La Tanga De Mi Cuñada

Mi testimonio no es nada fuera de lo habitual. He leído mas de una vez acerca de los fetichistas de bombachas, de los lectores o lectoras calientes con sus cuñados o cuñadas. Por eso quiero dejarles este relato cuyo resultado fue fruto de la paciencia. Doce años de paciencia.

Mi señora tiene una hermana menor. Ella actualmente tiene 30 años, es medica, soltera y de muy buena figura. Lo que se dice una verdadera mujer. Les voy a contar cómo fue el proceso hasta poder lograr el objetivo: cojerme a esa fabulosa hembra.

Con mi mujer, luego de nuestros primeros años de casados, cuando empezaba la rutina y el aburrimiento sexual decidimos ir agregando algunos ingredientes a nuestra relación. Una de de las cosas que incorporamos fueron las fantasías. Y entre esas fantasías yo tenía una preferida: su deliciosa hermanita. En ese entonces la pendeja tenía unos 18 años y había cambiado su fisionomía. Era una chica muy recatada, estudiosa y sin muchas relaciones, aspectos que me calentaban sobremanera pensando todo lo que se perdía y los placeres que uno podría llegar a darle. Es así que convencí a mi señora para que consiguiera una prenda intima de mi cuñadita, pretextando que me iba a calentar mucho que ella hubiera corrido el riesgo de ser sorprendida por su hermana en esta acción.
A los pocos días concurrimos  a casa de mis suegros y luego de haber pasado un par de horas nos fuimos a hacer unas compras. En una de las paradas, mi señora me dijo:

-¿a que no sabes que tengo aca?—señalando uno de sus bolsillos.
Para mi sorpresa extrajo una diminuta tanga color blanco con encaje. De ahí fui aumentando de calentura, imaginándome  la fiestita que se me avecinaba a la noche con mi mujer vistiendo la bombachita de su hermana.

Por la noche, mi señora se puso un camisón transparente, sin corpiño y la bombachita de mi cuñada. Alejandra es de conformación mas robusta que su hermana por lo que la bombacha le quedaba muy ajustada y se le metía por toda la raya de la cola. Me puse al palo enseguida, comencé a besarla, me dieron ganas de comerle la conchita sobre la prenda intima y me imaginaba que en ese lugar había apoyado su conchita Cecilia.

Cuando la tomé por la cintura y la di vuelta, el espectáculo fue fascinante. Tenía su hermoso culo parado frente a mis ojos. Le corrí la tanguita y saque mi mástil. De un solo movimiento la introduje en su mojada vagina. Alejandra, mi señora, recibió un flor de polvo y quedo mas que satisfecha. Yo, contento de haberme "enfiestado" a mi mujer y a su hermanita.
A partir de ese momento y pese a que mi señora se ponía un poco celosa, empecé a preguntarle más cosas respecto de su hermana. Me dijo que tenía las tetas chicas y que, como las de ella, que son grandes, apuntaban, separados, un peson para cada lado. Me dijo también que su conchita era muy peluda, cosa que me empezo a calentar ya que mi señora y las mujeres con las que he estado se depilan en detalle. Tambien me dijo que la 'cola' de Cecilia era chica y un poco aplanada.
Me enteré que habia tenido un noviecito y que se la habia entregado siendo virgen, pero que su experiencia no había sido muy buena y que el novio la trataba de puta o "minita rapida" pese a lo recatada que en realidad era. Yo siempre la había visto con ropa amplia, descuidada y jamas tuve oportunidad de apreciar los detalles que me daba Alejandra. Me agarraba unas calenturas infernales cada vez que mi esposa me describía como era su hermanita cuando estaba desnuda. Así siguió la historia.

Unas vacaciones nos fuimos a mar del plata y cuando salían todos de cada, yo iba a su pieza y me deleitaba observando su ropa interior he incluso alguna vez me hice alguna buena paja con ellas y se las dejaba con apenas una o dos gotitas de leche donde ella apoyaba su sexo. Yo luego me imaginaba que ella se había puesto esa bombachita con mi leche. Por supuesto nunca partícipe a mi señora de esta novedad. Lo que si un día le robe una pequeña bombachita rosa y blanca, justo el día que ella partía hacia la capital. Ese fue el regalo sorpresa para mi señora en la noche y fue una alegría durante varios años por los polvazos que le echaba cada vez que se ponía esa prenda.
Los años fueron pasando y empezó un periodo en que no hablábamos en casa de mi cuñada ya que mi señora se enojaba. Creo que yo demostraba demasiado mi calentura para convertirla en realidad. Mi obsesión crecía y crecía. Por razones de trabajo nos trasladamos a vivir al interior del país y cada tanto me mandaban a la capital a hacer unos cursos. Los cursos duraban 15 días. Para esa época mi cuñada ya tenia unos 27 años. Yo la veía cada vez que bajaba a hacer los cursos. Los años le habían sentado muy bien.

Una de las particularidades que mantenía y más me calentaba era que tenía unas buenas piernas y usaba unas minifaldas increíbles y cada vez que se sentaba uno podía observar tranquilamente su bombacha de turno y el trapecio que formaban sus piernas. Yo cerraba los ojos e imaginaba su peluda conchita; obviamente este espectáculo era tema de pensamiento en mis consabidas masturbaciones.

En una de esas oportunidades me comento que se había ido a estados unidos para un congreso médico y que se había puesto de novia con un americano de mi edad. La diferencia con ella es de 16 años. Como ambos estábamos solos (ella tenía su novio en EEUU y yo a mi señora a varios kilómetros de la capital), la invite a ir al cine y aceptó.
Tenerla sentada junto a mí, sintiendo su rítmica respiración y viendo entre penumbras sus piernas, me hizo perder toda concentración y empecé a pensar de qué manera podía atacar a mi presa. Me insinúe con poca sutileza pero ella no acusó recibo. Al término de la velada nos despedimos con un cálido beso en las mejillas y quedamos en juntarnos nuevamente.
La experiencia se repitió días mas tarde, con el mismo resultado; ese día me invitó a subir a la casa de mis suegros. Ellos habían salido y me invito a ver una película. Ella estaba en el sofá con las piernas levantadas y los pies desnudos. Mi calentura iba en aumento y por mi mente corrían mil fantasías. En un momento dado, mientras estábamos jugando, nos fundimos en un abrazo y nos pegamos dos o tres revolcones, pero ella la corto y se levantó presurosa de la cama y se dirigió q la cocina.

Dos días más tarde me llamo a la casa de mi hermano, donde yo estaba parando, y me invitó a salir. Fuimos a un bar y nuevamente al cine. Sentía junto a mi su respiración entrecortada y yo en vez de mirar la película, me la hacia. Le puse una mano en su muslo a la altura de sus rodillas y ella no dijo nada, lentamente comencé a subirsela, pero al llegar a la altura de sus muslos ella agarro mi mano y la retuvo. A la salida del cine la abrace y caminamos por la calle como si fuéramos un par de enamorados; al llegar a una esquina quedamos frente a frente a pocos centímetros de distancia y le di mi primer beso.

Ella se sintió turbada y me dijo que no se esperaba eso de mi y que creía que todas las caricias y afectos habían sido por lo cariñoso que yo era. Por más que traté de hacerle el verso y declararle todo lo que me gustaba como si fuese un colegial, la cosa no paso a mayores y terminé dejándola en su casa.
Cuando llegue a la casa de mi hermano la calentura era tal que no pude menos que hacerme una buena paja en honor a la calienta pavas de mi cuñadita.
El tiempo pasó y volvimos con mi mujer a radicarnos en la capital. En esa época, mi cuñadita quería independizarse y había comprado un departamento, y tenía que arreglarlo para poder mudarse. La relación conmigo se había enfriado y no era tan comunicativa como en épocas anteriores,quizá porque era la primera vez que nos veíamos después de nuestro frustrado affaire, y encima con la presencia de su hermana mayor.
Lo cierto es que le dije a mi mujer que le ofreciera nuestra ayuda para terminar de arreglar el dpto (al fin de cuentas soy arquitecto) así podría mudarse. Ella, luego de considerarlo largamente aceptó la propuesta. Hizo llevar las cosas por una empresa de mudanzas y cuando estuvo establecida yo fui a ver como le podía solucionar los pequeños arreglos y la decoración. Cuando tuve una idea de las cosas que íbamos a hacer, quedamos con mi mujer y mi cuñada de ir un sábado para hacer el trabajo.

Cuando llego el día, fuimos temprano por la mañana a la nueva casa y nos dispusimos todos a trabajar. Iniciamos nuestras tareas y yo me dediqué a colocarle unos estantes en su pieza. Mientras realizaba esta tarea, en uno de los cajones se encontraba su ropa interior, así que pude observar unas tanguitas de colores variados. Entre ellas había medias y portaligas. Me empecé a dar manija con épocas pasadas. Tomé una tanga bordó que estaba a pocos centímetros de mi mano y olí donde ella apoya su conchita esperando encontrar el más exquisito de los elixires.
Estaba excitado y a la vez con temor, no fuera cosa que me descubrieran mi señora o mi cuñada que se encontraban a pocos metros de allí realizando otras tareas. Me dieron ganas de echarle un buen polvo a esos calzones pero me contuve y seguí trabajando. Luego del mediodía mi señora se volvió a nuestra casa. Yo me ofrecí a llevarla pero me dijo

- Mejor quedate a ayudar a Cecilia

Como mi cuñada no opuso reparos me quedé a solas con ella.
Poco mas de una hora, el ambiente se cortaba con una gillette. Cada uno realizaba una actividad y el dialogo se limitaba a unos pocos monosílabos. En un momento dado, me llamo desde el baño y me pidió ayuda para que le sostuviese la escalera, ya que quería cambiar el plafond de la luz. Me ofrecí a subir, pero no aceptó, quería hacerlo ella

-vos teneme la escalera porque me da miedo- me dijo

Me gusto la idea, sobre todo porque estaba con una pollerita. Cuando comenzó a subir pude apreciar sin ningún pudor sus piernas y luego una diminuta tanga blanca de encaje que se le metía entre sus dos cachetes. No tenia medias así que podía observar el espectáculo en todo su esplendor. Mi verga se puso al palo y me dolía, no se si por desesperación, impulso, o simple calentura.
Comencé a tocarle sus piernas. Ella continuo la tarea como si nada ocurriese. Obviamente era una provocación: nadie acomete tareas domesticas ni se sube a una escalera con una pollera si no quiere que se le vea nada. Sus intenciones eran provocativas y desde luego, logró provocarme. Mi mano fue subiendo por detrás hasta que llegue al borde de sus cachetes. Ella no decía nada y viendo que la escalera permanecía firme, puse un pie en la misma para aumentar el alcance y depositar mi mano derecha ya sin ningún descaro sobre su nalga derecha. Ella tenia incrustada la bombacha en el canal de su trasero.
Comencé q masajearle las nalgas. Ella seguía como si nada limpiando la lámpara. La situación me calentaba más. Tenía a mi obsesión de casi una vida en el baño, subida a una escalera y yo viendo y jugando con sus nalgas a todo placer. La situación cambio cuando pude meter un dedo por debajo de la fina tela de su bombachita y la peluda conchita me recibió en su interior muy lubricada y sin resistencia.
Ahí largo todo lo que estaba haciendo. Sentía sus muslos buscando abrirse cada vez mas y ahí le pude ensartar mi segundo dedo que se empapo de inmediato. Mi cuñadita permanecía arriba con los ojos cerrados y una cara de goce que me predecía todo lo que íbamos a disfrutar en los próximos minutos.

Mi pene parecía estallar y querer romper la tela del pantalón. Estaba tratando de sacar la verga afuera para que no estalle cuando escuché sus primeras palabras

-de..de..dejame bajar, pero mmmm no me saques los deditos...mmm....

Su pieza y la cama estaban a escasos metros, pero como su casa es moqueteada y no quería perder ni un segundo (no fuera cosa que se arrepintiese) ni bien bajo de la escalera le dije que se pusiera en cuatro sobre la alfombra.
Me bajé el cierre del pantalón, le subí la pollera para observar y tener en vivo el motivo de mis desvelos, corrí levemente su tanguita y sin contemplaciones, quizás por todas las pajas que me había echo hacer, se la mande a guardar. Ella no se quejó. La muy puta venia con una buena calentura ya que hace rato no tenia un noveciento. Yo me la galope como a una yegua mientras le decía que se la iba a meter hasta los huevos así, desde atrás.

En un momento dado me dijo que no teníamos protección y que en todo caso acabara afuera. Yo le dije que no se hiciera problema, pero que afuera no iba a acabar ni loco, que ella iba a tener que cumplir alguno de mis sueños, que se callara y disfrutara de la cogida. Al rato le dije:

-Preparate que te voy a dar la mamadera como a mi bebita.

Cecilia tiene una boca mas bien grande y sensual. Cuando le saque la verga de la concha, le puse una mano en la nuca y le dije que se diera vuelta. Hasta ese momento ella sólo había sentido mi verga en su conchita, ya que no la había visto ni tocado. A penas pudo decir

-¡Que lindo!- porque se lo metí de un saque en la boca.
Si bien no era una experta, lo succionaba con cierto entusiasmo; en un momento dado me había dicho que nunca le habían dado la lechita y yo le dije :

-Mejor, así yo te hago debutar.

Minutos después empezó a saltar el semen en su boca; en primero momento la quiso retirar pero le retuve la cabeza con mis dos manos y le dije que como nena obediente iba a seguir mamando hasta dejarla bien chiquita, cosa que hizo.
Las actividades ese día y otros posteriores siguieron, pero esas serán motivo de otra historia...hasta pronto !!!

4 comentarios - La Tanga De Mi Cuñada

lago1 +1
Muy bueno el relato , yo me hice una pajita en la tanga y calza de mi cuñada !!! me re calienta
Stooge +1
buen relato loco, muy caliente

pasaste por mis aportes a la comunidad?
comentar es el mejor agradecimiento.
de esta forma te digo GRACIAS.
el525
👍 👍 👍 👍
el525
excelente relato me dejo a mil, yo daria lo que fuera por cogerme a mi cuñada