Universitaria en una noche de invierno

Se trató de una noche de invierno, no había un alma en la calle, me había maquillado de forma natural como acostumbro y más en este caso que me dirigía a una reunión con mis compañeros de la facultad. Al salir sentí mucho frío en mis piernas. La pollera era corta y me arrepentí de no haberme puesto medias de lycra. También en mi pecho sentí frío porque en definitiva la campera de cuero sumaba más estéticamente que para mitigar el intenso frío.
Desde la esquina de mi casa hice dos cuadras por una conocida avenida de Capital Federal hasta la parada del colectivo. Los minutos de hacían eternos, por momentos parecía largarse una leve llovizna pero era mayor la baja temperatura.
Desde la esquina se acercaba un hombre. No era alto y se notaba una figura bastante obesa desde lejos. A medida que se iba acercando mi corazón latía más fuerte del miedo. No porque ese hombre parezca lo suficientemente fuerte para violarme o aprovecharse de mi, sino que me aterraba la desolación de la calle, la falta de circulación de vehículos, como si aquella noche estuvieramos yo y ese extraño en la ciudad.
Al acercarse me di cuenta que era un hombre de unos 50, 60 años con rasgos fuertes, una mirada penetrante, con el rostro visiblemente arrugado por el efecto del sol. Caminaba a paso calcino, llevaba puesto un sobretodo gris que al pasar frente a mi sentí el aroma a su perfume. Era barato. Lo tenía un ex novio, Fabián, que dejé por inbancable, machista, celoso, sobredimensionador de sus capacidades sexuales. Creo que los peores defectos de un hombre los reunía a todos. Me dejé llevar por ese pensamiento, mientras este viejo se encontraba a menos de un metro de mí. Pensaba en las veces que le dije a ese estúpido lo rico que era su perfume asqueroso, que con el pasar de las horas se asemejaba más a orín de gato.
Al volver sobre la situación sentí su mirada sobre mis tetas, tenía la piel de gallina y mis pezones duros producto del frío. Al descontextualizarme parece que perdí ese temor que sentí desde que salí. No le dí importancia, sin embargo a medida que se acercaba disminuyó el ritmo de los pasos. Sentí que me observaba completamente de frente: mi rostro maquillado, mis cejas contorneadas, el rimel que resaltaba los ojos verdes que heredé de mi vieja. Además percibí como perdía la mirada en cada curva de mi pelo enrulado.
Al estar en paralelo a la parada de colectivo desvió sus ojos hacia mi culo. Sé que la pollera era corta y ajustada. Trate de no mirarlo pero intuí que sus ojos se posaron, sin dejar de caminar, entre los cachetes de mi culo, sentí que moría por descubrir que había debajo de la falda negra. Meter sus dedos gordos y sentir el calor de mi ano.
Me desentendí de ese tipo nuevamente cuando vi, a lo lejos, por la avenida acercarse un colectivo color verde. Respiré profundo al ver que se acercaba y a más de una cuadra el número 5 era ya visible.
_ Pendeja hace lo que te digo sino queres terminar en una zanja. Me dijo al oído el tipo apretándome desde atrás y sosteniéndome los brazos. Quedé paralizada, me arrastró hacia una calle oscura con gran fuerza, mientras oía en mis espaldas el sonido del colectivo circulando sin detenerse.
_ Soltame por favor. Llegué a balbucear.
_ Callate, pelotuda. Sino haces lo que yo te digo te reviento. Me dijo con un tono firme.
_ que lindo culito que tenés, putita, me encanta tu perfume. Usas Nina como la putita de mi sobrina.
Quedé inmutable cuando saco un precinto y me ató las muñecas a mis espaldas. _ no, por favor. Afirmé con un sollozo.
_que buenas piernas que tenes hermosa, que firmes que son. Repetía mientras me pasaba las dos manos por las piernas y subía hasta el inicio de mi culo.
_que tanguita mas chiquita que te pusiste. ¿te ibas a coger a la casa de tu novio?. El que te va a coger ahora soy yo. Me dijo al oído mientras me pasaba la lengua por la oreja y sentía su pija dura dentro del pantalón de vestir, sobre mi culo que ya estaba al aire. Si, ya tenía la pollera hasta la cintura.
Al tener las manos atadas atrás por pedido de él, le empecé a amasar la pija. La tenía muy dura, aunque luego al continuar sentí que bajo y mis manos quedaron en su cara. Me las corrió y me gozó _ Sos una nena buena, lo haces muy bien. Ahora empiezo yo.
Me corrió la tanga roja de encaje y me hundió la lengua en mi culo. Jamás había sentido algo igual. No se si fue en contraste entre el frio del ambiente y el calor de su lengua pero me estremecí. El culo se me dilato de una forma tremenda. En ese instante deseaba ya que me meta la pija hasta el fondo disfrutando cada centrimetro entrar en mi culito.
No pude frenar un pequeño gemido y lo lamenté. _Sos una putita tremenda, te meto un poco la lengua en ese culo hermoso y te pones como una gata en celo.
_Te voy a coger si tenes la conchita mojada, nada más sino corto el precinto y sin mirar para atrás te vas rajando.
Era imposible ya, me abrió los labios mayores con el índice y el anular y ya no tuvo que palpar con el mayor porque mis jugos corrían por sus falanges hasta el centro de sus manos.
_Estas increíble puta. Sos una puta calentona. Me decía fuera de sí.
Su pija salto del pantalón, al mismo tiempo que jugaba sin piedad con mi clítoris que estaba hinchado como nunca lo había estado con ningún novio, ni ningún flaco que me comí de la facu.
Acabé cuando me rozó la cabeza de su chota por el clítoris, pegué un gemido que tenía contenido _ En serio pará, pará.
No tuvo compasión, me entro a bombear la concha de una forma infernal, estaba desatado, me empujaba contra la pared sin importarle nada. Me lastimaba las palma de las manos contra el reboque de la pared, sin logar sostenerme del todo. Sentía también que mis piernas iban a ceder por como tembraban.
El viejo alternaba cogerme y tocarme el clítoris, y darme bomba y meterme los dedos mojados por mi propio flujo en mi culo. Luego fue más excitante alternó hundirme la pija en el culo y en la concha. No tenía reparos, su pija salía sucia de mi culo y me la metía hasta el fondo en la concha que estaba dilatada al máximo.
El culo no me daba más, en eso me toma de los puños me tira al suelo y caigo de rodillas, raspándome toda. En ese momento me hundió toda su pija manchada en mi boca y casi ni sentí el semen en la lengua sino que pasó directamente por la traquea.
Sin cortarme el precinto se acomodó, me miró por última vez, prendió un cigarrillo y camino en dirección contraria a la avenida.
Me sentí mareada, angustiada, perturbada, estaba hundida en mí con los ojos cerrados.
Luego percibí que estaba muy mojada pero a la vez limpia. Mi corazón latía fuerte, no entendía nada hasta que abrí los ojos. Estaba junto a Fabián, super angustiada. Me encontraba en su cama totalmente mojada. Dormía sin tanguita, sólo el camisón, al cual le había llegado una gotas de mis jugos. Él percibió que estaba despierta y se me colocó encima sin decir nada por unos segundos. _ Uh mi amor, como te calienta un macho como yo. Dijo con tono sobrador, metiéndome un dedo torpemente.
Y empezó nuevamente el sexo rutinario, en mi cama, en penumbras, con Fabián que no tardó más de diez minutos en acabar y dormitarse nuevamente...


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