la nena de papa parte 1

- Marta, cariño, tenemos que hablar – me dijo mi padre.

- ¿Qué ocurre, papá?

- Una cosa de la que no puede enterarse tu madre.

- ¿Qué es?

- ¿Me prometes que no le vas a contar?

- Te lo prometo.

Me llamo Marta y tengo 18 años. Vivo con mis padres. Soy una chica más bien bajita, de 1,58 cm, de pelo moreno y largo, ojos marrones que suelo llevar bajo mis gafas de pasta de color negro. De cuerpo soy delgadita, peso unos 50 kg., a veces menos, pero se me notan las formas, de hecho mi pecho suele generar comentarios positivos entre mis compañeros ya que es voluminoso para mi pequeño tamaño.

- Marta, como sabes no estamos en un buen momento económico...

- Lo sé, papá, desde que perdiste el trabajo estamos más apurados. Yo ahorro en lo que puedo.

- Sí, y menos mal que aún nos queda el sueldo de tu madre... El tema es que a mí no me sale nada de trabajo pero me han ofrecido una cosa en la que tú podrías participar.

- ¿Yo?

- Sí, es algo muy sencillo, es una sesión de fotos para una página web de bikinis. No es nada sucio, pero sé que a tu madre no le haría gracia, y nos pagarían bien.

- Pero yo... no sé si les gustaré, no me han visto.

- Les he enseñado una foto tuya y dicen que eres la candidata adecuada. Lo sé, debí preguntarte antes... Pero no me he comprometido a nada, sólo he preguntado. Y sobre todo, nos pagarían bien, eso sería importante.

- ¿Y qué le diremos a mamá del dinero que nos paguen?

- Que encontré un trabajo a tiempo parcial... ¿Eso es un sí?

- Mmm, sí, no sé, ¿no tiene nada de malo, no?

- No, Marta, son sólo bikinis, no es nada más.

Mi padre, Carlos, seguía siendo un hombre joven. Dejó embarazada a mi madre cuando él tenía 17 y eso le cambió la vida, le hizo tener que renunciar a muchas cosas de su juventud y empezar a trabajar desde muy temprano para sostener a la familia. Un trabajo que recientemente había perdido y ahora estaba como loco. Es un hombre alto, muy alto, de 1,85, moreno, en forma, porque siempre ha hecho trabajos físicos (era bombero) y tenía que estar muy en forma, algo que seguía cuidando. Me había fijado a veces en sus abdominales cuando me llevaba a la piscina, y en su torso sin vello. Cualquier comparación con los chicos de mi edad que se supone que me tendrían que gustar era muy beneficiosa para mi padre. Pero era mi padre, sencillamente, y yo estaba contenta de que lo fuera.

Llamamos al timbre. Era una simple reunión para conocernos y para hacer unas pocas fotos de prueba. Nos abrió una señorita, Macarena, de unos 30 años, muy sonriente, con el pelo recogido y gafitas, y nos llevó donde Diego, un fotógrafo de unos 40 años, alto, delgadito y con perilla. Nos pasó a su despacho donde estuvimos hablando. Me explicó lo mismo que me había contado mi padre y las condiciones me parecieron bien. Pero me propuso que antes de firmar el contrato hiciéramos unas fotos de prueba para ver cómo me sentía.

Yo me había llevado un bikini de casa, puesto debajo de la ropa, un bikini que no era sexy y no mostraba nada. Al verlo Diego dijo que era perfecto para la prueba. Siempre con un ambiente de seriedad y un tono tranquilo. Mi padre estaba presente en todo momento pendiente también de cómo me sintiera yo. Le eché una mirada tranquilizadora y una sonrisa para que viera que no había problema. Me hizo algunas fotos, me indicó que realizara algunas poses, todo muy normal, y a continuación nos fuimos al ordenador y me enseñó el resultado y me dijo:

- De éstas, yo me quedaría con esta de aquí y esta otra, siempre hay que hacer bastantes fotos y nos quedamos con unas pocas.

Quería que yo entendiera claramente de lo que se trataba. La web para la que trabajaba aún no se había creado, no la podía encontrar en Internet, buscaban tener antes unas cuantas fotos originales para el lanzamiento.

Me dio el contrato, de varias páginas, que firmé sin leer entero, sólo las partes que me iba indicando Diego que eran importantes: mis datos, el sueldo, la cuenta de ingreso... confiando en la persona que tenía enfrente. También el nombre de la web, que me llamó la atención. Se llamaba “la nena de papá”. Me entró una risita y me explicó que para los padres sus hijas son unas princesas y siempre quieren darles todo, y son ellos los que las complacen, así que las chicas que aparecerían en la web luciendo aquellos bikinis y vidas confortables serían nenas de sus papás, aparte de que era una web dirigida fundamentalmente a los padres para encontrar ideas con las que complacer a sus hijas.

Entonces se dirigió a mi padre y le dijo que en algunas de las fotos haría falta que apareciera la figura paterna. Que podrían usar a un actor o participar él, como prefiriera. Al decirle que era remunerado, mi padre dijo que no le importaba participar. Él tendría también que aparecer en bañador a veces, y Diego le dijo que al verle tan musculado ni siquiera haría falta hacerle la prueba. Le propuso desabrocharse la camisa y Diego sonrió:

- Es perfecto. No necesitamos más. Tengo aquí también preparado tu contrato por si quieres firmarlo ya.

Mi padre ni siquiera se molestó en leer nada y corrió a firmar, no siendo que aquello se lo quitaran de entre las manos.

- Bueno – dijo Diego – pues ya tenemos al papá y a su nena. ¿Os veo mañana por la tarde? Si os va bien.

- Sí, está bien – dijo mi padre – porque Marta tiene clases por las mañanas, ¿a ti cómo te va, Marta?

- Me parece bien.

Y así la nena y su papá nos fuimos a casa. Decidimos no contar nada esa noche a mi madre, porque la conocemos y se habría puesto toda enfurecida. Era una mujer muy fría, creo que mi padre sólo está con ella porque es mi madre, y hasta me sorprendería que tuvieran algún tipo de intimidad. Siempre habla mal con mi padre y es el polo opuesto a mí que intento ser cariñosa con él y siempre estoy abrazándole y halagándole. Conmigo mi madre tampoco es muy simpática, podríamos decir que mi verdadera madre es mi padre.

Al día siguiente fuimos a la hora acordada y de nuevo nos abrió Macarena, que nos dijo que estaba ya todo listo y que ella ayudaría a Diego con las fotos. Diego nos recibió muy sonriente y con la cámara al cuello:

- Hola, chicos, bienvenidos, ¿cómo estáis?

Macarena me dio un bikini para que me lo pusiera y me indicó un cuartito que había para vestirme. El bikini era mucho más sugerente que el mío. Era de color violeta. No tapaba totalmente mis pechos, y la parte de abajo era un tanga. Me sorprendió un poco porque esperaba algo más discreto pero al fin y al cabo era un trabajo y nadie me había dicho que no pudiera usar tanga. Cuando salí, me encontré con que a mi padre le habían dado también un bañador y lo tenía puesto. Un bañador tipo slip, azul claro, muy prieto y que marcaba mucho su paquete. La verdad es que durante unas décimas de segundo, al mirarlo de arriba abajo, mis ojos se detuvieron en esa parte. Estaba muy guapo.

- Marta, ponte esas gafas de sol y el sombrero y túmbate en esa hamaca – me indicó Diego.

Así lo hice. La hamaca estaba delante de un panel con un fondo playero, como si estuviéramos delante del mar. Me hizo varias fotos, me indicó que sonriera, que me quedara seria, que doblara la pierna...

A continuación hizo entrar a mi padre en escena, con una bandeja con un vaso de refresco con pajita. Junto a la hamaca había una mesita. Diego no paraba de hacer fotos y Macarena observaba para que todo estuviera correcto. Papá entró como un camarero, puso el refresco en la mesita mientras, a indicación de Diego, yo miraba al mar y mi padre miraba mi cuerpo. Después, cuando mi padre se marchaba, de espaldas a mí, era yo quien tenía que mirarle. Le dijo a mi padre que se quedara quieto y después yo cogía el refresco y empezaba a beberlo con la pajita sin dejar de mirar a mi padre por detrás.

Aquello tenía un tinte un poco extraño para ser el papá y su nena, pero nos pareció divertido y volvimos a casa entre risas de las situaciones.

Al día siguiente volvimos y el fondo seguía siendo el mismo. Mi bikini era otro, esta vez de color negro y también con tanga, y tenía que tumbarme sobre una toalla. Mi padre tenía un bañador similar al del día anterior pero de color verde oscuro. Él tenía que echarme crema por la espalda. Diego iba haciendo fotos de absolutamente todo y Macarena iba suministrándonos los materiales. Hubo un momento en que Diego dijo a mi padre que me desabrochara la parte de arriba del bikini:

- Como está tumbada no se va a ver nada – dijo Diego - ¿te parece bien, Marta?

- Sí, no hay problema.

Y lo hicimos así. Mi padre echándome crema. Diego insistía en que se acercara más con su cuerpo al mío y hubo un momento en que noté que algo duro rozó mi muslo por unos instantes. Me dio vergüenza preguntarle después a mi padre de qué se trataba.

- Vale – dijo Diego mientras yo me volvía a colocar el bikini -. Ahora quiero que Carlos se siente frente al mar con las piernas abiertas y que Marta te sientes delante de él, entre sus piernas, muy pegadita a él.

Así lo hicimos:

- Más, más juntitos, y Carlos, con la derecha cógela de la manita.

Estábamos tan pegados que ahora sí yo podía sentir la dureza de su masculinidad por encima de mi culo. Mi padre se había excitado, pero era normal debido a lo sexy de la escena.

- Ahora, Carlos, bájale un tirante del bikini para que salga del hombro.

Así lo hizo. Lo siguiente fue que me pasara las dos manos por la tripita. Después nos sugirieron que él me desabrochara la parte de arriba pero que yo me sujetara con las manos para que no cayera. Hizo unas fotos por detrás con mi espalda descubierta.

- Vale, vamos a ser un poco más atrevidos – dijo Diego – ahora, Marta, quítate la parte de arriba por completo pero deja tus manos sobre tus pechos.

Lo hice y podía notar que mi padre estaba cada vez más duro. La situación era un poco más erótica pero en mi mente estaba el dinero que tanto necesitaba mi familia, no podía empezar a poner pegas al segundo día a un trabajo bien pagado.

- ¿Cómo os lleváis entre vosotros? ¿Sois amigos? – preguntó Diego.

- Sí, nos llevamos bien, como padre e hija – contestó mi padre.

- Entonces no te importará que usemos tus manos en vez de las de tu hija para tapar sus pechos.

- Bueno...

- Eres su padre, no pasa nada, jajaja, es como tocar parte de ti.

Me pareció curioso que la pregunta había ido a mi padre y a mí no se me pidió permiso. De repente noté que bajo mis manos se colaban otras manos, las de mi padre, acaparando mis pechos y yo dejé las mías caer. Me dejé hacer. Era papá. Y yo su nena.

(continuará...)

1 comentario - la nena de papa parte 1

danton17
Buen relato. Buena narrativa y al final va subiendo la temperatura.