empujó un poco mas y sintió un pequeño tope, pero no dejó de empujar. Repentinamente sintió mucha más humedad en el interior. La chica seguía haciendo ruiditos de molestia, pero no le decía que parara. Retrocedió un poco y luego empujo de nuevo lentamente, pudo notar que el tope anterior ya no estaba, así que lentamente empujó y su pija ya estaba a la mitad.
–¿Quieres que siga?– le preguntó a ella.
–Si…
Rodrigo empujó un poco más, prácticamente ya estaba toda adentro. Entonces nuevamente retrocedió y comenzó con el movimiento del vaivén.
–¿Cómo se siente?– nuevamente le preguntó a ella.
–Aún duele un poco, pero ya no como antes, se empieza a sentir mejor.
No pasó mucho para que el dolor desapareciera y el placer arremetiera, permitiendo al chico moverse mucho más rápido. Los quejidos se convirtieron en gemidos, pero la chica seguía aferrándose fuertemente a las sabanas. Por ratos y sin detener el movimiento de su cadera, Rodrigo se inclinaba para besar los pechos de la chica, la cual arqueaba su espalda hacia arriba por la excitación.
Rodrigo la abrazó y enseguida la levantó de la cama. Y así cargándola y agarrándola de las piernas la seguía penetrando. La chica comenzó a gemir con fuerza, casi como si gritara. Todo el cabello se le pegaba la cara por el sudor. En breve un chorro de liquido salió de su chonca empapando las piernas y pies de Rodrigo, el cual no se detuvo.
Se volteó y la sentó sobre una mesita con espejo que estaba detrás de ellos. Le sacó la pija y se besaron. Esperó a que los espasmos se le pasaran un poco mientras ambos sonreían.
Entonces ella se bajó del mueble y se inclinó sobre este, dándole la espalda a Rodrigo y mirándolo por el espejo le dijo.
–Quiero que me la metas así
Rodrigo no esperó a mas para ponerse detrás de ella y perfilar su verga hacia la entrada de la concha de la chica. De una sola se la dejó dentro, la chica gimió. Esta vez comenzó a embestirla con fuerza desde el principio. La tomó de las caderas mientras su pubis golpeaba con las redonditas nalgas del culito de la chica y sus testículos chocaban contra el clítoris. La chica gemía con fuerza y golpeaba la mesita con las manos. Ambos se miraban esa cara de excitados en el espejo.
–¡Párteme!– dijo repentinamente Sofía –. Dame más fuerte, quiero que me partas.
Rodrigo se sorprendió por la forma en que lo decía, pero no puso objeción y solo obedeció, apretó la marcha y comenzó a darla con más fuerza. “clap, clap, clap, clap” se escuchaba al chocar sus piernas y la pelvis con las nalgas.
Enseguida Rodrigo sintió como el orgasmo le era inminente, pero antes de que él pudiera venirse, Sofía se vino primero, nuevamente empapándole la piernas y los testículos, esto le excitó tanto que de repente se vino y no pudo dar aviso ni tampoco sacarla, así que le llenó la concha de leche y ya que estaba en eso pues se la enterró hasta el fondo.
A la chica le temblaron las piernas, de modo que se apoyó completamente en el mueble, pero Rodrigo también le agarraba de las caderas, así que no la dejaría caer.
Ambos suspiraron entre jadeos. Se reincorporaron uno frente al otro y se besaron mientras terminaban acostados en la cama. Se quedaron dormidos uno frente al otro, completamente desnudos.
Había sido el desvirgue de ambos y no había estado nada mal.
––
Se podría decir que después de todo esto, Rodrigo y Sofía eran una pareja hecha el uno para el otro. Tenían intereses comunes, eran atentos y el sexo era interesante, pues cuando se aburrieron de lo común recurrieron a usar los disfraces que rentaban en Friks, interpretando sus papeles favoritos y cumpliendo fantasías bizarras.

[Good End]

Felicidades, obtuviste un buen final. Déjame un comentario ¿Que te ha parecido esta historia?

1 comentario - Decisiones: Una relación “saludable”

michelle2417
Este final es en cierta forma tiernamente cachondo