Stella Maris, la esposa de mi amigo

Estaba en mis últimos meses de secundaria y tenía un grupo de amigos de toda la vida que nos dedicábamos en nuestros ratos libres a salir, joder y darnos una buena vida, mientras pudiéramos, como cualquier adolescente.
Los cinco amigos que nos juntábamos esperábamos impacientemente los inicios de año lectivo para conocer a las chicas recién llegadas, y ver cuales eran los prospectos a conquistar.
Uno de mis amigos, Tito, conoció a una chica muy simpática llamada Stella Maris, de cuerpo delgado pero apetitoso, con unos pechos grandes y redondos, y una cabellera negra y larga, que hacía juego con sus ojos color marrón claro.
Ni lerdo ni perezoso, Tito se abocó a la conquista de la chica, quién en aquél entonces tenía novio.
Tito no era un tipo muy atractivo, pero su “labia”, hizo llevarse a la cama a más de una, por las cuales nosotros hubiéramos vendido un huevo por acostarnos con ellas, o al menos nos dieran un mínimo de bola.
El hecho es que a la semana de estar "trabajando" a Stella Maris, la conquistó, hizo que “pateara” al novio y días después comenzó a cogérsela.
Realmente los dos se comportaban como animales en celo, ya que aprovechaban cualquier oportunidad y lugar para matarse sexualmente.
Esto se siguió dando por mucho tiempo, yo terminé la secundaria y me fui a la colimba, y mis amigos que se habían salvado por diversas razones, comenzaron todos con la facultad y algunos, en simultáneo, con el laburo.
Cumplido el servicio militar, me reintegre a mi trabajo, y como norma, a la salida del mismo me descolgaba a la Universidad (todos estudiaban de noche) y de ahí nos lanzábamos con mis amigos a las parrandas nocturnas, de las que estábamos acostumbrados.
Una noche que llegué como era costumbre a ver a mis camaradas, Fabián, uno de mis amigos apuradamente vino a mi encuentro para soltarme una bomba…!!!
Stella Maris estaba embarazada, con tan solo 19 años…
Evito hacer mas largo el relato, resumo…, Tito tuvo que dejar la Facu, casarse y ponerse a trabajar. Los padres de ambos los ayudaron bastante e incluso les consiguieron un departamento.
Pasó el tiempo y Stella Maris tuvo a su bebé, un varón.
A pesar de esta situación, los mismos amigos nos seguíamos frecuentando, sólo que ahora el depto. de Tito era el lugar de reunión, y Stella se integró a nuestras reuniones, charlando y bebiendo a la par de todos.
Una noche, me quedé trabajando tarde y al salir decidí visitar a mi amigo Tito en su casa.
Como yo sabía que el a veces estaba algo corto de guita, decidí comprar una dosis generosa de cervezas, unas pizzas y cigarrillos.
Mi vieja, me llevó en el auto. A llegar, vi que estaba la luz del depto. prendida, me bajé con todo mi cargamento, pensando en pasar una noche de joda, como era costumbre.
Subí las escaleras hasta llegar al depto. de Tito. Al instante se abrió la puerta y era Stella Maris, quien vestía una remera rosa ajustada que acentuaba perfectamente su generoso busto y unos shorts de pijama, que dejaban ver en todo su esplendor, sus largas y delgadas piernas y la redondez sublime de sus nalgas.

- Hola!, Como estas? – dijo, a tiempo que me saludaba con un beso en la mejilla e intentaba agarrar algo de los bártulos que traía.
- Hola Stellita!..., Y el comilón de mi amigo? - pregunte
- No está…, se fue a plataforma… lo llamaron hoy a la mañana y rajó para allá… tiene para dos semanas, el gordo… pero pasa… no te quedes ahí, con todo!!!- respondió

Entre al departamento, caminando detrás de ella, sin evitar ver ese lindo culito oculto en esos shorts.
Fuimos a la cocina.

- Y tu gordito? - pregunté
- Esta dormido, tomo la teta y palmo…ahora lo vamos a ver - dijo

Stella Maris estaba prácticamente sola.
Yo pensé que lo más correcto seria irme pero ella no me dio oportunidad, ya que antes que otra cosa sucediera, me pidió que abriera una cerveza.

- Si, claro…- le dije mientras ponía las bolsas con cervezas en la mesada de la cocina.

Stella sacó un destapador, abrió también una para mí, y comenzó a guardar el resto de las botellas en la heladera.
En ese momento, recordé que una vez llegamos un amigo y yo a casa de Tito y el tampoco estaba. Esa vez nos pusimos a beber con ella y hablamos por horas. Realmente era una mina muy agradable y se podía pasar un buen rato conversando.
En definitiva, después de ir a ver al crío, Stella Maris y yo nos sentamos en un cómodo sillón y comenzamos a beber, comer y charlar.
Me contó del trabajo de Tito, de su gordito, de lo caro que era la vida, etc., y me preguntó cómo me iba en mi trabajo y cosas por el estilo.
La noche transcurría y hablábamos de todo. Las cervezas se fueron vaciando poco a poco.
Noté que empezaban a hacer efecto en Stella, ya que ahora se reía con mucha más frecuencia y casi por todo.
Cuando terminamos las cervezas, fui a la cocina y destapé una botella de vino que allí había, saqué dos vasos y seguimos con nuestra charla.
No recuerdo porqué pero la charla terminó siendo sobre sexo. Juro que no tenia la intención, pero sin saber cómo, yo le estaba contando de una relación que tuve con una flaca de mi oficina , y para colmo de males, el alcohol hizo que mi relato fuera por demás preciso, grafico y detallado.
Creo que el detonante de todo, fue cuando le conté, como había hecho que la piba llegara a un orgasmo únicamente usando mi lengua.
En ese instante, Stella Maris me hizo una confesión…

- Sabes una cosa?... Te voy a contar un secreto…
- Si, Que es? – pregunte intrigado.
- Lo que pasa es que Tito es muy egoísta y muy acelerado…
- Que?...Como?... No te entiendo… - interrumpí
- Si, mira…, lo que pasa, es que siempre, desde que Tito y yo hemos hecho el amor, él es muy salvaje – dijo sin ruborizarse
- Ah si? - acoté
- Si… - asintió con la cabeza y continuo - me ha roto no se cuantas bombachas por las ganas que le dan…, pero eso no es lo malo…"
- Y entonces que es lo malo? – interrogue, mas intrigado aun.
- El problema es que apenas me desnuda, me penetra, me lo hace como loco y acaba – culminó.
- Huy…, la puta…!!! Y te deja con las ganas? – pregunte
- Si!!!, Así es!!!- dijo afirmando y prosiguió- Tito fue mi primer hombre, y cuando he charlado con amigas casadas o que tienen relaciones me han contado de lo lindo y maravilloso que se siente una al tener un orgasmo, y yo tengo que fingir o mentir diciendo que si, que es excelente… pero la verdad es, que nunca he tenido un orgasmo…
- Noooo…, no te puedo creer – dije ante tal revelación.
- En serio…, de verdad no lo sé – agrego, casi como buscando ayuda.

En ese momento yo no tenía todavía "malos pensamientos", instintivamente le dije que en el buen sexo se debe buscar primeramente la satisfacción de la pareja, el llevarla a los límites, hacerla volar, como sea…
Todo esto lo decía como amigo y confidente.

- Pero nena, esto si que es un problema serio…, no es posible que no sientas, que no acabes y no le digas nada. – le dije
- Si, lo sé – respondió acongojada.
- Dejáte de joder…, no es por nada, pero sos una mina muy linda, cualquiera mataría por hacerlo con alguien que tuviera un cuerpo como el tuyo… hasta yo lo haría- dije, hundiéndome hasta el cogote.

Reconozco que lo ultimo, no debí haberlo dicho, pero salió y ya no se podía remediar.

- En serio que creés eso?, que lo harías? –pregunto inquieta.
- Claro, por supuesto, nena!
- En serio lo harías conmigo? - volvió a preguntar.
-
Esas palabras me dejaron helado, estaba algo relajado por el alcohol y totalmente desinhibido, pero esas palabras hicieron que prácticamente en un segundo tuviera una erección.
Como Stella Maris y yo nos llevábamos muy bien, pensé que sólo lo preguntaba por mera curiosidad, así que le contesté:

- Claro que lo haría… Que te pensás, que soy de chapa… - conteste riéndome.
- Entonces dale, hacémelo…, enseñame lo que es un orgasmo – dijo decidida.

Que la parió!!! Las cartas estaban sobre la mesa, la jugada la hizo ella y yo ya no tenía el control de la situación. Con total liviandad me dejé llevar…, no me importó un carajo, que fuera la esposa de mi amigo. Me cogería a Stella Maris en ese instante.
- En serio lo queres hacer? – volví a preguntar
- Si, en serio, vamos a hacerlo – respondió con seguridad y desbordado entusiasmo.
-
En mi interior, sabia que nada de esta situación, era lo correcto…, y casi como ultimo recurso, le dije...

- Pero… es que esto no está bien
- Lo sé, pero hoy me siento sola, con ganas y quiero saber lo que es un orgasmo…, dale, no seas así, vamos a hacerlo, nadie se va a enterar - contestó
- Vamos a tu pieza – dije decidido, tomándola de la mano.

Nos levantamos rápidamente y caminamos hacia la habitación. Entramos al cuarto y Stella, antes de encender la luz pregunto:

- Querés que deje la luz apagada?... a Tito no le gusta la luz prendida
- No…, prendela, la vista es otra herramienta más – dije, dándole seguridad a mis palabras.

Encendió la luz, caminamos hasta la cama y nos sentamos uno al lado del otro. Yo estaba excitadísimo, infernalmente caliente. Pero por un segundo, se cruzó la imagen de Tito, en un portarretratos, en la mesa de luz, frente a mis retinas; obviamente esta era una traición de alto grado que hasta ese momento, jamás se me hubiera ocurrido realizar.
El alcohol en mis venas hizo olvidarme de con quién estaba y decidí poner lo mejor de mí, para satisfacer a esta hembra, tomando el rol de maestro.

- Bueno nena, lo primero son los besos- dije, con tono didáctico - Antes de cualquier cosa, se debe empezar con una buena sesión de besos…- culmine

Dicho esto, la abrace. Su frágil cuerpo quedó rodeado por mis brazos y con desespero me prendí a su boca. Cerré los ojos y disfruté del juego que comenzaba.
Primero yo metía mi lengua en su boca y ella la apretaba con los labios, sorbiéndola como si se tratara de un manjar. Luego ella repetía mis movimientos, como demostrando su rápido aprendizaje.
Como esto era “mi cátedra”, me dediqué únicamente a acariciar su espalda mientras nos besamos. Aunque el resto de nuestros cuerpos respondía a varios otros estímulos, ya que en el fragor de la lucha inicial, nos tumbamos en la cama. Así estuvimos por varios minutos. La respiración de Stella Maris ya sonaba agitada; quizás el hecho de estar con alguien que no fuese su marido la estaba poniendo más caliente. Yo… ni hablar…!!!
Me separé de sus labios, mirándola a los ojos, tomé su remera y tiré de ella hacia arriba. Stella me ayudó terminando de despojarse de esa prenda. Ante mis ojos quedaron sus grandes y redondas tetas cubiertas por un sencillo soutien de algodón.

- Sacate el corpiño – le ordené con voz firme

Ella obedientemente busco en su espalda el broche y acto seguido se deshizo de la prenda. Ahora si, tenía a mi alcance esos ricos pechos, coronados con unas aureolas grandes y rosadas, con sus pezones erguidos apuntando hacia arriba.
Ambos permanecimos en silencio, ella me miraba con un rostro que denotaba su clara excitación.
Reinicie la acción, acariciando suavemente sus pechos, grandes, turgentes, llenos de leche, y su respiración se agitó más aún, mis manos delineaban toda la circunferencia y de vez en cuando, mis dedos se detenían a juguetear con sus pezones. Stella Maris, cerró sus ojos disfrutando y queriendo retener en su piel y memoria, el tierno masaje que le estaba propinando.
Acto seguido me incline, mis manos comenzaron a recorrer su espalda desnuda, mientras mis labios se cerraban sobre uno de sus pezones. Como un niño hambriento comencé a mamar ese pecho, libando de a ratos, pequeñas dosis de leche materna.
Reconozco que en otra circunstancia, la sola idea de esto me provocaba asco, pero esta vez fue distinto, es mas, lo disfrutaba.
Tan extrema era mi excitación, que abría la boca para meterme todo lo que mi boca me permitía. La abría hasta que me dolía la mandíbula. Stella se retorcía de gozo. Mi ritmo era lento, pausado, me estaba tomando mi tiempo (aunque me costaba mucho) para dedicarme solamente a sus pechos. Mis manos no estaban siendo traviesas, solo acariciaba su espalda y de vez en cuando, una de ellas regresaba para acariciar el seno que no estuviera siendo ocupado por mi boca.
Regresé a su rostro para besarla nuevamente, con mis dos manos estrujaba sus tetas mientras ella me besaba desesperada, su respiración agitada denotaba que estaba haciendo bien mi labor.
Me levanté de la cama lentamente, Stella me observaba con cara de duda, no sabía lo que seguía, a lo mejor pensó que en ese momento me estaba arrepintiendo. Parado frente a ella me saque la ropa lentamente.
Ahí estaba yo, en calzones, que a duras penas podían retener mi erecta verga, parado frente a la semidesnuda esposa de mi amigo.
Extendí mi mano, ayudándola a ponerse de pie. La tome de la cintura y comencé a quitarle el short, comprobando que era el ultimo vestigio de ropa que le quedaba. Un aroma penetrante de sexo ardiente de hembra se hizo presente. Un pequeño triangulo oscuro, de vellos rizados, coronaba ese monte de Venus rosado, de ese cuerpo blanco casi perfecto. Abracé a Stella, para besarla nuevamente.
Mientras nos besábamos tomé su mano y la dirigí a mi pene. Ella lo tomó y comenzó a acariciarlo, metiendo su mano dentro del bóxer para pasar los dedos sobre mis vellos, y sentir la textura de mis testículos. En cambio, por mi lado, acaricié solamente su vientre, prolongando la agonía, sin dar indicios de querer ir más abajo. Stella Maris abrió más sus piernas, indicándome que deseaba que fuera más allá.
Con la palma de la mano acaricié su mojada entrepierna, repetí esta operación varias veces, esparciendo sus jugos por toda su vulva. Con la otra mano fui sacándome el calzón. Totalmente en pelotas, la flaca, empezó a pajearme con frenesí, mientras yo con los dedos recorría los labios de su vagina haciéndola estremecer.
La acosté boca arriba y me puse encima de ella. Tal vez en ese momento pensó que la penetraría, que todo sería igual que con su marido…, pero no!!!
Besé apasionadamente sus labios, después mordisqueé su barbilla, baje hasta su cuello, lamí sus pezones y con la punta de la lengua empecé a trazar un camino por su abdomen y vientre, haciéndola estremecerse al pasar por su ombligo (donde me detuve, para alargar el suplicio), logrando robarle jadeos al tocar con la lengua su monte de Venus y finalmente sacándole el aliento al llegar con toda mi boca a su sexo.
Mis labios y parte de mi cara, se empapaban de sus jugos…, mi boca aprisionaba los labios de su sexo, para después lamer y succionar su inflamado clítoris. Incontrolables espasmos, un cálido y potente chorro de fluido, que inundo mi boca, marcó que Stella Maris había tenido su primer orgasmo... Seguí comiéndome, ahora suavemente, esa vulva hasta que todo se aquieto un poco. Me erguí un poco para mirarla. Stella, sollozando, abrió los ojos en una mezcla de sorpresa y gozo.
Cuando sentí que estaba en condiciones de escucharme, le dije, acariciando tiernamente su cuerpo.

- Acabas de tener tu primer orgasmo, nena!!!
- Siiii….!!!, que lindo, que fuerte fue…!!! – dijo secándose los ojos.
- Es como me decían mis amigas – agrego

Me tendí a su lado para besarla, cosa que respondió ávidamente. Así estuvimos por un rato, besándonos y hablando sobre lo sucedido.
La carga sexual no había mermado su intensidad en ningún momento, incluso comenzó a incrementarse cuando ella continuo con sus caricias en mi pene.

- Queres más? – le pregunte, sabiendo cual seria su respuesta.
- Si…, Claro…, pero esta vez, te quiero adentro…

La bese, dando rienda suelta a mi pasión, con mayor desenfreno, mientras me iba acomodando encima de ella y con la mano empezaba a frotar la inflamada cabeza de mi verga en su abierta cuevita. Cuando la tuve en posición, de un envión y sin mediar preámbulo alguno, la penetre. Stella, abrió sus ojos y gimió al sentir toda mi virilidad en su interior. Comencé a moverme con un ritmo pausado y sin desesperarme; no solo quería sacarle otro orgasmo, sino que también yo quería disfrutar al máximo de ella, antes que llegara mi turno de acabar.
Stella Maris me abrazaba, me besaba en los labios, besaba mi cuello; con las manos me acariciaba la espalda, de vez en cuando, me agarraba de las nalgas para tratar de meterme aún más adentro de lo que me encontraba ya. Volví a besar sus grandes y ardientes pechos, mi lengua dibujó círculos en sus inflamados pezones mientras escuchaba el sonido de mis bolas golpeando el culo de esta hembra.
Quise cambiar de posición, saque mi pija de su vagina recibiendo una mirada de reproche por dejar de suministrarle su dosis, la tomé de la mano y la levanté... Me senté en la cama e hice que se sentara sobre mí, frente a frente.
Stella rodeó mi cuerpo con sus piernas y montada sobre mí, pero ahora con mayor libertad de acción, empezó a menearse cadenciosamente. La tomé de las nalgas para ayudarla a seguir un ritmo constante, retirándola hasta que mi verga estuviera a punto de salirse, para luego enterrarla nuevamente hasta el fondo.
Esto la desesperaba. Me agarraba el cabello, me abrazaba, se acariciaba los pechos, me volvía a abrazar, todo esto acompañado del sonido de su muy mojada concha frotándose inmisericorde sobre mi verga.
Poco a poco comenzó a acelerar más el ritmo, estaba sintiendo que se acercaba nuevamente el clímax. Me agarró con ambas manos del cuello y se inclinó hacia atrás; su cabello largo y negro caía al vacío y con la cabeza echada para atrás continuó con el frenético meneo hasta que acabó nuevamente
Como si le hubieran clavado una daga en el pecho, se impulsó hacia adelante, abrió los ojos, clavo sus uñas en mi espalda y empezó a gritar como animal herido…
La tomé de la cintura y detuve el meneo para dejarla con toda mi estaca metida hasta el fondo. No solo para que disfrutara de su momento, sino porque yo estaba al limite, pero no quería llegar al llenarla de leche todavía.
Por unos momentos nos quedamos así, los dos enredados en un abrazo... ella encima mío, con nuestros cuerpos sudorosos adheridos en un abrazo largo. Mi verga aún tenía batería para un par de embestidas más, así que le dije a Stella que se desmontara y se pusiera en cuatro patas. Para este momento ella era como mi esclava sexual, todo lo que le indicaba lo hacía sin oponerse.
Cuando la tuve en cuatro, me puse detrás de ella y comencé a cogerla, con fiereza, desquiciado, buscando mi orgasmo…, sus tetas se movían al ritmo de mis embates mientras ella gemía y gritaba. Me importaba un carajo que fuera la esposa de mi amigo, o que los vecinos escucharan esos lamentos de placer o que el pendejo en la otra habitación se despertara. Estaba enajenado por esa hembra. Ya le había dado demasiada estimulación a mi miembro, por lo que en cuestión de instantes empecé a sentir que me estaba yendo… Saqué mi verga de su voraz y maltratada concha y como si no hubiera cogido en décadas derramé una infinidad de chorros sobre su espalda. Me quedé paralizado por segundos mientras las últimas gotas de semen caían sobre su culo.
Estiró la mano para tomar una toallita, en el cajón de la mesita de luz, para que la limpiara e hiciera lo mismo con mi aun latente y colorada pija.
Estaba por demás complacida por todo lo que habíamos hecho, y por como lo había sentido y disfrutado. Al recostarme fatigado a su lado ella me abrazó y tiernamente me besó en los labios.

- Gracias…, estuvo increíble… como me hiciste sentir, guacho…!!!
- De nada…, vos también no estuviste nada mal… me hiciste acabar como un caballo – respondí

Y como era esperar, se hizo presente la frase que no puede faltar en este tipo de situaciones, fue ella quien la disparo…

- Este va a ser nuestro secreto…, cierto?
- No te preocupes nena…, acá no ha pasado nada…

Que mentira más grande. Claro que había pasado… y mucho… pero tampoco daba para difundirlo a los cuatro vientos.
Dicho esto me plantó otro beso. Estuvimos un rato los dos desnudos ahí, tirados en su cama. Finalmente me levanté y me vestí, me despedí de Stella Maris y salí del depto. Ya había amanecido.
En el camino a casa, me invadieron remordimientos por lo sucedido, que deseche rápidamente, porque ya nada podía revertir lo que había vivido.
Nuestro secreto, se transformo en una seguidilla de visitas a su casa, durante los quince días que Tito no estuvo. Cogimos en cuanto rincón del depto., se nos ocurrió… y de todas las maneras imaginables…, lamió, beso y succiono hasta mis pensamientos.
Quince días de sexo puro, animal, instintivo.
Costo mucho volver a la normalidad, este tipo de secretos pesan mucho, pero la carga se va alivianando con el correr del tiempo.
Demás esta decir que Tito jamás se entero, ni aun hoy que esta separado de Stella Maris sabe.
De ella, que puedo decirles… fue una hermosa y caliente experiencia… que volvería a repetir…

11 comentarios - Stella Maris, la esposa de mi amigo

demonius71
la proxima vez ponle al menos imagenes!!!!!

aqui te dejo 1 para que decores tu post!!!!


















Stella Maris, la esposa de mi amigo
doc1000
exelente 😉 😉 😉 😉
gise_pet
Excelente relato, quien tuviera un maestro como usted Señor. Besos y puntitos.

tetas
enseguidavuelvo
Escribir un comentario... 🙎‍♂️ 🆒 🙎‍♂️ 🆒 +10
Alanq
muy buen relato!!
Morochoaltivo19 +1
al final doctor siempre al servicio , ahí donde haya una dama insatisfecha. Me gusta su actitud es de los mios
gardenzio_a2
MUY BUENO EL RELATO . GRACIAS 😉 😉 😉
toritonegroqac
Fua como no vi este relato antes, yo pase por algo parecido es una adrenalina y un remordimiento terrible pero como vos decis pasa con el tiempo, muy buen post.
drsexrg
gracias torito
profezonasur
Me recordó mi paso por el secundario, aunque el industrial de aquella época, allá lejos y hace tiempo, no contaba con muchas chicas que digamos. Me gustó el relato dejo puntos. Un abrazo.