Cuentos para un albañil, Noelia vecina

Así que me encontré por esos meses, con una relación fogosa con mi madura tía, lo malo que nos veíamos poco, siempre temerosa y con razón, siempre en el medio el tema de la familia, mi mama, su hermana, yo la tranquilizaba diciéndole salvo que nos filmen culiando, es normal que visites a tu sobrino, no la conformaba mucho mis argumentos y lo bueno eran muchas cosas, en su experiencia me enseño muchas cosas, el sexo era muy bueno, pienso que no era el mejor porque faltaba el sentimiento, de mi parte al menos, me gustaba como mujer, buenos polvos, pero más allá de eso nada y lo otro es que andaba becado, me compraba cosas para el departamento, ropa, calzados, plata en efectivo, siempre que venía mi vieja, notaba algo nuevo y antes las preguntas declaraba que lo compraba con mi trabajo y justamente a través de ella, por intermedio de su marido, entre en tareas de mantenimiento en un centro de salud, como empleado del estado, seis horas a la mañana, lunes a viernes, sueldo de empleado público, malo si tenes carga familiar, bueno si sos soltero, un laburo piola, por demás piola.
El tema con mi viejo, si bien es cierto estaba cerrado, no era tan cierto para mi, sentía una enorme culpa, dije cosas terribles, innecesarias y en realidad, era yo el que no me perdonaba a mí mismo, cuando terminó el cuatrimestre y había metido todas las materias, con lo justo nada que uno pueda enorgullecerse, me emociono la cara de satisfacción de mi viejo y encontré en eso el motivo para, como decirles, pedirle perdón a mi manera y de paso perdonarme a mí, así que me puse las pilas, no estoy diciendo que me mataba 12 horas estudiando, nada que ver, estudiaba lo necesario, aprobaba holgado, nada de extremos, pero era efectivo.
Así que a los 20 años, una rutina linda mi vida, trabajo a la mañana, estudio a la siesta y mucho deporte, me gusta correr y las artes marciales, en la tarde noche facultad y si por ahí tenia suerte, la bella tía aparecía un sábado para que toda la tarde me robe la leche.
Nunca fui de ir a bailes y reuniones, ni de adolecente, así que por ese lado actividad social no tenia, los compañeros de la facultad después de mi tercer o cuarto rechazo a salir, medio me rotularon de mala onda y dejaron de invitarme, así que los viernes y sábados, era de acostarme temprano, jugar un rato en la computadora, ver televisión o alguna película o estrellarme con algún libro tipo novela.
En la facultad, no precisamente en mi carrera aclaremos, que de mujeres hermosas por favor, dignas de los más bajos instintos y a pesar de mi escasa pero buena actividad sexual, no se me cruzaba algo que despertara ese instinto depredador, alguna que otra sirvienta y eso que son mi debilidad, cuando por ahí en el centro de salud tiroteaba, pero no superaba de dos o tres polvos y le daba el olivo, creo que en cierta forma buscaba en esas mujeres, eso que tanto me gustaba de Marta, uno aprende con el tiempo que cada una de nuestras mujeres en nuestras vidas, es única, irrepetible, irremplazable, ninguna se compara, ninguna se parece.
El departamento donde yo vivía, formaba parte de un complejo de seis departamentos, una propiedad horizontal, el único que vivía solo era yo, era el departamento mas chiquito y el que más al fondo estaba, en los otros habitaban familias completas, se entraba por un pasillo, de apenas dos metros de ancho, largo, ver cables colgando vaya uno a saber de son, siempre alguna luz faltaba así que por la noches, era recorrer las penumbras por etapas, plantas al costado contra la pared, disimulaban testarudamente con la apariencia de conventillo.
Recorrer ese pasillo es entrar pedacitos en la intimidad de cada familia, a veces se escuchan las risas, los gritos de las peleas, los portazos, los gemidos de las pasiones, los llantos de los desconsuelos.
No conocía a nadie, saludaba amablemente cuando me cruzaba con alguien en el pasillo y podía saber qué departamento ocupaba, pero nada más.
Un día de semana, bien noche, 23 hrs, tocan a mi puerta, yo estaba en cama, una remera de dormir, esa que tiene algo que no queres tirar y que para no tirarla en su última función le asignaste con enorme cariño la función de pijama y en bóxer, atendí por la ventana encendiendo la luz, era una vecina, no sabía exactamente cuál era su departamento, me cuenta que su hija había provocado un corto circuito con un aparato de audio y que se había quedado sin luz y que la vecina del primer departamento, una vieja chusma de mierda, esas que siempre están mirando por la ventana, esas que saben vida y obra de cada humano cerca, le había dicho que yo trabajaba de electricista y que por favor le perdone la hora, que bla bla, que si la podía ayudar.
Soy un odioso lo reconozco, casi maleducado, es más fuerte que yo, mas si estoy acostado, estrellado con un libro, buscando mi sueño, quería mandarla a la mierda a la vecina, era un señora grande, bajita, algo gordita, vestida con camisón, envuelta es una bata de cama, pero me lo pidió de una forma, casi como lo haría mi abuela, aun así no pude con mi ferocidad verbal
-bueno señora ya voy, estoy en cama, me tengo que cambiar y no crea que mucho pueda hacer de noche, por si no lo sabe es peligroso trabajar con corriente eléctrica en la oscuridad.
-Si joven, perdone que lo haya molestado, lo entiendo, si puede mañana véalo por favor, es que necesitamos tanto la luz.
Su tono de voz, me mato la señora, me sentí un miserable.
-ya voy señora, no se preocupe si podemos lo solucionamos ahora nomas.
Me indico cual era su departamento, me cambie rapidísimo, agarre mi caja de herramientas, luz de emergencia y una linterna, la señora me estaba esperando en la puerta y si algo le faltaba a eso de sentirme un miserable, al entrar a la casa, me topo con un nene de capacidades diferentes, sentado en esas sillas especiales, haciendo gestos alegres por mi entrada, su hermosa inocencia, me quede atónito, enmudecido, impresionado… la señora dijo
-Se llama Matías, está contento, le dije que tratarías de arreglar la luz, le gusta mirar la tele
Me acerque a Matías, sentirme el corazón que se había detenido, aguantaba la humedad de mis ojos, le acaricie la cabeza y cuando le daba un beso, le prometí con mi pensamiento, vas a tener la luz, hermoso Matías, así te la tenga que bajar de la distribución eléctrica de la calle.
Fui a ver los fusibles y como en mi departamento cuando llegue, tenia esos que eran como focos, que se enroscaban, con un alambre al medio, del año del ñaupa, mire con un buscapolo y antes del fusible, había energía, así que los repare y antes de volver a ponerlos, le pregunto donde había sido el corte, porque si seguía el mismo, me volvía romper los fusibles
-si joven, espere un segundo que ya viene mi hija, que se está cambiando como puede en la oscuridad, esto paso justo cuando ella terminaba de bañarse, quería escuchar música y cuando conecto el equipo, hubo chispas
-a ver si la reta a su hija señora, saliendo del baño, mojada a enchufar un aparato, que inconsciente
-si m’hijo por suerte no paso nada
La dulzura de la señora conmovía y para hablar de conmoción, apareció la hija, una flaca tipo de mi edad, 19 añitos, piercing al costado de una boca enorme, ojos grandes, pelo lacio castaño claro, se notaba teñido, un baby doll crema con lunares para dormir dos piezas, pantaloncito medio cachete afuera y remerita escotada sugerente, unos zapatos que era como unas ardillas que parecían peluches, un cuerpito torneado, no exuberante, todo paradito todo altamente cogible, mortal la pendeja cumbierita, me enamore al toque.
-como te va, me llamo Noelia
Una soltura la pendeja, beso jugoso en el cachete, con el pelo húmedo y la piel fresca del baño
-mil gracias por ayudarnos, vení que te muestro en mi pieza el enchufe que hizo chispas hasta que se cortó la luz,
Se dio vuelta indicándome el camino, me puso en la vista ese hermoso culo que mordía el pantaloncito crema de los lunares rojos y camino delante mío contorneándose, Yo en una mano la caja de herramientas, en la otra la luz de emergencia y mis ojos en el culo de la pendeja, es la verdad no podía, no debía, no quería, mirar otra cosa, por favor que pendeja criminal.
Entramos a su pieza, un quilombo de aquellos, medio esquivando ropa en el piso, zapatillas, útiles, poster, yo pensé que era desordenado, hasta que llegamos a su cama, detrás de la cama estaba el enchufe, mire con la linterna, todo negro derretido, el cable del radiograbador estaba ahi todavía, le digo que me ayude a correr la cama para anular el enchufe
-no lo podes arreglar
-y no, hay que cambiarlo entero, lo anulo y damos la luz en la casa, mañana compran y en ratito se cambia.
-¡ufa! Que mala suerte
La boquita haciendo pucheros, caprichosita, para partirla a pijasos.
Trataba de acomodar la luz y poder trabajar para anular el toma corriente cuando la pendeja se me acerca, se agacha a manera de hacer la pis, abre las piernas y me dice mirando, dame que yo te ayudo, casi no podía ni manejar el alicate, con las piernas de la pendeja abiertas a lado mío, el olor de recién bañada.
-¿no te dan miedo los cables?, ¿qué te de la corriente?
-No hay luz ahora, pero si me da un poco de miedo
-yo tengo terror, cuando era chica un televisor me dio la corriente y me asuste mucho
Y la mire descaradamente, le mire el centro de sus piernas abiertas, la pendeja atorranta no solo me devolvió la mirada, sino con mirada guerrera, segura de ella misma, segura de saber que me comía la cabeza.
-Te lo dejo anulado, este cable del grabador no sirve más.
-Y saldrá mucho el arreglo del enchufe y comprar otro cable para poder escuchar música.
-Mucho no te sale, el cable se le cambia el enchufe y sigue sirviendo, a esta hora no hay donde comprar, solo puedo anularlo.
-Que mala suerte, (haciendo pucheritos con la truchita).
-Menos mal que no te paso nada, estás loca, como saliendo del baño, toda mojada, se te ocurre enchufar un aparato
No dijo nada, solo dejo la luz de emergencia apoyada en el piso, apuntando hacia donde estábamos los dos, ella se paro y yo de rodillas, juntaba las herramientas y sacaba, los restos del tomacorriente derretido y el cable, cuando levanto la vista a la pendeja y puedo ver el pantaloncito suelto abierto en el centro de sus piernas, me mostraba sutilmente una bombachita y su remerita cortita sugerente me dejaba ver desde abajo su pancita y la parte de abajo de la tetas de la pendeja, que imagen sensual por favor y la mirada de la pendeja, dejándome que la mire, esa sonrisa particular.
Fui a dar a la luz, todo bien, Matías muy contento con su tele y la señora me pregunta cuánto me debe, le digo que nada, insiste en darme una x cantidad de plata, insisto malamente en no aceptarle y me dice pero
-joven toda la electricidad anda mal, si usted no me cobra no puedo llamarlo mas
Le pegue una mirada rápida al dpto y la verdad que estaba todo en mal estado, toma corrientes en mal estado, viejos, colgando, llaves, en fin… le explico someramente como salir del paso e ir solucionando paulatinamente el problema.
A todo esto la pendeja, parada a lado de la madre y que era muy linda bajo luz de emergencia, se puso más linda con la luz de los focos, no dejaba de mirarme a los ojos, fijamente, desafiante, yo que tenía que atender la conversación con su madre, me peleaba con mis deseos de devolverle las miradas y la atención a la conversación con su mamá no me dejaba.
Hablamos un rato mas, cosas como que andaba con poca plata, pero que mañana me avisaba para comprar y reparar lo más urgente, en eso Matías algo demandaba con sus gestos, la señora se despide de mí con los agradecimientos y le pide a Noelia, que me acompañe a la puerta, otra vez la pendeja se va adelante, contorneándose, descubrí que no tenía una tanga como pensé, sino esa bombachas anchas con bordados en los bordes y que a pesar de eso, la colita parada de la pendeja, mordían esa bombachita y ese pantaloncito, marcando esa rayita que tanto nos vuela la cabeza.
Pensé que se despedía en la puerta de su casa, cuando la veo que encara el pasillo y me pide que cierre la puerta y camina delante de mí, recorriendo pasillo hacia mi departamento, me pregunta
-¿mañana trabajas?
-si a las siete.
-Si te siento cuando pasas, yo a esa hora me estoy despertando para ir a mi trabajo
-¿donde trabajas?
-en un súper, ya ocho meses, entre como repositora y ahora estoy haciendo los cursos para cajera.
-que bien
-no te creas, mas de 10 horas estoy, pero bueno no me queda otra, no hay trabajo.
Casi en la puerta de mi departamento, se da la vuelta
-bueno acá te dejo, muchas gracias en serio, mi hermano no se duerme sin la tele y tenes que arreglarme primero mi enchufe yo no puedo sin mi música, sino te asesino ¿oíste?
Me dio un beso, tipo chupón en el cachete, mortal, la sonrisa de diabla, me dejo mudo y regresando caminó hacia su dpto, me le quede mirando descaradamente, en la puerta me saludo con la mano, la sonrisa, para desaparecer.
Que paja que me hice esa noche por favor en serio, que hermoso cuando una mujer puede elevarte de esa forma, comerte la cabeza.
Al otro día cuando regresaba de mi trabajo tipo 14 hrs, a la pasada por una ferretería, compre un toma corriente, si se daba de toparme con la pendeja, tenía una excusa, cuando llegue a la casa, al pasar por el dpto. de Noelia, dos electricistas trabajando, la señora sale a saludarme y me cuenta que el Padre de Noelia y Matías, los habían mandado, o sea a buscar otras oportunidades de volver a ver a la pendeja.
NI a palos de cruzármela, cuando ella regresaba, yo estaba en la facultad y cuando yo volvía ella ya estaba casi metida durmiendo, medio como a los tres días y con proximidad de exámenes, mi cabeza estaba otra cosa.
Un domingo, tipo tres de la tarde, calor mortal, tenia puesto un pantalón corto sin el bóxer, las bolas sueltas como campana, que le tomen aire, una musculosa y ojotas, había comido livianito, estaba como en un pequeño relax, pues estaba de lleno en un materia para rendir un final, tocan la puerta con golpecitos, me llamo la atención pues tengo timbre, me asomo por la ventana y era Noelia, haciéndome señas con las manos que me calle y que rápido le abra la puerta, le abrí y se mando para adentro de una, cerrando la puerta rapidísimo,
-que te pasa le digo
-nada, mi mamá cree que me fui a trabajar y no sabe que no tengo que trabajar hoy y bueno quería verte
Y me da un beso, una sonrisa alegre, tenía el uniforme del súper, un ambo como el de los médicos, pantalón y remera anchos, verdes claros, la marca del super, bien recogido el pelo hecho un rodete y un bolso como una mochila.
-¿Qué haces?, ¿qué calor que hace no?
Apoyándose en la mesa con una mano en la cintura, bien presumida
-un poco de relax, estaba estudiando
Señalando la mesa, donde estaban mis apuntes, libros
-bueno hace lugar que traje esto (sacando de la mochila medio kilo de helado, ese del súper de buena marca), trae dos cucharas y ya comemos, voy al baño ya vengo.
Cuando regresó del baño, el pelo suelto, un shorcito vaquero cortito con flequitos y una remera algo suelta blanca con un dibujo estampado en el centro, con un nudo chiquito justo arriba del pupo, que pendeja perra por favor..
-dale cheeee, que se va a derretir el helado
Casi tiro las cosa de la mesa y nos estrellamos con el helado y nacieron esas charlas eternas, me conto de su madre, esclava de su hermano, muy chapada a la antigua, que su papa se metió con una mina apenas tres años más grande que ella, que tenía un hermanito bebé, que ella dejo la secundaria, no tenían un mango, que tuvo que trabajar, se había tragado una radio la pendeja, que estuvo de novia dos años sin que sepa su mamá, pero se había peleado hace uso meses
-¿vos tenes novia? No me mientas
-no te miento, ¿me viste alguna vez con alguien?
-solo con la señora que por ahí viene
-mi tía, hermana de mi mama.
-Ahh pensé que…
-qué?
-nada
-Dale decime
-que eran amantes, viste
-Y te digo que sino fuera mi tia sabes que no
-cochino no digas así jajaja, (pegándome un chirlito, en conocida actitud de presumida la pendeja)
Peleando los dos por el último poquito de helado, amaga dármelo ella con su cuchara y me embarra la nariz riéndose a carcajadas y compartí su juego encantando de su frescura e impronta
-ya te lo limpio quédate quieto
Y se paró la pendeja, se me acerco y con la lengua me limpio la nariz, sonrió y me beso dulcemente y el siguiente beso me comió la boca y a lo siguiente se me sentó encima, abriendo las piernas, apoyándome el bulto, besándome con calentura guardada, calentura que no queres tener más, calentura que te la queres sacar.
Me beso comiéndome, con esa boca grande, la de los labios con el piercing, el pelo suelto, su olor era excitante, metí por debajo de su remera mis manos, recorriendo su espalda, jamás encontré el corpiño que pensé que tenía, busque entonces sus pechos, no muy grandes, pero paraditos y duros, de pezones chiquitos apenas salidos, pero bien duros, toda su piel suave, bien criolla como cómo la mía.
Agarre bien fuerte los cachetes de esa cola paradita, me pare caminando, la pendeja colgada de mi cuello, enfile derecho para mi cama, la pendeja me comía la boca, que manera de besarme, cuando llegamos al costado de la cama, me saco la musculosa y miro el pantalón corto, casi riéndose, porque me asomaba la cabeza de la pija por el elástico, metiéndome la mano, acariciándome la pija diciendo con esa voz de putita
-que enojado que esta parece y ni siquiera te pones calzoncillos
Me bajo un poco el pantalón y volvió a acariciarme la pija suavemente, bajando y subiendo la tela en la cabeza, como el buen comienzo de una paja y sobre todo no dejaba de besarme, de acariciarme con su labios, roces con su naricitas y de sus gemidos de placer siempre presentes, mostrándome siempre que disfrutaba ese momento, eso me calentaba terriblemente.
Después de pelear un rato con el nudo de su remera, pude sacársela, miraba extasiado ese cuerpo delgado pero de curvas definidas, dos tetas bien paraditas destacables, pero no grandes, pezones chiquitos pero bien duritos, negritos, aureolas chiquitas, pancita plana, un tatuaje de un corazón con un flecha justo al costadito antes de la cintura, solté el botón del pantaloncito vaquero, baje el cierre y con las dos manos arrodillándome se lo baje, la pendeja no dejaba de mirarme, arrodillado la mire, recordé esa vez cuando la vi por primera vez, con su baby dolll, con la luz de emergencia, le deje puesta la bombacha ancha, de bordados a los costados, no era de esas tangas guerreras de un hilito en la cola y el triangulito al frente que te mata las neuronas, más bien parecía bombacha de vieja, pero tan excitante como las otras, transparencias sugeridas, el bordado en la mitad del cachete de la cola, un detalle bordado justo en el medio, apenas arriba de la conchita, cuando me pare, me volvió a comer la boca y fue su turno de terminar de sacarme el pantalón, me pidió que me siente en el borde la cama y subiendo sus manos por mis piernas, acariciándome, mirándome la pendeja de forma guerrera, fue en busca de mi pija, dura como piedra, latiente de la calentura, la agarro con una mano y como me besaba en la boca, me lo hacía en la cabeza de la pija, con la manos me daba un par de bajadas y subidas de tela, como una paja, detenerse para pasarla recorriendo con su labios la cabeza, le daba un beso y regresaba a la paja con su mano, en esa mirada fascinada, como me calentó que hiciera eso, hasta que por fin, creo que sintió que casi le rogaba con mi mente y calentura, empezó un pete más mortal que las caricias que la previa me había dado, Noelia tiene la boca grande, labios grandes, me trago la pija entera de una, por favor, cerro los labios y salió para afuera, mamadas profundas, haciendo presión con los labios, concentrada, sentía mi gemido intenso de tan intenso placer que me estaba haciendo sentir y se metía entera la pija, toda entera, salía hasta la cabeza y entera de nuevo, que pete mortal…
Le indique agarrándola con las manos de las axilas, sino ese pete me vaciaba, con el olor de mi pija en la boca, se prendió de la mía, nos acomodamos en la cama, le indique que con sus manos se agarre del respaldo de la cama, que no se suelte, casi como una orden, ahora sos mía
-no me suelto Mario, no te diste cuenta que hace mucho que soy tuya (con esa voz…)
Y me prendí de su piel, recorrer besando cada cm de su cuello, prenderme de esas tetas de pendejas con la demencia de la calentura, sacar lo que más podía mi lengua para lamerla, recorrerla, la pendeja no se soltaba del barrote de la cama, se arqueaba gimiendo fuerte, diciendo mi nombre, respondiendo a cada caricia, como si yo fuera el mejor amante del mundo, el que mejor sabe hacer el amor, como me calentaba esa actitud por favor, bajarle la bombacha grande esa, descubrir una concha carnosa, de labios gruesos como su boca, negros, bien depilada, abrirle las piernas casi con torpeza, mandarme a esa conchita y al apoyarle la lengua, sentir el gemido de la pendeja gozando, levantando su pelvis en su movimiento de acompañar e incentivarme a chuparla, me quería tragar su humedad, le chupaba estirándole los labios carnosos, le mandaba la lengua lo que más podía sacarla en el medio para subir buscando su clítoris, lamerla desesperado y la pendeja en una actitud de perra, de gozar como si fuera la mejor vez de su vida, mas me motivaba a hacerlo, mas me calentaba…
Me indico con sus brazos que suba, me dio un beso, me pidió que me acueste a su lado, me di cuenta que ella se subiría en mi, quiero buscar un forro en el cajón de la mesa de luz
-si vos queres ponerte por otra cosa no tengo problemas, pero no voy a quedar embarazada, quédate tranquilo, me gustaría sentirte
Casi acabo que quieren que les diga, se acomodo la pendeja encima mío, no sentada, encima mío, las piernas abiertas, su tetas en mi pecho, comiendome con sus besos, arqueando sus caderas, pudo poner mi pija en la entrada y despacito, despacito bajo, salió un poquito y volvió al bajar, varias veces, no terminaba de bajar completamente y salía hasta lo que más podía sin que se escape, la forma de besarme y el gemido que emitía… en un Marioooooo, se la metió entera y empezó a moverse, estaba mojada en serio no macana, podía sentir en la cabeza de la pija, una diferencia de temperatura, cuando la penetración era más profunda y el movimiento de sus caderas, perfecto, me recorría la pija entera entrando y saliendo, entraba y salía en un ritmo adecuado, perfecto, me besaba y me miraba, me besaba y se arqueaba indicándome que le chupe un pecho, me estaba cogiendo la pendeja, me hacía sentir el mejor amante del mundo y se arqueaba con maestría, sentía el recorrido de mi pija entrado en ella, …
-Mario por favor no doy más
-¿qué te pasa?
-quiero acabar y vos te estás aguantando, no seas malo, dale… terminemos juntos
-no me aguanto mas
Y se movió la pendeja con más ganas, su ritmo, su presión, su concha lista, deseosa, abrí instintivamente un poco las piernas, el gemido ese, ese de un segundo anterior a acabar
-si amor, dame la lechita
Y empujo bien profundo la pendeja, me salió el primer chorro enorme, su movimiento y el gemido de ella en su acabada, trajo el segundo más sentido que el primero, casi un grito y otro, otro, … hasta quedarnos quietos, saciados, uno encima del otro, uno dentro del otro, los dos hechos uno solo.

4 comentarios - Cuentos para un albañil, Noelia vecina

pupito_82 +1
Espectacular tu relato!!! Bien hecho. Lo tenia merecido +3
bisiestocapicua +1
Excelente relato! Que calentura la pendeja. Muy bueno
pepeluchelopez
Muy buenos recuerdos, esos que sirven para una paja en la posteridad cuando no aparece ni una mosca