Una historia llamada Alicia

Hacía ya rato que había tomado el ómnibus, que me llevaría a mi casa, donde vivía con mi madre y mis dos primas, había salido hacia unas semana con la misión de ir a la Buenos Aires y a su capital por una semana para tomar un curso de administración de pequeñas empresas pagado el viaje y la estadía por el gobierno de mi provincia o sea con recursos propios de mi provincia, con un grupo compañeros y de profesoras de la escuelas provincia, abarcando parte de las vacaciones de invierno de mi provincia que eran quince en total
La mayoría de los que venían al curso al terminarlo decidieron quedarse hasta el domingo, porque aprovecharían el tiempo con sus esposos para visitar baires en cambio yo decidir irme a casa pues no tenía ese dinero para pasar tres días en buenos aires en forma personal porque no tenía ese dinero.

Ne fui en a Veloz del Norte, la única compañía que me conseguí pasaje
Me tocó el anteúltimo, acompañada con una mujer de unos cuarenta años que simplemente me saludó al sentarme.
Llegaría a casa a eso de las cuatro de la mañana después de casi catorce horas

Cenamos, a esos de las nueve, cerca del límite con Córdoba y faltándome casi ocho horas para llegar a casa
Al llegar al comedor ambas buscamos una mesa libre pero al ver que no había ninguna tomamos una mesa larga apartándonos un tanto de los demás junto a mi casual mi compañera, para hacerlo juntas ya que la mayoría era hombres o mujeres con niños.

Después de poco tiempo casi cuando de algún modo se presentaba mi compañera eventual de esa noche, me confesó ser porteña, y ser ella, una mujer que trabajaba a dos horas de auto de Tilcara, y al tiempo de ello, no me dio más referencias y solo cenamos con una conversación intrascendente.

Subimos al ómnibus y de inmediato se apagaron las luces, es en ese momento fue cuando las dos nos quedamos despiertas pero, algo había en esa mujer que me producía, una sensación diferente.

A medida que la noche avanzaba, el pasaje se había dormido, y la privacidad de ese ómnibus aumentaba, noté que la mujer se había recostado en mi hombro y ello, por otra parte no me molestaba, pero a un tiempo, sentí que una mano de ella, se introducía levemente entre mis piernas, era agradable como esa mujer, de alguna manera, me estaba excitando y como lisa y llanamente me dice, dale empezá...

Dejándonos llevar por el alcohol que habíamos ambas tomado, y por lo erótico y sugerente de la escena y el modo de ella de sugerirme las cosas (ella suspiraba cerca de mi oído aumentando así mi calentura al tocarme y sentí que no hacía falta decir nada, más)

Le tomé la mano como a mí me gustaba, fuerte y segura, le llevé a que ella, abriese de inmediato mis piernas (llevaba una pollera amplia que usaba en el trabajo) y acompañando su mano con la mía la guié casi sin que ello fuese desconocido para ella, a mi bombacha.
Ella me sonrío y de inmediato su mano abrió por un costado sin dificultad mi tanga llegando ahí justo al centro de mi vagina.
Le gustaba hacerme eso, y entornó los ojos mientras su mano aprisionaba mi concha, que siempre eso a mí me encantaba entregarle a una mujer mi sexo, casi sin forzarla sin ser brusca, ella atino lo que me gustaba, reposaba esos largos dedos en mi clítoris
Solo algunas mujeres saben predisponer con sabiduría la concha de otra mujer y ella me había parecido muy capaz y sensual para mí, y para un inicio ella había acertado lo que a mí me gustaba...
No voy a negar que alguna vez había fantaseado de cómo actuaría o cómo sería el sexo con otra mujer no conocidas o un levante en la calle, pero siempre me había planteado que me gustasen solo las mujeres, y creo que si no hubiese sido allí en ese momento y en un lugar lejano a mi casa y con esa mujer que apenas conocía o directamente desconocida, no lo habría hecho. Tuve si, recuerdo ni bien llegado a buenos aires en una cena con mis compañeras alguna mirada fuerte y hasta iniciadora, con una compañera que es casada y nos conocemos de vista, pero las dos no nos animamos a seguir ese juego de levante pero, ahora:
Ella me gustaba
Tenía la intimidad del desconocimiento y confianza de una recóndita que no vería más, entonces decidí que era una oportunidad única para probar algo nuevo
A un momento escuché decirme de ella.
Escucha, me dijo al oído, levántate ahora y ve al baño
Sácate la bombacha y el corpiño, yo no uso corpiño.
Así no producimos un despelote aquí, o llamamos la atención de algún noctambulo pajero

Sin responderle me fui al baño despacio mirando muy fijo hacia el baño y a lo largo del pasillo al entrar al baño
Todos parecían dormir, al entrar sacándome la bombacha me lavé mi sexo mojándolo y limpiándome mis pocos bellos las manos, y al secarme pasé levemente un perfume
Después, me saqué el corpiño que los guardé en mi bolso.

Ella al llegar vi que se había quitado la remera y el pantalón, al sentarme, ella me arropó junto a ella con un paño rojo o poncho salteño que nos tapada a las dos, era perfecto pensé
Y lo era
Por suerte los que venían al extremo opuesto se habían quedado en la parada de la terminal
Estábamos las dos solas en ese espacio pequeño del ómnibus.

Antes que me diera cuenta y pudiera reaccionar ella me estaba besando en la boca, yo solo cerré mis ojos y me entregué a sus besos, a un tiempo pude sentir sus labios cálidos y suaves que al tocar los míos su legua pedía entrar en mi; me dejé llevar, abrí mi boca para recibirla ( entonces experimenté algo maravilloso) era arrollada de una manera suave pero muy ardiente por la suya, moviéndola hacia un costado penetrando su boca como si la estuviese mando con un pene artificial en mi boca, sintiendo el movimiento de su lengua e imitando así a un pene en mi boca
Sus labios y su lengua era genial el trabajo qué hacia en los míos.
Sentía como su lengua jugaba en mi boca y se juntaba con la mía en una danza maravillosa, volví a sentir aquello tan bello y fuerte que hacía un tiempo atrás había sentido con otra mujer, y ella descubrió como yo a un tiempo mi sexo mojaba sus dedos…

Luego de ese interminable tiempo, se separó un poco de mí y me susurro al oído:

Lo lograste acabaste mojando todos mis dedos yo estaba esperando éste momento desde que te vi y te sentaste junto a mí hoy en la mañana.
Ahora tomando sus dedos saboreó en su boca mis jugos ahora, te toca a vos hacerme acabar cielo

Me recosté sobre ella, la besé en cada centímetro de su cuerpo, los lóbulos de sus orejas, sus hombros, su cuello, con mi mano acariciaba lentamente su sexo, la sentía ya húmeda, sus líquidos brotaban demostrando de esa manera el placer que sentía con mis caricias.

Puse mi mano humedecida por sus jugos, entre la boca de ambas y juntas saboreamos ese exquisito sabor, su lengua se fundía en la mía, su mano acariciaba mis pechos, mis pezones estaban duros como roca, ella podía sentir el placer que me estaba dando tenerla entre mis brazos, y yo el placer que le estaba dando entre sus piernas.

Fui bajando lentamente, besando sus pechos, su panza, hasta llegar a su sexo que se sentía vibrar, que estaba tan húmedo, abrí sus labios, acaricié su clítoris con la punta de mi lengua, que al tiempo le recorrió lo largo de su concha.
Vi salir a borbotones su placer. Un tiempo ella se estremeció emitiendo un sonido ronco de su garganta y sintiendo el mas placido poder en mi cabeza al obligare a beber sus líquidos.
Su orgasmo apareció en mi boca.

Pude sentir su exclamación de placer y a continuación breve pero ardientes expresiones de placer: seguí, seguí, no pares, quiero que bebas hasta la última gota de mí, siénteme.
Seguimos así un tiempo juntas nos amamos de una manera fuerte hasta le pude meter la totalidad de mi mano chica en su vagina, no sin que ella, al hacerlo me sugiriere, manera de hacerlo y lo logre cuando ella abrió la totalidad de sus piernas en su asiento. Cuando lo hice pude notar sus expresiones de sorpresa, sumida a una realidad de tocarse su concha agrandada por lo misma
Nunca nadie me lo había hecho amor, sos la primera que logar eso
Al fin le había metido mi mano (es pequeña) ella, se encontraba en un placer cercano al infinito

Llegó así a su segundo clímax, con un agudo orgasmo, tan fuerte, tan verdadero que se notaba que lo estaba degustando.
Su líquido salió de ella encontrando mi mano dentro de su sexo (bañando mi mano)
Le saque la misma y mi lengua lo tomó todo.
No dormimos.
Paso un tiempo tal vez una hora o menos nunca lo supe:
Ella me apretó contra el asiento apoyando mi cabeza sobre el borde alto del asiento y…

Pasó su lengua por mis labios, por mi cuello, pezones, besó mis entrepiernas, abrió mis labios, sentí su lengua, tan suavemente que no pude contener mi suspiro, el placer era tan fuerte, tan profundo, podía sentir como me mojaba y como ella bebía cada gota de mí, me sentía transportada por el placer más allá de toda razón, tuve un segundo orgasmo largo e interminable, como nunca había tenido.

Se fue recostando sobre mí, me beso, sentía sus pechos contra los míos, nos besamos y acariciamos durante mucho tiempo. El placer estaba instalado y no se iba a ir, las horas pasaron, porque una y otra vez volvíamos a empezar.
Ambas al tiempo sospechamos que alguno y varios en algún memento se avivaron
Nadie nos vio nunca en esas dos o más horas que así nos planteamos y que poco nos importaba (éramos desconocidos ambas para la mayoría del pasaje compuesto en su mayoría por extranjeros turistas o bolivianos de compras)
De esa manera amé a esa mujer esa noche, al fin en unas horas yo bajaba y ella seguía aun caliente, por hacer lo que hicimos)
Lo hicimos, pero a mí eso me da igual, y puedo decir que las dos nos lo pasamos en grande y aprendimos un montón sobre lo que nos gusta que nos haga otra mujer.
Me bajé en mi Santiago, con un gran beso de ella a la distancia y su teléfono en mi agenda
Hacia frio y empecé a caminar hacia mi casa distante a diez cuadras un poco rápido, y cuando llegue a ella a casa por las dudas que estuviese mi madre arreglé un tanto la ropa y mi pollera.

A los quince días ambas volvimos a hablarnos pero por teléfono
Quedamos en vernos, en un tiempo en su casa. A los días esas llamadas fueron más intensas y más osadas.
Yo de algún modo le hice saber que le amaba y ello me dijo lo mismo.
En diciembre de ese año ella, me consiguió un trabajo en Tilcara

Cuento las horas para volver a verla, porque he encontrado en ella, aquello que busqué en otra persona y que solo me trajo tristezas.
La vida siempre nos da una revancha

Epilogo:

Hoy esas mujeres (ambas viven y trabajan juntas).
Nunca hubieron de necesitar de casarse, ni ocultar su sexualidad; a pocos le interesa ello, donde trabajan.
Esta historia ocurrida en el 2006 aún en éste 2012 continúa y me fue contada en confidencias (aumentadas ese día por el frio y por algo de alcohol) cundo por un trabajo afín a ellas las conocí en su Tilcara (Jujuy)
Por más de tres meses convivimos al rentarme ella una pieza al fondo de la casa y de ese modo sellamos una amistad eterna.


Gustavo Gabriel
Almagro
Buenos Aires
Diciembre del 2012

3 comentarios - Una historia llamada Alicia

mellamofede
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agreguenla
sebatejeda
me gusto tu relato!!me exito mucho van mis unicos 3 puntos je
profezonasur
Muy bueno. En otro momento pasaré con puntos.