Un dia muy agitado... (Parte 1)

Hola, varias cosas pasaron en estos días, todas importantes.
Para ir por partes y en orden cronológico, debo decir que todavía no me mude al que debería ser mi nuevo hogar, en realidad todavía no firmé nada , el jueves pasado se tendría que haber firmado el contrato, pero por un temita personal (del cuál ya se enterarán en el siguiente relato) me vi obligada a posponer la firma para el día siguiente, o sea viernes, aunque al llamarlo, Roberto, el de la inmobiliaria, me había dicho que por cierto problema de no sé qué, todavía no había podido redactar el contrato.
La reunión del viernes también fue pospuesta, esta vez de parte suya, y así seguimos hasta el día de hoy, lo que me llevo a pensar que todas las promesas que me hizo en su momento solo fueron hechas para poder garcharme y nada más… y lo consiguió el HDP… pero bueno, igual la pase bárbaro, pero lo que antes tendría que haber sido un dolor cabeza, se convirtió en algo apenas anecdótico… y por algo que pasó ese mismo día, después de lo ocurrido en esta primera parte.
Así que en estas dos partes que voy a subir (a continuación va la primera), voy a poner fecha y hora, para que quede claro en que momento sucedió todo.
Besotes.


JUEVES, 18 horas, después de salir del laburo:


Me encontré con Oscar, ¿se acuerdan?, el amigo de Raúl y padrino de Julieta, con quienes nos mandamos una fiesta bárbara hace poco, en lo que se constituyó en mi primera orgía. Esa fue la primera vez que estuve con más de una persona a la vez, y espero que no sea la última… jajaja.
Bueno, esta tarde vino al estudio a verlo a Raúl. Resulta que él también es contador, pero no trabaja en el mismo lugar, sino en otra empresa, aunque esta vez vino a asesorarse sobre cierto tema impositivo que, la verdad, yo no entiendo mucho. La cosa es que luego de la reunión, y cuándo se iba, pasó a saludarme por mi escritorio. Cuándo lo vi llegar yo pensé que iba a hacerse el sota y no me iba ni a dirigir la palabra, digo, para que nadie se pusiera a elucubrar sobre en donde nos habíamos conocido. Pero se acercó y me saludó con un beso en la mejilla, me preguntó como andaba, le dije que bien, y en eso gira la cabeza hacia la oficina de Raúl, como queriendo asegurarse que él no estuviera por ahí, y me pregunta:
-¿Y a que hora salís?-
-Dentro de un rato, a las seis- le contesto.
-¿Te puedo invitar a tomar algo?-
-Si, claro-
-Te espero afuera -
-OK-
Hace el ademán de irse, pero enseguida vuelve sobre sus pasos.
-Ah, no le digas nada a Raúl sobre esto, que quede entre nosotros- me advierte.
-Esta bien- acepto, pero enseguida me doy cuenta que si no quiere que le diga nada y se queda esperándome afuera, existe el riesgo de que Raúl lo vea de todas maneras, así que le digo: -Si es así lo más conveniente es que me esperes dentro de……- mencionándole una confitería que esta a un par de cuadras.
-Te espero ahí entonces- asiente guiñándome un ojo.
A las seis en punto me despido de todos y salgo de la oficina. Desde la calle llamo a Roberto, el de la inmobiliaria, y le digo que tuve un percance, que si podemos posponer para el día siguiente, viernes, la firma del contrato. Me dice que no hay problema, que justo me estaba por llamar para cancelar el encuentro ya que había tenido un problema con ciertos papeles y no había podido terminar de redactar el contrato. Quedamos entonces que mejor dejamos todo para mañana. Al cortar me empiezo a preguntar si no me habrá hecho el verso. Si lo de no pedirme garantía ni depósito y hasta la reducción del alquiler no había sido un vil engaño solo para cogerme. De ser así, me pasa por puta, porque lo correcto y más razonable hubiera sido firmar todo primero, y después si, ya una vez instalada en el departamento, dejar que me hiciera de todo. Pero no pensé con la cabeza, sino con la concha. Igualmente esperaba que no fuera así como lo pensaba y que al otro día pudiera firmar todo como lo esperaba.
En medio de todas estas disquisiciones llegue a la confitería, entre y ahí estaba él, Oscar. Me acerque, lo salude con otro beso, me senté y pedí un cortado. Charlamos de varias cosas, de tantas que en algún momento llegue a suponer que no terminaríamos como lo había fantaseado cuándo me hizo aquella propuesta en la oficina. Le conté de mi problemita y de que estaba buscando departamento para irme a vivir sola. Obvio que no le dije que estaba a punto de firmar por uno que conseguí gracias a que cogí con el tipo de la inmobiliaria. Solo le mencioné que estaba buscando.
-Si se recomplica avisame que tengo amigos en el rubro inmobiliario que te pueden conseguir lo que vos quieras, al precio que quieras y en la zona que quieras- me dice.
-Gracias, lo voy a tener en cuenta, porque la verdad es que se me esta complicando bastante, sobre todo con ese tema de la garantía y el depósito-
-Si es por plata no te preocupes que también puedo ayudarte-
-No, esta bien, hasta ahora me cierran los números- le digo, no era cierto pero tampoco quería abusar.
Seguimos charlando un rato más y cuándo termino con mi cortado, me pregunta:
-¿Querés pedir algo más o… te gustaría ir a otro lado?-
Le sonreí. Era lo que había estado esperando.
-Me gustaría ir a otro lado- asentí, bajando la cabeza, como avergonzándome.
Paga la cuenta, salimos de la confitería y subimos a su auto que estaba estacionado por ahí cerca. Un par de minutos después ya estábamos entrando en un telo. Tras pasar por la recepción, y mientras caminábamos por el pasillo, rumbo a la habitación, me fue acariciando la cola por sobre el pantalón, en una forma que me iba motivando para lo que pronto habría de suceder.
Recordaba la cogida que me había pegado aquel día en el baño y me mojaba sola, ya desde aquella tarde de sexo compartido, había sentido que su pija, su libido, su frenesí sexual, se me merecía una oportunidad a solas. Lo de la orgía había estado bien, fue muy placentero, pero a veces el uno a uno resulta mucho más excitante, y debo reconocer que al estar Raúl presente, como que no me desate del todo, estuve algo contenida, no se si por vergüenza o prejuicio, por no quedar ante él como una puta, aunque ya sabe que lo soy, no sé, la cosa es que en el único momento en que me permití mostrarme tal cuál soy fue en ese momento a solas en el baño. Ahí si que le mostré la bestia que llevo adentro. Pero igualmente sentía que con Oscar nos debíamos algo, un momento a solas, sin Raúl y sin Julieta, solos los dos. Quizás él sintiera lo mismo y por eso me fue a buscar. A lo mejor a Raúl le pasaba algo parecido con Julieta, no sé.
Entramos a la habitación, y apenas la puerta se cerró tras de nosotros, nos abrazamos y nos besamos con encendido furor. Ese es para mí uno de los mejores momentos de una relación. El beso. Me gusta besar. Me gusta usar la lengua y los labios, no solo soy una eximia petera mis queridos, también soy una avezada “besuqueira”. Ya de solo sentir mi lengua en contacto con otra lengua mi calentura va en aumento, la humedad de mi sexo comienza a expandirse por toda mi entrepierna, y el corazón me late a mil por hora. El beso se alarga, nos chuponeamos como si no existiera el después, cogiéndonos con las bocas, mientras nuestras manos hacen el resto. Lo primero que le toco a un hombre es el bulto, me gusta sentirlo por encima de la ropa, palpar la dureza, el tamaño y la consistencia de lo que muy pronto me voy a comer. Y aunque la de Oscar ya la había conocido y sentido, me puse a manosearla un poco, a sentir como se iba agrandando bajo el influjo de mis dedos. Me postré incluso ante ella y se la mordí por sobre la gabardina del pantalón. Oscar se estremeció al sentir la presión de mis dientes y soltó un excitado gemido. Ya lo tenía a punto. Así que le baje el cierre y extraje de entre sus ropas al invitado de honor, el cuál se alzó imponente ante mí, apuntándome directamente a la cara. Le pasé la lengua por esa gruesa vena central que se extendía a todo lo largo y palpitaba en una forma desaforada.
-¡Chupámela mamita… quiero sentir de nuevo esos labios!- me pidió casi como rogándome.
Era lo que tenía pensado hacer, así que enseguida me la metí en la boca y comencé a mamársela con todo, haciendo mucho ruido, y haciéndole también caritas desde abajo. Oscar se volvía loco con la tremenda tirada de goma que le estaba haciendo, se erizaba todo, hasta se agarraba la cabeza y soltaba alguna que otra exclamación, elogiando principalmente la dulzura con que lo saboreaba. Y así tiene que ser, dulzura, suavidad, pasión, esos son los principales ingredientes de una buena mamada. Si falta alguno, no vale.
Con la pija al tope de su tamaño y erección, le di un último beso en la cabecita, me levanté y ahí mismo, delante suyo, empecé a desvestirme. Oscar me comía con los ojos mientras yo me iba desnudando para él. Él por su parte tampoco se quedo quieto. En apenas un abrir y cerrar de ojos se sacó el pantalón y la camisa. El saco había quedado en el auto. Nos acostamos en la cama y nos seguimos besando y tocando, esta vez sus dedos fueron directamente a mi concha, me metió tres de una, y empezó a revolverme todo por dentro.
-¡Mmmm… estás empapada…!- me dijo en un susurro mientras trataba de ir más adentro todavía.
No le respondí. Me deshacía en gemidos y suspiros, estremeciéndome toda, sintiendo que algo grande, muy grande, comenzaba a formarse en mi vientre, en la boca de mi estómago, algo inexorable, pronto a estallar. Casi de inmediato Oscar me sacó los dedos de la concha, se los lamió ávidamente y agarró uno de los preservativos que estaban sobre la mesa. Se lo puso, se me acomodó encima y me la metió. Me abrí de piernas para recibirlo en toda su extensión, sintiendo entrar cada pedazo, el avance de su verga, la dilatación de mi concha, derritiéndome en torno a tan macizo artefacto.
-¡Ahhhhh… si… así… cogeme… cogeme… metémela toda…!- le pedía entre gozosos suspiros, abriéndome toda, entregándome por completo, sin renuencia ni reserva alguna.
-¡Tomá… te la doy toda… toda para vos… tomala…!- me decía él en medio de tan fuertes embestidas.
-¿Soy tu putita? ¡Decime que soy tu putita!- le pedía yo entre fuertes y exaltados jadeos.
-¡Sos mi putita… mi puta… y te voy a coger cuántas veces quiera… puta… putita… putona…!-
Los embistes que me daba me sacudían toda, me estremecían toda, me aniquilaban, me destrozaban. Y no me quejo, eh. Eso es lo que me gusta, que me den así, con todo, con furia, con rabia, sin piedad ni tregua alguna. Me gusta el sexo duro, tal y como tiene que ser, a lo bruto, como si fuéramos bestias en celo, que en realidad lo somos.
Como aquella tarde en el baño, volvió a cogerme de parada, dándome una biaba fenomenal, haciendo que me temblaran las piernas y que en cierto momento hasta estuviera a punto de perder el equilibrio.
En cuatro se dedicó a atenderme por los dos agujeros, me la metía por uno y otro lado con una pericia increíble, saliendo de un orificio para meterse en el otro y viceversa, colmándome de esas sensaciones que solo un buen garche te pueden proporcionar. Resultaba impactante sentirlo por uno y otro lado, indistintamente, y no saber por donde te la iba a meter a continuación, aunque mi culito y mi conchita ya estaban agradecidos de antemano. Me dio pero… hasta para que repartiera. Me daba la sensación de que en cualquier momento me saldrían volando las nalgas de tan fuerte que chocaba contra mi cuerpo, rebotaba y volvía a entrar, la sentía hasta en la garganta de tan adentro que me la metía. Me mojaba terriblemente, el flujo me chorreaba ya por las piernas, y los orgasmos se sucedían uno tras otro, hasta que él mismo alcanzó el suyo en una forma por demás explosiva y arrebatada.
En ese momento estábamos de nuevo en la posición del principio, él sobre mí, dándome y dándome, y yo bien abierta de piernas, recibiendo y recibiendo, cuándo cayó sobre mí y entre desquiciados jadeos acabo en una forma por demás cuantiosa. Podía sentir con absoluta nitidez como se le llenaba el forro con la leche que acababa de descargar. Y mientras ambos sentíamos las delicias del polvo extenderse por cada rincón de nuestros cuerpos nos besamos con intensidad, nos chuponeamos dulcemente, dejando que el placer hiciera mella en nuestros sentidos.
En ese momento me acordé de Raúl, y aunque cualquiera pudiera pensar que el haber estado con su amigo constituía una tremenda metida de cuernos, yo no lo creía así. Digo, él mismo me había llevado a aquel departamento y me había instigado a coger con él mientras él se cogía a Julieta, todo había sido de mutuo acuerdo. Entonces, ¿Qué tenía de diferente esto?, ¿que yo me cogiera a Oscar sin él presente?, creía que nada. Igualmente no pensaba contárselo, y suponía que Oscar tampoco lo haría, por lo que estaba a salvo de cualquier reproche.
Nos duchamos rápidamente, nos vestimos y salimos del telo. Como todo buen caballero, Oscar me alcanzó hasta casa, o por lo menos hasta donde podía llegar. Nos despedimos con un beso, prometiéndonos un nuevo encuentro en un futuro no muy lejano y lo que tendría que ser el fin del relato, se convertiría en el comienzo de otro… ya eran casi las nueve de la noche y para mí el día todavía no terminaba… aunque de eso me daría cuenta muy rápidamente…

…continuará…




















9 comentarios - Un dia muy agitado... (Parte 1)

goditicahot
excelente...espero la continuacion!
pepe125 +1
excelentee! esperamos la 2º parte... 🙂
elpitu_10
exelente como me exitan tus relatos, siento que fuera el que te da tanto placer jajaja
conejofantasioso +1
extrañaba tus relatos
y ahora que no estas por el face
se hacen más largas las esperas
pero como siempre valen la pena

10 puntos por puta

mañana 10 más por compartirlo con nosotros, tus seguidores...
tetelito
uh gise como me calientan tus relatos, que putona divina!!
Flor_882
Exelente Como Siempre 10+
darioxene
me intriga mucho como sigue
imaginate como la tengo de dura con este relato
ahora imaginate como se me pone por saber como sigue todo esto!!!
vas a lograr que largue la leche con solo leer tus relatos +10