Mi primer relato

Mi primer relato
Tenía sólo 13 años, todavía lo único que había sentido de una mujer por ese entonces era un beso un inocente beso adolescente a la salida del colegio.
Mi viejo, como todos los veranos, salía a vender conmigo sus joyas por los comercios de la costa, buscando nuevos compradores y sintiendo la brisa del mar a través de la ventanilla del Duna modelo 91. Qué más podía pedir un chico de mi edad? Un paseo con su padre por las ciudades de la costa, como dos nómades buscando la manera de vivir. Fué en una de nuestras paradas usuales cuando la conocí a ella, Gabi, la hija de Pocho un muy buen amigo de mi viejo. Fue un mediodía caluroso cuando llegamos a las Toninas, el lugar en donde Pocho y su familia habían alquilado una modesta casita para pasar 15 días de Enero. El asado estaba listo, Gabi en ese entonces tenía 19 años, estaba sentada a la izquierda de su padre, nos presentaron e inmediatamente puse mis ojos sobre ella. Tenía un cuerpo absolutamente hermoso, era chiquitita, flaquita, unos ojos negros penetrantes, unos labios finitos, contorneados, una cola turgente, pechos chiquitos que se disimulaban debajo de su bikini, atreves del cuál podía adivinar la figura de unos pezones duros y oscuros. El asado transcurrió hermosamente, pude comprobar que Gabi por alguna razón se interesaba en mí, me miraba, nuestras miradas se cruzaban, cuando se dirigía a mí lo hacía mirándome fijamente, intercalando su mirada entre mis ojos y mi boca. Yo no sabía mucho de la vida en ese momento, pero si algo sabía era que eso significaba guerra.
Luego del asado nos dirigimos a la playa todos juntos, Pocho y su mujer llevando la clásica heladerita con el whisky enfriándose.
Gabi se metió al mar, la vi partir meneando esa cola hermosa, con su bikini negra enterrada bien adentro y su pelo corto que por momentos ondeaba sobre su rostro. Cuándo se sumergió en el mar, frente a mis ojos, pude ver un gesto de invitación y claramente mi cuerpo se levantó del lugar y corrí al mar tras ella. Era una sirena, jugamos con las olas, nos tomamos de la mano para que las olas más altas nos encontraran revolcándonos por el suelo marino, la arena en su cuerpo cuando emergía del agua, todo era fascinación para el niño de 13 años que ya no podía disimular la tremenda erección. En un momento rozó suavemente su cola contra mi verga, la notó dura, me miró a los ojos seriamente, una ola nos tumbó y al levantarnos su mano fué a parar directamente a mi dureza, la manoseo un poco, por arriba de mi short de baño con motivos floreados, fue solo un momento. Cuando terminó de incorporarse salió del mar, tuve que quedarme un momento para tratar de digerir la situación y hacer que mi verga baje un poco, sino sería un escándalo.
La tarde transcurrió amenamente, a las seis de la tarde mi viejo partió hacia Mar del Tuyú solo bajo la sugerencia de Pocho de que yo me quedase a dormir con ellos un día así podía descansar después de tanto viaje, al día siguiente mi viejo me buscaría nuevamente.
La noche cayó, cenamos todos juntos en la pequeña tapera de Las toninas, era Viernes por lo cual Gabi sugirió que paseemos un rato por el Centro solos nosotros dos, nadie objetó y entonces salimos a caminar.
Durante nuestro paseo charlamos, yo por supuesto no podía dejar de pensar en ella sexualmente, en cogerla de mil maneras, por lo tanto la charla por momentos se volvía nerviosa de mi parte ya que no podía disimular esto último. El camino nos llevó sin querer hacia la playa, nos sentamos solos, sin nadie alrededor a mirar el mar de noche. Luego de un par de miradas comenzamos a besarnos, pero ella no me besaba de la misma manera que las chicas de mi edad, había algo en sus besos, una intención secundaria, nos empezamos a sentir, puse mi mano en sus piernas y comencé a subir, pude tocar toda su cola por debajo de una pollerita muy corta, tenía puesta una tanga, manoseé todo su culito hermoso, lo recorrí, pude sentir como le gustaba, la senté arriba mio y corrí su blusita para poder ver esos pezones, oscuros, duros, los lamí, la sentí gemir arriba mio, recorrí sus tetas con toda mi boca, mordí suave sus pezones, estaba totalmente excitado, nunca había podido hacer esto con ninguna mujer. Su mano bajó hasta mi pantalón, bajó el cierre y comenzó a manosear toda mi verga durísima, estaba tan excitado que ya tenía un poco de leche en la punta, acercó su boca a mi oreja y me dijo – “Te la voy a chupar toda”. En ese momento todo giraba dentro de mi cabeza, tenía tanta excitación, me sentía dentro de una película porno y no podía creer que esto me estaba pasando a mí, un nene de 13 años. Bajó y sin ningún preámbulo empezó a lamer la cabeza de mi verga, la masajeaba con sus manos, pasó toda su lengua por mi cabeza hasta que la metió toda en su boca, chupaba sin control, escuchaba el ruido de su boca mamándome y el ruido del mar de fondo, comenzó a seguir sus movimientos agarrando mi verga con las manos, me pajeaba y chupaba, cada vez mas fuerte, puse mi mano en su nuca, gemía sin control, un placer hermoso comenzó a vibrar desde mi espalda, todo mi cuerpo se endureció, ella no paraba de succionar, tiré suavemente de su pelo y mi leche comenzó a salir, ella no la dejaba escapar de su boca, ya no chupaba mas pero mi verga seguía en su boca, pude sentir y escuchar como tragó toda mi descarga. Se incorporó y me besó, yo seguía caliente, la acosté boca arriba sobre la arena y corrí su tanguita, la abrí de piernas, nunca había visto una conchita en vivo y en directo en mi vida, fuí subiendo por sus piernas con mi boca, ese olor hermoso, ese olor que me inundaba, que hacía reverberar mi costado mas animal. Enterré mi boca entre sus piernas, comencé a chupar sin tener la menor idea de lo que estaba haciendo, ella estaba tan mojada, primero la besé, la recorrí con mi boca, sentí sus jugos empapar mi cara, ella gemía y yo chupaba sin parar, sus gemidos aumentaban, mi boca se llenaba de sus jugos, sus manos recorrían mi cabeza, podía ver como se tocaba las tetas cuando no recorría mi pelo con sus dedos, eso me excitaba aun mas, terminó despidiendo un hermoso gemido, arqueando su espalda, yo no podía mas de la excitación nuevamente. Se incorporó, me miró y me dijo – “No tengo preservativos”- se puso en cuatro y automáticamente yo me coloqué detrás. No tenía ni la mas mínima idea de lo que iba a suceder. Agarró firmemente mi verga con su mano, comenzó a frotarla contra su conchita, primero suave y luego mas fuerte, la mojó toda, una mezcla de sus fluidos y mi saliva que todavía se encontraba ahí. La metió un poquito, solo la punta, yo manoseaba su cola hermosa, la recorría toda con mis manos, estaba total y furiosamente caliente. Luego de un rato de jugar con mi verga en su conchita sucedió algo totalmente inesperado, abrió mas sus piernas, arqueó su espalda, dirigió mi verga empapada hacia su cola, me miró a los ojos y me dijo –“Como no tengo forros, cógeme por la cola.” Dios mio, no solo me estaba desvirgando, sino que me estaba pidiendo que le rompa el culo, yo que nunca había visto en vivo una mujer desnuda iba a cruzar varias barreras en un solo acto, no era momento para pensar. Comencé a penetrarla, quizás un poco mas fuerte de lo que me hubiera gustado, a lo que ella gentilmente me dijo –“Así no, así” y dirigió con su mano el camino de mi pija. Comenzó a meterla, suave podía sentir ese ano abriéndose, dando lugar a mi verga, cada vez mas adentro, lo metió todo suavemente. Ella gemía totalmente clavada por mi verga, comencé a moverme suave para no lastimarla, cada vez mas rápido, veía como ella a su vez frotaba su conchita, gemía cada vez mas –“Cogeme así, mas fuerte, sí así, dale pendejo.” Me miró nuevamente y soltó la frase mas hermosa de toda la noche –“Dale lindo, rompeme el culo.”- Mi verga entró hasta el fondo, la apreté de las tetas, se las retorcí con la punta de mis dedos, esos pezones durísimos, mas fuerte –“Así te gusta?”- decía ella, no podía mas. La cogí más fuerte, todavía puedo recordar la presión de ese culito sobre mi pija, empecé a moverme más fuerte, cogiéndola más duro, mi verga dura entraba hasta el final y volvía a arremeter. Gemía desesperada, muy fuerte, empezó a acabar y soltó un último grito –“Sí, así, llename el culo de leche pendejo!”- y sus deseos fueron órdenes. Como sino hubiese habido una primer acabada en su boca mi leche comenzó a salir de a montones, con una última embestida le terminé de abrir ese culo hermoso y llenárselo de mi leche. Que noche por favor.
Por supuesto esto no terminó allí, volviendo para su casa me montó como una cowboy salvaje en un descampado al lado de su casa, luego me volvió a chupar la verga en la cocina con sus padres durmiendo en el cuarto siguiente. Una verdadera criatura del sexo, que de la manera mas dulce y animal me regaló mi primera vez, sentando un precedente para el animal del sexo en el que me convertiría a partir de ese momento. Gracias Gabi, nunca te voy a olvidar, si cierro los ojos puedo oler tu cuerpo nuevamente.

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