Ebano y marfil (3ra Parte)

Estábamos el uno encima del otro, conformando un exquisito 69, yo arriba chupando golosamente esa soberbia porción de chocolate en barra que parecía deshacerse en mi paladar, llenándome la boca con cada pedazo, saboreando, masticando, taponándome la garganta con carne negra y venosa. Él abajo, mordiéndome, chupándome toda por dentro, estirándome los labios con los dientes, sorbiéndome el clítoris como si quisiera dejármelo seco. No creía que fuera posible, pero me parecía que la tenía mucho más grande que aquella primera vez.
Desde aquel primer encuentro ya había pasado más de una semana, habíamos hablado un par de veces, siempre mencionando la posibilidad de volver a vernos. Me decía que las puertas de su departamento estaban siempre abiertas para mí, (lo mismo le decía yo de mi concha, que siempre estaba abierta para él…jaja), que podía ir cuando quisiera, pero ya había estado en su depto., lo que se me antojaba ahora era ir a un telo con él y no escondida en su 4 x 4 de vidrios polarizados y con placa diplomática, quería entrar por la puerta peatonal, caminando, que me vean entrar a un telo con un negro del brazo, que me vean en la cara el hambre de morcilla que tengo.
Fuimos al mismo albergue transitorio de mi aniversario, el que frecuentábamos con mi marido de novios, el Rampa Car de Ravignani y Córdoba. Dejamos la camioneta en una esquina y entramos por la entrada peatonal, tal como era mi deseo.
La gente que nos veía nos miraban dos veces, y hasta tres, jaja. Incluso nos cruzamos con alguna pareja en la recepción y creía adivinar lo que pensaban: "¡Lo que se come esta guacha!".
Si, pensaba yo, me lo como, lo mastico, lo babeo, me lo devoro todo, todo, todo". Más de una que me cruzaba de seguro me envidiaría.
Apenas cerramos la puerta de la suite, nos envolvimos en un abrazo por demás intenso y emotivo. Sentirme rodeada por sus brazos, pegada a su pecho, me producía un cosquilleo imposible de ignorar. Me mojaba de solo pensar en lo que ese hombre portaba entre las piernas, en lo que muy pronto yo misma habría de portar en mi interior. Ya les conté que mide casi dos metros, me subía a la cama para besarlo, y aun así me sacaba prácticamente una cabeza. Era enorme, gigante, una montaña de pura energía y virilidad.
Mientras disfrutaba de sus labios, de su lengua, de su cálido aliento, sentía sus manos deslizándose por toda mi retaguardia, con una sola le bastaba para cubrir todos mis encantos posteriores, pero él usaba las dos, apretando, presionando, haciéndome saber que podía desintegrarme con un mínimo apretón si quisiera. Entre besos y caricias nos fuimos desnudando, disfrutándonos el uno al otro.
-¡Mmm... que bellezas!- exclamó al contemplar mis pechos desnudos.
De mis labios bajó hacia ellos y me los chupó con avidez, ya tenía los pezones duros desde hace rato, pero como que se me endurecieron mucho más todavía al sentir la gula con que me los devoraba.
Cuando ya no hubo prendas de por medio, me rendí ante la oscura magnificencia que se alzaba ante mí. De rodillas en la cama, frotándosela con las dos manos, le pregunté con una sonrisa entre picara y morbosa.
-¿Me parece o creció desde la última vez?-
-Por ti se pone así, solo por ti-
Sin dejar de mirarlo, le pase la lengua de arriba abajo, extasiándome con ese sabor único y preponderante, subiendo y bajando, subiendo y bajando, como si de lamer ese colosal pijazo dependiera mi subsistencia. Llegando a la punta, me lo devoro hasta donde me entra, que no es mucho, un poco menos de la mitad, aun así me alcanza.
-Me encanta chupártela- le digo en un respiro, tomando aire solo para volver a chupar con mucho más énfasis todavía.
-Y a mí que me la chupes- me dice conteniendo los gemidos que mi mamada le provoca.
Me la meto en la boca hasta las amígdalas, bien adentro, haciéndole una "garganta profunda" que le arranca unos suspiros por demás emotivos.
-¡Ahhh... si... así... ahhh...!- exclama entre plácidos y excitados jadeos, entregándome hasta el último pedazo de tan suprema virilidad.
-¡Mmm... ahhh... mmm... ahhhh...!- me la como y me la vuelvo a comer, deslizándola hasta mi garganta, ida y vuelta, llenándome la boca con ese exceso de testosterona que se deshace en mi paladar para mezclarse con mi propia saliva.
Junto el fluido de ambos en un buchecitos y lo escupo sobre la pija del africano, esparciendo esa baba y fluido preseminal por todo su contorno, envolviéndolo en una especie de melaza que luego me dedico a saborear con intensa fruición. ¡Mmmm... una delicia!
Con una mano le empujo la pija hacia arriba, pegándola a su vientre y le acaricio los huevos, se los rasco, se los chupo, hasta me los meto en la boca para sentir aún más nítidamente esa volcánica ebullición.
La devolución de gentilezas de su parte es como para hacer un relato aparte, pero para no excederme demasiado diré que hasta me chupó el culo. Si, echándome de espalda sobre la cama, me empujó las rodillas contra mi pecho, dejándome el ojete bien expuesto, y tras una buena lamida de concha, me cogió el culo con la lengua. Me la metía bien adentro y me lamia todo en derredor, abriéndome bien los cachetes de la cola con sus enormes manos. Me dejó el agujero todo ensalivado, tras lo cual se alzó en armas y sin ponerse forro ni lubricante, me apoyo la cabeza en la entrada...
¡Dios...aquello era impresionante!
Una cosa es sentirla y otra muy distinta ver en vivo y en directo como te la va metiendo, palmo a palmo, abriéndote, desgarrándote, rompiendo todo lo que encuentra a su paso, ver como esa mole inmensa de carne se te va metiendo adentro, llenando hasta el último resquicio con su dureza y vigor... y sin meterla toda encima. La mayor parte quedaba afuera, pero con lo que me metía (la cabeza y un poco más), le era suficiente para taponarme bien el orto. Flexionando las piernas, subía y bajaba, deslizando ese trozo (lo que entraba) por todo mi recto, haciéndome sentir cada vez que llegaba al fondo, que con un empujón más me reventaría el útero a puro pijazo. Que mejor que eso.
De a ratos soltaba un escupitajo en la zona de fricción, para que las partes fluyeran a mejor ritmo, yo también me escupía en la mano y humedecía mi clítoris con mi propia saliva, frotándomelo con energía, sacudiéndolo en sincronía con los certeros pijazos que Awekonosecuanto me asestaba uno detrás de otro. Entonces me la saca del culo, me abre de piernas y arremete contra mi concha, que ya lo espera húmeda y ansiosa, con más hambre de morcilla que nunca. Es increíble cómo me mojo, un manantial acaramelado y espeso me sale por entre las piernas, mojando su sexo y el mío, ahogándonos en nuestra propia lujuria.
Nunca me había gustado tanto el chocolate... duro, cálido, tentador, lo sentía resbalando por todo mi interior y me sorprendía yo misma de poder albergar semejante pedazo, cierto es que no me entraba todo, pero lo que me entraba era más que suficiente para hacerme sentir totalmente llena.
Metiendo y sacando su baluarte viril me decía algo en su idioma natal, una jeringoza absolutamente incomprensible, pero que igual me excitaba, escucharlo hablarme de esa manera, con la cara transformada en un rictus fiero y morboso era parte de la calentura. Entonces me la deja clavada adentro, la porción que entra, me sonríe maliciosamente y de un tirón me levanta en brazos, sosteniéndome contra su cuerpo bien agarrada por la parte baja de mis nalgas. No tiene que hacer mucha fuerza que digamos, para el soy una pluma, por lo que empieza a embestirme arteramente, a la vez que con sus manos me atrae hacia su cuerpo. Me tiene a su merced, manejándome como a una muñeca sin voluntad propia. Yo grito, gimo, jadeo, estrellándome una y otra vez contra una pared negra y musculosa que me atraviesa sin piedad alguna. Está un buen rato cogiéndome así de parado, sacudiéndome entre sus brazos, haciéndome sentir en carne viva lo insignificante de mi existencia, cada golpe de nuestros cuerpos, cada PLAP-PLAP me repercute en el alma, embriagándome de lujuria y placer.
Tras un rato me vuelve a dejar en la cama y montándoseme encima, me pone la pijota entre las tetas. Aprisiona aquel barrote de carne entre ellas y comienza a deslizarse por el medio, por el túnel que forma mi carne llena y palpitante. Aunque soy tetona, no me alcanzan las tetas para envolver tal enormidad, la carne negra, venosa, pulsante, sobresale por entre la mía, nívea y aterciopelada, y cada vez que emerge punzante y victoriosa, se encuentra con mi lengua, con mis labios, con mi boca golosa y anhelante, se la chupo, se la muerdo, le doy sensuales lamiditas aquí y allá, se la escupo y se la vuelvo a chupar saboreando mi propia saliva mezclada con la delicia láctea que fluye de su omnisciente tercer ojo.
Cuando me pone en cuatro todo mi cuerpo tiembla, en realidad yo no me muevo, él me maneja a su antojo, como si no tuviera voluntad propia, me echa como una perrita en celo sobre la cama y se sitúa tras de mí... siento la cabeza de su verga tanteando la entrada a mi santuario amoroso. Me agarra de la cintura y me la mete de a poco, aunque ya es la segunda vez que estamos juntos, sigo sintiendo que me rompe, que me traspasa todo con esa herramienta de placer que maneja con tanta habilidad y soltura. Me la deja adentro un instante, sin moverse, dejando que mi concha se adapte a su volumen, y entonces empieza a moverse, dentro y fuera, metiendo un poco más con cada empuje, entrando y saliendo con la fuerza de un orangután, haciéndome saltar las lágrimas cada vez que me llega al fondo. No es que me duela, ya habíamos superado eso, pero cuando me la mete toda, sentía como que me empuja todo más para adentro, útero, matriz, vejiga, lo que me provoca una sensación de reviente que solo puedo canalizar a través de las lágrimas.
No sé cuánto tiempo estuvo cogiéndome así en cuatro, el tiempo que haya sido me resultaba poco, quería más, siempre quiero más, pero con Awekonosecuanto "mas" se traduce en mucho, mucho más. Cuando me la sacó, dándome un breve respiro, me di la vuelta, y me enfrente a él, las piernas abiertas, los pechos rebosantes, de nuevo la acomodó entre mis gajos, y me penetró suave, delicadamente, fluyendo a través de mí, yéndose a guardar en lo más profundo de mi intimidad.
-¡Ahhhhhhhhhh...!- gemí al tenerlo dentro mío, llenándome, rebalsándome, colapsando mi carne con su carne.
Con una mano lo aferré de la nuca y lo atraje hacia mí, para besarlo, perdiéndome en sus labios, mientras que con la otra lo agarraba de las nalgas y lo empujaba contra mi cuerpo, sintiéndome cada vez más llena, más cogida, más reventada.
-¡Cogeme...cogeme...!- le pedía entre suspiros, aunque no hiciera falta, ya que enseguida y por sí mismo, dio por iniciado ese delicioso vaivén con el que parecía llegarme hasta la garganta.
Bajaba la vista y veía como esa inmensa negrura me entraba hasta los pelos, entraba y salía, deslizándose con la más absoluta fluidez, arrastrando consigo una sustancia blanca y pegajosa que parecía salirme de adentro y que nos empapaba a ambos por igual.
Por momentos Awekonosecuanto podía ser suave, cariñoso, hasta romántico, pero cuando la calentura lo ganaba, se volvía furioso, aguerrido, impetuoso, mi conchita ya se había acostumbrado a esos embates, los cuales esperaba con suma ansiedad, ya que era lo que más me gustaba, que me cogiera a lo bestia, como si no tuviera fondo, que me sacudiera las gambas como si fuera a arrancármelas del cuerpo y hacerlas saltar por los aires de tanto cogerme.
Un último embiste y se quedó adentro, podía sentir los estremecimientos previos al derrame, esa fuerza contenida a punto de explotar, las venas que se hinchan a su máxima expresión, la carne que se tensa y palpita, los suspiros que arrecian y entonces sí... la leche que fluye como si aquel fuera su cauce natural, la esencia natural de hombre que se mezcla con la mía, formando un único e indisoluble torrente, caudaloso, vivo, latente, la esencia misma de la vida ardiendo entre mis piernas. Se lo había pedido en el momento de mayor excitación:
-Quiero que me acabes adentro... quiero sentirte, tenerte siempre conmigo-
No se opuso, y ahí estaba derramando su semilla en mi interior, regando mis entrañas con una descarga tan violenta y efusiva que acusé el impacto. Me quede como desmayada, gozando con él, mezclándome con él, "muriendo" con él, temblando, desfalleciendo ante cada bombeo.
Lo abrace, lo besé, me comí su boca, sus labios, su lengua, me hubiera comido su pija si no la hubiese tenido enterrada en la concha, surtiéndome leche a morir.
Nos quedamos un buen rato tendidos en la cama, él sobre mí, dentro mío, suspirándonos, licuándonos el uno dentro del otro, dejando que el placer se hiciera carne en nuestros cuerpos.
Cuando me levanté, ayudada por sus fuertes brazos, el semen de Awekonosecuanto me chorreaba por entre los muslos, tibio, espeso, cargado de testosterona. Nos duchamos juntos, sin dejar de besarnos ni acariciarnos, parecíamos magnetizados el uno con el otro, recorriéndonos, sobándonos, chupándonos.
Salimos juntos del Rampa Car, tomados de la mano, caminamos hasta donde había dejado la camioneta con placa diplomática y subimos. Me dejó a una distancia prudencial de mi casa, de allí me tomé un taxi y de vuelta a la calidez del hogar. Mi suegra (¡divina!) había pasado a buscar a Ro por la guardería y ya lo tenía bañado y comido. Al rato llega mi marido. En un santiamén preparo unos fideos con una salsa envasada y cenamos los tres juntos. Mientras hablamos de los sucesos del día y de las actividades de cada uno, no puedo evitar rememorar mi encuentro con Awekonosecuanto, sintiendo aun su simiente dentro de mí, alojada en algún lugar destinado solo para él.
No es la primera vez que me pasa, esto de enamorarme de alguien con quien solo debería pensar en coger. Pienso en mi tío Carlos, en Bruno, en Vicente, y ahora Awekonosecuanto. ¿Hasta cuándo? No lo sé, por lo menos hasta que pueda complacerme, después Dios dirá.

20 comentarios - Ebano y marfil (3ra Parte)

garrote2373
Excelente!!!!!!!! Vengo bien de máquina, y hasta tenía la fantasía de cruzarte en la plaza de San Justo, pero después de lo que contaste con el negro me doy por vencido. Y para colmo te enamoraste!!!!!!!! Ahhhh noooo... No hay caso, tus historias no tienen desperdicio.
arerbacsa
mortal nuevamente maritainfiel que buena la descripcion que haces de los momentos de calentura

van puntos
EL_PROFE25
Excelente como siempre!!!
Muuuy caliente!!
Me encanto!
Gracias por compartir
sleepmaster
Bien, Marita!!!! Me matan tus relatos... no solo quedo al palo y durísimo... además escribís para un Nobel!! Te dejo mis puntos de hoy.
Bichi37
Grosa y groso...me encanta la idea del negro potenciado, pero me mató el detalle del reconocimiento a la suegra, que te cuida al gordo ...es el toque tierno jajaja.
cai666curly
cada vez mejores tus relatos, cada vez me dejas mas caliente 😎
Diegodi35
excelentes!!!!!! no podes ser tan viciosa jajajaaj
1976elzurdo
perfecto simplemente genial la verdadu forma de relatar es exelente ,van puntos,no soy un ebano pero lo que tengo seguro que da para varios relatos ja ja avisame siempre listo
belumita
me encanta nena!!!! una pija negra es lo mejor!
Adoro tus relatos!
Feliz cumpleaños!
Besos
bachamos
perfeccion narrativa al servicio de la calentura colectiva (ahi tenes, en verso y todo 😉 jajaja)

sos lo mas marita, segui por favor

Ebano y marfil (3ra Parte)
ludaza
Con cada relato, te vas superando a vos misma, son excelentes y espero que el próximo no se haga esperar tanto como esta tanda de 3, =mente valieron la pena!!!
borracho_tuerto
Como te dije, estoy leyendo y disfrutando tus antiguos relatos, y veo que Awekonosecuanto...jajaja, tu amigo africano, llena todas tus aspiraciones sexuales y pasionales!!
Frases como: "Cogeme...cogeme, le pedía entre suspiros" y "Quiero que me acabes dentro...quiero sentirte, tenerte siempre conmigo", me vuelven loco de la calentura linda-
Eres una extraordinaria narradora erótica querida, sin duda LA MEJOR!!
Y a la espera ansioso del próximo relato mi niña...Besos!! +10

petera
lucas789
Genial el relato, los demás también. Escribís tan bien.
¿que significa aterciopelado? Lo usas mucho en: "ébano y marfil".