Indignado y en Mallorca

Es fácil pensar que en una isla como Mallorca existan un sin número de banalidades sexuales que hagan de lo sensual promiscuo y de lo promiscuo una constante.
Ud. me dirá el verano, el turismo que viene en busca de una aventura y del toco y me voy. Por el contrario, le hablare del invierno donde el flujo de turismo no es juvenil y por supuesto tampoco muy hetero.
Confieso que no soy un joven, pero decía una amiga que si me dejan hablar no me matan. Fue así como en Facebook y sabiendo que iba a ir a visitar a Mallorca me hice amigo de un transexual alemán alto y muy bien transformado pero de unos 65 años.
Trabajaba en un restorán donde animaba con desenfado las cenas y paseaba el descaro de su actitud ante parejas bastante bien adultas.
Su presencia me hacía recordar la película Hedwig and de Little ungry inch ya que su imagen misógina daba bien un perfil femenino pero había un regusto que anticipaba que las cosas no estaba en el lugar correcto. Aunque sinceramente bien producido.
No sé porque esta dualidad de Hans atraía una cohorte de mujeres dispuestas a todo.
No podía decirme si era a todo antes o después de que Hans y su actuación las pusiera cachondas.
Yo no hablo alemán, debo ser sincero, pero se hablar el otro idioma. Por lo que seguí a una alemana bastanteaste entrada en años pero de un busto y unas caderas exuberantes.
Fingí al principio con mi propia identidad hasta que en un aparte del baile le mordí la boca de un beso. Fue todo.
Se tiro sobre mis jeans bajo el zipper y puso mi pija en su boca sin siquiera mirarme a los ojos. Estábamos en el medio de una pista de baile, que si bien era oscura tampoco podía ocultar mucho, por lo que me fui retirando hacia un sector de sillas y sillones donde seguía atrapada con su boca de mi verga como un pez a un señuelo.
Ni bien me vio sentado en una silla de espaldas a mi pensé que luego de ponerme el forro se engarzaría la pija en la concha. Error, así en pelo y a los gemidos se la puso en su culo y la dejo correr si ningún tipo de lentitud, creyendo que podía yo romper el preservativo.
Me cabalgo, me pajeo con sus voluminosos senos, me masturbo, me chupo hasta que en un lenguaje casi al borde de la extenuación me imploraba algo que yo supuse la leche.
Con su dedo índice me señalo su boca, me acariciaba las bolas y sus uñas traían suavemente un escozor desde mi culo hasta el tronco de la poronga.
Sentí que me iba y ella tenía más conciencia que y me estaba yendo magistralmente. Me entone y fui para más cuando ella se acercó a una mesa donde estaba su marido o su pareja que aplaudía emocionalmente y desde lejos sacudiendo en vaivén su mano me grito: Auf Wiedersehen!

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